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El sillón de madera
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Me he vuelto no sólo una experta, sino una asidua practicante de la masturbación. No sé si el hecho de no tener pareja me lleva a diario a pensar en sexo y con eso a manipularme, ya sea con las manos o con ayudas hasta alcanzar el explosivo orgasmo final.

Últimamente siento mi vagina húmeda a toda hora (y la verdad no es sólo que lo sienta, es que lo está, porque entro al baño y aparece en mi panty ese líquido transparente y pegajoso que deduce que estoy bien lubricada). Es tanta la lubricación que me ha tocado colocarme un kotex para que no se pase a la ropa. Sueño con todo, me imagino todo, poses, caricias, besos, sexo suave, sexo duro, sexo prohibido, sexo lésbico, orgías. Cualquier cosa que pueda darme placer.

No sé ustedes que piensan, pero entre más uno se masturba, más exigente se vuelve al tener contacto físico sexual con alguien, tus estándares suben, quieres que tus exigencias sean complacidas por las otras personas por arte de magia. Yo por ejemplo, quisiera que alguien besara mis tetas al tiempo que soy penetrada y manipulada por un hombre. Quiero que esa penetración me abra la vagina, quiero sentir dolor y placer al tiempo. Quiero estallar en orgasmos repetidos, gimiendo y moviéndome cómo poseída por algún espíritu.

Mientras escribo esto, mi coño está de nuevo mojado, ya lo empecé a acariciar, está tan mojado que toda mi vulva está brillante. Me siento en el borde del sillón y recojo las piernas dejando expuesto mi sexo. Acaricio mis tetas y las subo para poder besarlas con mi boca. Miro a mi alrededor y sólo veo el control del tv cerca de mi, no me importa lo cojo y lo froto de arriba a abajo en toda mi raja, intento meterlo en la vagina pero su forma cuadrada no me deja sin sentir molestia, así que me pongo de pie y me abro de piernas, en el medio queda el apoya brazos de la silla que es de madera, me inclino un poco de modo que mi coño quede pegado a él y me muevo cómo si una verga fuese la que está ahí. Cojo la punta y presiono tan duro mi coño contra ella que me vengo enseguida, todo quedó baboso y mojado y yo un poco adolorida por la faena que acabo de tener.

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