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La madre de mi vecino
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Crecí en un edificio de clase media trabajadora, cuando iba a comenzar la universidad me mudé a otra ciudad para estudiar lo que me apasiona y al terminar mis estudios encontré trabajo en la misma ciudad donde estudié. Durante esos años solo regresaba a visitar a mis padres cuando podía y aprovechaba para ver a mis viejos amigos.

Mi mejor amigo y vecino permaneció en la ciudad y estudió aquí, sus padres siempre fueron personas muy amables, cuando éramos niños mi vecino venía a dormir en casa y algunas veces yo iba a la suya, veíamos películas y jugábamos videojuegos, cosas normales de chicos.

La madre de mi vecino siempre fue una mujer muy guapa, tiene unas nalgas grandes y bien paradas, la cintura bien definida, piernas gruesas y senos pequeños pero bien parados. Una de las noches que me quedé en casa de mi vecino fuí al baño en la madrugada y cuando salí al pasillo la vi venir de la cocina, tenía puesto un babydoll morado muy corto y un escote pronunciado, quedé paralizado, ella solo me saludó y continuó hasta su habitación, yo no pude decir ni una palabra ante semejante hembra. Inmediatamente tuve una erección y regresé al baño para masturbarme, solo tardé unos minutos en venirme. Luego de eso ella se convirtió en el objeto erótico de mis fantasías.

Mientras viví fuera de mi ciudad tuve varias novias pero nada serio, y siempre me gustaron las mujeres maduras porque son decididas y saben lo que quieren, además de ser las mejores maestras. Tuve varios tipos de relaciones, abiertas, con casadas, compañeras de trabajo y casi todas fueron mujeres mayores que yo.

Luego de unos años terminé un contrato laboral y decidí regresar a mi ciudad, lógicamente no tenía otro lugar donde ir que al apartamento de mis padres mientras conseguía trabajo y un lugar donde mudarme. Fui recibido en casa con mucho cariño no solo por mis padres sino también por todos mis vecinos. Mi vecino y amigo estudió una carrera en ciencias de la naturaleza así que no era un experto en informática y me pedía ayuda regularmente. Ahora vive solo con su madre pues su padre falleció hace algunos años.

Una mañana me escribió para pedirme que buscara su computadora y le instalara un nuevo sistema operativo, así que fui a su apartamento y toqué el timbre, salió su madre y me dijo que él estaba en el trabajo, me pidió que pasara a buscar la computadora ya que ella tenía varios días con una contractura muscular en la espalda y no quería levantar nada de peso, pasé, busqué la computadora y salí sin cruzar muchas palabras con ella. Regresé al apartamento de mis padres y de inmediato me puse a trabajar, la computadora estuvo lista después de mediodía así que fui a regresarla.

Toqué el timbre, salió la madre de mi vecino, abrió la puerta y entré, llevé la computadora a su lugar para instalarla y ella me siguió, cuando todo estuvo instalado y funcionando la madre de mi vecino me ofreció un café y lo acepté. Pude notar que continuaba con dolor porque era evidente que tenía dificultad para moverse, así que le pregunté:

-¿Está tomando tratamiento para el dolor?

-Si, fui a consultar con el traumatólogo y me recetó analgésicos pero no los tomo porque me provocan mucho sueño –dijo.

-¿Ya ha intentado masajes con pomadas?

Ella permaneció en silencio un momento y continuó diciendo:

-¿Quien me va a masajear? Paso la mayor parte del tiempo sola.

-Bueno cualquiera puede hacerlo, yo podría -dije sin pensarlo.

-¿Sabes dar masajes? –preguntó.

-Si claro, es algo muy sencillo. Si quiere le doy uno.

-Ella sonrió y no dijo nada.

-Yo insistí y le dije: vamos, solo es necesario que se recueste boca abajo y se relaje, se va a sentir mucho mejor.

-Está bien, espera aquí. –dijo.

Esperé unos minutos y la escuché llamarme desde su habitación, así que fui y entré, estaba acostada en la cama boca abajo y con el torso desnudo, llevaba pantalón deportivo negro que le llegaba hasta las rodillas y tan pegado a su cuerpo que dibujaba perfectamente su figura, mi mirada se centró en sus nalgas y recordé aquella madrugada cuando la vi en babydoll, esto era mucho mejor… Me senté junto a ella y le apliqué algo de pomada en la parte superior de su espalda y comencé a masajear, de verdad estaba tensa, así que le dije:

-Trata de relajarte y respira profundo. Justo al terminar de decirlo noté que no la había tratado con el mismo respeto pero ella no dijo nada, comenzó a respirar profundamente.

Continúe masajeando y bajando hacia la zona lumbar, al llegar ahí, sin pedir permiso bajé el pantalón que llegaba casi a la cintura y lo puse a la altura de su cadera, pude ver el borde de su ropa interior, eso comenzó a excitarme. Masajeaba la parte baja de su espalda y su respiración era cada vez más profunda, así estuve hasta que la piel absorbió la pomada completamente.

No quería parar y ella no me detuvo, sin pensarlo, me puse de rodillas con una rodilla a cada lado de su cadera, apliqué un poco más de pomada para continuar masajeando la parte alta de su espalda en ese momento mi pene parecía un mástil, me dejé caer poco a poco sobre sus nalgas y continúe masajeando, ella respiraba cada vez más rápida y profundamente, la vi apretar la sábana de la cama con su puño, fue como ver una luz verde.

Dejé el masaje y me retiré un poco para terminar de bajar el pantalón hasta sus tobillos, cuando lo hice miré sus nalgas y la boca se me hizo agua, eran blancas y sin ningún signo de su edad, continué mi masaje en ese par de pedazos de carne que estaban firmes y separados por un hilo que se perdía entre ellos, bajé hacia sus muslos y los recorrí rápidamente comprobando también su firmeza, mi pene iba a explotar así que me quité el short y el bóxer tan rápido como pude. Volví a sentarme sobre sus nalgas permitiéndole sentir mi erección, besé su espalda de arriba a abajo hasta llegar a su pequeño hilo, ella jadeaba con su rostro incrustado en el colchón mientras yo retiraba la pequeña prenda, subí nuevamente y comencé a mordisquear sus nalgas y las abrí para ver su esfínter, estaba depilado y era rosado, no pude resistirme separé sus nalgas aún más y comencé a lamerlo tratando de introducir mi lengua, podía sentir como se contraía mientras la mujer lanzaba un gemido de placer, así estuve un rato más comiéndole el culo.

En ese punto mi excitación me controlaba, no pensaba nada más, me arrodillé dejando sus piernas entre las mías y agarré mi pene a la vez que levantaba un poco sus caderas, lo puse en la entrada de su vagina, pude sentir su calor y humedad, ella abrió un poco sus piernas y traté de penetrarla, no fue fácil, hasta que mi glande estuvo dentro de ella, continué empujando lentamente y la sentía muy apretada, no podía creerlo estaba perforando su culo, separé sus nalgas para ver mi falo incrustado en ese hermoso culo y me sorprendí al verlo libre, mi miembro había perforado su vagina y parecía virginal, comencé el movimiento de vaivén y sentía como su vagina parecía apretar y soltar mi verga, era grandioso, ella solo gemía mientras apretaba la sábana con ambos puños y yo cada vez le daba más duro, mi pelvis chocaba contra sus nalgas aumentando el ritmo a cada segundo, mi pene se sentía caliente como si ella tuviera fiebre pero no era así, al cabo de un rato mi excitación era tan grande que no pude aguantar más, me vine dentro de ella soltando varios chorros de leche en lo profundo de su cavidad ella me correspondió dilatando y contrayendo su vulva y soltando un ahhh que parecía venir desde lo más profundo de su agradecido cuerpo.

Mantuve mi pene dentro de su vagina durante unos segundos más mientras ella bajaba su cadera y soltaba la sábana, no quería sacarlo pero luego de hacerlo ella dijo:

-Vete, ¡no quiero que me veas!

Me vestí y ella se mantuvo con el rostro contra el colchón sin moverse. Salí de la habitación algo desconcertado por su reacción pero con una sonrisa triunfal. Me fui al apartamento de mis padres, tomé una ducha y al salir de la ducha tenía un nuevo mensaje en mi móvil, no conocía el número pero el mensaje decía:

-"Muchas gracias, ya no siento dolor".

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