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Conociendo a Itzel, prima de Betsy
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Tiempo de lectura: 16 minutos

Al siguiente día después del convivio familiar, mi esposa tardó en despertarse, sinceramente hacía mucho tiempo que no la veía beber de esa manera, así que me dispuse a disfrutar un rato viendo la T.V. en la sala y tomándome un buen café. Después de eso escuche pasos arrastrarse hasta el lugar en el que yo me encontraba, se trataba de mi esposa quien a duras penas podía con su alma.

– ¿Qué pasó ayer?- preguntó ella

– ¡Qué no paso!

– No me digas que hice algún desfiguro, la verdad no recuerdo mucho.

– Solo bromeaba, te portaste bien en casa de tu hermana y mucho mejor en nuestra habitación.

– ¿En serio?, ahora entiendo porque amanecí completamente desnuda y con resequedad en mi conejita. Te pasas.

– Pues es que verte ahí, toda sabrosa, me dieron muchas ganas de cogerte.

– Ya lo creo, tú nada más quieres tantito para estarme molestando.

– Pues hay que aprovechar los pequeños momentos. Pero bueno, ¿quieres ir a desayunar algo para que se te baje la cruda?

– Está bien. La verdad es que sí lo necesito, ya no estoy acostumbrada al alcohol, pero bueno, déjame darme una ducha y ahorita nos vamos.

– Ok, mientras yo me cambio.

Y así mi esposa se fue al baño mientras que yo me vestía para salir. En eso me encontraba cuando recibí un mensaje de Mari, así que me dispuse a contestarle

– Hola mi rey, ¿Qué tal amaneciste?

– Bien mi reina, estamos a punto de salir, tu hermana quiere ir a bajarse la cruda así que iremos a desayunar algo. ¿Quieres venir con nosotros?

– No corazón, aquí aún no se despierta Sergio. La nena sigue dormida e Itzel solo se levantó al baño.

– Bueno, pues si la nena necesita también bajarse la cruda me avisas, así paso por ella.

– Está bien, cualquier cosa yo te aviso.

Continué con mis deberes, mientras mi esposa se cambiaba. Definitivamente tenía ante mí a una belleza de mujer que por un momento mi conciencia me hacía ver lo mal que estaba al mantener una relación con mi cuñada y por si fuera poco con mi sobrina, pero es que en realidad ambas eran frutos prohibidos que bien valía la pena el riesgo, en eso estaba cuando mi esposa me devolvió a la realidad.

– Hey, ¿por qué te me quedas viendo así?, ¿qué tramas?

– Es que te ves bien sabrosa con ese leggings, se te marca bien sabroso tu culito

– No empieces, que ahorita no tengo ánimos de coger

– Pero yo solo decía lo hermosa que te ves

– Sí, pero así empiezas y luego cuando menos lo pienso ya me estás cogiendo, y no, ahorita no.

– Está bien… tú te lo pierdes.

Procedimos a subir al auto y nos dirigimos a un restaurante de mariscos, ahí mi querida esposa se encargó de pedir un cóctel de camarón para después rematar con unos camarones al mojo de ajo, pero bien picosos, tanto que hasta lagrimeaba de lo enchilada que estaba. Mientras de mi parte pues se me antojaron también los camarones, pero, a diferencia de mi esposa, yo los pedí empanizados con una rica ensalada y unas enchiladas suizas… Al final, ya zaceados, pagué la cuenta y nos dispusimos a retornar a nuestra casa, pero justo antes de encender el auto sonó mi celular, se trataba mi cuñada, así que solo esperaba que no se le ocurriera decir nada fuera de lo normal ya que al lado de mí se encontraba mi esposa:

– Hola Sam

– Hola Mari

– Oye, quería pedirte un favor, lo que pasa es que Itzel ya se despertó, pero no tiene muy buena cara que digamos, ya sabes, consecuencias del alcohol.

– Si, ya me imagino

– Y pues me dice ella que necesita algo para que se le pase un poco la cruda, crees que puedas venir por ella y llevarla a comer algo ya que no quiere llegar así a su casa.

– Ok, ahorita pasamos por ella

– Muchas gracias, cuñadito, te debo una

Y así, colgué la llamada con Mari, terminé de acomodarme en el asiento mientras que mi esposa me preguntó:

– ¿Y qué es lo que quería mi hermana?

– Quiere que pasemos por Itzel para llevarla a comer algo y se le baje la cruda, así como a ti.

– Pero yo no tengo ánimos de andar ahorita en la calle.

– Entonces, ¿qué hago?, ¿le digo que no a tu hermana?

– Pues ya le dijiste que sí.

– Pero puedo llamarle y decirle que surgió algo o puedes hacer un esfuerzo y acompañarnos

Mi esposa se estaba poniendo celosa, no cabía duda que así era, por eso su negativa.

– Pues ni una ni otra, ya pasa por ella y a mí me dejas en la casa

– ¿Pero por qué te pones así?

– Cómo así

– Pues así, como celosa

– Celosa, ja, de esa chamaquita, ¿cómo crees?

– Entonces, ¿qué es?

– Bueno, es que esa Itzel se te quedaba viendo mucho el día del convivio. Te echaba unos ojitos que no sabía disimular

– Naa, no creo, además por qué se fijaría en mí, ni he de ser de su tipo

– ¿Y cómo sabes?

– Pues ella está bien chavita y yo ya tengo mis años.

– Pues más le vale que no se le ocurra sobrepasarse por que no respondo

– Ya amor, ya sabes que mi verga, digo, mi corazón solo es tuyo- eso bastó para que mi esposa esbozara una sonrisa

Nos encaminamos a la casa de mi cuñada, estando ahí recogimos a Itzel, mi esposa tan solo de verla de lejos comenzó a criticarla

– ¡Mira nada más!, al menos se hubiera cambiado de ropa, trae la misma de ayer

– Ya, deja de criticarla o al menos no seas tan obvia

– Es que mírala, de seguro que ni de calzones se ha de haber cambiado

– Ya, párale, que ya viene y te puede escuchar

Itzel se acercó al auto, a lo lejos se encontraba Mari, quien con ademanes nos despedía, mientras que yo hice el intento de bajar para abrirle la puerta a Itzel, pero con ver la mirada de mi esposa, desistí.

– Hola, buenos días- dijo Itzel

– Hola- contestó mi esposa de forma muy seca

– Hola Itzel, que tal, ¿cómo amaneciste?

– Más o menos, un tanto mareada

– Ya lo creo, ayer bebiste un poco de más

– Sí, creo que me excedí, pero valió la pena

– Que bien, eso es bueno. Me pidió Mari que te ayudáramos llevándote a comer algo

– Sí, no quiero llegar a mi casa en este estado.

– ¿Tus papás se molestan si tomas?

– Sí, un poco, pero se enojarán más si llego así.

– Ok, por eso no te preocupes, te vamos a llevar a un sitio donde hacen unas comidas muy deliciosas, ¿verdad amor?

– Aja, pero solo ustedes irán.

– ¿Por qué?, usted no nos acompañará- refiriéndose a mi esposa

– No, no tengo muchos ánimos para andar de aquí para allá

– Ha, ya veo, usted también se puso igual de ebria que yo

Al escuchar esto, mi esposa no dijo nada, creo que se contuvo el responderle, pero al mirarla me percaté que estaba enojada.

– Bueno, amor, ya llegamos a casa.

– Si mi amor, gracias, te espero aquí en un rato más

– Ok, mi cielo

– Adiós Itzel

– Adiós señora, que se recupere.

Por fin pude respirar un poco mejor, la cosa se estaba poniendo tensa con mi esposa e Itzel.

– Sí que no sentía bien su esposa, ¿verdad?

– Un poco, no está acostumbrada a tomar así.

– Ya veo. Por cierto, ¿puedo pedirle un favor?

– Por supuesto, dime

– Puedo cambiarme de blusa en su auto, lo que pasa que la que traigo pues ya está un poco sucia y no pude cambiarme en casa de mi tía, ¿puedo?

– Sí, adelante Itzel.

– Pero no voltee, ¿ok?

– No te preocupes, cómo podría.

– Entonces confiaré en usted

Mi corazón comenzó a latir más rápido, sentía esa tentación de mirar por el retrovisor y disfrutar del espectáculo, pero debía demostrarle a Itzel que podía confiar en mí, así que me esforcé en no voltear, hasta que Itzel dijo

– ¡Listo!

– ¿Ya?

– Sí, pensé que iba a batallar, pero no estuvo tan difícil cambiarme.

La verdad, ni así me atreví a voltear, me sentía un tanto nervioso, por fortuna ya estábamos llegando al restaurante así que aparqué el vehículo y justo al descender casi me voy de boca, Itzel se había quitado su blusa blanca de botones y en su lugar se había puesto una blusa roja tipo top sin tirantes que le llegaba arriba del ombligo y, al parecer, sin brasier ya que se le marcaban sus pezones, los cuales se veían duros, además de que esa blusa permitía ver el nacimiento de sus senos, me encontraba tan embelesado hasta que vi que Itzel se tambaleó que por un momento creí que se caería, así que corrí a ayudarla

– ¿Estás bien?

– Sí, lo que pasa que ahorita con el movimiento del auto y con el traqueteo por cambiarme de ropa me mareé

– Uf, menos mal que no te caíste.

– No, lo bueno. ¿Puedo pedirle otro favor?

– Claro

– Puedo apoyarme de su brazo, no sea que me maree otra vez y ahora sí me caiga, y luego con mis zapatillas tampoco ayudarían mucho

– Por supuesto, por mi encantado

– Ok, bueno…

Itzel, de forma tímida se acercó a mí, se colocó sus lentes de sol y pasó su brazo por mi brazo derecho, podía sentir su seno aplastarse en mi brazo, era una situación que me estaba excitando, caminamos hacia el restaurante donde una vez adentro nos sentamos en una mesa para dos, frente a frente, tenía para mí esa hermosa vista del cuerpo de Itzel.

Se acercó la camarera e Itzel hizo su pedido, le sugerí el mismo platillo que había pedido mi esposa y ella aceptó la sugerencia, mientras que de mi parte solo pedí una cerveza.

La estancia en el restaurante fue muy amena, platicamos de varias cosas, principalmente de ella, tenía la intención de saber más de su persona. De vez en cuando mi mirada se posaba en sus tetas, definitivamente era un manjar. Y así continuamos charlando, yo sin darme cuenta ya iba por la tercera cerveza, me encontraba tan a gusto platicando con Itzel que por un momento me olvidé que tenía que conducir.

– Pensé que usted no tomaba cerveza.

– Oh, no, si tomo, pero suelo moderarme, la mayoría de las veces tengo que conducir así que prefiero no embriagarme tanto.

– Ya veo, eso habla muy bien de usted, se preocupa por su persona y la de los demás.

– ¡Me halagas!

– Es la verdad, ayer en el convivio pensé que no ingería alcohol, ya que no lo vi siquiera servirse una cuba y ahora veo que hasta le gusta la cerveza.

– Sí, pero como te dije, todo con moderación.

Seguimos con la charla, hasta que Itzel se sintió satisfecha y decidimos partir del restaurante.

– Uff, me siento llena, este platillo de camarones estaba súper delicioso.

– Ya ves, lo bueno que seguiste mi consejo

– Si, lo bueno. Bien, es hora de pagar lo consumido. Oh, creo que tengo un problema.

– ¿Cuál?

– Dejé mi cartera en su auto

– Ha, eso, no te preocupes, yo invito.

– No, como cree, va a pensar que soy una aprovechada, mejor deje y voy al auto y traigo mi cartera

– Que no, hazme caso, yo invito.

– Está bien. Mientras usted paga yo voy al sanitario.

– Adelante

Mientras ella se dirigía al baño, no pude evitar ver su figura por detrás, ese culito complementaba todo su cuerpo, se veía exquisita con ese pantalón y esa blusa, sus zapatillas realzaban más su figura.

Nos dispusimos a dirigirnos al auto, donde al llegar Itzel intentó subirse al asiento trasero, así que no la dejé

– ¿Qué haces?, sube al frente

– Pero si venía acá atrás

– Sí, porque el asiento estaba ocupado, pero ahora ya no

– Ok

Y así Itzel se subió, encendí el auto y nos dirigimos a su casa, durante el trayecto ella se puso sus lentes de sol en medio de su blusa, los cuales por el peso y movimiento del auto hacía que su blusa se colgara un poco demás y me dejara ver, de vez en cuando, el nacimiento de sus senos, y así llegamos a su domicilio. Pensé que mi travesía con ella había finalizado, pero grata fue mi sorpresa al escuchar su invitación para entrar a su casa.

– Lamento decirle esto, pero quisiera pedirle un último favor por hoy

– Adelante, dime, te escucho

– Podría entrar conmigo a mi casa, lo que pasa es que, si mis padres están, tal vez el regaño no sea tan fuerte, digo, a lo mejor se contengan estando usted presente con tal de no hacer un escándalo en su presencia

– Ok, solo espero que tus padres no lo malentiendan

– No se preocupe, Betsy de vez en cuando habla con mis padres sobre usted, así que ya sabrían ellos de quien se trata

– Bueno, si es así, vamos

Ella iba un tanto nerviosa, algo que me sorprendió tomando en cuenta que un día anterior la veía demasiado liberal, muy quitada de la pena, pero en ese momento se mostraba vulnerable. Para su suerte, sus padres no estaban, bastó abrir la puerta de su casa y avisar de su llegada para darse cuenta que por esta ocasión estaba a salvo de un posible regaño.

Itzel me invitó a pasar, así que me senté en la sala, para después ser atendido con un vaso con agua.

– ¡Vaya, sí que tienes suerte!

– Si, verdad, afortunadamente mis padres no están

– Sí, ya me imaginaba la escena.

– Por cierto, le quiero agradecer todo lo que hizo por mí el día de hoy, fue mi tía Mari quien me recomendó su ayuda, ya que sin usted quien sabe cómo le hubiera hecho.

– No te preocupes Itzel. Sé lo que se siente estar con la incertidumbre de cómo te va a ir después de una buena borrachera, dímelo a mí, así que no tienes que agradecerme nada, la verdad es que me la pasé muy bien contigo este día.

– Yo también me la pasé bien, aún con mi cruda, solo espero no haberlo aburrido mucho.

– Al contrario, como ya te lo mencioné, fue una buena convivencia.

– Me agrada escuchar eso-

– Pues bueno, mi labor ha acabado, así que me paso a retirar

Justo al levantarme, me topé de frente con Itzel, fue tan repentino verla frente a mí que trastabillé un poco

– Uf, que susto me acabas de dar. ¿Pero cómo fue que lo hiciste tan rápido?

– No lo sé, supongo que fue algo de mis reflejos

– Pues vaya reflejos los tuyos

Itzel poco a poco fue avanzando hacia mí, de tal forma que me acorraló contra la pared, por primera vez en mi vida me sentía acosado, y lo peor es que era por una jovencita

– Itzel, ¿te sucede algo?

– No, nada. Solo que me siento atraída por usted.

– Pero Itzel, no sé qué te puede atraer de mí, digo, yo soy mucho mayor que tú

– Tal vez sea eso, o tal vez sea que sabe cómo tratar a una mujer

– Pues te trato como trataría a cualquier otra persona

– Precisamente por eso, le sale tan natural. Y eso a mí me gusta demasiado

Y fue así que sentí por primera vez los labios de Itzel, eran suaves y sobre todo sabía cómo besar. Así que, ya adentrados en esa situación, me dejé llevar, era algo que yo también buscaba así que no podía perder la oportunidad. Decidido a ello, comencé a acariciar su cuerpo, principalmente su cintura la cual se encontraba al descubierto, sin dejar de besarla, su piel también era suave, uf, me estaba poniendo bien caliente. Después de eso, fui besando su cuello, sus hombros para después regresar a su boca. Continué con mis manos acariciando ese culito por encima del pantalón, era durito, metí mis manos por dentro del pantalón, sintiendo algo raro, no había percibido al tacto su ropa interior pero no le di importancia, seguí con mis maniobras.

Itzel por su parte hacia lo mismo con mi pantalón, solo que ella se fue más directo, comenzó a desabotonarlo, bajó el cierre, dejando caer mi pantalón al suelo, para después bajar mi bóxer hasta sentir con su mano izquierda mi verga bien erecta, mientras que su mano derecha la llevó a su lengua, la lamió bien con saliva y la regresó a mi verga para así comenzar a masturbarme. Yo no me quería quedar atrás, así que bajé su top dejando ante mí un par de tetas deliciosas, sus pezones eran redonditos con unas areolas pequeñas, por lo que rápidamente los llevé a mi boca, chupé, mordí, lamí, lo esencial para comenzar a escuchar los jadeos de Itzel. Después de eso, dirigí mi mano hacia su pantalón, lo bajé para llevarme una grata sorpresa, no traía ropa interior, el simple hecho de saber que ella andaba así desde quién sabe cuándo, me prendía aún más, así que metí dos dedos en su vagina, la cual ya comenzaba a escurrir de juguitos, con los mismos acariciaba su clítoris lo cual provocaba aún más que Itzel jadeara y se retorciera del placer.

– Mmm, que ricos dedos, ah, ah, sí, me gusta cómo los mueve, métalos más

– Quién te viera, no pensé que fueras tan caliente

– Así me pone, umm, no pensé que fuera ser tan rico estar así con usted

– Y aún falta lo mejor. Falta meterte mi verga, ¿la quieres?

– Sí, démela ya… quiero sentirla dentro de mí,

– Entonces voltéate

Y así Itzel se dio la vuelta, quedando de espaldas a mí, quitándose por completo su pantalón, dejándose las zapatillas las cuales por lo alto permitía que quedara a la altura ideal de mi verga, así que se la fui metiendo poco a poco hasta tenerla toda dentro, Itzel se quedó quieta por un momento.

– Espere, deje que mi vagina se acople a su verga. Uf, se puso más grande y gruesa que a duras penas puedo con ella. Mmm, deme despacio porque no sé si pueda con toda.

– Tus deseos son órdenes Itzel.

Empecé realizando movimientos lentos, su vagina se sentía apretada pero conforme a los movimientos se fue haciendo más fácil todo, al punto de que logró tener dentro casi toda mi verga, ella solo gemía con cada embestida

– Uf, así, me gusta cómo se mueve, mmm, creo que ya puede hacer de mí lo que quiera

– ¿En serio lo que quiera?

– Sí

– Espero no te arrepientas después

Itzel se encontraba ya lo suficientemente lubricada, así que ahora ya podía moverme libremente, por lo que aceleré un poco más mis movimientos a la vez que con una mano masajeaba su clítoris, era una combinación indispensable al estar en esa posición. El escuchar el chapoteo de mi verga con la vagina de ella era algo excitante y si a eso le sumamos los pujidos de Itzel, la verdad me calentaba más.

Decidí alzar un poco su pierna derecha, mientras que Itzel se apoyaba en la pared, esto me dejó tener sus tetas a mi disposición, las cuales chupe, saboree y pellizqué.

– Mm, Itzel, estas bien mojada, mira cómo llenas de jugos mi verga, está toda blanca de lo caliente que estás

– Ah, ah, es que estoy bien excitada, definitivamente mi prima no estaba equivocada, mmm, tenía toda la razón, uf, usted sí sabe cómo tratar a una mujer

– Con que ya sabes lo de Betsy…

– Sí, ella… ay, ay… así, así… ella me dijo de lo que ha pasado entre ustedes, y tenía que comprobar si era cierto

– Pues ya ves que sí.

– Sí, lo es… pero por favor dese prisa, no quisiera que llegaran, ¡ay que rico!… no quiero que nos sorprendan mis padres

– No te preocupes, ya pronto te daré mi lechita

Saqué mi verga y puse a Itzel frente a mí, la tomé de ambas piernas y de un solo movimiento la cargué. Itzel en automático se sostuvo de mi cuello y cruzó sus piernas por mi espalda, mientras yo la sostenía de sus nalgas, para así después acomodarla sobre mi verga y metérsela de un solo empujón, que provocó un escandaloso gemido de Itzel.

– Mmm, me la metió toda… ¡que rico!, siento que me llena por completo… mmm, mm, no me quiero despegar de usted, quiero estar así de ensartada todo el tiempo

Y así comencé a mover las caderas de Itzel, de arriba abajo, solo se escuchaba el chapoteo y gemidos de ella, bastaron algunos movimientos para que Itzel bañara mi verga de su rico orgasmo, pero yo seguí con la faena, sentía cómo el cuerpo de Itzel se desvanecía, pero se lo metía más fuerte lo que provocaba que ella se aferrara a mi cuello y espalda, hasta que me llegó mi momento, por lo que paré los movimientos y dejé a Itzel sobre el suelo para comenzar a masturbarme para poder eyacular sobre ella, quien entendió rápidamente la situación encargándose de acariciar mis huevos y de vez en cuando lamerlos

– Deme de su verga, no me la niegue, quiero saborearla rico

– No chiquita, quiero que la desees después de que termines con esto hoy

– No sea malo, ¿acaso me porté mal con usted?

– No cielo, pero quiero que te desesperes por volverme a tener

Seguí con mi masturbación hasta que mis chorros de semen comenzaron a salir, Itzel hizo el esfuerzo por acaparar toda mi leche, pero no pudo con todo, ya que algunos cayeron sobre su cara y tetas.

– Mmm, que delicia de leche, está súper rica. Sí que tenía un buen almacenada, mire, me dejó bien lechereada

En efecto, eyaculé demasiado semen en Itzel hasta dejarle su cara llena de leche, no tanto así sus pechos, creo que en su afán de querer atrapar la mayoría solo provocó que su cara resultara así, por lo que se levantó y se dirigió al baño, mientras que yo me tomé mi tiempo para reponerme y colocarme mi ropa.

Al poco tiempo regresó Itzel, aún desnuda, permitiéndome por última vez el poder contemplar su hermoso cuerpo que en definitiva era toda una delicia.

– ¿Por qué me ve así?

– Es que estás de que te caes de buena

– Ay, ya, cálmese por favor, va a hacer que me avergüence

– Al contrario, deberías estar orgullosa de tener lo que tienes, porque a mí me vuelves loco

– ¿En serio eso provoco en usted?

– Eso y más

– Mmm, que alivio, pero no quisiera cortarle la inspiración, tengo que ducharme antes de que lleguen mis padres y creo usted tiene que llegar a su casa con su esposa, no vaya a pensar otra cosa y tenga problemas por mi culpa

– No te preocupes, lo más probable que mi esposa esté dormida, con eso de que aún le dolía la cabeza por la resaca

– Aún así, prefiero que vaya y vea que esté bien, ya tendremos otra ocasión, con más tiempo, para volver a hacer cositas ricas como las de hoy

– Que considerada eres, me acabas de gustar más

– ¡Qué lindo de su parte!, es todo un amor

Y así, ambos apasionados, nos dimos un beso, mientras que mis manos traviesas se dirigieron a su culo al que comencé a apretujar y a pasar mis dedos por su rajita que comenzaba a mojarse. Ella ya comenzaba a jadear de la excitación, así que metí un par de dedos en su vagina, abriendo más sus piernas para tener mejor espacio para los movimientos y esta vez, con más astucia, me arriesgué a tantear su oficio anal y al ver que no ponía excusa alguna, seguí con mis maniobras

– Siga así, se siente rico… ah, uff, meta más su dedo en mi hoyito, más, más, métalo hasta el fondo

Ya perdida en sus sensaciones, aceleré mis movimientos en ambas entradas, hasta que nuevamente Itzel se vino en un orgasmo que esta vez su cuerpo no resistió por lo que cayó hincada al suelo, donde la sostuve hasta que se pudo recuperar

– Perdón… pero… sentí que… uf… sentí que no podía más… sentí que me desmayaba del placer… gracias… gracias… jamás me habían hecho sentir así, así… así de rico…

La puse de pie y la lleve al sanitario, ahí ella se despidió ya que se metería a darse una ducha, por lo que yo me retiré de su casa, con una erección, pero con la satisfacción de haber tenido sexo de una forma increíble.

Sin embargo, no había tomado en cuenta que no había lavado mi pene, por lo que llevaría el olor de la vagina de Itzel, así que tuve que idear un plan para que al llegar a mi casa, de inmediato pudiera ir al baño a darme una ducha, solo esperaba que mi esposa se encontrase dormida para no tener mayor problema.

Ya en casa, me encargué de no hacer ruido, por lo que sigilosamente abrí la puerta, donde al entrar sentí un alivio al no encontrarme con mi esposa en la sala, después me dirigí directamente al baño pero justo antes de siquiera abrir la puerta, escuché la voz de ella

– ¡Hey, porque entras en silencio!, pareciera que fueras un ladrón intentando robar algo

– Ah, hola mi amor… es que pensé que estarías dormida o descansando por tu dolor de cabeza, así que no quise hacer ruido para no molestarte

– ¿Y por qué ibas directo al baño?

– Es que iba a cepillarme los dientes, ya vez que comimos y pues no quería tener mal aliento

– Pues deja eso para después, que para lo que vamos a hacer podemos ahorrarnos los besos

Era tanto mi nerviosismo o mi temor a ser descubierto que no me había percatado que mi esposa llevaba puesta una blusa roja de tirantes, así como una minifalda negra que las combinó muy bien con un liguero negro y como cereza del pastel llevaba puesta zapatillas altas, definitivamente quería coger.

Se acercó a mí, me tomó de la mano y me llevó a la sala, donde hizo que me sentara en un mueble, para después subirse en mí, bajándose los tirantes de su blusa, dejando ante mí sus tetas deliciosas, no cabe duda que estaba muy excitada así que tenía que cumplir con mi deber, por lo que mamé ese par de ubres hasta dejar bien erectos sus pezones, para después morderlos uno por uno, provocando gemidos de satisfacción de mi esposa, después ella se bajó de mí e intentó comenzar a quitarme la ropa pero se lo impedí adelantándome en ello, y justo cuando iba a quitarme el bóxer le pedí que se volteara

– ¿Qué te pasa?, pareces primerizo, estás muy nervioso… quiero mamarte tu verga

– Es que quiero darte desde atrás, quiero que me des de sentones

– Uy, qué goloso eres, pero está bien, ya habrá tiempo para comerme tu verga

Y así mi esposa se puso de espaldas a mí y se arrolló su falda, para mi sorpresa no llevaba ropa interior y lo bueno para mí es que se me ocurrió esa excusa, porque al quitarme el bóxer pude ver cómo mi pene tenía resequedad producto de los jugos de Itzel y si me esposa lo hubiese visto, ahí sí que no tendría cómo justificarme.

Ya superado el problema, poco a poco hice que mi esposa se sentara en mi verga, la cual no batalló en entrar en su vagina ya que estaba bien mojada, quedándose un momento sentada con toda mi verga dentro

– Mmm, qué rico se siente estar así… me llenas bien rico…

Ella comenzó a moverse de arriba abajo, hacia movimientos circulares y de repente de forma fuerte, yo solo la dejaba que hiciera sus movimientos de forma libre

– Uf, que rico… estoy bien ensartada, así, así… estoy bien cachonda… creo que esos camarones hicieron efecto en mí… tu verga se siente más grande y gorda, siento que me partes… ah, ah, así…

Me sentía en el cielo, mi esposa sí que estaba bien caliente, lo podía sentir en sus movimientos, pero de repente se vino a mi mente la imagen de Itzel y comencé a imaginar que era ella con quien estaba cogiendo, así que me prendí más, ahora también yo acompañaba los movimientos, así que le daba bien fuerte a mi esposa

– Ayyy, ayy… me estás dando tan fuerte que siento que me voy a desmayar…

Desde esa posición podía ver en todo su esplendor el culo de mi esposa, hasta que mi mirada se fijó en su ano, con Itzel había sido solo un dedo, pero con mi esposa no me iba a quedar con las ganas de meterle mi verga, no era la primera vez que lo hacíamos por ahí, así que no creí que se negara, por lo que la detuve un momento y saqué mi verga para después comenzarla a pasar por su orificio con la intensión de que se fuera dilatando un poco más

– Mmm, mi rey… pero que intentas hacer… ah… ¿es que tienes ganas de hacerlo por ahí?, ¿quieres cogerme por mi culito?, ¿se te antoja?… mmm, así… pásame tu verga… hazme desearla

Yo, con mis manos, abrí sus nalgas para que su ojete se fuese abriendo un poco y le puse la cabeza de mi pene, al principio batallé un poco pero después de unos minutos la cabeza de mi pene entró, provocando un grito de dolor en mi esposa, ya dentro fui metiendo más y más hasta que ya tenía la mitad, así que ahora le tocaba a ella hacer el resto, por lo que de inmediato comenzó a moverse, sosteniéndose de mis rodillas, hasta que de repente vi que mi verga se perdía por completo en el culo de mi esposa

– Ay,… la tengo toda dentro… que rico… que rico…

Para ese momento mi esposa ya no necesitaba sostenerse de mí, ahora ella ya se había recargada en mi pecho, sin que mi verga se saliera de su culito, permitiéndome poder jugar libremente con su conchita toda abierta y jugosa.

– Amor, ya estoy a punto de venirme

– Córrete dentro, lléname el culo con tu leche… dame toda la leche que tiene tu verga

Y así llegó mi momento de eyacular, mi esposa se quedó quieta, sintiendo cómo era rellenada de leche para después, muy despacio, salirse de mi verga, y así dejar ante mí su hoyito bien abierto del cual comenzaba a escurrir mi semen.

– Mmm, cuánta leche, me dejaste bien abierto el culito… te espero en el baño

Mi esposa se dirigió al baño, mientras que yo esperé un momento en seguirla, recordé lo vivido con Itzel, lo vivido con Betsy, lo vivido con Mari, había estado engañando a mi esposa con tres mujeres, pero las tres valían la pena. Me despabilé un poco y me fui al baño, ya mi esposa se encontraba en la regadera, por lo que también me metí, ya ahí ella se encargó de limpiar bien mi verga y pasó lo que tenía que pasar, lo hicimos nuevamente, un par de veces más en el cuarto hasta que ambos nos quedamos dormidos totalmente desnudos.

Ya por la noche, que ambos estábamos despiertos, pedí pizza para cenar, estábamos hambrientos y mientras mi esposa había ido al baño me encargué de revisar mi celular, no tenía ningún mensaje de mis otras dos mujeres, lo cual se me hizo raro, pero no le di mayor importancia, días después sabría el motivo, y no sería muy bueno.

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