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Tiempo de lectura: 5 minutos

Desde que llegó Katy a la oficina, me llamó la atención, aunque no pretendí nada ya que yo tenía novia y ella creo que también, al menos en esa época. Después de un corto tiempo mi novia me botó y anduve dolorido, ya que tenía una relación de 10 años con la ya ahora mi ex y ahora de pronto vi a Katy dándome ánimos y la sentí más cercana por eso. Comencé a ponerle más atención.

Es más bajita que yo, es delgada con unas piernas contorneadas por el ballet; una colita redondeada acorde a su contextura muy bien formada; gracias a la vez en que se acercó a mi escritorio a preguntar ya no recuerdo que (no estoy tan orgulloso de decir sólo oí "Pedro, bla, bla, bla…"), mis ojos cayeron en cómo se inclinó hacía mi y su blusa bajó por la gravedad dejando ver su pequeños pechos cubiertos por un hermoso corpiño de encaje blanco que contrastaba con su bella piel canela. Ella notó, el desliz de mi mirada, elegantemente se tomó la blusa con una mano tapándose, y creo que solo mi cara de vergüenza me salvó de una reprimenda.

Una vez me envió un mensaje de texto y tuvimos una charla como cualquier otra hasta que me envía un emticón con el dedo medio levantado y le respondí en broma que eso me hacía sentir vulnerado, a lo que ella me respondió: "Quieres que te vulnere?". Pensé que era la típica broma que se hacen algunos amigos y no tomé atención. Los días siguieron y los mensajes graciosos y subidos de tono continuaron hasta que hubo una reunión del trabajo en otra ciudad y fuimos enviados ya que trabajamos en distintas áreas. Trabajamos en un conocido banco, así que estas reuniones se hacían en lujosos hoteles, de esos a los que difícilmente llegaría a ir por mis propios medios… igual que Katy.

El primer día fue muy ocupado y lleno de reuniones que nos dejaron exhaustos a todos los concurrentes. Así que al terminar, nos fuimos todos al bar. Era el momento de divertirse, Katy se veía radiante en ese traje (también tengo debilidad por mujeres vestidas formalmente) y mientras bebíamos, me dice que vayamos a la piscina del hotel. Con el valor que otorga el alcohol, acepté y al cabo de unos minutos nos encontramos allí. Ella llegó en un traje de 2 piezas de un celeste claro, que apenas ocultaba sus pequeños y redondos pechos, y la parte de abajo tenía de esas que se atan a los costados. Estaba estupefacto repasando su figura, su piel erizada por el frío, sus pezones endurecidos su sonrisa viéndome en ese trance. Quise bromear y le dije: "Estás como para un baile del caño".

Siguió caminando como ignorando mi comentario y se zambulló en la piscina. A mis ojos fue como en cámara lenta, vi como saltaba y entraba en el agua, esos hoyuelos en su espalda antes de la cola… cola que no resistió aquel calzón que groseramente se hundía entre sus redondas y paradas nalguitas. Salió de la piscina, pasó a mi lado y me dijo: "Acepto, te veo en mi habitación". Se envolvió en su toalla, se secó asegurándose que la veía y se fue. Estaba embobado, y la seguí. En el ascensor, ella parada frente y de espaldas a mi, metió su mano en mi traje de baño y hurgó hasta hallar mi pene, el que tan solo sentir el contacto de su pequeña mano, se endureció. Al sentir esto, ella comenzó a masturbarme lentamente y con indiferencia miraba los números del ascensor avanzar.

Me tenía ardiendo. Yo soy el tipo retraído de la oficina, tranquilo aunque tampoco un asceta, muy caballero y formal; ella era lo contrario, era el centro de atención de todos por su personalidad alegre y también por su determinación… y me estaba masturbando en el ascensor. Me pidió tiempo para bañarse y quedamos de encontrarnos en una eterna hora, mientras pude ducharme también. Soy un tipo en los tempranos cuarentas, de contextura muy normal según yo. No hago demasiado ejercicio aunque tengo la bendición de tener un cuerpo de buenas proporciones, una espalda ancha, brazos fornidos y confieso tener una cola de la que puedo estar orgulloso; de hecho, esa noche me enteré que las chicas de la oficina me ven como un galán maduro. (No pude evitar reírme al oír eso que me parecía increíble y sorprenderme mucho que todas las chicas de la oficina fantasearan conmigo).

Toco la puerta, ella abrió y entre rápidamente a la habitación. Ella estaba envuelta en una bata del hotel. Mientras estaba de espaldas a mi me dijo: "no creas que hago esto a menudo", y se dejó caer la bata. Solo vestía los tacones que usó en la reunión y un diminuto calzón, solo eran tirantes debo confesar, que se incrustaban en esas hermosas nalgas y escasamente tapaban su conchita. Me acerqué a ella y usando el valor que aún me quedaba por el alcohol, le dije que si iba a hacer esto, yo quería todo. Me acerque mientras aún me daba la espalda, puse una mano en su abdomen, y con mi otro brazo la rodee tomando uno de sus pechos que me cabían cómodamente en la mano. La apreté hacía mi. Mi pene en contacto con esa colita prácticamente desnuda a través de mis ropas se endureció y pude oír un leve suspiro suyo. La apreté un poco más hacia mi con mi mano bajando hacia su pelvis y le susurré lentamente, dejando que mi voz de bajo le ronroneara en su oído: "Quiero tu colita". Pude ver como cerró sus ojos, hizo una mueca y dijo: "Veremos".

Se dio vuelta y alcancé a ver de reojo que aquél calzón cubría con una tela transparente su pubis. No pude ver más, ya que ella se me colgó al cuello y me besó. Mientras intentaba equilibrarme, una mano buscaba la forma de quitarme los pantalones. La abracé de manera de sentir sus redondos, pequeños y firmes pechos en mi pecho, mientras mi otra mano, ayudaba con el problema de la ropa interior.

Ya estaba desnudo, con mi pene durísimo, y yo la acariciaba firme y lentamente, jugaba con sus aureolas, sentía su pezones endurecerse mucho, mientras la besaba y mordía su cuello, no podía respirar fuerte, mis manos cambiaban y acariciaban su pubis, pechos, nalgas, y mi mano se entrometía más, pude sentir sus labios y su pubis recientemente librados de todo vello. Aquél calzón apenas quitaba la exquisita sensación de tocar aquellos labios, que iban comenzando a mojar la escasa tela. Ella se giró, me miró con una mirada muy ardiente, no dijo nada. Me tomó el pene, empezó a agitarlo y me dijo: "Sabes?, soy muy buena con la lengua", se arrodilló y yo miraba estupefacto como ella, me miraba el pene con una mirada de deseo, y comenzó a masturbarme. Vi sus lindos labios, que le dan una hermosa sonrisa, besándome la punta de pene para metérselo en la boca. Avanzó todo lo que pudo, y empezó a mover su cabeza hacia adelante y hacía atrás, de pronto sus manos me tomaron de mis nalgas, lo sacó de la boca, respiró y tal como empezó, lentamente comenzó a tragarse mi pene, completamente esta vez.

Se lo tragaba y gemía de placer, lo acariciaba, se lo metía en la boca y luego lo lamía desde la base a la punta.

No aguanté más, ya estaba tan caliente, que la levanté, la besé tan ardientemente como podía y la llevé a la cama.

Ella se enderezó y siguió con los placeres que da su hermosa boca.

Ver esos labios haciendo esfuerzos por acaparar mi pene, ver su cara de chica tierna y ardiente, me llevaron a mi primer orgasmo. Eyaculé en su boca, y ella se hizo ligeramente hacia atrás para que mi leche cayera en su cuerpo.

Se esparció con una mano lo que cayó en sus pechos, se limpió la cara, me sonrió y me dijo: "Ahora te toca darme placer".

La empujé para que cayera acostada y me arrodillé frente a su sexo. Separé un poco sus piernas y tomé una de ellas para besarle el pie. Besé su pie y fui subiendo besando y mordisqueando su pierna y al pasar por su rodilla comencé a besarla por el interior de su muslo hasta que al fin llegué a su conchita.

Hice a un lado el mojado calzón y le mordí suavemente los labios, ella dejó escapar un gemido.

Yo mordía, y besaba sus labios y su monte de venus. Ella empezó a respirar más rápido y yo hice uso de mi lengua.

Despacio pero firmemente recorrí su conchita desde el clítoris hasta abajo y vuelta, saboreé sus jugos y tomaba nota de que le gustaba, puesto que ella gemía o arqueaba su espalda.

Metía mi lengua todo lo profundo que podía, y la sacaba, lamía sus labios, los chupaba y ella gemía de placer y calor.

De ponto ella dio un grito, se puso rígida y con sus manos apretó mi cabeza hacia su sexo. Había tenido un glorioso orgasmo.

Cuando pudo articular palabra me dijo: "Buen trabajo, Pedro, ahora déjame dormir. Ha sido un día pesado".

Me decepcioné un poco, yo estaba muy caliente y quería seguir, pero decidí tomar lo que me daban y me vestí mientras ella se acurrucaba en su cama.

Cuando abrí la puerta para salir, oí que me decía: "Mañana seguimos y veremos lo de tu premio"

Me costó conciliar el sueño entre lo ardiente que me sentía y la situación que pensé que nunca tendría. Tuve a Katy y ya no quería parar. Además teníamos otra reunión temprano, pero la tarde libre. Era mi oportunidad y no la desaprovecharía.

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