Era viernes y estaba en una fiesta por la presentación de unos productos de nuestra empresa. Yo estaba producida para “matar”, un vestido mini escotado, tacos altos, maquillada por una especialista. Mi objetivo: Marcelo, compañero de trabajo de unos 30 años, un tipo de 1,8 de altura, muy lindo, delgado, educado al máximo, respetuoso como poco. Los dos estábamos con nuestras parejas.
Mi marido, de cuarenta años, lindo tipo y bien “armado”, la pareja de Marcelo… una rubia que no tenía 28 años y muy, muy linda. Yo tengo 35 años, soy linda, pero no una mujer exuberante, ni una diosa sexual.
– Hola Sergei. Lo salude acercándome a su mesa, aprovechando que estaba solo.
Voy al comienzo de la historia… Me encantan, me excitan mucho los relatos eróticos. Cuando viajo en el metro, en casa, suelo leer en mi celular CuentoRelatos.com. Los que más me gustan, infidelidad, lésbicos (era materia pendiente), dominación. No son pocas las veces que me he masturbado leyendo. De todos los autores, uno siempre me calienta mucho: Sergei.
Me encantaba la forma de relatar, logra hacer que “vea” la historia, sus relatos son casi un guion de cine. Y el contenido, historias fuertes, reales, pero lo que más me impresionaba era que demostraba saber cómo hacer gozar a una mujer, entender sus necesidades y cubrirlas con creces.
No voy a negar que muchas, muchas veces me he hecho tremendas pajas en el baño pensando en estar en una de sus historias como protagonista. Y muchas veces, los comentarios de otras lectoras eran fuertísimos, incluso parecía que algunas eran las protagonistas del relato.
Normalmente cruzo a un bar frente a nuestro trabajo para almorzar o tomar un café. Hace quince días entre y vi que Marcelo estaba con su notebook tomando un café y leyendo. Camino a mi mesa pase por detrás y de reojo vi que leía Cuento Relatos. Me sorprendí, no me daba el perfil de lector… preconceptos. Me senté cerca, y para mi sorpresa, vi como iniciaba sesión, y en uno de los relatos del día, escribía algo.
No pude resistir la tentación y me acerque desde atrás. Estaba escribiendo la respuesta a un comentario. Alcance a leer una parte y no su usuario. Desde sus espaldas le hice una pregunta sobre él trabajo y el cerró de inmediato la notebook. Me contesto amable como siempre y los dos volvimos a la oficina.
De regreso en casa, me senté en la PC y me puse a leer todos los comentarios a los relatos publicados ese día. Casualmente Sergei había publicado uno. La historia de una mujer de 45 años que le era infiel a su marido gerente con un empleado de él. Nombres cambiados, lugares similares, detalles mínimos, me llevaron a pensar que era la mujer de nuestro gerente y que todo había sucedido en el cuarto de mantenimiento de nuestra empresa. ¿Sergei era mi compañero? Leí los comentarios, una mujer le agradecía el relato y que lo había sentido muy vivido. La respuesta de Sergei… Una parte era la que yo le había visto escribir.
Leí nuevamente el relato… ahora tocándome sin parar, estaba en lo mejor, cuando llego mi marido. Quedé muy caliente, y tener sexo con mi marido esa misma noche no hizo bajar mi calentura, nada que ver con lo que relataba Sergei.
Estuve una semana pensando como acercarme, tomando valor para decirle que quería ser protagonista de uno de sus relatos, o sea, quería tener sexo con el protagonista. Cuando nos dijeron que todos estábamos invitados la presentación, supe que era mi oportunidad, iba a ir con mi marido, pero ese sería otro problema.
Cuando entré, lo primero que hice fue buscarlo con la mirada, rogaba al cielo que estuviera. Y lo encontré. Disimuladamente fui caminando con mi marido del brazo y lo salude. Presentamos a nuestras parejas y charlamos sobre el evento. Ellos siguieron saludando lo mismo que nosotros. Juro que lo comía con la mirada, y que él se dio cuenta…
Un rato después fui a los toilettes y Dios quiso que encuentre a la mujer del gerente.
– Hola Marcia. Me saludó muy cordial ya que me conocía de otro evento.
– Hola Sandra, un gusto.
– Estas muy elegante, para matar hombres. Me dijo.
– Solo me gustaría matar a uno: Sergei. Dije y ella me miro poniéndose colorada.
– Sergei… Parece que tenemos gustos en común, por lo menos el nombre.
– Y el sitio de relatos… Dije.
– Mmm… parece.
– ¿Real o ficticio?
– Muy real, te lo aseguro. ¿Lo conoces? ¿Estuviste con Sergei?
– No estuve, deseo estar y sé quién es. Lo vi escribirte la respuesta a tu comentario desde el bar frente a las oficinas.
– No soy celosa, Jajaja, si tenes una oportunidad… no la dejes pasar.
– Ni pienso… estoy cansada de masturbarme con sus historias.
– Lo mismo me pasó.
Entro otra mujer y tuvimos que dejar de hablar, pero nos pasamos los teléfonos.
Dios, había sido real. Y lo que había gozado esa mujer, según el relato, me lo confirmaba la protagonista. Salí del baño totalmente excitada. Fui derecho a buscarlo.
– Hola Sergei. Lo salude acercándome a su mesa, aprovechando que estaba solo.
Marcelo me miró con una leve sonrisa y me invitó a sentarme.
– Me parece que tomaste demasiado, soy Marcelo.
– Si queres haceme un control de alcoholemia, no tome ni una gota de alcohol.
– Entonces estas mal de la vista. Dijo sin quitar la sonrisa de su rostro.
– Sergei… me tienen loca tus relatos… como a tantas mujeres…
– Jajaja… me alegro que te gusten…
– ¿Cómo puedo hacer para ser protagonista de uno de ellos?
– Me sorprendes… no te imaginaba infiel.
– No lo he sido hasta ahora… no he estado ni con otro hombre ni con otra mujer… pero mentalmente… y jugando con mis dedos… muchas veces.
– ¿Y que te gusta de Sergei?
– Todo, pero sobre todo que sabe darle a cada mujer lo que ella desea y sin preguntarle que es.
– Veo que sos habida lectora…
– Te tengo entre mis favoritos. No me contestaste la pregunta, ¿Cómo hago para ser protagonista de uno de ellos?
– Con paciencia, dijo levantándose para dejar que su amiga se siente a su lado.
– Bueno, Marcelo, me alegro que tus cosas sigan bien, nos vemos en la oficina.
– Dale, linda charla. Dijo sonriendo.
Al rato me “agarro dolor de cabeza” y nos fuimos a nuestra casa con mi marido. Fui directo al baño a masturbarme, no daba más.
El domingo entro al sitio y me encuentro que había escrito un relato. Cuando lo leo, casi me muero, era prácticamente un textual de nuestra charla, me describía a la perfección, contando que era una mujer muy caliente, que mi sexualidad brotaba por mis poros, que notaba que a esa mujer le gustaba el sexo fuerte, pocas caricias y a los bifes. Y que quizás algún día se diese la oportunidad de saciarle sus deseos de sexo y de infidelidad.
Lo insulte una y mil veces. Me había “leído” a la perfección. Vi que había comentarios y no era otra que Sandra, la mujer del gerente con su usuario:
“Desgraciado, pobre mujer, se debe estar masturbando con todo en ese momento.”
Su respuesta: “Eso espero… y vos, también te estarás masturbando y hasta pensando en un trio.”
El hijo de puta no me había cogido y ya le planteaba a Sandra un trio conmigo. Otra de mis fantasías… Estaba en el baño masturbándome e insultándolo cuando me llamo ella.
– ¿Podes hablar? Me pregunto.
– Me estoy masturbando Sandra, acabo de leer todo… es un hijo de puta, no me toco un pelo y ya quiere hacer un trio.
– Somos dos entonces jugando. ¿Contame, lo harías? ¿Te gustaría estar conmigo?
– Claro que me gustaría… y más con ese hijo de puta.
Y la conversación derivo en una paja de a dos, contándonos que nos haríamos. Las dos coincidíamos en que era la primera vez que lo hacíamos y nos reíamos cuando acabamos.
El lunes llegue a la oficina y pase por su escritorio. Lo saludé y el desgraciado me saludo sin levantar la cabeza. Durante la semana nos cruzamos infinidad de veces, nunca una seña, un comentario, nada. Publico otros relatos, pero nada relacionado a mí. Con Sandra nos encontramos a tomar café el jueves y las dos estábamos explotadas de calentura. Fuimos al baño del bar y nos besamos con todo. Nos metimos en un cubículo y sin dejar de besarnos, nos pajeamos mutuamente. Volvimos a sentarnos y nos reímos.
– Sandra, no puede ser que este hijo de puta nos tenga así de calientes a las dos.
– Te aseguro que sí, y cuando estés con él… te va a hacer tener cientos de orgasmos. Dedícame uno.
– No te pido detalles. ¿Fue tal cual el relato?
– No, fue mucho más… me hizo mierda.
El viernes estaba por terminar mi semana, faltaban 10 minutos y Marcelo me llamó:
– Hola…
– Hola Marcelo, estamos a tres metros, podrías venir personalmente. Dije.
– Te espero en la cochera, segundo subsuelo, al fondo, un Corolla blanco. Dijo y cortó.
Lo maldije en mil idiomas. Me llamaba faltando 10 minutos, esa noche iba a salir con mi marido a una cena de su club de ajedrez. Lo llamé y “enferme” a mi hermana. Él obviamente la conoce, se ofreció para acompañarme y lo pude convencer que no lo haga. Por las dudas, llame a mi hermana y le avisé que la había enfermado.
Fui al baño, arregle mi maquillaje y me insulte por no tener una tanga de repuesto. Estaba empapada. Baje a la cochera y el me esperaba apoyado en el auto. Sin mediar palabra me dio un tremendo beso, desprendió mi pantalón y metió su mano apoyándola en mi tanga empapada.
– Uff… estas On Fire, como dicen los yanquis.
– Si…
Subimos al auto y no arrancó.
– Te tome por sorpresa… Dijo.
– Totalmente, no estaba preparada…
– ¿Cómo te gustaría haber estado preparada?
– Otra ropa interior, portaligas, no sé producirme un poco…
Él puso en marcha el auto sin decir nada y salimos de la cochera. Yo no podía parar de mojarme, ¿Dónde me llevaría? ¿Cómo lo haría? ¿Cuándo tiempo estaríamos? De repente entramos al estacionamiento de un shopping. Bajamos y sin hablar lo seguí. Fuimos directo a un negocio de lencería.
– Cómprate lo que te guste, todo lo que quieras para tu noche.
– Hijo de puta… le dije por lo bajo.
Me compre un conjunto tremendo, negro, con encajes blancos, portaligas y medias. Y por las dudas, una tanga “standard”. Él pago todo, y cuando salíamos se detuvo frente a la vidriera de un sex shop. Estábamos en el único shopping de la ciudad que tenía un sex shop. Me miro sonriendo y entro solo. Dos minutos y salió. Con una bolsita y me la dio.
– Ahí tenes un baño. Me dijo.
Fui al baño, abrí la bolsa y era un plug anal. No podía ser tan hijo de puta… sabía cada cosa con que fantaseaba. Lo chupe un poco, lo moje con mis fluidos vaginales y lo metí en mi culo.
Salí del baño y cada vez me mojaba más. Por suerte estaba con pantalones porque por momentos sentía como mis fluidos escapaban de mi tanga y empezaban a caer por mi pierna.
Fuimos al auto y de allí directo a su departamento. Entramos y me quedé asombrada. Su departamento no correspondía a su sueldo, porque aunque yo no sabía de cuanto era, si podía estimarlo.
– Wow, que departamento… Dije.
– No solo escribo en esa página, los relatos más valorados, con mejores comentarios los vuelco en libros que vendo en el exterior por Amazon.
– Te coges a las minas, y encima te hacen ganar plata… Turro.
– Supongo que te querrás dar una ducha.
– Por supuesto.
Me llevo a su habitación y me sorprendió ver tres Smart grandes en las paredes, me mostro el baño en suite y me dejo sola.
Me di una ducha bien caliente, y juro que disfrutaba hacerlo, estar por serle infiel a mi marido. Me saque el plug, me higienice bien y lo volví a poner en su lugar. Me sequé, y me puse el conjunto, el porta ligas y las medias. Mire el cuarto y me intrigaban los smart, en una de las mesas de luz, había una copa con champagne con la temperatura justa como comprobé después. Tome la copa y salí de la habitación. Marcelo estaba en el living, con una copa en la mano.
– Espero que por una noche de mucho placer para ambos. Dijo.
– No lo dudo. Dije.
Dejo la copa en una mesa, y sin quitarme los ojos de encima, se sacó la ropa y la puso en un sillón. Cuando ví el bulto en su bóxer se me hizo agua la boca. Me tomó de la cintura y fuimos a la habitación. Tomamos dos sorbos de champagne, tomo mi copa y nos empezamos a besar con todo. Una de sus manos fue derecho a meterme dos dedos en la concha y la otra a quitarme el brazier, cosa que hizo con una facilidad increíble. Me besaba, me pajeaba y apretaba mis pechos.
Era feroz, yo estaba totalmente desbordada, en segundos tuve el primero de muchos orgasmos. Sin quitarme la tanga, se puso de rodillas, desprendió las medias del portaligas y me las quito, tirándolas sobre la cama. Se paró, tomo mi mano y la llevo a su pija. Era bien grande y gruesa. No resistí, me puse de rodillas, le baje el bóxer y me puse a chupar conto. Lamía, chupaba, besaba sus bolas.
– Que buena chupada, sos caliente en serio. Dijo.
– Soy y estoy, te lo aseguro. Dije y seguí chupando.
Él se dejó caer en la cama, me hizo poner con mi culo cerca de su torso y seguí chupando con desesperación, no me importaba que acabe, sabía que iba a tener más esa noche.
– Quiero ver como te tocabas mientras leías mis relatos. Me dijo.
Me metí dos dedos y me pajeaba con todo mientras lo chupaba. Él daba pequeños golpes en el plug que me hacían poner muy puta.
– Me estás haciendo una puta… te lo aseguro. Dije
– Entonces mírate. Dijo.
Y de reojo vi que los tres smart se encendían y en los tres, con tres imágenes distintas, desde distintos ángulos, estaba yo chupando y pajeándome. Me vi y me puse más caliente aún.
– Parece que te gusta lo que ves. Dijo.
– Me encanta, veo una mina muy caliente chupando a un hijo de puta que sabe cómo ponerme loca, demasiado loca.
No pensaba si estaba grabando o no, solo quería cogerlo. Sacó el plug de mi culo lo y lo reemplazo con dos dedos, para pajearme el culo sin parar. Entre chupadas, yo gritaba de placer viendo en uno de los monitores como me enterraba sus dedos en mi culo. Los sacó, me pareció que puso algo en mi orto y los volvió a meter. Ahora sentía que entraban y salían como si nada los pudiera detener, metió otro dedo y yo tuve un orgasmo.
Se paró, me corrió un poco y sentí como apoyaba su pija en mi orto. Me lo había dilatado bien, pero igual costaba que entre. Apoye mi cara en la cama, me separe a más no poder mis cachetes y él fue empujando hasta meter esa tremenda pija en mi culo en su totalidad.
Me dio un chirlo en el culo e increíblemente, sorprendiéndome a mí misma, mi excitación aumentaba cada segundo. Tomándome de la cintura con firmeza me embestía con todo. Aunque me había puesto crema, el tamaño de su pija hacía que la sienta a la perfección. Me iba a meter los dedos en la concha pero él no me dejo y me dio un chirlo en el culo.
Yo miraba uno de los smart y lo veía embestirme como un animal. “Pobre mina” pensé en un momento y reaccioné que era yo. Quise volver a tocarme y él se detuvo. Tomo una de mis manos, me ató una de las medias, puso mi mano en mi espalda y ató la otra. Otra de mis fantasías.
No se movía, yo estaba loca y me empecé a mover yo, para meterme hasta el fondo su pija en mi culo. Yo gemía, gritaba de placer. Mi cuerpo se estremecía por completo en cada orgasmo.
– Mira Marcia, ese tipo no puede ser más hijo de puta. Dijo.
Mire el Smart, y él estaba tomando su copa de champagne y bebía mientras yo me movía como loca. ¿Cómo mierda podía hacerme eso? Yo totalmente enajenada y el tomando champagne lo más tranquilo. No podía quitar la vista del Smart, ahora si era una puta total, gozando a ese hombre.
Dejó la copa y nuevamente me tomo de la cintura, y otra vez a bombearme con todo. Me dolían los cachetes de los golpes que daba contra mi cuerpo. De pronto me apretó las tetas y tirándome hacia él acabo en mi culo. Mi orgasmo fue una locura, gritaba de placer.
Se corrió, me desato las muñecas y me hizo poner de rodillas en el suelo. Puso su pija en mi boca y la limpie con todo mientras me masturbaba, tal era mi calentura.
– Upa, ¿Seguís caliente?
– Muy caliente, desgraciado.
– Agarra la botella de champagne entonces.
– Sergei… sos…
Y me paré, tome la botella, la puse en el suelo y sosteniéndola con una mano la fui enterrando en mi culo. Él sonrió y tomándome la cabeza me empezó a coger con todas sus fuerzas la boca. Su pija se estrellaba contra mi garganta. Yo no podía parar de moverme sobre la botella que me abría el orto más de lo que me lo había abierto la pija de Marcelo. Tenía arcadas, mi saliva caía a raudales de mi boca, como pude me metí dos dedos en la concha y mi cuerpo no paraba de temblar. Fueron diez minutos de furia total de su parte, para acabar sacando su pija de mi boca y masturbándose acabar sobre mi lengua. Chupe un poco más, y la volví a limpiar.
Me quedé quieta, con la botella en mi orto y mis cuatro dedos en mi concha. Él se corrió, me hizo inclinar hacia adelanta, y tomando la botella, sacándola un poco, me lleno el intestino de champagne frio. Di un grito y como pude, tambaleando, fui corriendo al baño. Me senté en el inodoro, y pude expulsar todo el champagne… y eso increíblemente me provoco otro orgasmo.
Con las piernas temblando, agarrándome de las paredes y la cama, me acosté a su lado.
– Sos un hijo de miles, millones de putas.
– Y vos una yegua infernal, que le gusta todo y se banca todo. Dijo y me sentí orgullosa.
– ¿Vas a subir esos videos? Pregunte.
– Por supuesto que no, no estoy grabando, solo están conectadas las cámaras.
– Que pena, me gustaría tener una copia.
– ¿Queres que les ponga tarjeta de memoria a las cámaras?
– Ya no… si hay próxima, la próxima.
Por suerte en la cartera tenía toallitas, me puse una, la tanga y él el bóxer. Fuimos a la cocina, preparo unas hamburguesas y nos sentamos a comerlas. Agarré la botella de champagne y tome el pico. Marcelo me miro y se sonrió. Entro una llamada a mi celular, y era mi marido preguntando por mi hermana y si me iba a quedar toda la noche. Le conteste que estaba mejor y que sí, que me iba a quedar toda la noche.
Abrió otra botella de champagne, la puso en el balde con hielo y volvimos al cuarto. Tomamos una copa y empezamos nuevamente. Me hizo sentar en su boca e hicimos un delicioso 69, yo chupando como loca y él lo mismo mientras me metía dedos en la concha y el culo, aún bastante abierto. Pasaron varios minutos, me levanté y lo monté, enterrando su pija en mi concha. Debo decir que apenas entraba, en grosor y en largo.
– Quiero cogerte con todo, esta vez dejame a mí. Dije.
– Si eso es lo que queres.
Se corrió un poco para apoyar su espalda en el espaldar de la cama y lo empecé a cabalgar con todo. Marcelo no se quedó quieto. Se puso a chupar mis tetas, morderlas, morder mis pezones provocándome placer y algo de dolor, cosa que me calentaba aún más, y después, a darme golpes en el culo. Yo gritaba como loca gozando. El desgraciado no paraba de chupar, y morder mis tetas, yo como una buena puta caliente, las apretaba ofreciéndoselas. Me empezó a golpear en el culo y no sé como hizo, pero me metió dos dedos en la concha. Con tremenda pija, y los dos dedos mi concha estaba por estallar. Los dedos buscaron mi punto G, y fue mi perdición total.
Totalmente desquiciada, saltaba sobre esa pija como loca, y no puedo saber aun cuando enterré tres dedos en el culo. Me acordé de los Smart y verme gozar fue tremendo. Mirando las pantallas tuve un orgasmo infernal y sentí como el me llenaba la concha de leche. Fue lo último que recuerdo de ese momento.
Cuando desperté, estaba acostada junto a Marcelo que dormía. Fui al baño y me acosté. Me desperté al sentir la pija de Marcelo en mi boca. Lo mire y el desgraciado se sonreía. Me puse a chuparla de inmediato y él, a meterme los dedos en la concha. No me dejo chuparla mucho, que poniendo mis piernas es sus hombros me cogía como un animal, apretando mis pechos, pellizcándolos. Yo gritaba de placer en cada embestida de su pija. Otra vez cantidad de orgasmos. Luego de un rato me dijo:
– Última vez por hoy. ¿Cómo queres que acabe?
– Sin dudarlo, cojeme la boca y dame la botella.
Lo hizo, me enterré la botella en la concha y literalmente saltaba sobre ella, mientras el me cogía la concha como un animal. Era la mujer más feliz del mundo. Ese hombre me hacía vivir mi sexualidad a pleno. Por primera vez en mi vida, gozaba de esa forma, sin cuidarme de mostrarme tal cual quería ser. Acabo llenándome la boca, la cara y el pecho con su leche. Y yo, enterrándome la botella en la concha.
Fui al baño, me lave la boca y fui a darle un tremendo beso.
– Marcelo, gracias por hacerme sentir tan libre para gozar como goce.
– Te aseguro que fue un placer.
– ¿Nos volveremos a encontrar?
– Quien sabe…
Nos bañamos y el me llevó hasta dos cuadras de mi casa. Estaba destruida. A mi marido le dije que no había dormido y que no me joda.
El domingo, por curiosidad, entre a la página de relatos… Para mi sorpresa estaba un relato suavizado, de nuestra noche. Creo que nadie le creería si contaba todo. Al final Sergei se hacía una pregunta: ¿Habrá una segunda parte? ¿Aceptará ella encontrarnos con otra mujer? Uds. que opinan.
No pude resistirme y escribí el siguiente comentario:
“No lo dudo, es una mujer que se liberó, y con la mujer adecuada, quizás aquella mujer esposa de un gerente…”
Lo mande y al rato volví a leer el relato. Me excitaba solo leer mi propia historia. Y encontré un comentario de Sandra.
“No dudo que esa mujer estaría dichosa de compartir la cama con Sergei y ella.”
Y uno de Sergei:
“Tiempo y oportunidad, no faltarán.”