Mi cargo voluntario de Brigadista de Protección Civil me ha dado grandes satisfacciones, además de aprender cosas nuevas y útiles para poder ayudar a otras personas.
En el edifico donde trabajo, entro a trabajara hace unas semanas una mujer muy atractiva a mi área, poco más de 45 años, cabello negro, rizado, ojos grandes y expresivos, una combinación de ternura e inocencia con un toque de perversión ufff sonrisa amplia y franca, de cuerpo con curvas naturales y excitantes, con una atracción sexual tremenda, tal vez por su carácter, por su forma de ser, no sé decirlo exactamente.
La cuestión es que platicaba mucho con ella por sus conocimiento y afición a la gastronomía, ya que es una de mis pasiones, ella se percató de la atracción que ejercía sobre mí, parecía no molestarle, por las mañanas llegaba temprano para poder platicar un rato con ella, bromear, así como disfrutar un poco de su compañía y deleitar la vista.
Al parecer yo no le era del todo indiferente, al ser contemporáneos compartíamos gusto por algunos artistas, temas de nuestra época y otras cosas que nos identificaban, así transcurrieron algunas semanas hasta que durante un simulacro conmemorativo de los sismos del 19 de septiembre estuve a solas con ella en el elevador.
Ese día ella se sentía un poco mareada, así que como responsable de Protección Civil de mi piso, le dije que bajara conmigo por las escaleras simulando una lesión, aprovechando el simulacro, porque bajar las escaleras ella sola desde el piso 14 era un riego innecesario.
Una vez evacuado el piso, informé a la brigada y la coloqué en posición de una persona lesionada, al cargarla sentí esas curvas pegadas a mi cuerpo, sin poderlo controlar me empecé a excitar, la excitación era mutua, nos miramos fijamente, nuestras bocas se acercaron, sentía su respiración tan cerca que no resistí la tentación de besar sus carnosos labios, ella respondió a mi beso, su lengua y la mía se retorcían alocadamente, era delicioso, la bajé antes de llegar a las escaleras para darnos otro beso, de su boca pasé a su cuello.
La excitación aumento, las caricias subieron de tono, en lugar de seguir hacia la escalera, me dirigí al elevador, teníamos 20 minutos aproximadamente para dar rienda suelta a nuestros deseos, informé por radio que el piso estaba vacío y que me quedaría con la lesionada, detuve el elevador en el piso una vez que se cerró la puerta, afortunadamente no hay cámaras en los elevadores, se lo hice saber y con confianza las caricias fueron más atrevidas.
Mientras subía su falda para sentir la tersa piel de sus nalgas y piernas, ella frotaba mi pene por encima del pantalón, los besos continuaban, de su boca baje nuevamente al cuello, ella lo disfrutaba mucho, por encima de su ropa mis manos acariciaban sus senos, la adrenalina y excitación combinadas era algo sensacional, con rapidez metí una mano bajo su panti, se sentía caliente y húmedo, sí, ella estaba húmeda, mis dedos se deslizaron con facilidad al interior de su vagina, mi boca bajo de su cuello a sus tetas, a sus pezones con mi otra mano acariciaba y apretaba sus nalgas, ella me apretaba por la espalda con una mano, con la otra liberó mi pene erecto de tanta excitación, rápidamente le ayudé a quitarse su panti que guardé en mi chaleco, los besos seguían en sus cara, en su cuello, en sus tetas, mordiscos en sus pezones, mi mano en su vagina cada vez más mojada, con cuidado levante una de sus piernas para poder penetrarla, cuando tenía mi verga adentro se llevó una mano a la boca para ahogar un poco su gemido, los dos nos empezamos a mover frenéticamente, uno en contra del otro, nuestro cuerpos chocaban de forma violenta, se escuchaba ese golpeteo de nuestros cuerpos, la sensación era única, mi mano libre pasaba de sus tetas a sus nalgas, lo mismo que la de ella porque cada uno usábamos una para sostenernos, las embestidas cada vez más violentas, más intensas, más rápidas, más profundas, de nuevo llevó su mano libre a la boca para ahogar está vez una grito, acompañado de un caliente chorro de su vagina sobre mi falo, al sentirlo mi excitación fue tanta que también deje salir mi tibia y blanca leche dentro de ella, la sostuve un momento, ya que sus piernas se aflojaron, nerviosos nos acomodamos la ropa y salimos justo a tiempo, dejando un peculiar olor y unas gotas delatoras dentro del elevador.
Fue una experiencia inolvidable.