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La nueva profesora de inglés (5): La sumisa y el cornudo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

El día viernes en la tarde Sandra estaba en su apartamento. Estaba nerviosa esperando que iría a pasar el día sábado cuando el viejo director viniera a su casa a almorzar.

Al terminar las clases de ese día viernes Sandra había ido a la oficina del director, sin ser llamada, pero buscado lo que el viejo le daba casi todos los días, su ración de guebo. Al entrar a la oficina el viejo Ernesto la esperaba sentado en su silla solo con una franela puesta, ya estaba desnudo de la cintura hacia abajo, el viejo le indico a la mujer casada que cerrará con candado y se acercara a él arrodillada. De inmediato la mujer hizo caso, al llegar al regazo del viejo sabia lo que el deseaba, sin que el viejo le dijera más nada la mujer agarro aquel guebo que la enloquecía y comenzó a darle una mamada.

El viejo la guiaba con una mano en la cabeza, le coloca el ritmo a la mamada y la mujer solo se dejaba. Al viejo aún le impresionaba como había logrado emputecer poco a poco a Sandra. Ahí estaba ella arrodillada mamandole el guebo cómo si fuera lo más importante del mundo para ella, le veía el cuerpazo de la mujer con un culo que provocaba envidia, unas tetas duras y paraditas, una cara que parecía de niña inocente que no partía un plato y aún así la tenía mamandole el guebo como el queria.

Todos esos pensamientos hicieron que el vejo se calentará mas y comenzó a sentir espasmos, sintió que le latía más el guebo, sabia que estaba por acabar así que le dijo a la mujer:

– Mírame puta, mira a tu macho. Y cuando la mujer volteo a verlo le hundió el guebo lo más que pudo en su garganta.

La mujer se dejó hacer sumisa y comenzó a sentir como el semen comenzaba a descargar en su garganta. El viejo le presionaba la cabeza y le decía que tragara.

A la mujer le bajaban lágrimas por lo hondo que tenía el guebo alojado en su garganta pero aun así hacía caso y tragaba cómo podía. Cuando el viejo sintió que había terminado movió la cabeza unas tres veces más mientras le dijo a la mujer que le dejara el guebo bien limpio.

Cuando mi mujer se levantó el viejo la hizo sentar en sus piernas y le dio un beso en la boca que casi hace acabar a la mujer. Fue intenso y húmedo. Ambas lenguas se entrelazaban y intercambiaban de boca. Parecía una escena de dos adolescentes besandose por primera vez. El viejo se separó y le dijo,

– mañana voy a partirte ese culo en la cama que duermes con tu esposo. Mañana al medio día voy a tu casa. Hoy cuando llegues me envías la ubicación al teléfono.

– Si papi, fue lo único que dijo la mujer.

Ahora estaba ahí, En su apartamento, nerviosa porque no sabía que inventar para poder quedar a solas con su amante en la casa al siguiente día.

Cuando su esposo Ernesto llegó saludo con un beso a su esposa. Sintió un sabor raro en su aliento pero no le dio importancia, nunca había pensando que era el sabor del semen del macho de su mujer. La mujer luego de saludarlo le comento que al siguiente día, o sea el sábado, si jefe iba ir a almorzar, que ella lo había invitado como agradecimiento.

Inmediatamente el esposo sintió que el guebo se le movía, el sabía que ese era el hombre que se cogía a su mujer y en vez de molestarse se estaba excitando, no entendía porque pero se había calentando de solo saber que el jefe de su esposa iba ir al apartamento, rápidamente al esposo se le ocurrió decirle a su esposa que el tenía que trabajar. Pero que iba a tratar de llegar temprano para conocerlo.

La tarde paso tranquila. Cada uno de los esposos la vivió de diferentes maneras. Ambos estaban muy excitados por lo que iba a pasar el siguiente día.

El sábado en la mañana Ernesto, el esposo, se levantó como de costumbre para ir al trabajo, se ducho y desayuno y luego se despidió con un beso de su esposa, le dijo que trataría de llegar para almorzar. Y seguidamente salió, cuando el esposo salió iba pensando a dónde iba ir ya que en realidad no tenía que trabajar, todo era una excusa para dejar a su mujer sola con su jefe.

La mujer se dispuso a cocinar alrededor de las 10 am, preparo un pasticho cómo le había indicado el viejo y al terminar alrededor de las 11:30 am se fue a duchar. Justo antes de entrar al baño sonó el telefono, era su esposo que le comentaba que no iba poder ir a almorzar, que tenía mucho trabajo, que lo disculpara con su jefe pero que lo conocería en otra oportunidad.

La mujer se depilo toda enterita, la cuquita y el culo los dejo totalmente suvecitos y listos para comer el postre que le iba dar su macho. Salio y se vio al espejo, se sentía viva, feliz, Alegre, se sentía puta, pero una puta feliz, una puta que se desvivía por complacer a su macho.

Cuando sonó el timbre a las 12:15 la mujer sintió que se le mojaba la diminuta tanga tipo hilo dental que se había colocado, ese viejo la descolocaba de una manera que nunca le había sucedido. La mujer abrió y enseguida lo primero que le dijo a su amante fue que su esposo lamentablemente no estaba, que en otra oportunidad lo conoceria, el viejo enseguida esbozo una sonrisa y justo al pasar al lado de la mujer le azotó una nalgada que resonó en todo el apartamento, sería la primera nalgada de ese día pero no la última.

El viejo paso y se sentó e inmediatamente le dijo a la mujer que se le acercara. La hizo sentar en sus piernas y comenzó a comerle la boca. La mujer solo se dejaba y gemia cada vez que el viejo le permitía, sentís como el viejo corrió a un lado el hilo que tenía y comenzó a meterle del dedo corazón acompañado del índice, ambos dedos el viejo de los metía suave pero profundo, hasta donde le permitía la mano y mientras tanto alternaba entre la boca y las tetas de la mujer. La mujer estaba muy caliente, movía las caderas buscando los dedos cuando el viejo se los sacaba y gemia cada vez más fuerte,

– te gusta perra, te gusta como te meto los dedos.

– si papi dale, metemelo todo, yo soy tu perra, dame más.

– muevete perra, baila encima de mis dedos, demuestra lo perra y zorra que eres

La mujer parecía una batidora moviendo el culo y las caderas, no podía más y comenzó a sentir calambres, el viejo sintió como la cuca comenzaba a aprisionar sus dedos y rápidamente mordió ligeramente un pezón de la mujer que soltó un gemido más fuerte a medida que tenía uno de los orgasmos más grandes de su vida.

La mujer quedó rendía en las piernas del viejo pero el no perdió oportunidad y enseguida le dijo a la mujer que fueran al su cuarto, que ahora sí iba a saber lo que era una buena culiada.

La mujer se levantó y llevo de la mano al viejo, estaba totalmente entregada a la voluntad del viejo, no podía caer peor, o al menos eso pensaba ella.

Cuando entraron al dormitorio el viejo se sintió triunfante, estaba en el cuarto donde la mujer dormía con su esposo, una mujer con un cuerpo escultural, una mujer que parecía sacada de una revista y aun así estaba a punto de culear con el, con un viejo que podía ser su padre y que fácilmente podría confundirse con un pordiosero. Era la primera vez que iban a coger en una cama. En un sitio cómodo pero lo menos que esperaba el viejo era ser romántico, esa no era su naturaleza, quería cogersela duro, quería hacerla gritar y gemir de placer, quería dominarla a su antojo y lo estaba logrando.

El viejo se quitó la ropa y se acostó mientras la mujer fue al baño. Cuando la mujer salió se le iluminaron los ojos, vio ese guebo que la volvía loca, se veía duro, brillante, latiendo de forma propia. El viejo por su parte se quedó sin palabras viendo a la mujer, se había quitado la ropa y estaba sola con la tanga tipo hilo dental que era minimo una talla más pequeña, le quedaba muy ajustada y casi se le metía entre los labios vaginales. El brasier hacia resaltar ese par de tetas que acababa de saborear

El viejo le dijo a la mujer que se sentarse encima de el sin quitarse más nada. La mujer hizo caso y se sentó rápidamente, sintió como el guebo rozaba su cuca, solo una fina tela lo separaba, solo una fina tela era la barrera para sentir ese guebo por dentro. El viejo la jalo y comenzó a besarla mientras le azotó ambas nalgas con sendas nalgadas que hicieron que la mujer pegará un brinquito pero que no se despegara de la boca del viejo. Seguidamente el viejo la tomo de las caderas y comenzó a moverla hacia delante y atrás, haciendo que la cuca y el guebo se rozaran, la mujer nuevamente estaba caliente, quería sentirse ya cogida y trato de correr la tela del hilo pero el viejo no la dejo, la quería hacer sufrir, la quería hacer pedir guebo y lo iba a lograr.

– te gusta perra, te gusta así, le pregunto siemtrsd seguían rozandose y aprovechaba para soltarle otra nalgada

– si papi si me gusta, me estás matando de placer, cogeme ya papi, pedía la mujer.

– no me digas papi, quiero que me digas Amo, entendido puta!

La mujer no respondió a la primera, pero seguía meneandose sobre ses guebo, el viejo soltó otra nalgada y la jalo para morderle un pezón. Cuando la soltó le volvio a preguntar, te pregunté si entendías puta!

– si Amo, fua la respuesta de la mujer,

– vas a hacer lo que te pida perra,

-si papi, si Amo, respondía la mujer.

– vas a culear solo cuando yo diga y con quién yo diga entendida puta.

– si Amo, respondió está vez la mujer casada.

Así me gusta perra. Una perrita obediente y seguidamente hizo levantar a la mujer y esta vez sentarse ahora sí sobre el guebo

La mujer se sintió totalmente empalada, se sentía llena y comenzó a subir y bajar en ese guebo. Ese guebo que la volvía loca.

– muevete perra, mueve ese culo como la perra que eres.

La mujer no respondió nada pero comenzó a menearse de una manera que parecía que la cama se iba a desarmar. Los cuerpos sonaban y la mujer solo gemia y pedía más. El viejo tenía a la mujer abrazada. Estaba encima de el besandose y moviendo el culo como se lo había pedido su macho. El viejo aprovecho está posición y comenzó a meterle un dedo en el culo a la mujer la cual dio un pequeño salto pero siguió moviéndose aún más rápido al sentirse llena ahora por ambos orificios….

El hombre seguía gozando cuando le pareció ver una sombra en la puerta, disimuladamente volvió a mirar y pudo ver al esposo de Sandra, lo reconoció por la foto del día de la boda que estaba en la cornisa de la cama. El viejo no podía creer lo que veía, el esposo estaba con el guebo afuera pajeandose mientras veía como cogían a su mujer, cómo trataban a su mujer cómo una perra y eso el lo disfrutaba. El viejo ya estaba apunto de acabar así que agarro fuerte a la mujer mientras dejaba chorrear el semen dentro de su puta y le decía al oído.

– El cornudo nos está viendo…

¿Continuará?…

Pd. Gracias por los comentarios. Trato de responder lo más pronto posible.

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