Hola, a todos. Este es mi primer relato en la página, espero que les guste.
Soy una chica de 23, piel morena, mido 1.70, cabello negro, pechos medianos pero lindos, piernas suaves y un trasero bien formado.
Esto sucedió cuando iba en cuarto semestre de la universidad, yo contaba con 19 añitos. Yo siempre fui una alumna estudiosa y con buenas calificaciones. Todo iba bien, pero casi al concluir el semestre, no asistí a la universidad por 2 semanas.
Hablé con todos los profesores para que me dieran oportunidad de hacer los exámenes después, todos los profesores estuvieron de acuerdo, a excepción de uno, el profesor Mario. Mario tenía 52 años, media como 1.73, moreno, con un poco de canas y llenito. Me dijo que no podía hacer mucho porque no había hecho exámenes, sino, que lo que dejó como calificación final fue un proyecto por equipos y como yo no había asistido no era posible que aprobara. Yo le rogué que por favor me ayudara a aprobar, el me miró de arriba abajo y me dijo que sería mejor hablarlo en otro lugar, me invitó a cenar. Nunca me agradó ese profesor porque notaba como miraba a las chicas de forma morbosa incluyéndome a mí, pero acepté porque nunca antes había reprobado y pensé que acompañándolo y alagándolo aprobaría.
Me invitó a un restaurante elegante, así que me puse un lindo vestido negro, justado y con un pronunciado escote. Llegué a las 8:30 pm y puede verlo a la distancia, estaba esperando en una mesa con 2 copas de vino.
Mario — Hola, hermosa. — Lo dijo mientras se levantaba para saludarme.
Yo — Hola, profesor.
Mario — Puedes llamarme Mario, hermosa. —Diciéndolo mientras me miraba de arriba abajo.
Estuvimos platicando de nosotros. Él no dejaba de decirme lo hermosa que era hermosa. Yo por mi parte le decía que era un excelente profesor, obviamente para hacer que me aprobara. Terminamos de cenar y salimos del restaurante.
Mario — ¿No quieres que te lleva a casa, preciosa?
Yo — No se preocupe, no es necesario
Mario — Insisto y si me dejas llevarte te aseguro el 10, mi vida. — Lo decía mientras me miraba los pechos y las piernas.
La verdad no quería que me llevara a mi casa, pero con tal de tener 10 un 10 de calificación acepté.
Yo — Muy bien, Mario.
Mario — Excelente, vamos a mi auto.
Mientras caminábamos a su auto, me tomo de la cintura y me dio un beso en la mejilla. Yo en ese momento no dije nada, solo me puse un poco roja.
Mario — Sube, princesa. — Mientras abría la puerta del carro.
Yo — Gracias.
Me preguntó mi dirección, la cual se la di. En ese momento puso su mando en mi pierna, yo traté de quitarla, pero la volvió a poner.
Mario — Que hermosas piernas tienes, hermosa.
Yo — Gracias, pero no creo que tenga que tocarlas para decirlo.
Mario — Tranquila, no pasa nada. Dime una cosa, ¿Tienes novio? — Preguntó mientras me tocaba de forma lujuriosa.
Yo — No, hace tiempo terminamos. — Respondí algo nerviosa.
Mario — ¿Por qué ternaron, hermosa?
Yo — Problemas, pero ya pasó.
Mario — No me digas que no era bueno en el sexo, hermosa.
Yo — Jaja nada de eso. — Me reí un poco.
Mario — Cualquier hombre sería muy feliz de tenerte, mi vida. — Mientras acariciaba más mi pierna.
Yo — No diga eso. — Lo dije con voz nerviosa.
Mario — Es la verdad, hasta haces suspirar a un viejo como yo.
Poco a poco comencé a excitarme por las cosas que decía y las caricias que me hacía.
Mario — ¿Me dejarías darte un besó, hermosa? — Preguntó mientras se acercaba.
En eso momento yo volteé mi cabeza para que me besara la mejilla, pero el tomó mi barbilla con su mano y me besó en la boca. Me puse roja, pero no lo aparté, entonces se estacionó y comenzamos a besarnos. Comenzó a acariciar mi cintura y mis pechos intensamente.
Mario — No sabes cuánto tiempo he querido tenerte así, eres tan hermosa y estás super buena.
Retiró sus labios de mi boca para besar mi cuello, eso me calentó demasiado y lo abracé fuertemente mientras lo hacía.
Mario — ¿No te gustaría ir a otro lado?
Yo — Sí — Exclamé con voz agitada.
Pasamos a una farmacia por preservativos y después fuimos al motel más cercano que encontramos. Al llegar me lanzó a la cama para seguir así. Nos comenzamos a desnudar mientras nos besábamos. Cuando me quitó el sostén me dio unas ricas lamidas y chupadas en mis pezones, eso me hizo estremecer y gritar de placer. Después bajo por mi abdomen dándome besos y terminó en mi vagina. Era bastante bueno haciendo oral, hizo que me corriera después de un rato.
Mario — Veo que te corriste. — lo dijo mientras se bebía mis jugos.
Después se puso boca arriba y comencé a realizarle un rico sexo oral, a chuparle el glande y darle unos ricos masajes con mi lengua. Al ver como gemía comencé a acelerar la velocidad.
Mario — ¡Uff! ¡Me encanta como lo haces, preciosa! ¡Quiero que me montes, amor! — Exclamó.
Procedía a ponerle el condón y montarme en él. Introduje su pene dentro de mí lentamente, hasta que entró todo.
Mario — ¡Ah, mi vida! — Lo dijo en voz alta.
Comencé a moverme mientras el me tomo de mis nalgas y comencé a cabalgarlo. Cada vez me movía más rápido, mientras los 2 gemíamos fuertemente. Me tiré hacia delante para que chupara mis pezones y besara mis labios.
Me bajé de él y me puse boca arriba para hacer el misionero. Duramos un rato así, y me dijo que me pusiera en 4, lo cual hice.
Mario — Mmm, que ricas nalgas tienes, amor.
Yo — Que bueno que te gusten. — Lo dije con voz excitada.
Puso su pene en la entrada de mi vagina y poco a poco la fue metiendo, me tomó de mi cintura y me empezó a moverse.
Yo — ¡Aaah!, que rico, sigue. — Exclamé.
Mario — Me encanta que te guste, mi vida. Nunca me imaginé tenerte en cuatro gimiendo como loca.
Yo — Yo tampoco, Mario.
Comenzó a darme con más fuerza. Sus embestidas hacían que la cama rechinara y no dejara de moverse.
Mario — ¡Me voy a correr, amor! — Diciéndolo con voz jadeante.
Yo — Hazlo, Mario.
Saco su pende de mi vagina, se quitó el condón y me llenó las nalgas de su leche. Me volteó boca arriba para hacerme oral hasta correrme.
Mario — Me encantó como no tienes idea, amor y no te preocupes tienes un 10 en tu materia, bebé.
Yo — A mí también me gustó mucho. — Lo dije mientras lo abrazaba.
Nos quedamos un rato acostados, después nos metimos a bañar y ahí lo hicimos de nuevo. Me puso contra la pared del baño y él se puso detrás de mí mientras el agua de la regadera caía empapando nuestros cuerpos.
Mario — Me encantaría penetrar ese rico culito que tienes, amor.
Yo — Hazlo con cuidado.
Puso su pene en la entrada de mi ano y fue metiendo poco a poco. Lo metía lentamente, cuando me dolía, él se detenía, lo dejaba adentro un rato y de nuevo metía cada vez más. Cuando entró por completo empezó a moverse.
Mario — ¡Ahhh, que rico culito tienes! — Diciéndolo mientras me penetraba.
Yo — ¡Ahhh! ¡Con cuidado, Mario! — Gritando por dolor y placer.
Al terminar, me llevó a mi casa y se despidió de un rico beso de lengua. El día de las calificaciones llegó y terminé con un 10 en esa materia, gracias a eso obtuve un diploma en ese semestre. Mario solo duró un semestre más en la universidad ya que después se cambió a otra.
Espero les haya gustado.