back to top
InicioSexo con maduras45 años y goza como loca en la cama

45 años y goza como loca en la cama
4

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.

Marisa es una mujer de 45 años, profesional y muy exitosa, divorciada, madre de Cintia, una compañera de trabajo con quien tengo una muy buena relación. Normalmente almorzamos juntos, ella está de novia, y con el tiempo nos hicimos confidentes.

-Estoy preocupada por mi vieja Tavo, no sale, solo va al gimnasio, pero no sale con las amigas, ni a tomar un café ni a cenar. Con hombres menos.

-Puede estar en la menopausia, no sería raro por la edad.

-Tenes razón. La veo tan joven que no lo pensé.

Esa charla durante el almuerzo, no fue más que una de las tantas charlas. Quince días después Cintia me invito a su cumpleaños, una reunión en la casa de su madre. Era un sábado a la noche. Cuando llegue vi que éramos como treinta personas, compañeros de trabajo, amigos. Y su novio por supuesto.

Había contratado un catering y todos charlábamos animadamente. Casi sobre el final de la reunión se acercó Cintia con su madre, que recién en ese momento salió de su habitación.

-Mamá, él es Gustavo, Tavo. Un gran compañero y mejor amigo.

-Sra. un gusto conocerla. Dije extendiendo mi mano.

-Hola Gustavo, lo mismo digo. Dijo la madre con una sonrisa y estrechando con suavidad mi mano.

-Tavo ¿venís a bailar al boliche? Me pregunto Cintia.

-Podría, hace mucho que no voy a bailar. Ni me acuerdo como sacar a bailar una chica. Dije.

-No te hagas el tonto, con tu facha, caen rendidas. Dijo Cintia.

-Bueno, vamos. Sra., ¿Nos acompaña?

-No gracias Gustavo, estoy demasiado grande para ir a bailar.

-Dicen que para cantar y danzar no hay edad.

-Eso dicen, pero tampoco me caracterice nunca por ser una gran bailarina.

-Entiendo. Muchas gracias por todo. Es un gusto haberla conocido.

-Mamá, es mi cumpleaños, por favor, acompáñanos, aunque sea para salir un poco de casa. En serio te pido. Dijo Cintia.

-Dale suegra, veni. Dijo el novio de Cintia.

Finalmente, decidió ir al boliche. Cintia, su madre y un grupo se sentaron en uno sillones, yo y otros nos quedamos en la barra. Realmente no tenía ganas de bailar, pero fui para no ser un antisocial. Pedí un whisky y los miraba bailar. Me sorprendió la voz de Marisa.

-Parece que no soy la única que vino por compromiso.

-No se equivoca Sra. A veces uno tiene que aceptar para no quedar como antisocial.

-Estoy de acuerdo Gustavo. ¿Te puedo pedir que me llames Marisa, que es mi nombre, y me tutees?

-Por supuesto, disculpa si te hice sentir mal tratándote de esa forma.

-Mal no, pero aunque no soy una chiquilina, tampoco soy una geronte.

-Por favor, no digas eso.

-Raro un muchacho de tu edad, tomando whisky.

-Me gusta mucho, como el cognac, me gusta disfrutarlos. ¿Vos no tomas nada? ¿Te puedo invitar algo?

-Gracias Gustavo, pero estaba por irme, no es mi ambiente este. Te agradezco.

-Que pena, justo que había encontrado alguien con quien charlar.

Ella me miró y sonrió.

-¿Y de que puede estar interesado charlar un muchacho de 25 años con una mujer de 45? Me preguntó Marisa.

-De muchas cosas, creo que la edad no es condicionante para hablar. Música, arte, turismo, amor, sociedad, y cientos de temas más. Podemos tener distinta visión, gustos, y la charla, puede ser enriquecedora.

-Casi estamos gritando para poder hacernos escuchar, así es imposible charlar.

-Entonces podemos ir a otro lugar, algo más tranquilo.

-Gustavo, no se vería bien que una mujer de mi edad salga del boliche con un muchacho de la tuya, y menos delante de mi hija.

-Eso no fue un: “No Gustavo, no quiero ir”

-Sos muy rápido. No, no fue esa mi contestación.

En ese momento Cintia volvía a sentarse y le hice una seña para que se acerque a nosotros.

-Cintia ¿Tenes algún problema en que nos vayamos con Marisa a tomar algo y charlar a otro lugar?

-Gustavo, me estás haciendo sentir incomoda.

-Mamá, ¿vos tenes ganas de hacer lo que propone Tavo?

-Cintia, tu amigo es bastante lanzado.

-Entiendo. No dijiste que no. Tavo, cuando deje de protestar, vayan tranquilos.

-Gracias Cintia, prometo devolvértela de una pieza.

-Mejor no te contesto, podría ser una bestialidad. Dijo Cintia y se fue riendo.

-No piense que…

-¿Podemos irnos? Pregunte y me puse de pie.

-Vamos. Dijo ella.

Subimos al auto, y nos pusimos en marcha. Marisa estaba tensa, muy tensa. Una mano en el apoyabrazos del medio, apretándolo, y la otra en el de la puerta.

-¿Voy muy rápido? Le pregunta.

-¿Cómo decís? Me pregunto clavándome la mirada muy seria.

-¿Te pregunto sin conduzco muy rápido? Veo que vas agarrada muy fuerte.

-No, no. Manejas bien.

-Llegamos a un bar que tenía valet parking y le dije:

-“Aquí es, bajemos”

El valet parking le abrió la puerta, di la vuelta, entregue las llaves, me dio el ticket, le ofrecí el brazo a Marisa que me miro y se tomó de él. Entramos y vi que había una mesa por el centro del bar. En el camino me salude con varios conocidos. Nos sentamos y le di la carta.

-Gracias, un whisky. Me dijo Marisa.

Se acercó la camarera y pedí dos whisky`s.

-Gracias Gustavo. Me dijo apoyando la mano en la mía.

-No entiendo, ¿Por qué me agradeces?

-Porque tuve miedo de que te equivoques, que quieras ir a otro lugar.

-Puede ser que sea joven, pero sé perfectamente con quien estoy. Sos una mujer hermosa, impactante para tu edad. Y si me permitís, muy deseable. Pero nunca te ofendería de esa forma.

-Gracias por el halago. Vi que saludaste gente, ¿no te molesta que te vean con una mujer mayor como yo?

-Al contrario, me alaga. ¿Vos viste como te miraban todos? Se preguntaban como una mujer tan bella y elegante estaba conmigo. Y las chicas, te miraban con envidia por tu elegancia, tu gracia para caminar.

-No soy tonta Gustavo, estas tratando de seducirme.

-No Marisa, digo la verdad. Y si te estas preguntando que busco, busco charlar tranquilo, conocerte, pasar un buen rato con una hermosa e inteligente mujer. Yo no sé si Cintia te contó nuestra relación. Somos amigos, muy amigos, charlamos cosas intimas, somos confidentes. Y ella tiene su novio. Ella le dijo como son las cosas conmigo y las entendió. Ni ella ni yo tenemos o buscamos algo distinto. Es tu hija, ¿pensas que haría algo que también la pueda lastimar a ella?, ¿Queres preguntarme si me gustas? Si me gustas. ¿Queres preguntarme si quiero tener algo con vos? La respuesta es sí. Pero primero quiero comprobar que la imagen que tengo es real, si sos como creo que sos. Por eso estamos aquí, pero si te molesta, si sentís que voy tras otra cosa, si no te interesa charlar y conocernos, decilo, y nos vamos ya mismo. Te dejo en tu casa y se terminó la noche.

-Sos lindo, inteligente, tenes pelotas para decir las cosas frontalmente, sos seductor. ¿Por qué engancharte con una mujer de mi edad?

-¿Por qué no? Le pregunte.

-Mi edad Gustavo, nunca podrías ser padre por lo pronto.

-No sé si quiero ser padre. Y puedo ser padre adoptando. Pero ya te fuiste lejos. Prefiero pensar que podemos disfrutar un almuerzo al lado del rio, escaparnos a una playa un fin de semana y caminar por la arena charlando de música, o de la obra de teatro que queres ir a ver.

-¿Qué música te gusta? Me preguntó.

-Toda la música, hay cosas que no considero música.

-¿Clásica?

-Bach, Dvorak, Chopin, Thachaicovky.

-¿Opera?

-Verdi, Puccini.

-En esta te agarro ¿Blues?

-La más fácil, BBKing, Buddy Guy, Clapton, Rollings, Joe Bonamassa.

-Wow, ¿soul?

-Beth Hart me encanta.

Por fin se soltó, y la charla duró hasta las 5 de la mañana. Salimos del bar, subimos al auto y su postura fue diferente, se recostó relajada. Nunca pregunto dónde íbamos, ni lo hablamos al salir del bar.

-Mi casa… dijo mirando su casa cuando me detuve.

-Tu casa.

-Mi casa. Gracias Gustavo, pase una noche hermosa. Hace mucho que no disfrutaba así. Dijo y abrió la puerta.

Me dio un beso en la mejilla, bajo y cerró la puerta. Empezó a caminar hacia la casa y se detuvo. Dio media vuelta y volvió hacia el auto, y vino hacia mi ventanilla.

-¿Pasa algo Marisa? Pregunte.

Por toda respuesta me dio un pijo y me guiño un ojo.

-Nada y todo. Que descanses Gustavo. Dijo y volvió a ir a la casa. Abrió la puerta, me saludo con la mano y entro.

Me fui a mi departamento feliz de haber pasado una noche distinta, con una mujer que me atraía, inteligente, educada y muy hermosa.

-Hola Cintia, buen día.

-Hola Tavo, buen día, ¿Qué pasa? ¿Mamá?

-La deje en tu casa a las 5:30. Son las diez.

-Ah. Estuve bailando hasta las 6 en el boliche y después sobre mi novio. Te voy a matar, llamarme a las diez de la madrugada. ¿Qué pasa?

-No estas de humor para hablar. Hablamos mañana.

-Bueno. Chau.

Me preparé un café y me senté en el balcón a tomarlo. Diez minutos después llamo Cintia.

-Hola Tavo.

-Cintia.

-Perdoname, estaba dormida. Fui grosera. ¿Qué pasa Tavo? ¿De que queres hablar?

-De tu mamá. Anoche estuvimos hasta las 5:30 Juntos.

-¿En un hotel?

-Cintia, por favor. Hablas de tu madre.

-Bueno, perdón, pensé…

-Te equivocas.

-Entonces, ¿Qué pasa con mi mamá?

-Cintia, somos amigos. Entre nosotros tenemos las cosas muy claras y sabes lo que te respeto. Por eso mi llamado, aunque me gustaría hablarlo personalmente, mirándote a la cara. ¿Te molestaría si invito a tu mamá a almorzar? Me encanta, no solo por lo hermosa que es, su personalidad, su inteligencia. Me gustaría conocerla más y… quizás iniciar una relación.

-No sé si putearte y mandarte a la mierda o salir corriendo a tu departamento a darte un beso y abrazarte con todo. Que tipo que sos. Gustavo, ella es grande, toma sus propias decisiones, lo mismo vos. No tengo porque opinar sobre sus cosas, que hacen o dejan de hacer.

-Sos mi amiga Cintia, no quiero que nuestra relación se dañe.

-¿Tato, escuchas lo que dice Tavo? Te das cuenta porque lo adoro.

-Hola Tavo, sí, y me alegra que sea tu amigo.

-Hola Tato. Gracias.

-¿Te voy a tener que llamar Papá? Me preguntó Cintia riendo.

-No me cargues, que bastante me costó convencer a Marisa para charlar tranquilos.

-¿En serio no fueron a un hotel?

-No fuimos Cintia.

-Boludo. Te quiero. Chau.

Fui a darme una ducha, me serví un café y me llamaron de un número que no tenía registrado.

-Hola Buen día. Dijo una mujer del otro lado. Era Marisa.

-Buen día. Que sorpresa.

-No intercambiamos números. Tuve que llamar a Cintia.

-Si, no quise presionarte…

-Me dijo que estuviste hablando con ella, y que me vas a invitar a almorzar.

-Que bocona. Espero sea lo único que te haya contado.

-Mmm, no.

-Ah…

Los dos nos quedamos en silencio por casi treinta segundos.

-Gustavo, ¿Me vas a invitar a almorzar?

-Si, perdón, me colgué.

-Invitame entonces.

-¿Queres que salgamos a almorzar’

-No. Quiero invitarte yo a almorzar. ¿Venís?

-Claro que sí. Llevo el postre y el vino.

-Blanco para mí. Te espero.

-No tardo.

-Un beso entonces. Y cortó sin dejar que responda.

Abrió la puerta de la casa y estaba vestida con un vestido mini, bien ceñido al cuerpo, que resaltaba los hermosos hechos que tenía y un culo espectacular. Nadie daría su edad, lo máximo 35 años.

-Hola, pasa. Dijo y no me dio un beso ni me extendió la mano.

-Hola, permiso.

-Dale, vamos a la cocina así guardamos eso. Seguime. Dijo y la seguí.

Ella guardó una de las dos botellas, la caja del helado y giro hacia mí.

-Ahora sí. Hola Gustavo. Me dijo, rodeo mi cuello con sus brazos y me dio un tremendo beso.

-Espere hasta ahora para que tus manos estuvieran libres y me puedas abrazar. Vamos de nuevo.

Hola Gustavo. Dijo y me dio otro tremendo beso, yo reaccione y la abrace.

-Así está mejor.

Abrió la botella de vino blanco, sirvió dos copas, me dio una y tomándome de la mano, me guio al living. Me pidió que me siente y ella lo hizo frente a mí.

-Anoche pase una noche maravillosa, como te lo dije. Hiciste que circule adrenalina por mis venas. Me costó dormirme, pensaba en vos. Por eso la llame a Cintia. Quería invitarte a charlar nuevamente y a almorzar.

Cuando me dijo que vos la habías llamado me puso feliz.

Dicen los yanquis que ante lo inevitable, relájate y goza. Una bestialidad por cierto, pero pensando en nosotros me vino a la mente.

Y es inevitable que te diga que te deseo. Que hace años que no estoy con un hombre. Que me encanta el sexo, amo sentir a mi hombre gozar, acariciarme con pasión. Como te dije, hace años que no tengo sexo con un hombre, y vos despertaste en mí un deseo tremendo de estar con vos. Espero que no te moleste mi franqueza al hablar, ni te asustes y salgas corriendo. Pero quiero que sepas que quiero entregarme totalmente a tus brazos.

-No puedo negar que estoy sorprendido. No, no pienso salir corriendo. Sería un estúpido. Y vos a hacer una estupidez. Preguntarte ¿Por qué lo vamos a hacer?

-Primero porque me gustas mucho, y sé que vamos a terminar en una cama, hoy, mañana o el próximo sábado. Para que perder tiempo. Segundo porque como te dije, me hiciste sentir esa adrenalina de la excitación en mis venas. Y como una chiquilina, pensando en vos anoche me toque, bastante, me masturbe. Tercero porque quiero sentirme viva en tus brazos.

Me puse de pie y tomados de la mano fuimos a su habitación. Casi fue una carrera a ver quién se desnudaba primero. No hubo seducción ni caricias al hacerlo. Solo miradas con fuego. Nos tiramos en la cama y besamos con locura, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos sin parar, sin sutilezas, sin caricias, tocaban y apretaban sin parar.

Chupe sus tetas como loco, mientras metía dos dedos en su concha. Marisa gritaba de placer, acariciaba mi cabeza, rasguñaba mi espalda.

-Metemela en la boca. Dijo casi suplicando.

Me puse sobre ella, haciendo un 69 y se la metí en la boca. Levante sus piernas y comencé a chupar su concha, estaba empapada, ella chupaba como loca, se metía toda mi pija en la boca, hasta la garganta. Increíble como chupaba esa mujer.

-Gustavo, tu lengua es sensacional, me pones muy loca, y esta pija por favor, me encanta así grande y gorda, me cuesta meterla en mi boca.

-No se nota sos maravillosa chupando.

-¿Queres acabarme en la boca? Me encantaría saborear tu leche.

Marisa no paraba de sorprenderme, nunca hubiera pensado que iba a decir eso. Me puso a mil, estuve tentado de decirle que sí. Pero quería cogerla.

-Ponete en cuatro patas.

-Sí, me encanta como perrito.

Se puso al borde de la cama y yo desde atrás y con un solo movimiento, se la enterré toda en la concha.

-Hijo de puta, me la hiciste estallar, animal. Años sin usarla te dije.

Fui moviéndome de a poco, entrando y saliendo. Ella llevo una mano a su clítoris y se tocaba con todo.

-Anoche te soñaba así, cogiéndome como animal, sintiendo toda esa pija en la concha, llenándome de placer. Y yo tocándome como ahora, para ponerme muy loca para vos.

Yo me movía y ella movía su cadera. Sus orgasmos llegaron y no pararon de llegar. Me contaba cuanto estaba gozando, era una máquina de cogerme, aún en la posición de perrito. Mire su orto y no pude contenerme y lo escupí.

-Asqueroso, no se escupe la comida. Dijo mirándome a los ojos por sobre su hombro.

Entendí el mensaje, saque la pija y me agache para chuparle bien el orto, mientras le metía dedos en la concha. Ella hizo lo mismo y tenía cuatro dedos dándose placer en la concha. Mi lengua jugaba con libertar en su culo. Cuando sintió que iba a meterle un dedo dijo:

-No seas bruto, con cuidado. Ponelo, yo lo meto. Dijo y apoye mi dedo en su orto. Ella tomo mi mano y la sostuvo con fuerza haciendo fuerza para atrás con su cuerpo, se lo metió totalmente en un segundo. Se largó a reír.

-No me pude contener, hijo de puta, estas sacando lo peor de mí. Te adoro Guti. Cojeme con ese dedo en mi culo, dale, dame todo lo que quieras darme.

Sin sacar el dedo del culo, me pare y la penetre por la concha. Estuve un rato y le hice poner de costado en la cama, levante su pierna y se la volví a meter en la concha hasta el fondo.

-Ya que te gusta, metete un dedo en el culo. Le dije.

-No me hagas hacer eso, por favor, soy delicada, una muñeca de cristal. Dijo riendo con todo.

Le di un chirlo en el culo y le volví a decir que se lo meta.

-Que genio que sos, como me lees guacho. Te adoro Guti. Me estás haciendo gozar con todo, gracias mi amor.

Cada vez que decía algo me calentaba más, tome una de sus tetas y la apreté con todo. Mis movimientos eran intensos, profundos. Su concha apretaba mi pija y me fui acercando al orgasmo. Acabe en su concha llenándola de leche y en un grito de placer. Ella también acabó entre espasmos de su concha. La bese y me acosté.

Marisa se puso de rodillas y a toda velocidad chupo mi pija para limpiarla. Y para mi sorpresa, me montó y se metió la pija en la concha.

-Ni pienses que fue todo, ahora me toca a mí. Dijo y se empezó a mover, subiendo y bajando. Apretándose sus tetas y gritando de placer.

Para mi sorpresa, mi pija no perdía la erección. La tome de la cintura y ella agacho su pecho. Me levante un poco y chupe sus pechos.

-Sos un hijo de puta, Guti, gracias por demostrarme que te gusto, gracias por seguir cogiéndome, sos un genio mi amor. Y yo tu hembra. Y quiero ser toda tuya siempre.

No paraba de moverse, de tener orgasmos.

-No puedo más, me volviste muy loca. Necesito hacerte acabar de alguna forma guacho. Abrí el cajón de la mesa de luz. Dame esa crema.

Se la di y medio dos dedos, llenándolos de crema. Se levantó y se puso dándome la espalda, con mi pija en su concha.

-Ves, ves lo que logras guacho. Dijo y se metió dos dedos en el culo de una.

-Me estas matando, desgraciado. Gritaba y gemía.

Metió un tercero y no paraba de saltar sobre mi pija. Cuando los tres entraron y salieron con facilidad se detuvo, tomo mi pija y la acerco a su culo.

-Solo un hijo de puta me rompió el culo y fue por la fuerza. Y ahora la puta, se va a meter tremenda pija en el culo, estoy loca totalmente, eso me va a partir por más crema que ponga. Dijo Marisa y empezó a bajar metiéndosela de a poco.

Gritaba como una verdadera loca.

-Te gusta lo que vez guacho, sabes que me estoy desgarrando el orto por vos, pero que placer que me das hijo de puta.

-Me estas volando la cabeza Marisa. Sos una mujer increíble.

Se levantó y se sentó nuevamente con la pija en su culo, ahora mirándome.

-Quiero que me veas la cara de puta cuando acabes en mi culo, porque soy una puta total en tus brazos desgraciado me emputeciste por completo. Hace diez años que no estoy con un tipo, pero ninguno me cogió como voz, parece que el sexo a los 45 es el mejor de mi vida. Acabame bien adentro del culo, es virgen de leche pobre.

Cuando acabe en un grito tremendo de placer ella también lo hizo. Se quedó unos minutos quieta recuperando la respiración, me beso con todo y de un salto se puso a chupar mi pija para limpiarla. Lo hizo y fue al baño. Yo quedé rendido en la cama.

-Voy a buscar vino. Dijo.

Pasaron segundos y escuche que gritaban: “Cintia!!!” “Mamá”

Marisa volvió corriendo a la habitación riendo.

-Tato le está rompiendo el culo en el sillón.

Nos vestimos y unos minutos después escuchamos que Cintia gritaba: “Listo”

Bajamos, las dos se abrazaron riendo y nos servimos vino.

-¿Hace mucho que llegaron? Preguntó Marisa.

-Lo suficiente para estuchar tus gritos, y hacerme poner como loca. Parece que Tavo te dio con todo.

-Digamos que fue empate. Después de almorzar, posiblemente desempatemos.

-Vieja, no te gasto. Tenes una cara de felicidad tremenda. Por fin te veo bien.

-Estoy muy bien. Guti es un tipo increíble. Espero que podamos hacer algo lindo entre los dos. Dijo Marisa.

Tres meses después, me mudaba a su casa. Cintia se quedó un tiempo más y se fue a vivir con Tato.

Nunca imagine que una mujer de 45 años tuviera la intensidad sexual de Marisa. Hace cinco años que estamos juntos y ella nunca cambio en eso.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.