La magia de las primeras veces:
La primera vez que la miras
La primera vez que ves su sonrisa
La primera vez que ves su mirada
La primera vez que lleno de nervios decides hablarle
La primera vez que le tomas la mano
La primera vez que la besas
La primera vez que se acarician por encima de la ropa
La primera vez que tienes una erección bailando, ella lo siente y se pega más a ti hambrienta por sentir.
La primera vez que su mano toca tu intimidad por encima de la ropa, la primera vez que haces lo mismo.
La primera vez que te corres aun con la ropa puesta como respuesta a sus caricias y el susto y vergüenza que viene a continuación.
La primera vez que las caricias van por debajo de la ropa bajo el amparo de la oscuridad de la noche.
La primera vez que la desnudas y el tiempo se detiene.
La primera vez que ves su cuerpo completamente sin ropa y el aire escapa de tu cuerpo.
Esa primera caricia en su cuello.
Esa primera vez que tocas sus senos con hambre y timidez que descubres su textura, aroma, sus formas.
Qué acaricias sin prisa su abdomen deteniéndote un momento más sobre su ombligo.
Qué ves su vello púbico, lo rosas, metes tus dedos en él y jalas un poco.
Esa primera vez que pones tus dedos sobre su sexo y exploras.
Esa primera vez que recorres sin censura sus piernas.
Esa gloriosa primera vez que sientes su humedad al acariciar su intimidad.
Esa gloriosa primera vez que metes tus dedos en ella y sientes su calor.
Esa primera vez que el instinto te hace probar tus dedos llenos de sus jugos.
La primera vez que hueles sus mieles.
La gloria de besar, lamer y chupar su intimidad probar directamente de la fuente.
Esa primera vez que te acarician completamente; sin prisa, sin temores, con ansias…
Cómo olvidar el ruido que salió de su boca esa primera vez que por fin entre en ella y de nuevo el tiempo se detuvo.
El calor que sentí
La humedad que me cobijó
El placer de invadirla
Su rostro mágico
Sus facciones
Sus manos sobre mis piernas
Las mías sobre sus piernas, senos y culo
Los susurros y jadeos sin sentido
Los movimientos descoordinados y erráticos.
Esa sensación de placer de cuando te masturbas es exponenciada por sus movimientos y sonidos.
El terror de sentir que te corres
La mágica sensación de vaciarte en ella, su sonrisa, sus ojos, su mirada…
El primer abrazo poscoital
La sensación del corazón saliendo de tu cuerpo.
La seguridad de no querer estar en otro lugar.
Tantas primeras veces que faltan por ocurrir y que aún no sabes que pasarán…
Benditas primeras veces
Esas primeras veces hace mucho que se fueron, al igual que las otras tantas que hemos tenido; hoy rompemos otra barrera, hoy te entregas a mí de otra forma. En la sesión me perteneces eres tan mía como el aire que respiro; así lo has decidido, así lo hemos acordado.
Lo que ahora comprendo es que nos pertenecemos más allá de estas cuatro paredes, en sesión o tomando un café, con los cuerpos enredados o caminando por la calle, en el suspiro de un beso fugaz o en el pensamiento diario bajo la luz de la luna o bailando en algún rincón.
Eres mi todo; mi niña, mi nena, mi perra, mi mujer, mi pervertida favorita, mi sumisa…
Aquí en la habitación con la plaza de san Pablo de panorámica y los edificios de fondo nos comemos como queremos, por unas horas el mundo deja de girar y de importar, la enorme ventana nos permite ver lo que podría pasar en el exterior, pero por lo regular dejos el mundo correr.
La hora de la charla, el café y los preparativos han terminado.
Estás quieta, no puedes moverte, tienes las piernas atadas con una linda cuerda de algodón roja, los brazos tampoco tienen movilidad y un antifaz sobre el café de tus ojos te priva de la vista, así que solo te queda confiar en mí cosa que haces sin temor.
Susurro en tu oído las palabras que estás esperando, lo noto en la piel erizada justo donde tu cabello se hace ralo.
– Déjate caer, estoy aquí
Luego sueltas tu peso a la gravedad y te tiras hacia atrás, siempre confías en mí hasta cuando tu intuición podría decir lo contrario, tu fe en mí es total así que te dejas ir de espaldas y sabes que ahí estaré mis brazos te detienen, sostengo tu peso hasta depositarte poco a poco sobre una sábana.
Ahí estás tirada ante mí, el chongo de tu pelo hace las veces de almohada, te observó unos instantes antes de continuar; mi vista se detiene un momento en tus labios de fresa apretados uno contra otro por la incertidumbre, tu barbilla levantada como desafiando a tu verdugo, tus senos desparramados ante la gravedad, tu pecho subiendo y bajando al ritmo de tu respiración, el sexo completamente depilado y con un tono de piel más claro que el resto de tu piel, las piernas largas cubiertas por unas medias altas la única prenda de ropa que llevas, a pesar de estar totalmente vulnerable y expuesta ante mis sádicos gustos tu semblante es tranquilo, tu respiración relajada tengo tu cuerpo descubierto, desnudo y a mi disposición.
El ruido de mis pisadas te saca de tu reposo y te pone alerta giras tu cabeza instantáneamente hacia el origen del sonido tratando de adivinar lo que sigue.
Camino hasta el buro, abro un cajón y sacó de él un pequeño flog, una pluma, el encendedor y una vela.
Me acercó a ti y dejó la vela y en encendedor en el suelo junto a ti.
Pasó la pluma por tu cuello expuesto y bajo por tu piel hasta alcanzar tus senos se endurecen al contacto y reprimió el deseo de tocarlos con mis manos.
Tú respiración cambia como si tu mente leyera mis deseos, estas atenta y esperando, deseosa el ansia te gana lo veo en la forma que muerdes tus labios quieres algo más fuerte que una pluma sobre tu cuerpo, no es tu favorita lo sé, pero la paciencia tiene sus recompensas y tú lo sabes a la perfección continuo con el pequeño martirio hasta que estoy satisfecho.
De repente el sonido del encendedor llena la habitación y tu rostro se tensa no sabes lo que viene, pero lo debes imaginar, tu estómago se tensa y lo aprietas por instinto, yo quiero creer que estás emocionada por que la cera bese tu cuerpo.
Estás más atenta a mis movimientos, tratas de escuchar todo y saber que es lo que sigue a pesar de que intento no hacer ruido creo que mi respiración me delata un poco el olor de la vela tampoco ayuda a esconder mis intenciones.
Sostengo la vela a unos centímetros de tu cuerpo, el fuego comienza a consumir la mecha y el calor a formar cera líquida, cuando lo creo conveniente giro un poco la vela y dejó caer la primera gota que da justo en tu pezón
Tú gesto es de sorpresa y dolor, siempre es así al primer latigazo, nalgada, cachetada y cualquier método que usemos.
—Vamos mi niña que apenas ha comenzado.
Debe doler mientras la piel se acostumbra al castigo, pero no dejó de verter gota a gota cubriendo cada uno de tus pezones ahora tus gestos son distintos creo que él placer te ha alcanzado y algún pequeño gemido intenta salir de tu boca, pero te contienes no quieres un castigo.
A pesar del dolor veo tu vulva brillante, sé el motivo pero aun así te tocó con mis dedos. Estás empapada y la humedad llega hasta tus muslos
– Estás chorreando, preciosa.
Tengo la idea de darte un orgasmo con ella.
Aunque no es la primera vez que pondría cera en tus labios y la última vez casi explotaste con la primera gota sobre tu clítoris el acto reflejo te lleva a apretar las piernas.
Te siento dudar, estás como paralizada
Luego te relajas al sentir mi mano sobre tus hombros, recuerdas que todo es mental y que el dolor será sustituido por el placer, sé que en una parte lo haces por mí, para no defraudarme (nunca lo harías), pero otra parte, la que toma la verdadera decisión, es por ti, por el placer que sientes tu misma al demostrarte que puedes superar cualquier miedo.
No necesitas palabras, el solo hecho de tomarte de los hombros basta para que aflore en ti el lado masoquista y desaparezca cualquier indicio de miedo.
Tus piernas abiertas son mi señal, esperas paciente por el momento, hay un silencio que disfruto, los nervios de la espera son terribles yo mismo los he sentido, contienes la respiración ante la expectativa.
Las dudas deben estar rondando por tu cabeza en estos momentos, así que quitó el antifaz de tus ojos, quiero que me veas al hacerlo, quiero ver tus ojos de placer cuando estés próxima al orgasmo, quiero gozar de tu cara de vicio completa y sin censura.
La entrega es absoluta, sabes que eres mi tesoro que cuido de ti como a nadie más cuido en este mundo.
Con tu mirada fija en mí dejó caer la primera gota sobre el clítoris, placer líquido escurriendo por tus pliegues.
El dolor desaparece al instante y dejas escapar un gemido que disfruto en mi interior.
Es lo que necesitas veo como te relajas y tus piernas y brazos aunque están firmes por la cuerda se sueltan y dejan de poner resistencia.
Te gusta, lo sé…
La sonrisa en tu rostro lo dice todo el permiso está dado así que ya no contengo la cera la dejó fluir libre sobre tu sexo y la lucirá comienza.
Cada gota te hace reaccionar, te estremece, te hace soltar esos gemidos que van formando una melodía en la habitación.
Necesitas más, mucho más, te has vuelto tan masoquista como yo me he convertido en un sádico.
De pronto y sin aviso elevas tus caderas y los dedos de tus manos y pies se contraen es el momento, abres lo más que puedes tus piernas y con un último chorro de cera gritas salvajemente mientras el orgasmo corre en tu interior.
Te tumbas y cierras los ojos te abandonas a tus emociones, a recuperar el aliento pongo mi pie sobre tu rostro y presionó fuerte sobre ti, quiero que me beses así que en medio de tus emociones abres la boca y me besas el pie, lo meto en tu boca fuerte hasta provocar tus arcadas…
Es suficiente, los restos del orgasmo aún hacen temblar tus muslos como si fuera el viento meciendo las ramas delgadas de un manzano.
En este momento eres mía, mía, mía tus ojos lo gritan fuerte y claro
A pesar de todo; la humillación, el castigo, la dominación o el masoquismo…
No dices nada, pero en tu mirada veo a la puta, a la perra entregada a su dueño. Y mientras te acarició y te hablo suavemente voy retirando la cera mientras vas volviendo poco a poco a este mundo a esta habitación, a este momento la perra salvaje se tranquiliza.
Mientras te quito las cuerdas, te dejo descansar un poco que todavía queda mucho tiempo y cosas por realizar… Luego me desnudo y me acuesto a tu lado mientras trato de controlar la erección que traigo puesta.