Rebeca y Jordy son dos jóvenes de 28 y 18 años que se hospedan en las dos habitaciones de mi casa que estoy alquilando de forma temporal.
Rebeca está buscando trabajo y Jordi acaba de conseguir uno como responsable de atender las quejas de los clientes de una compañía eléctrica.
Mi casa es amplia, y todos los dormitorios dan al jardín, donde hay una pequeña piscina.
Yo me llamo Rosmary, y tengo 52 años bien llevados, pues la verdad es que intento cuidarme. Cada mañana no hay quien me quite mi sesión de piscina y yoga en el jardín, por las tardes voy a caminar, y por supuesto la alimentación la cuido mucho, procurando comer poca comida basura. Y por supuesto no hay quien me quite mi sesión de masajes cada dos semanas, con un fisioterapeuta brasileño que está para comérselo, ya solo por sentir sus manos en mi cuerpo merece la pena, aunque la verdad es que me deja el cuerpo como nuevo, sin contracturas y más relajado. Pues mi espalda lo requiere, tras muchos años maltratándola.
Rebeca y Jordy habitualmente comen en la casa con el menú que yo elijo y les digo con antelación. Y me suelen avisar cuando no vienen.
Aquella noche estábamos cenando Rebeca y yo, cuando llegó Jordy, entró deprisa a la casa y dijo que no cenaba, venía contrariado y algo de mal humor se le notaba en su cara.
Rebeca me dijo que lo oyó discutiendo por teléfono, y creía que debía ser con su novia.
Tras acabar la cena, le di el habitual abrazo y beso de buenas noches a Rebeca. Nos comportábamos como una familia, y yo los atendía como si fueran mis niños. Luego me dirigí a la habitación de Jordy. Toqué en la puerta, abrí un poco y vi que estaba llorando. Me acerqué, le acaricié el pelo y me senté a su lado en el borde de la cama, abrazándolo.
Le dije que no me gustaba verlo así y quería ayudarlo para que estuviera bien, y para eso tenía que contarme lo que le sucedía.
Le había dicho a su novia que no viniera este fin de semana, como tenían previsto, pues él se encontraba indispuesto y con mucho trabajo, por lo que no podría estar a gusto con ella, me confesó.
Le pregunté si eso era verdad, y me dijo que no, que la realidad era que sintió pánico de estar solo con ella, y no dar la talla como hombre, pues estaba previsto que fuera su primera experiencia sexual.
Yo lo abracé aún más fuerte y lo besé suavemente en los labios. Luego le dije que yo lo ayudaría, y que sin más dilación llamara a su novia para decirle que viniera y que estás ansioso por verla y estar juntos. Era miércoles, y su novia Paola tenía previsto venir el viernes.
Tras realizar la llamada, le dije a Jordy que me besara, y me dio un beso suave, luego yo me acerqué y le di otro más intenso, y lo invité a que lo repitiera varias veces. Luego estábamos morreándonos jugando con nuestras lenguas, su cara ya era otra. Lo invite a acariciarme. Mientras yo con una mano acariciaba su pelo y con la otra apreté su miembro tieso sobre la tela que lo cubría.
– Tocame las tetas, primero suavemente y luego vas subiendo la presión, le indique.
Me agaché, bajé su boxer y su polla saltó como un resorte, la agarré, llevé a mi boca y comencé a chupar. Le pedí que apretara mi cabeza contra él.
Tras un rato dándole una mamada mostró su satisfacción y me dijo que le había gustado mucho. Yo le indiqué que tomara nota para que le pidiera a Paola que se lo hiciera también.
Luego le dije que le tocaba a él la devolución de servicio. Me levanté y lo empujé para que se arrodillara frente a mi.
– Tienes que poner a trabajar tu lengua en mi chochito, como si chuparas un helado le dije.
– Si, si, chúpame fuerte, le decía, mientras apretaba su cabeza contra mi pubis.
Tras un rato sin parar de mover su lengua hizo que me corriera.
– Muy bien, si, si, has conseguido que me corra, y has chupado bien el chocho, le dije.
Luego lo empujé sobre la cama, y me puse sentada sobre su miembro, lo agarré con una mano y me lo introduje en mi alcancía sexual. Estuve un rato subiendo y bajando, con su polla dentro de mi.
– Que bueno!, que bueno!, nunca había sentido algo así!, me dijo.
Saqué la polla de mi vagina y continué masturbándolo con la mano, hasta que se corrió descargando un chorro de semen en mi pecho.
Me acerqué a él para que con sus manos extendiera su leche por mis tetas, que le hice chupar para que supiera a que sabe su esperma.
Aquella noche me quedé a dormir en su cama, abrazado a mi se quedó dormido.
Me desperté temprano, pues había que seguir instruyendo a mi joven aprendiz.
Mientras él seguía dormido comencé a chuparle su glande nuevamente. Cuando ya lo tenía completamente erecto se despertó.
Me puse sobre la alfombra en posición perrito y lo invité a que fuera él quien me introdujera su miembro en mi vagina desde atrás. Pero que antes lo acariciara y lamiera un poco, para prepararlo.
– Chupame las tetas también, le dije.
Obedeció a la perfección, subiendo la temperatura sexual de mi cuerpo, e iniciando un mete y saca sin parar de su pene en mi vagina, hasta quedar exhausto.
Estábamos conteniendo nuestras expresiones de satisfacción, para que Rebeca no nos oyera.
Nos corrimos los dos casi simultáneamente, y luego yo le di una mamada para limpiar hasta la última gota de su polla.
Nos duchamos juntos, enjabonando cada uno el cuerpo del otro y tras secarnos y vestirnos fuimos a desayunar.
Cuando Rebeca nos vio preguntó que había pasado, pues Jordy parecía otro y a mi me dijo que también tenía cara de estar muy satisfecha.
Yo dije que el sueño es reparador, y la mejor medicina para muchos males.
Todos sonreímos, y Rebeca se quedó con la mosca tras la oreja.
Continuará.