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Tiempo de lectura: 6 minutos

Miro la última foto que me ha enviado mientras camino hacia su oficina, hace tiempo que queremos quedar pero nunca encontramos la ocasión. No puedo apartar mi vista de la imagen y pienso en que si no levanto la mirada del móvil quizás me choco con alguien pero me da igual, no puedo dejar de mirar esa fotografía en la que sale él, con su pene erecto frente al espejo, mirando con cara de pervertido. Sólo con pensar en lo que quiero hacerle me tiemblan las piernas.

Llevamos hablando casi un mes, cada día nos mensajeamos. Al principio eran whatsapp inocentes, con algún que otro comentario subido de tono por ahí, pero pronto pasamos a mandarnos imágenes y vídeos explícitos cada vez más excitantes. Me alegra haber pasado tanto tiempo hablando con él, no solo hemos desarrollado cierta confianza, sino que además ahora sé bastante sobre sus gustos, inquietudes, familia, vida laboral… Y me gusta que así sea porque no hará falta que comentemos nada en cuanto nos veamos, nos podremos dejar llevar por nuestros instintos.

Llego por fin al portal. Le envío un mensaje.

– Ya estoy aquí

– Abro. Segunda planta.

El interfono suena casi de inmediato. Abro el portón y subo hasta donde me indica. Allí me está esperando él, en el marco de la puerta, con una sonrisa entre pícara y entrañable. Es más atractivo en persona que en las fotos. Me acerco.

– Hola

– Hola

Y en ese momento, sin necesidad de decirnos nada más, como si de un pacto tácito se tratase aproxima su boca a la mía. Me acerco a él, siento su aliento por primera vez y me abalanzo a besarle. Primero un beso suave, pero a los pocos segundos ya usamos nuestras lenguas para conectar, rápidamente el beso tierno que había iniciado nuestro saludo se vuelve salvaje y pasional. Él me agarra de la cintura y me hace entrar en el local, yo cierro la puerta a mis espaldas y aprovecho para mirarle a los ojos, puedo notar la emoción en su mirada y me contagio de ese sentimiento. Por un segundo se aparta de mí y pregunta:

– ¿Qué tal?

– Joder, genial

Y sigo besándole, le beso como si no hubiese besado a nadie en meses, le beso la boca, el cuello, las manos… Y noto como nuestras respiraciones se aceleran, y cada vez nos agarramos con más fuerza.

Por un instante me aparto de él y me despego de la puerta, y sin dejar de mirarle a los ojos con lujuria me desabrocho el cinturón y lo tiro al suelo. Él acto seguido se agacha para agarrar mi vestido desde la base y con un grácil movimiento me lo quita, dejando mis pechos al descubierto. Tira el vestido sobre el sofá que hay en la sala y me empotra con violencia de nuevo contra la puerta. Con sus manos me toca el pecho y empieza a besarme las tetas, primero una y luego la otra, me hace estremecer y le agarro del pelo para que no pare. Juega con mis pezones un rato hasta que consigo fuerzas para desplazar mis manos a su frente y separarlo rápidamente de mí.

– Esto no es justo – consigo decir con la respiración entrecortada – No puede ser que yo esté aquí en tanga y tú no te hayas quitado nada aún.

– Tienes razón – Responde rápidamente.

Y mientras él se desprende de su camisa mis manos van directas a su pantalón, le palpo el pene erecto por encima de la tela y no puedo evitar desabrochar la cremallera al instante. Me muero de ganas de verserla, de sentirla, así que le bajo los pantalones y la ropa interior y lo contemplo admirada. Ver ese pene en persona por primera vez hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo, llevaba demasiado tiempo deseando tenerlo frente a mí.

Freno mi instinto de metermelo inmediatamente en la boca, primero lo acaricio mientras me arrodillo lentamente, paso mis dedos por el glande, el tronco y una vez ya estoy en el suelo le miro a los ojos y noto como involuntariamente se dibuja una sonrisa en mi rostro. Vuelvo a mirarle la polla, ahora la agarro con más firmeza y saco la lengua para saborear la punta. Primero juego suavemente, siendo plenamente consciente de lo que hago, midiendo mis movimientos. Hago círculos con la lengua y beso la punta mientras con la mano derecha le masturbo y con la izquierda le agarro del culo, cada vez me estoy poniendo más cachonda. Aprieto mis uñas en su nalga y voy a por todas, comiéndole la polla con un gusto que hacía tiempo que no sentía, ya no medito los movimientos que hago, sólo quiero deleitarme sintiendo cada uno de los pliegues de su pene en mis labios. Noto como cada vez está más dura y lubricada, y exactamente igual siento como yo me empapo por momentos.

En este preciso instante me levanto, me quito el tanga y mientras le miro a los ojos le pido que me la clave y él sonríe con lujuria y me gira bruscamente hacia la pared, entonces se agarra el miembro y lo acaricia contra las paredes de mi vagina lubricada hasta que finalmente me la clava con pasión y violencia. Por fin puedo notarlo dentro de mí, llevaba demasiado tiempo deseándolo y mientras me embiste cara a la pared, me tira del pelo con una mano y con la otra me agarra de un pecho y juega con él.

Disfruto de esta embriagante sensación y cuando pienso que adoro sentir su respiración, sus manos, su polla… La saca de repente, me da media vuelta y aprieta mi cuerpo contra la pared, esta vez mirándonos cara a cara. Me besa el cuello y luego los labios, y mientras nos comemos las bocas acerca sus dedos a mi clítoris acariciándolo gentilmente. Yo procedo a acariciarlo a él también y nos masturbamos mutuamente un buen rato con los ojos cerrados besándonos apasionadamente. Y es en este momento cuando me agarra de nuevo de la cintura con una mano y con la otra del culo, me levanta y me lleva hacia el sofá dónde intenta tumbarme para ponerse él encima pero no le dejo.

Me aparto rápidamente y le obligo a que se siente en el borde, dónde contemplo de nuevo su polla dura y sin pensármelo dos veces me siento encima dejando mi culo a su merced, y noto como se introduce dentro de mí despacio, sintiendo y disfrutando de cada centímetro. Empiezo a subir y bajar, dejando que el ritmo se acelere progresivamente y él aprovecha para azotarme un par de veces y acto seguido repasa todo mi cuerpo con la palma de la mano, me acaricia el monte de venus, sube por la cintura, se detiene un poco en mis pezones y finalmente me agarra del cuello y tira de mí apretando su torso contra mi espalda y marcando ahora él el ritmo y la intensidad del movimiento que es cada vez más y más salvaje.

Noto como su pene palpitante me hace sentir tremendamente excitada y quiero volver a llevar yo el ritmo así que me doy media vuelta y vuelvo a sentarme encima suyo, esta vez mirándole la cara de placer y mordiéndole el cuello y los labios. Araño suavemente su torso y aproximo mi pecho a su boca, él empieza a lamerlo mientras acaricia el otro con los dedos, entonces me agarra ambas tetas con las manos y se las introduce en la boca provocándome un placer indescriptible, y es en ese momento en el que yo quedo brevemente extasiada que él aprovecha para tumbarme en el sofá.

No puedo reaccionar a tiempo y me dejo hacer.

Me ha pillado con la guardia baja y ahora yo estoy tumbada mientras él me besa los pechos y todo el torso, subiendo por el cuello y la cara y bajando hasta el ombligo. Y no se para ahí, sigue bajando hasta llegar a mi pubis pero pasa de largo para darle unos mordiscos suaves a mis muslos, ronda la zona de mi vagina pero no llega a tocarmela, me sorprende lo bien que se le da excitarme y jugar conmigo, y finalmente, después de hacerme estremecer solo con el aliento empieza a comérmelo. Su lengua recorre mi clítoris con delicadeza un buen rato hasta que empieza a succionar y yo pienso que no me podría poner más cachonda pero me equivoco porque entonces empieza a meterme los dedos jugando simultáneamente con la mano y la boca y mi respiración se acelera, y mis piernas tiemblan, y gimo fuerte pero como no quiero gritar alargo el brazo buscando algo que morder. Encuentro mi vestido que él ha tirado antes y ahora reposa sobre el respaldo del sofá, me lo introduzco en la boca y ahogo varios gritos de placer mientras él se deja llevar por la pasión y el gusto de hacer lo que me está haciendo.

Estoy muy cerca del orgasmo, en realidad quiero que me folle un poco más, así que me saco el vestido de la boca y mientras él sigue introduciéndome los dedos habilidosamente, entre gemidos logro decirle:

– Sube

– ¿Qué?

– Sube y fóllame

– ¿Quieres que vuelva a follarte?

– Sí. Hazlo.

– Pídemelo por favor.

– Dios, joder, por favor, fóllame.

– Hmmm…. No es suficiente – Comenta mientras se chupa los dedos que tenía dentro mío hasta hace unos segundos

– Por favor. ¿Quieres que te suplique? Clavame la polla. Por favor.

– Así suena mejor

Entonces vuelve a besarme el coño, y yo me estremezco, y empieza a besarme toda otra vez, a saborear mi cuerpo entero subiendo lentamente hasta hacer que nuestras bocas se encuentren de nuevo y con un beso salvaje silencia todos mis gritos, gemidos y súplicas mientras me la vuelve a meter de forma brusca una, y dos y tres veces. Cada vez estoy más cerca del orgasmo, lo puedo sentir, entonces baja el ritmo y despegamos nuestras caras por unos pocos segundos, los suficientes como para apreciar el éxtasis en nuestras miradas. Y ahora sí, vuelve a embestirme con dureza cada vez más y más rápido, ya no tengo el vestido cerca para morderlo así que grito con todas mis fuerzas y aun así no es suficiente como para opacar sus gruñidos de placer, somos como dos animales, dejándonos llevar por nuestros instintos con una naturalidad y desenfreno que hacen temblar toda la oficina, y cómo dos animales nos corremos, gritamos, nos agarramos, mordemos, arañamos y tiramos del pelo disfrutando de este último momento de éxtasis.

Y aun jadeando nos quedamos tumbados un rato, siento como su semen empieza a desbordar por mi coñito dilatado y palpitante. Y en ese momento me pregunta:

– Bueno… ¿Quieres ir a tomar algo, cómo habíamos quedado?

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