Raquel siempre tuvo la meta de abrir una pastelería y ya tenía el local alquilado, solamente le faltaba arreglarlo por dentro y tener el permiso de la ciudad para poder abrir sus puertas, pero por ahora trabajaba desde su casa. La vieja estaba curiosa en el mundo “Bondage” en el cual yo estaba experimentando con Silvia. Ambas mujeres ya eran mayores, Raquel tenía 55 pero no estaba en buena forma física como Silvia, pero poseía unas tetasas muy jugosas. Años atrás intente tener algo con ella, pero me negó rotundamente, por ser amigo de familia sintió que no era lo correcto.
Las cosas cambiaron cuando su hija se fue a la universidad, la casa estaba sola y Raquel nunca había tenido otra pareja desde que se divorció hace 18 años atrás. Últimamente la visitaba varias veces a su casa porque necesitaba alguien que le arreglara algunas cosas como el internet, la luz y otras fáciles tareas. Era una casa bonita, con privacidad y 3 cuartos que antes rentaba a otras personas. Raquel ya no tenía el cuerpo de 35 cuando por primera vez me atrajo, 17 años de diferencia no se apreciaban tanto como ahora. Siempre recuerdo que restó importancia a la acusación de violación de Kobe Bryant, en sus palabras la victima debió “olvidarse de eso” y pasar la página. Eso fue algo revelador, quizás en ese tiempo estaba arrecha por estar en medio de su divorcio.
Nunca le propuse nada después de su anterior rechazo, pero una noche después de cenar y coqueteos le hice recordar de lo que me dijo de Kobe. Ella se levantó de la mesa para la cocina y dijo que seguía pensando lo mismo. La noté media avergonzada y fui en busca de ella como quien llevaba los platos sucios para que los lave. Le comenté que me estaba viendo con Silvia de vez en cuando (mentí), ella voltio asustada para decirme algo, pero se dio cuenta que regañarme por la diferencia de edades era contraproducente para sus intenciones conmigo.
Raquel ya había perdido su atractivo físico, aparte de sus grandes tetas no había más que resaltar. Yo la odiaba, siempre supe que quería tener sexo, pero nunca se dejó llevar por su instinto. Me acerque por atrás para hacerle sentir mi pene dormido y que poco a poco apretaba su flácido culo. Ella trato de zafarse sin soltar los platos, tirando el cuerpo para atrás, pero lo único que lograba era aumentar la presión de mi verga con su trasero. Para no perder el balance me agarre de sus tetas mientras ella solo atinaba a empujarme para atrás y busca separarme. Raquel nunca soltó los platos enjabonados para encararme sobre mis intenciones, solo decía que estaba loco y que debería parar.
– “Te quiero violar”- Le susurre al oído en forma de juego.
– “Ni te atrevas!” – Respondió en voz alta pero no firmemente.
– “Siempre recuerdo ver tus tetas saltar cuando llevabas prisa. Me he masturbado pensando en ti” – Respondí exprimiendo sus senos que la hicieron gemir quizás de dolor. “Solo te voy a violar si tú me lo pides. Hoy solo me contento con esto”
Me separe de Raquel para desabrocharme el pantalón y sacar mi miembro, ella dejo de sostener los platos teniendo las manos libres para apoyarse en el lavatorio. No me la iba a coger allí mismo, quería metérsela por revancha, quería comérmela por negarse a ser llevada por el placer. Raquel no estaba gorda, si un poco arrugada de cara y con casi todo caído, pero si sus tetas estaban buenas y grandes. Mi pene erecto estaba encima de su cintura cuando comencé a darme una paja. Le decía que así es como me ponía y me masturbaba cuando me bañaba en las mañanas. Ella tenía la respiración agitada, no sabía que decir o voltear. Agarre su mano derecha fuertemente para traerla hacia mi pene y sienta lo duro que estaba.
Pase su mano temblorosa por mis huevos y pene que estaba mojado, sus uñas comenzaron acariciar mis bolas mientras me masturbaba. Mientras ella jugaba con mi miembro, yo narraba como Silvia me la chupaba y se atragantaba hasta que lagrimas corrían por su rostro, en cómo me comía su ano mientras ella misma se metía un consolador por su vagina.
– “Silvia cómetela toda, toma tu leche perra!!!” – Comente en voz alta empujando a Raquel para que no volteara.
– “¡Así, me gustas entregada… Abre esas nalgas!!! – Agregue casi llegando al clímax.
Jale de los pelos ondulados de Raquel mientras descargaba todo mi semen sobre su cintura manchando sus jeans y parte de su polo negro. La señora estaba excitada de solo pensar en sexo, recorrí su cuerpo sobre la tela que la cubría para sentir su húmeda vagina y presioné sus tetas. Empujando su cabeza hacia el lavadero, me abroche mis pantalones para irme no sin antes decirle”
– “Cuando quieres un abuso, mándame un texto con fecha y hora” – Susurre a su oído con malicia y excitación.
Baje al sótano, entre al garaje y me fui… Dos semanas después recibí el texto que por casi 20 años estuve esperando.