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Una mujer muy sensual
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Corría la época de los años 2010 y 2012, yo iba paseando por la calle y a lo lejos pude ver que por la acera de enfrente iba una señora muy atractiva y elegante, un cuerpo de mujer rellenita, podía ver que sus pechos también eran prominentes, firmes y bien puestos en su sitio.

Me acerqué a ella con la excusa de pedirla la hora y así poder comenzar a entablar una pequeña conversación la cual consiguiera hacerla reír o por lo menos intentarlo, crucé la carretera que nos separaba hasta llegar donde se encontraba ella, con mucho respeto y educación la pedí que me diese la hora y ella educada y de buenas maneras me la dio, una vez dicho todo esto la dije a su cara con mucha elegancia que era una mujer muy guapa y atractiva; ella se sonrió y me echó una mirada así por encima, me presenté ante ella y amablemente me dijo su nombre; Maylen, este es mi nombre.

La ofrecí tomarse algo conmigo en una terraza que por allí cerca había de donde nos encontrábamos, nos acercamos a una mesa de la terraza y me ofrecí a apartarla la silla para que pudiese sentarse cómodamente, estuvimos una hora u hora y media charlando, en su rostro podía ver que se encontraba a gusto hablando conmigo; parecía que ninguno de los dos queríamos levantarnos de aquella mesa.

Al poco rato de estar allí pagué la cuenta de los dos y así también invitarla por el buen rato que me había hecho pasar, yo ni corto ni perezoso la pedí una cita para poder vernos otro día y así poder conocerla un poco más y más a fondo, ella sin pelos en la lengua me invitó a tomar algo en su casa y yo sin saber cómo reaccionar acepté su invitación al instante de salir del trance que me había provocado Maylen, la acompañé hasta su portal y allí nos despedimos hasta el día que nos fuésemos a ver en persona.

Pasados unos días llegó el momento de esa gran cita, yo para no ir con las manos vacías porque es de muy mal ver ante esa gran mujer, entré en un supermercado y compré una caja de bombones, la dije a la dependienta que me lo pusiera para regalo, salí de la tienda y me dirigí hasta su casa, una vez allí; ella bajó al portal como habíamos quedado y me dijo que subiera a su casa, yo no sabía como actuar en ese momento, la seguí hasta el ascensor y entramos en su casa, me llevó hasta su salón y me dijo que quería tomar de beber; un refresco la dije yo amablemente, se dirigió a la cocina y trajo una botella de sidra que tenía en la nevera.

Pareciera que íbamos a celebrar algo muy importante entre los dos; descorcho la botella y rellenó las copas que había traído junto con la botella, cada uno cogimos la nuestra y brindamos, ella al brindar con la mia dijo; por una buenísima amistad y todo lo mejor que más adelante nos pueda pasar, yo me quedé unos segundos sin palabras pero reaccioné enseguida, por nosotros la dije yo.

Había pasado un buen rato ya desde que llegué a su casa; me has hecho pasar un buen rato Rafael, me dijo ella, yo me quedé mirándola a sus preciosos ojos y no podía apartar la vista de su boca y seguidamente de su escote, tras ese escote podría decirse que se escondían dos pechos grandes y bien puestos.

Aún seguía mirando al rostro de esa gran dama y me acerqué a besarla, no podía contenerme más, era demasiado tiempo el que llevaba observando ha Maylen como si me dijera en sus pensamientos; que estás esperando Rafael, deseo que me beses ya, yo me lancé muy suavemente hacia sus labios y desde ese momento supe que aparte de esa gran amistad que se había forjado días antes en su portal está historia iría aún más allá; así fue, tal como yo lo había pensado.

Me llevó hasta su habitación y allí comenzamos a tener una tarde tórrida y desenfrenada de cariño, amor, fuego sexo y mucha pasión entre los dos, una vez allí desnudos la tumbé sobre su cama y nos pusimos a besarnos sin parar, dábamos rienda suelta a nuestra pasión y fogosidad que corría en esos momentos por nuestra cabeza y disfrutamos de nuestros cuerpos como nadie jamás lo habría hecho.

Entre beso y beso me coloqué entre sus piernas y comencé a lamer y comer de ese gran manjar que tenía entre sus piernas, ella comenzó a jadear y gritar de placer mientras que mi lengua no dejaba de jugar con sus labios y clítoris; ummm siiii, me decía Maylen, no pares Rafael, no pares, yo tenía que hacerla caso y no podía dejar de comer de ese rico postre que está bella señorita me había ofrecido nada más terminarnos la botella de sidra, yo con sus piernas al lado de mis orejas y con mis manos agarrando sus grandes pechos y por mi boca rebosaban los flujos de esta adorable mujer.

Mi herramienta de trabajo ese día me defraudó y no quería trabajar al ritmo que ella y yo necesitábamos; como si mi pene se hubiera cogido un día de descanso, pero nosotros no paramos, seguíamos a lo nuestro, una vez la había comido su rico manjar me coloqué un poco más arriba y comencé a chupar de esas ricas tetazas que tenía, sus pezones estaban duros y podían verse resultones a mis ojos, mis manos agarraban sus pechos mientras mi lengua jugaba con sus pezones.

La besé por todo su cuerpo, una piel blanca, suave, y con algunos lunares graciosos que tenía por su espalda, me encantaba poder tener esa ha esta mujer como si fuera mi pareja; aunque solo fue una gran tarde la que pasamos juntos en su casa, esa fue uno de mis mejores días en muchísimos años, aunque diciendo la verdad, está grandísima mujer hizo que me olvidase de todos los años anteriores en los que había tenido algún rollo o aventura con alguna chica que a día de hoy ya no cuentan para mi.

Maylen hizo que todo mi pasado desapareciese de mi memoria.

Pasadas tres o cuatro horas Maylen y yo habíamos cumplido por ese día pero prometimos volver a vernos para una segunda cita; solo que esta vez la invitaría yo a un lugar donde nada ni nadie pudiese estropear nuestra gran aventura de sexo, amor y pasión.

Fin.

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