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Infiel a mi marido y a mi suegro
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Continuación del relato “Por andar provocando a mi suegro”, dejo el enlace al final del relato.

Después de que mi suegro me cogió, todo pareció regresar a la normalidad, como si nada hubiera ocurrido, nunca hablamos del tema, tal parecía que todo había sido un sueño, seguía sintiendo sus miradas en mi cuerpo, pero en forma discreta, su trato no cambió, seguía siendo cortés y educado, aunque tal vez algo distante, pensé que posiblemente se hubiera arrepentido de lo que pasó entre nosotros, estaba muy confundida, sentía un remordimiento por lo que pasó, arrepentida de dejarme llevar por la situación, era inaudito serle infiel a mi esposo con su propio padre, si la familia se enterara, ufff, sería el fin de mi matrimonio y posiblemente el de mis suegros, un escándalo mayúsculo, definitivamente no debía volver a pasar.

Terminaron las vacaciones y regresé a mi vida "normal", compartiendo mi cuerpo con mi inquilino cuando mi esposo tenía que ir a trabajar y con mi esposo cuando le tocaba su etapa de descanso, aunque no había podido olvidar a mi suegro, seguía teniendo sueños muy intensos donde recordaba la forma tan rica en que me hizo su hembra y amanecía con mi ropa interior empapada, afortunadamente mi esposo y mi inquilino lograban apagar mi calentura mañanera.

Tres meses aproximadamente pasaron, mi esposo me da la sorpresa un día que su padre llegaría a visitarnos, iría a nuestra ciudad por motivos de trabajo, la noticia me causó un pequeño sobresalto, pero traté de actuar normal, preparé la recámara que teníamos libre para hospedarlo. Llegó justo un día antes de que mi marido tuviera que irse a trabajar a Plataformas, fuimos a recogerlo al aeropuerto y después a cenar a un restaurante. Me sentía un poco nerviosa, no sabía cuánto tiempo se quedaría y mi esposo ya se iba a Ciudad del Carmen al otro día, así que era probable que me quedara sola con él, eso era algo que no me gustaba, me causaba ansiedad, tal vez temor, por otro lado, me causaba extrañeza que llegara justamente un día antes de la partida de mi marido, ¿sería casualidad?, además, estropeaba mis planes con Don Fernando, así que en la cena traté de averiguar cuanto tiempo se quedaría.

– Es un honor que nos visite y conozca nuestra casa y nuestra ciudad Don Manuel, ¿cuánto tiempo nos acompañará? – le solté de la forma más natural que pude.

– Solamente estaré un par de días- contestó Don Manuel – vine para una entrevista con el gerente de una cadena hotelera, interesada en tener un portal de reservaciones en la WEB.

– Me alegro mucho de que hayas venido papá y por fin conozcas mi casa, además le harás un poco de compañía a Paty, por lo menos un par de días, no le gusta quedarse sola- intervino mi esposo.

– Pues si se logra el acuerdo, estaré viniendo cada dos o tres meses, hijo, espero no te incomode- respondió Don Manuel.

– No, para nada, me da mucho gusto que vengas a visitarnos- finalizó mi esposo.

La velada continuó por un buen rato, hasta que fue el momento de regresar a casa, mi esposo se la mostró orgulloso y le indicó su habitación.

Preparé la maleta de mi esposo con su ropa y artículos personales y en la noche me dio mi cogida de despedida, todo normal, al otro día desayunamos y le dimos un breve paseo en coche a mi suegro para mostrarle la ciudad, mientras mi marido guiaba y explicaba todo a mi suegro me llegaron varios mensajes al celular, era Don Fernando, que prácticamente me bombardeaba, estaba ansioso, sabía que ese día en la tarde mi esposo viajaría a Ciudad del Carmen ya que al otro día tendría que reportarse a primera hora para que lo transportaran a la plataforma, me decía que estaba muy caliente y desesperado por cogerme, que ya no aguantaba las ganas y que me iba a dar verga por todos mis agujeritos y dejarlos repletos de semen, que tenía los huevos bien cargados, me excitaron sus mensajes, pero le respondí que no podría ser, ya que mi suegro estaba en casa, que aguantara, un par de días, no puedo aguantar amor, me duele la verga de tan dura que la tengo y los huevos de tanta leche, necesito tu dulce coñito y tu lindo culo, estoy como loco, ya son 14 días sin nada, me respondió, entendía su situación, pobre, ya quería cogerme y yo también estaba ansiosa por estar en sus brazos, pero no podía ser, tenía que esperar, ya no respondí sus mensajes, tenía que resignarse y tener paciencia.

Al terminar el paseo fuimos los 3 a comer, después de la comida, mi suegro se retiraría por su entrevista de trabajo y yo llevaría a mi esposo a la Central de Autobuses para el viaje a Ciudad del Carmen, en la comida me llegó un mensaje, era nuevamente Don Fernando, en el mensaje me decía que se había hospedado en un conocido hotel que se encontraba dentro de una plaza comercial, que ya no aguantaba las ganas de cogerme, que le dijera a mi marido y mi suegro que iría a cenar con unas amigas y que allí me esperaba para romperme el culo y la concha y llenarme de su esperma, me pareció una idea descabellada, lo maldecí por ser tan desesperado, así son los hombres, no pueden esperar un par de días por una cogida, pensé, al mismo tiempo me excitó y me quedé pensando que hacer.

Mi esposo vio que leía los mensajes que me llegaban y estaba pensativa, me preguntó quién era y le contesté que eran de mi grupo de amigas que se querían reunir en la noche para cenar y platicar en un restaurante de la plaza comercial, pero le comenté que dudaba en asistir por mi suegro.

Por mí no se preocupen- dijo mi suegro- no vine a dar molestias

Ya oíste a mi padre, amor, no te preocupes, ve con cuidado y me saludas a tus amigas-comentó mi esposo.

Estaba jugando con fuego, me sentía nerviosa y me sudaban las manos, por otro lado, me sentiría incómoda estar en casa junto a mi suegro, así que, le confirmé a Don Fernando que llegaría alrededor de las 7:00 de la noche. Mi suegro me miraba, parecía notar mi nerviosismo.

La comida terminó y mi suegro se despidió, mi marido le dio la dirección y sus llaves de la casa por si no me encontraba cuando llegara y nos dirigimos a la Central de autobuses, tan pronto nos despedimos, regresé a casa para arreglarme para mi cita, me bañé muy bien, a fondo.

Me puse una blusita de color rojo escotada al frente y unos leggins blancos muy ajustados que marcaban bien mis nalgas y mi vulva, tanga y bra de encaje de color blanco y zapatillas de tacones altos y salí rumbo al centro comercial.

Me sentía muy nerviosa, me temblaban las piernas, mi corazón palpitaba con fuerza y mi respiración estaba agitada, miraba para todos lados por si me encontraba a alguien conocido, el restaurante del hotel tenía acceso a la plaza comercial, pasé junto a él y no me atreví a entrar, solo observé y continué mi paso, me daba miedo que algún conocido me viera entrar, después de unos minutos pensando y habiéndome cerciorado de no conocer a nadie, me armé de valor y decidí entrar, no podía seguir deambulando, sería sospechoso, respiré profundo y me dirigí al restaurante del hotel, con paso firme y decidido, aunque por dentro mi corazón parecía que saldría de mi pecho, mirando de reojo en busca de alguna cara familiar, a un lado de la entrada al restaurante estaban los baños y los ascensores, y allí me dirigí, todo mi cuerpo temblaba, me faltaba el aire, cuando entré al elevador y cerró la puerta del mismo, por fin pude dar un respiro de alivio, me sentía agitada, me estaba graduando de puta, por primera vez iba a un hotel para satisfacer a un macho caliente y pervertido, una mezcla de ansiedad y excitación invadió mi cuerpo, oprimí el piso y pronto llegué a la habitación de mi amante

Tan pronto abrió Don Fernando me tomó de la cintura y apretó fuertemente envolviéndome en sus fuertes brazos, estaba casi desnudo, solamente tenía puestos su bóxer, sentí su miembro largo, grueso y duro contra mi vientre, delatando lo ansioso que estaba por cogerme, sus grandes manos recorrían todo mi cuerpo, apretaba mis nalgas y su boca se apoderó de la mía, la succionaba ansioso, mordiendo suavemente mis labios y su lengua recorriendo todo mi paladar y entrelazándose con la mía, mi ropa fue cayendo y pude sentir el roce de su piel contra la mía, el calor de su cuerpo quemaba mi piel, su olor me embriagó.

Continuó besando mi cuello y se me escapó mi primer gemido, mordisqueó el lóbulo de mi oreja y lo succionó, mi piel se erizó y un segundo gemido escapó de mi boca, en eso siento que mete la punta de su lengua dentro de mi oído y todo mi cuerpo se estremeció, sentí desfallecer, me encantó, mi coño empezó a lubricar y llenarse de mis fluidos, me encantaba todo lo que me hacía mi macho.

Estaba ansioso por tenerte en mis brazos, vida mía, ya no soportaba, tengo los huevos cargados de leche, me estaba volviendo loco, te voy a sacar los ojos de la culeada que te voy a dar,

Si amor, hazlo- respondí.

Estás empapadita, se nota que necesitabas un verdadero macho que te satisfaga, putita mía, – añadió, al tiempo que su mano se introducía entre mis piernas y palpaba mi sexo completamente mojado, poco a poco fue hundiendo un par de dedos dentro de mi coño que se deslizaron fácilmente dentro de mí, estaba sumamente lubricada.

Bajé mi mano y palpé su miembro ardiente, grande, grueso y cabezón, le bajé el bóxer para liberarlo de su encierro, una vez fuera se veía tan imponente, su cabeza rosada brillaba, se me hizo agua la boca y caí de rodillas, comencé a lamer la punta de su verga con mi lengua, chorreaba líquido preseminal, un par de gotas de precum fueron depositados en mi lengua, las saboreé, sabía delicioso, sabía a macho, a hombre, un sabor salado, fuerte y penetrante invadió mi boca, no pude resistir y me la metí toda a la boca, la chupé largo rato, disfrutando de su sabor, su textura, su olor, lo dura que estaba, me encantaba su verga, mi lengua abrazaba y recorría toda la cabeza, al tiempo que acariciaba sus gruesos y pesados huevos, mi saliva escurría por el tronco y llegaba a sus testículos, ya mi quijada me dolía, pero no me importaba, me encantaba estar con la boca llena de verga.

Mmm, aghghh, amor, que rico, me encanta, sigue chupando, toma tu pedazo de carne, abre bien la boquita, agghh,

Me tomó de la cabeza y empezó a meter y sacar su verga de mi boca, me llegaba muy profundo, hasta la garganta, y empezó a gemir, se me dificultaba respirar, pero no desistí, cada vez tragaba más y más verga, masajeaba sus huevos, empezó a gemir, definitivamente me encantaba oír gemir a mi macho y seguí chupando,

Ahhh, eres una experta, amor, aggghhh, una experta mamona, cada vez mamas mejor, nadie mama la verga mejor que tú, aahhh, espera, agghhh, me vas a hacer correr y todavía no es hora.

Me tomó de la mano y me ayudó a levantarme, me dio vuelta, y me apretó, sentí su dura verga entre mis nalgas, se sentía tan rico, empujé el culo y su verga se metió entre mis carnes buscando mi cerrado y estrecho orificio, pronto sentí la cabeza empujando intentando vencer la resistencia de mi esfínter, restregaba la cabeza un poco y seguía de largo, el contacto se hizo más intenso, besaba mi cuello y mi nuca al tiempo que me decía:

Así putita, mueve el culo, me encanta, sabes que tu culo me vuelve loco, ufff nena eres una verdadera puta.

Qué maravilla de culooo, ahhh, que rico

No me ofendí porque me llamara puta, al contrario me excitó, eso era una puta que había ido a un hotel para complacer a un macho sediento de sexo, me sinceré con él, al tiempo que movía mi culo para masturbarlo con mis suaves nalgas.

Me gusta que me llames puta, me excita, eso soy, tu puta, amor.

Puta, Puta, putita, la mejor de las putas, una putita que le gusta que le abra bien sus agujeros con mi verga grande y gruesa

Ven, recuéstate en la cama, voy a comerme ese rico coñito de puta.

Me tendió en la cama y me abrió las piernas, sentí como abría mis labios vaginales y su lengua recorrió todo mi coño, se apoderó de mi clítoris y lo succionó, en ese instante todo mi cuerpo se estremeció, me retorcí en la cama y dí un grito de placer, aprovechó para meter un dedo en mi coño hasta el fondo, lubricándolo de mis fluidos, lo sacó y lo llevó a mi culo, sentí como masajeaba y lubricaba la entrada de mi orificio anal con mis propios fluidos y empujaba su dedo dentro de mi culo, al tiempo que otro dedo entraba en mi coño, mis piernas temblaron, un gemido salió de mi boca y apreté los dientes para no gritar de placer. Siguió succionando mi clítoris con más fuerza al tiempo que sus dedos entraban y salían de mis dos orificios, estaba en éxtasis, ya no pude aguantar más, apreté las sábanas con mis manos y me retorcí en la cama, sentí una descarga recorrer mi cuerpo y tuve mi primer orgasmo de la noche.

me corroooo, me corroooo, me corro- grité

Sentí como mis fluidos escurrían por los dedos de don Fernando, sacó sus dedos y hundió su cara entre mis piernas, succionando con avidez los fluidos que escapaban de mi vagina, una vez que terminó de lamer mi coño se incorporó y me dio un beso cachondo y pasional, un beso con sabor a mi coño, me excitó y me prendí de sus boca, succionando y lamiendo sus labios, deleitándome con el sabor de mi vulva, su ardiente miembro se posicionó en la entrada de mi rajita, restregándola de arriba abajo, desde mi culo a mi clítoris, estaba esperando la embestida, pero no llegaba, solo sentía su capullo entreabriendo mis labios vaginales, lubricando la punta con mis fluidos, la cual a su vez chorreaba precum, estaba ansiosa porque me clavara, lo vi a la cara y sonreía libidinosamente, ya no aguantaba, lo escuché decir:

– ¿Notas mi verga, lo dura que está? – Es tu culpa, putita.

– Sí la noto, me encantaaa, la tienes bien dura, pero, cabrón, cuando me la vas a clavar, la quiero sentir dentro.

– En serio. ¿la quieres, putita?, ruega por ella, pídeme que te clave como una puta.

Quería que le pidiera que me la meta, como una putita hambrienta de verga, pero no aguantaba más, me estaba volviendo loca de ansiedad y no me quedó más remedio que rogarle que me penetrara.

– Anda cabrón, métemela, cógeme, por favor, no me castigues, clávame tu verga, te lo suplico, dame tu verga, entiérramela, la necesito.

– ¿En serio quieres mi verga, putita?

– Siii, aaagggh- mi respuesta se convirtió en un gemido porque en un movimiento de cintura me enterró toda su verga de una sola estocada, hasta los huevos que rebotaron en mi pelvis, me sentía tan plena, su verga llenaba completamente todo mi interior, incluso sentía que lo estiraba.

– Putita, se te fue de una, se nota que extrañabas mi verga, estabas deseosa de una buena verga de macho y no la verguita de tu marido.

– Sí, papito, agghhh, la necesitaba, agghghh. sigue.

La verga de mi marido no es precisamente chiquita, en comparación con la de Don Fernando no había mucha diferencia, donde había una diferencia abismal era en la forma de coger, pero no quise aclarar la diferencia.

Me siguió embistiendo en forma salvaje, no recordaba que anteriormente me cogiera así, parecía un animal, sentía su verga frotando una y otra vez mis paredes internas, aunque me había cogido muchos veces, no recordaba una cogida tan salvaje, se notaba lo ansioso que estaba, la cama se movía a un ritmo que parecía romperse, golpeando una y otra vez contra la pared, pero a pesar de su brusquedad estaba disfrutando a mil, como una verdadera puta, era un placer supremo que me hacía gritar y jadear, fueron unos minutos interminables, todo mi cuerpo se estremecía, y mientras me besaba me dijo al oído.

– Agggh, puta, ya viene, te voy a dar mi lechita, agggh.

Aceleró sus embestidas a un ritmo infernal, literalmente taladrando mi coñito, el ritmo endemoniado de su cogida me provocó oleadas de placer que recorrieron mi cuerpo y todo mi cuerpo empezó a convulsionar, me dio una embestida final, profunda, ensartándome toda su verga y sentí como su verga se expandía en mi interior y empezaba a lanzar chorros y chorros de esperma ardiente en mi interior, no recordaba tampoco que alguna vez hubiera soltado tanta leche, era tanta, que escapó por mi vagina y escurrió por mis nalgas hasta llegar a mi culo, tuve un orgasmo larguísimo, durante largo rato espasmos recorrían mi cuerpo, hasta que caí desfallecida en la cama, tratando de recuperar aire, su verga seguía dentro de mi coño, esperaba que su verga se pusiera flácida y saliera de mi cuerpo, pero no, seguía igual de dura, lo que me sorprendió.

– Ay, papito, que rico me cogiste, me encantó que me llenaras de leche, que macho, tu verga sigue dura, agggh, pareces un adolescente.

– Ja, ja, es que hice una pequeña trampita, putita, antes que llegaras me tomé una pildorita azul, quiero cogerte una y otra vez mamita. anda, voltéate, ahora sigue tu culo, ese culo que me vuelve loco- respondió al tiempo que sacaba su verga chorreante de esperma de mi vagina.

Cabrón, pensé, con razón, estaba cansada, pero mi excitación no disminuía, así que obedecí y poniendo un par de almohadas bajo mi vientre quedé con el culito en pompa.

– ¡Que culo!, nena, no sabes cómo me pone, es perfecto- dijo al tiempo que me daba una pequeña nalgada que me sacó un gritito de excitación y sorpresa, abrió mis nalgas con sus manos y su nariz se posó en el interior olfateando ese recóndito lugar.

– ¡Cochino! -dije, aunque me excitó tanto que me oliera como un perro a una perra.

– Disculpa vida, es que me encanta tu olor a culo, es rico y suave-respondió.

Se levantó y de un cajón sacó un botecito de lubricante- El cabrón lo tenía todo planeado.

A un lado de la cama había un espejo de pared y vi como abrió el botecito de lubricante y abriendo mis nalgas echó un chorrito justo en la entrada de mi arrugado orificio, involuntariamente mi hoyito se contrajo, masajeo la entrada suavemente y poco a poco me fui relajando, me encantaba esa suave caricia, di un suspiro de placer, empujó la punta y poco a poco me fue enterrando su dedo, lo empezó a mover de un lado a otro, rozando las paredes de mi recto, me encantó y empecé a mover el culo y apretar y aflojar, siguió metiendo y sacando su dedo hasta que su dedo entraba y salía con facilidad, cuando sacó su dedo, sentí un vacío y empujé mi culo contra su dedo, solo para recibir otro cachete en mi nalga.

– Tranquila putita, se nota que estás ansiosa, paciencia, ya te abriré y llenaré de carne este hoyito goloso.

Por el espejo pude ver como vertía un chorro de lubricante en su gruesa y larga verga y lo embadurnaba bien, toda su verga brillaba por el efecto del lubricante, y sentí como abría mi nalga y posicionaba la cabeza en la entrada de mi culo, presionó un poco y dejaba de presionar, nuevamente estaba jugando conmigo, la imagen del espejo era tan erótica, quería ver como esa larga verga desaparecía en mi culo, yo misma culeé hacia atrás y Don Fernando no se retiró.

– Así putita, ensártate tu sola, como una zorra.

Poco a poco sentí como la cabeza de su verga iba abriendo mis pliegues, sentí un poco de dolor, pero no me importó, sabía que el placer que sentiría compensaría con creces cualquier incomodidad, además la imagen que me regalaba el espejo era tan excitante, parecía estar viendo una película porno donde yo era la protagonista y estaba ansiosa por ver como desaparecía en mi interior esa larga barra de carne, me sentí una puta de videos porno y seguí empujando, centímetro a centímetro mi culo se iba comiendo su largo y grueso tronco, empecé a culear, entraba un poco y salía otro poco, pronto entró toda la cabeza y sentí que mi esfínter se cerró sobre el tronco, aprisionándolo suavemente, me encantaba sentir como poco a poco me iba yo sola enterrando esa enorme barra de carne, despacio, muy despacio, disfrutando, sintiendo como poco a poco se iban abriendo mis pliegues, pronto sentí sus huevos pegados a mis nalgas, empalándome por completo yo misma, todavía me abrió más mis nalgas y empujó otro poco, haciéndome gemir, sus testículos quedaron pegados a mi vagina, era nuevamente totalmente suya, me sentí orgullosa al ver en el espejo como toda la longitud de su verga había desaparecido, me sentía tan plena, tan feliz, tan puta.

– Aggghh, putita, que rico, te has tragado mi verga como la más profesional de las putas, la mejor de las putas, tienes que estar orgullosa, te has graduado de puta, comiéndote solita mi verga, solo una verdadera puta se come entera una verga larga y gruesa que le abra bien el culo y culea por más.

– Ahora me toca a mí putita, te voy a terminar de abrir a vergazos- expresó al tiempo que me daba una nueva nalgada que sirvió como arranque a sus embestidas.

Me la sacó hasta dejar sólo la cabeza dentro y me la volvió a meter entera, di un respingo y arqueé la espalda de placer, me encantaba su verga, que profundo me llegaba, parecía que saldría por mi ombligo, me ensartó nuevamente una y otra vez, hasta el fondo, sus huevos chocaban con mis nalgas en cada embestida y no podía dejar de gemir.

La sacó completamente y abriendo mis nalgas se quedó mirando como me dejó el agujero del culo, lo sentía abierto, dilatado, sentía que el aire se colaba en mi interior, sentí que escupió directamente en mi culo y la saliva se colaba dentro.

Ufff, putita, no sabes cómo me excita ver tu culo abierto, abierto por mi verga.

Volvió a colocar su verga en la entrada de mi culo, y me embistió de una, pero el aire que entró dentro de mi culo escapó forzadamente de mi culo en la forma de un sonoro pedo, que me hizo ruborizar, Don Fernando exclamó.

Que rico culo, ya está hablando, dice que le encanta la verga, que le dé más duro.

Me tomó de las caderas y aceleró sus embestidas, en cada embestida me hacía ver las estrellas, muecas de placer se dibujaban en mi cara, volteé a ver al espejo, me regaló la imagen de un macho cogiendo con todo a una putita que se retorcía de placer, me animé a culear, el contacto se hizo más intenso y la imagen del espejo fue más erótica todavía, a pesar del castigo la putita culeaba y se ensartaba la verga haciendo gemir a su macho, me encantaba escucharlo gemir.

Ayyy, puta que rico culeas, me estás ahorcando la verga, me vas a sacar la leche, aghhh- Gruñó

Se recostó sobre mi cuerpo y me empezó a taladrar sin piedad mi culo, me daba con todo, todo mi cuerpo empezó a convulsionar, mis ojos se pusieron en blanco y empecé a gritar y gemir con todas mis fuerzas, escuché que me decía al oído.

Así putita, no te contengas, grita, que todos escuchen como gozas con un macho de verdad.

Toma, toma, toma, aghhh, ya viene la leche, te voy a llenar el culito de leche, aghhh.

Mis gritos de placer eran incontrolables, sentí desfallecer, sus manos fueron a mis tetas y pellizcó mis pezones, en ese instante sentí un calambre que recorrió todo mi cuerpo y llegué al orgasmo, espasmos recorrían mi cuerpo, me faltaba aire, no podía respirar, sentí como mi vagina descargaba sus fluidos, en ese instante sentí una última embestida profunda y su verga se ensanchó, sentí claramente como sus gruesas venas se expandían más y lanzaba sus chorros de semen ardiente y espeso en lo más profundo de mi culo, gruñía como un toro, me tenía bien apretada contra su pelvis, descargando hasta su última gota, mis espasmos apretaban su verga, sentía como mi culito se contraía y relajaba involuntariamente como si quisiera ordeñarlo, cayó exhausto sobre mi cuerpo, nuestros cuerpos sudaban, sin embargo su verga seguía dura, rozándome por dentro, había sido una cogida de campeonato, sin sacarme la verga, me puso de costado y siguió cogiéndome, mi culo ya no aguantaba, lo sentía dilatado, adormecido y al mismo tiempo recordé la hora y a mi suegro en casa, aún contra los deseos de Don Fernando que quería una tercera cogida me zafé y saqué su verga de mi culo, le dije que había sido fenomenal pero ya tenía que regresar a casa, no podía llegar en la madrugada, me rogó quedarme, pero no podía ser, me levanté y me dirigí a la ducha, tenían unos gorros de baño y me lo puse para no mojar mi pelo, no podía llegar con el pelo mojado por si mi suegro estaba despierto.

Segundos después me alcanzó Don Fernando y me abrazó dentro de la ducha, me dijo que me iba a ayudar a enjabonarme, y empezó a pasar su mano por mi piel, más que enjabonarme era una suave caricia, su mano recorría cada centímetro de mi piel, enjabonó mis tetas, mi pubis como un bebé y me hizo dar vuelta para enjabonarme la espalda, su verga seguía dura y se posó sobre mis nalgas, era increíble el efecto que le estaba ocasionando la famosa pastilla azul a Don Fernando.

Enjabonó mis nalgas y su mano recorrió mi rajita, realmente sabía cómo excitarme, un gemido escapó de mi boca, un dedo enjabonado se posicionó en la entrada de mi culo y empujó, mi culo estaba tan dilatado que no opuso resistencia, intenté zafarme, me dí cuenta que quería cogerme otra vez por lo que di un saltito y apreté las nalgas, don Fernando me abrazó con fuerza, y su verga se metió entre mis nalgas.

Don Fernando, nooo, ya no, me tengo que ir, por favor, le supliqué.

De nada sirvieron mis ruegos, pronto encontró la cabeza de su verga la entrada de mi culo y empezó a empujar, intenté cerrar el culo, pero era inútil, estaba tan dilatado que no le costó mucho esfuerzo alojar la punta de su verga en mi interior, sentí como entraba poco a poco, mi culo estaba dilatado, pero también rozado por la intensa cogida que me había dado, por lo que me estaba doliendo, sabía que no tenía caso resistirme, no tenía escapatoria, por lo que aflojé mi cuerpo y dejé que hiciera con él lo que quisiera, solo arqueé la espalda para que me entrara sin dificultad y no me fuera a desgarrar por dentro.

Así putita, déjate, muy bien, sólo te doy una cogidita rápido, mi verga sigue dura, no me puedes dejar así, no pensé que la pastillita fuera tan potente, creo que, a la otra, tengo que comprar una menos fuerte, ja ja.

Dio un golpe de cintura y sentí su pelvis rebotar en mis nalgas, no pude evitar gemir, delatando el placer que sentí.

Ves putita que estás disfrutando, te encanta tener el culo lleno de verga.

Me abrazó fuerte y empezó a embestirme lento y profundo, me la metía hasta los huevos, con fuerza y en cada embiste me levantaba, quedando empalada con todo el peso de mi cuerpo sobre su verga, la profundidad de cada penetración era máxima, al igual que el placer que sentía, me hacía ver las estrellas, la sensación de tener mi cuerpo en vilo, empotrado completamente en su verga era alucinante, me daba ansiedad no poder pisar el suelo en cada embestida y al mismo tiempo era una sensación de entrega total, me sentía una muñeca de trapo, a pesar del placer que sentía era tarde y tenía que irme, por lo que empecé a apretar el culo para darle más placer y terminara más pronto, lo escuché gruñir de placer y en unas cuantas embestidas y apretones más logre mi cometido, me ensartó por completo y me levantó al tiempo que gritaba de placer y lanzaba un nuevo chorro de semen en mi interior, esa última embestida profunda, combinada con la sensación de estar levantada en el aire, ocasionó que un calambre recorriera mi cuerpo y un nuevo orgasmo me hizo convulsionar, me retorcí en sus brazos, oleadas de placer recorrían mi cuerpo.

Por fin sentí que su verga se ponía flácida y me liberó de su abrazo, mis piernas temblaban, parecía un bebé aprendiendo a caminar, tuve que apoyarme de la pared para no caerme.

Gracias nena, fue increíble, te he cogido muchas veces pero creo que hoy fue la mejor cogida.

No respondí, me faltaba el aire, intentaba tomar bocanadas de aire, pero no había duda que había sido una cogida fenomenal, tal vez como había dicho, la mejor de sus cogidas.

Poco a poco mi respiración se normalizó, me bañó como un bebé, casi no podía moverme, me dolía todo el cuerpo, pero estaba muy satisfecha, bien cogida, cogida como puta.

Me ayudó a vestirme y salí de su cuarto con preocupación, ya era tarde, caminé con un poco de dificultad, tenía la cola muy rozada, pero disimulé lo mejor que pude, debía darme prisa, afortunadamente el centro comercial tenía cines y restaurantes que cerraban tarde por lo que pude salir por el área de restaurante y tomar un taxi desde el centro comercial.

Llegué a casa cerca de la medianoche, para mi sorpresa, mi suegro estaba en la sala viendo televisión, así que lo saludé y le ofrecí algo de cenar.

Buenas noches, Don Manuel, ¿Quiere algo de cenar?

No me contestó su cara estaba muy seria, denotaba que estaba molesto, se levantó de su asiento y se acercó, cuando estaba frente a mí me gritó enfurecido:

¿Qué horas son estas de llegar Paty?, no son horas de gente decente, ¿De dónde vienes?

Lo que pasó después se los cuento en el siguiente relato.

Espero sus comentarios al correo [email protected].

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Por andar provocando a mi suegro

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