—No te rías, pero ese video porno me hizo cosquillas. Dijo Tina, mi novia luego de ver unos videos en el Smart conectado a la compu.
—Vimos varios, ¿cuál de ellos?
—El de la chica que atan, le ponen el vibrador en la concha, le ponen ese pene mecánico, y le hacen de todo.
—A mi mucho no me calientan esas cosas. No entiendo el placer del dolor.
—A mí la parte de dolor, no me gusta tampoco, pero que me ates, o me pongas esposas, o me tapes los ojos, o esa máquina y…
Un rato después empezamos con los juegos y ella estaba súper caliente. Cuando terminamos se sentó en la cama y me dijo:
—Tato, ¿no tenés ganas de comprar algunos de esos juguetes?
—¿Tanto te calentó?
—Si, la verdad que sí. Y sobre todo quiero que vos me domines, que me sometas…
—Linda fantasía tenés en el bocho.
—¿Acaso vos no tenés ninguna fantasía?
No conteste y fui a buscar dos cervezas a la heladera.
—Dale, decime que fantasía tenés.
—Un trio con otra mina.
—Ah. Dijo seria Tina.
—¿Qué pasa?
—Nada, que sabes que no me va. Soy celosa. ¿Acaso no te hago gozar?
—Amor, vos me estas planteando que querés una máquina que te coja. ¿Qué tengo que decir yo?
—No es lo mismo.
El lunes siguiente, pase por un sex shop, y compre varias cosas entre ellas la famosa máquina. No le dije nada. Iba a montar algo el viernes a la noche.
Cuando llegó el viernes al atardecer a casa nos sentamos a charlar y le dije:
—Compre un par de cosas para empezar probar. Pero si esto no te va, listo acá termina.
—¿Qué compraste?
—Juguetes. Te los voy a poner y vamos a salir a comer unas pizzas afuera. ¿Querés o no?
Ella me miró fijo, respiró profundo y acepto.
—Sacate la tanga y recostate boca abajo sobre la mesa. Le dije.
Primero le puse un bullet a control remoto con mi celular, en la concha. Ella dio un brinco cuando lo sintió. Después, tome un plug anal, le puse un poco de crema para manos y lo acerque a su ano.
—Tato…
—Vos quisiste probar… si querés dejamos todo acá.
—No, seguí.
Se lo coloque y le dije que se ponga la tanga.
—Se siente incómodo eso en el culo. Dijo.
—Te vas a acostumbrar. Vamos a cenar.
Salimos y a una cuadra, active muy suavemente el plug.
—Tato… esto esta… vibrando…
—Es la idea… dije y lo apagué
Una cuadra más adelante, lo activé nuevamente. Tina caminaba y se mordía el labio inferior. Aumenté las vibraciones y ella se tuvo que parar y apoyar en la pared.
—Desgraciado… esto es tremendo…
Cuando llegamos a la pizzería, se sentó y respiraba agitada.
—Estoy a mil desgraciado.
Cuando nos trajeron la comida, y ella llevaba un pedazo de pizza a su boca, lo active con todo. Soltó la pizza, y apoyo las dos manos en la mesa mirándome con la boca abierta a punto de gritar. Lo apagué
—Me vas a matar con eso. Ya tuve un orgasmo guacho.
Cuando llegamos al departamento, le dije:
—Bueno, ahora empieza en serio. Es tu última oportunidad para detener todo.
—Quiero seguir. Dijo.
—Sacate toda la ropa.
Mientras ella se sacaba la ropa apague algunas luces. Cuando estuvo desnuda, le puse un tapa ojos. Tome un juego de esposas, y espose sus muñecas en la espalda. La deje parada en el medio del living y fui a la cocina a buscar una cerveza. Volví sin hacer ruido al caminar y tome una fusta y comencé a recorrer su cuerpo. Hombros, pechos, piernas, Tina empezó a gemir, primero suavemente, pero cuando le fui dando pequeños golpes, los gemidos aumentaron en intensidad.
Me puse delante de ella, y le apreté los pezones, provocándole algo de dolor. Ella se mordió los labios y gimió con todo. Hice que separe las piernas y pase todo el largo de la fusta por su concha y clítoris. Ella trato de cerrar las piernas pero un chirlo en una teta, la hizo desistir.
Luego fue el turno de su culo, toque su concha y estaba empapada, ya empezaban a caer sus jugos por la parte interior de sus piernas.
Hice que se ponga de rodillas y me chupe la pija. Todavía no le había sacado el plug ni el bullet. Lo active despacio y ella gemía y chupaba como loca. Se metía toda la pija en su boca, tenía arcadas, pero no le importaba.
—Cogeme por favor. Me dijo en voz baja.
Mi respuesta fue activar más fuerte el bullet. Ella empezó a temblar por un orgasmo fuerte que no podía parar. Apague el bullet, le di un sopapo y la puse a chupar de nuevo. Lo hacía con todo. La hice parar y le puse dos prensas pezones. Dio un pequeño quejido y siguió chupando.
Saque mi pija de su boca, y me comencé a masturbar frente a ella. Le hice abrir la boca y acabe frente a ella. En su boca, su cara y sus pechos. Ella trago toda mi leche, y con su lengua buscaba en los labios.
Le saque el tapa ojos, y ella me miro loca de placer. Tome un collar de sumisa y se lo mostré. Me puse detrás de ella y se lo puse junto a la correa. Le saque el bullet y el plug.
—Necesito hacer pis. Me dijo.
La llevé con la correa y entre con ella.
—Hace.
—Me da vergüenza, y tengo las esposas.
—Hace.
—Ella se sentó en el inodoro e hizo pis. Tome papel higiénico y la limpie.
—Tenés 5 minutos para hablar.
—Estuvo genial, me goce todo. Me volviste loca. No poder tocarte, saber que estaba a tu merced, la fusta, estos prensas pezones. Sigo muy caliente.
—Por hoy es suficiente.
—Tato, no doy más.
—Para que veas lo compasivo que soy, te voy a dejar que te satisfagas. Dije.
Tina me miro sin comprender. Del cajón donde tenía guardado todo lo que había comprado, tome un consolador con una base que por succión se podía pegar a cualquier lado. Elegí pegarlo en el suelo, frente a un sillón del living.
—Ahí tenés, con eso podes satisfacer tu necesidad. Le dije mientras tirando de la correa la acerque al consolador.
Sin soltar la correa, me senté en el sillón. Me miro con cara de odio. Fui a buscar la fusta y nuevamente me senté.
—De rodillas, quiero ver como chupas ese consolador. Dije y tire un poco de la correa.
Ella se puso de rodillas, y comenzó a chupar. Primero lentamente, después incrementando el ritmo. Aunque estaba esposada en la espalda, trato de llevar una mano a la concha y le di un golpe suave en la espalda con la fusta.
—Nada de manos. Dije y ella lanzo un insulto por lo bajo.
Recibió otro golpe suave y ahí descargo su enojo chupando como loca el consolador. Mi pija ya estaba parada, bien dura. Ella entre chupadas, me miraba la pija y volvía a chupar.
—Seguí. Dije.
—Busque el bullet, y sin mucho preparativo, se lo metí en el culo. Ella no supo que había metido hasta que lo active.
—Te odio, hijo de puta. Me dijo.
—Más insultes, más tardaras en gozar. Le dije y tirando de la correa, aleje su cabeza del consolador.
—Perdón, no volverá a pasar. Dijo.
Dejé que siga chupando y active a mínimo el bullet. Ella gemía y chupaba sin parar. El piso se fue cubriendo con sus fluidos vaginales, su excitación era tremenda. Se metía casi totalmente el consolador en la boca, no le importaban las arcadas ni los accesos de tos.
—Suficiente. Podes montar ese consolador que tanto le gustó a tu boca.
—Gracias, dijo suavemente.
Se corrió un poco hacia adelante y se lo fue metiendo lentamente. Su cara de placer era tremenda. Empezó a subir y bajar lentamente mientras me miraba masturbarme, sus mirada mostraban su calentura. Subí un poco la intensidad del bullet que tenía en el culo y ella gimió con todo. Sus movimientos se aceleraron, respiraba por la boca, tratando de meter todo el aire posible en sus pulmones, gemía como gata en celo.
De pronto se dejó caer sobre el consolador y los ojos le quedaron el blanco. Estuvo casi un minuto así. Le di un golpe con la fusta en un pecho y le dije:
—¿Eso fue todo?
Se empezó a mover nuevamente. Volví a aumentar la velocidad de vibración del bullet y ella dio un grito de placer. Me paré y me puse frente a ella, dejando mi pija frente a su cara.
—Quiero… Dijo
Me acerque y ella abrió la boca y se la metió. Subía y baja mientras chupaba mi pija. Estaba completamente excitada, en un punto que nunca había alcanzado. Me miraba a los ojos y chupaba sin parar de moverse.
Cuando sentí que yo estaba por acabar, tome su cabeza, y le cogí la boca. Nunca lo había hecho. Ella con la boca totalmente abierta no oponía resistencia y mi pija le llegaba a la garganta. En el instante de acabar, saque mi pija y le acabe sobre la lengua, llenando su boca. Ella trago todo y me chupo la pija para limpiarla por completo.
Me corrí y ella se quedó quieta sobre el consolador. Puse el bullet al máximo y me fui buscar unas cervezas. Ella dio un grito y se empezó a mover con todo. Era como un pistón que subía y caía a toda velocidad.
Sus gemidos se transformaron en gritos de placer. Apague el bullet y ella se desplomo sobre la pija de goma, su cuerpo comenzó a temblar con todo del orgasmo que estaba teniendo.
Cuando dejo de temblar, saque el bullet de su culo, el collar, le solté las muñecas y la ayude a ir a la cama.
Le di su cerveza y casi la tomo de un solo trago.
—Tato, me mataste, me hiciste mierda, nunca había gozado tanto. Y esa cogida en la boca, nunca la hiciste, me volví muy loca cuando lo hacías. Gracias amor, fue genial.
—Bueno, ahora sí. Basta por hoy. Ah, sí querés, podes usar el collar cuando estás en casa. ¿Sabes lo que significa eso?
—Si. Que podes usarme en cualquier momento mientras lo tengo puesto. Mmm… gracias por dejarme seguir jugando.
Ella busco el collar con la mirada, lo fue a buscar y se lo puso.
—Te propongo, que las noches de viernes, sean cuando usamos todos los juguetes, las demás veces, sin juguetes.
—Me parece bien, aunque por favor, si tengo el collar… dame duro.
Un rato después nos dormimos. Sábado y domingo como habíamos acordado no usamos los juguetes. Sí el sábado, como ella tenía el collar, tuvimos un sexo bastante duro.
Durante la semana, por trabajo, solo nos pudimos ver para tomar algo en un bar algunos días. Yo aproveche para armar una estructura en uno de los cuartos, con hierros y caños. Servirían para lo que seguía. Una era parecida a la camilla de un ginecólogo, donde la mujer coloca las piernas totalmente abiertas. En los soportes puse cintas velcro para sujetarlas. Allí recostada, su concha y su ano, estaba totalmente expuesto. O ponerla boca abajo, totalmente inmovilizada.
El viernes, cenamos afuera, y ella estaba súper excitada sabiendo que era la noche de juegos y juguetes.
—¿Qué me tenés preparado para hoy?
—Que gracia tiene que te cuente. Solo te puedo decir que va a haber un par de sorpresas.
—Estoy totalmente mojada ya. Te lo juro.
Fuimos a casa y ella de inmediato se puso el collar. Le ordené desnudarse y lo hizo de inmediato. Tome la fusta, puse el consolador que había usado la semana anterior sobre una mesa pequeña junto con el plug anal y sin ponerle el tapa ojos, me pare delante de ella.
Le mostré la fusta. Ella se mordió los labios. Pasé la fusta por sus piernas, su espalda y ella gemía suavemente. Cuando di un golpe en su culo, el gemido fue mayor. Lo pase por sus tetas y las golpee suavemente. Luego por su concha, que como estaba empapada, mojó la punta.
—Mira como mojaste la fusta, chupala. Le dije poniéndosela en la boca.
Ella la chupaba y me miraba.
—Ahí tenés el plug anal. Sabes que hacer. Le dije.
—¿Aceite?
—No hay. Dije.
Ella lo tomó, chupo dos dedos de una mano y mientras que con la otra se metía el plug en la boca, mojo un poco su ano y metió un dedo. Gimió y llevo el plug, y lo metió en un solo movimiento.
—A ver que tan obediente sos: pone el consolador en el piso, y chupalo de rodillas.
Lo puso, y sin decir nada lo fue chupando de a poco. Me puse a su lado, y comencé a golpear su culo con la fusta. Se fue poniendo loca, chupaba, lamía, se metía todo el consolador en la boca. Di otros golpes y empezaron sus orgasmos. Así la deje un rato, y le ordené que se pare.
Le puse el tapa ojos y la lleve al cuarto donde había preparado todo.
La acosté boca arriba, puse sus piernas sobre los soportes y ella gemía. Ajuste las cintas, fui a su lado y espose sus manos a la camilla. Con una soga, inmovilice el torso.
—Comencemos. Dije.
Nuevamente con la fusta, recorrí su cuerpo. Golpeaba suavemente, Tina gemía. Llevé la fusta a su concha, que como estaba totalmente abierta de piernas podía jugar con su clítoris. Lo golpee y ella se estremeció. Otro golpe y pedía más. Tome de una mesa el estimulador de clítoris y lo prendí ya apoyado.
Tina se retorcía de placer, gemía como loca. Me puse junto a su cabeza, y apoye mi pija en sus labios. Ella con desesperación comenzó a chupar. Nuevos orgasmos estremecían su cuerpo, no dejaba de chupar, al contrario.
Así estuvimos un rato, hasta que me corrí de su lado, y me puse entre sus piernas. En un solo movimiento la penetre hasta el fondo. Y seguí jugando con el estimulador en su clítoris. Ella gritaba de placer y yo podía sentir en mi pija las contracciones de su concha en cada orgasmo. Era increíble como gozaba sin parar.
Sentir como gozaba, tenerla toda abierta para mí hicieron que me excite con todo y acabe en su concha, llenándola de leche.
Ella tuvo un orgasmo gigantesco, salí de su concha, le di un beso en los labios y puse mi pija en su boca para que la limpie.
—Ahora vengo, no te vayas. Dije sarcásticamente.
Fui a la cocina, tome una botella de agua, y me senté en el living a tomarla. La dejé sola, en silencio y en la oscuridad total.
Del congelador saque dos cubitos de hielo y fui nuevamente al cuarto. Metí dos dedos en su concha y estaba hirviendo.
—Está hirviendo, te va a hacer mal. Dije.
—Estoy súper caliente Tato.
—Bueno, bajemos un poco la temperatura. Dije le puse su tanga en la boca y metí los dos cubitos de hielo en su concha.
A pesar de la tanga, se escuchaba su grito. Dejé que se derritieran y para ayudar, puse nuevamente a funcionar el estimulador. Tina se estremecía, trataba de mover sus caderas, gritaba sin poder hacerlo.
—Lo bueno de esto, es que yo también puedo divertirme. Dije.
Puse el estimulador sobre uno de sus pechos, mientras yo chupaba el pezón del otro y mis dedos jugaban con su clítoris. Saque el plug anal, y metí dos dedos en su concha, y estimulaba su punto G. Con otros dos dedos, jugué con su ano y fui metiéndolos. Ella estaba super excitada nuevamente, su concha bañaba su orto, haciendo más fácil la dilatación.
—Listo. Dije y le saque la tanga de la boca.
—No, por favor, no pares estoy muy caliente, muy loca.
—¿Seguro? ¿Vos estas segura de querer seguir?
—Si, te pido por favor.
Me corrí y fui a buscar la maquina con el pene mecánico. Lo acerque lentamente y la penetro solo un poco en su concha para que cuando se empiece a mover la penetre casi totalmente. A pesar de la tanga pude escuchar su gemido. Tome el estimulador y lo puse sobre su clítoris, y lo fije con cinta adhesiva. Lo prendí al mismo tiempo que la máquina.
Me puse al lado de Tina y le corrí el tapa ojos. Tenía los ojos desorbitados. Le quité el trapo de la boca y me gritó:
—Hijo de puta, me vas a matar.
Se lo puse nuevamente y tomando la fusta, le di varios golpes en los pezones mientras le decía.
—Te dije que nada de insultos, última advertencia. Se acaba todo. Y le puse el tapa ojos nuevamente.
Ella asintió con la cabeza, di varios golpes más y me senté a mirar como gozaba. Fueron varios minutos y mi pija ya estaba parada nuevamente. A pesar de tener ocupada la boca con la tanga se escuchaban sus gritos y gemidos de placer.
Me puse a su lado y le quite la tanga. Giré su cabeza y comencé a cogerle la boca con todo. Aumentaba la velocidad de la máquina que la penetraba y ella gozaba sin parar. Estuve un rato cogiendo su boca, y detuve la máquina y el estimulador.
La solté, para acostarla boca abajo. La ate con fuerza a la camilla con las piernas bien separadas. Cambie el pene plástico de la máquina por otro más grande y nuevamente la puse en funcionamiento.
Fui a su boca y tomándola de los cabellos la penetre.
—Parece que te gusta sentir dos pijas.
—No, pijas una sola, la tuya amor. Me dijo.
La hice chupar un rato más, y parándome detrás de ella, con el embolo de la maquina entre mis piernas, escupí su culo y apoye mi pija.
—Tato, por favor, no…
—Vos quisiste jugar… juguemos.
—Despacio por favor.
La fui metiendo despacio, mientras la maquina le taladraba la concha. Ella gemía de placer. Cuando la tuvo toda adentro, fui moviéndome de menor a mayor velocidad. En un momento que el pene plástico estaba bien adentro, detuve la máquina.
Nunca le había hecho la cola, algo que deseaba mucho. Estuve una buena cantidad de minutos bombeando, Tina, ahora acostumbrada gemía y pedía que le dé con todo. Su culo era estrecho y ella descubrió que apretando su esfínter tenía mayor placer.
—Desgraciado, por fin de diste el gusto, que lastima que tarde tanto en descubrir que me gusta esto. Dijo.
—Pues ahora lo sabes, y pienso seguir usando este culo mucho.
—No doy más, lléname el culo de leche. Me dijo.
Y acatando su pedido, acabe en su culo, llenándolo de leche.
Saque la máquina, la desaté y en cuanto estuvo libre se puso de rodillas para chuparla y limpiarla.
Fue al baño y la esperaba en el living con dos vasos de whisky.
—Tato, sabes que me cae duro el whisky.
—Un poco después de jugar no te va a hacer mal.
—Es increíble como me haces gozar, y lo de la máquina cogiéndome, no me lo esperaba, y menos que me rompas el culo mientras la otra me daba en la concha. Fue tremendo. Y tu acabada, en mi culo, por favor, que placer.
Seguimos charlando un rato, me contó como sintió cada cosa que le hice, y el whisky empezó a hacer efecto en ella. Primero tocaba mi pierna y luego, directamente tocaba mi pija mientras tomaba sorbos de whisky.
—Ves, me puso loquita el whisky. Quiero…
—Tenés el collar puesto, lo que quieras… no me interesa…
—Pero Tato… por favor… Me dijo con cara de nenita.
—Yo quiero ver hasta dónde llegas ya que querés que te use.
—Decime y lo hago. Vos me das todo el placer. Decime.
En el piso aún estaba puesto el consolador que uso para chupar al comienzo.
—Quiero ver como te masturbas el culo con ese consolador.
Su cara se puso blanca. Lo miró y respiró hondo. Se puso de rodillas y comenzó a chuparlo. Lo lamía por completo, de arriba abajo. Fui a la cocina y traje aceite.
—Toma, ayúdate.
Ella lo tomo con una sonrisa, agradeciendo en silencio. Puso unas gotas en su mano, y lo cubrió totalmente, en total, tres veces. Luego hizo lo mismo con dos dedos en su culo. Se puso en posición de hacer pis, y fue bajando lentamente.
A medida que le entraba, aumentaba su respiración agitada. Se empezó a apretar las tetas, y los pezones con todo.
—Ves como te obedezco, soy tu sumisa, me encanta serlo, por favor, castígame por ser tan puta. Dijo y miro la fusta.
Me paré, tome la fusta y comencé a golpearla suavemente en los pechos. Ella aumentaba sus gemidos y sus movimientos.
—Tato, me está abriendo el orto por completo. Dijo muy caliente.
Le di fustazos en el culo y ella se tapaba la boca para no gritar de placer. Por suerte la sopapa del consolador era buena, porque ella se fue moviendo cada vez más rápido y con más fuerza.
—Mira esa pija que hermosa que esta, le gusta que sea tan puta, tan sumisa a ella. Dijo mordiéndose los labios.
Se la di para que chupe. Ella chupaba y me masturbaba como loca.
—Es el tercer polvo que me vas a echar desgraciado, que tremendo tipo que sos. Me enloquece que seas tan caliente. Por eso me encanta ser tu sumisa, porque sos único.
No paraba de moverse como loca, de masturbarme o chuparme.
—Mi amor, por favor, dejame que te monte. Quiero cogerte. Dijo.
Me acosté en el suelo y ella se salió del consolador para montarme, en la misma posición que sobre el consolador, como haciendo pis. Metió mi pija en su culo y bajo con todo dando un grito de dolor.
—Tremenda pija, tremendo tipo, mira como te monto amor, como me entierro tu pija en mi culo. Dijo.
Subía y bajaba sin parar, me miraba a los ojos midiendo mis reacciones. Yo las de ella.
—Tocate. Le dije.
Ella se mojó con saliva dos dedos y se empezó a frotar el clítoris. No tardó mucho en tener un orgasmo de esa forma. Yo cada vez estaba más caliente y cercano a acabar.
—Despacio. Le dije y bajo la velocidad.
Estuvo varios minutos montándome hasta que la hice levantarse.
La hice acostar boca abajo, puse sus manos en su espalda y le dije:
—Así te voy a acabar, dándote con todo.
Enterré mi pija de un golpe y ella gritó aunque su culo estaba dilatado. Me puse loco y bombeaba con todo, la puse de costado y levante una pierna. Fueron varios bombazos hasta que otra vez llené su culo de leche. Me tire a su lado y ella me limpio por completo la pija.
Pasaron unos minutos y nos fuimos a dormir. Ella con su collar puesto.
Al despertar, note que no estaba en la cama. La encontré en la cocina. Había limpiado y sacado todo del living.
—Hola amor, te estoy preparando el desayuno.
—Amor, buen día.
—Quiero decirte que soy la mujer más feliz por tener al hombre que tengo. Sos un capo. Me das un placer impresionante y sé muy bien que si te descontrolas, podes llegar a lastimarme o provocarme mucho dolor, pero no. Te adoro. Y me encanto el final anoche. Sentirme tu puta, tu sumisa total. Gracias Tato.
—La cosa es así, Romi. Tina se calentó mirando algunos videos de sumisión y me pidió que juguemos esos juegos. Ya van dos veces, y esta enloquecida. Compre varias cosas y ella cada vez más caliente. Le dije a Romina una amiga.
Romina fue compañera en la facultad y éramos amigos con derecho a roce y algo más. Era una chica hermosa, más linda que Tina. Era bisexual y nadie sabía lo nuestro en esa época. Después de la facultad, ya trabajando los dos, nos encontramos varias veces. Una de esas veces me comento que practicaba BDSM con una amiga y que ella era la domina.
—Si entro bien a esos juegos, prepárate, vas a tener a la puta más puta del mundo. Me dijo.
—Te aseguro que ya lo es. El tema es que a ella no le interesa hacer un trio con otra mujer y yo…
—Vos te querés comer dos caramelos juntos. Te conozco Tato. Y te da el cuero perfectamente. Por experiencia lo digo.
—Gracias. Sigo. Mi idea es, si tenés ganas claro, que en la próxima sesión que tengamos estés vos. Ella mientras tenga el collar, no puede negarse a nada. Vos estarías en nuestro cuarto de juegos cuando lleguemos a casa, yo le pongo la venda y la ato a un lugar donde va colgar de las muñecas. Ahí entras vos, junto conmigo a hacerle cositas.
—Sos un hijo de puta…
—Lo mismo me dice ella.
—Acepto con dos condiciones: una que me dejes llevar a mi perrita, y dos, quiero que nos cojas a las tres. Ah, a mi perrita le podes hacer lo que quieras…
—Querés jugar duro hija de puta.
—Sabes que siempre juego duro. Más estando tu pija de por medio.
—Contra oferta, acepto las dos condiciones, pero desde el viernes a la noche hasta el domingo a la mañana. Maratón.
—Nuevamente, sos un hijo de puta. Querés rememorar esos fines de semana en la facultad. Claro que acepto.
Seguimos charlando un rato, le conté lo que teníamos para jugar en casa, ella tomó nota y me comentó que iba a llevar algunas cosas. Quedamos en encontrarnos el viernes a la tarde en casa, así ya se quedaban.
Cuando abrí la puerta estaba Romina, con su metro setenta de altura, flaca y de muy buen cuerpo, una sonrisa espectacular y al lado, una chica de apenas 1,55 m también flaca y de buen cuerpo. Ah, un collar de sumisa y una correa colgando.
Entraron, nos saludamos con un pico con Romi y ella dijo:
—Perrita, este es el amo Tato.
—Amo Tato, soy Tete. Lo que mande obedezco.
—Bien. Dije
—Sacate la ropa mientras hablo con el amo.
Ella venía con una bolsa bastante voluminosa y fuimos a nuestro cuarto de juegos.
—Amo, que lindo que lo tenés montado. Para mi gusto faltan un par de cosas, pero yo las traje para mi perrita. Dijo y yo la mire extrañado por lo de Amo.
Si, hoy y cada vez que nos juntemos, vas a ser mi amo también.
—Va a ser un placer.
Ella fue a su bolsa, saco un collar de sumisa con una correa y se lo puso.
—Llamala a Tete y desnúdate.
Ella la llamó y Tete entro al cuarto de juegos completamente desnuda. Romina se quedó desnuda junto a Tete. Apreté los pechos de ambas, y luego metí un dedo en sus conchas. Ya estaban húmedas.
—Romi, prepara todo. Y tienen prohibido hacer algo hasta que empecemos. Dije y ellas dijeron: “Sí amo”
A las 20 h nos encontramos con Tina en un bar al que nunca habíamos ido.
—Hola mi amor. Dijo Tina cuando se acercó a mí que estaba en la barra.
—Amor. ¿Cómo estás?
—Y… es viernes… caliente. Dijo mordiéndose el labio inferior.
Cuando vino el barman a ver que tomábamos, no le pregunté y pedí dos whiskys.
—Tato… ¿whisky, acá y a esta hora para mí?
—Si… y toma, si querés lo pongo yo, pero… Dije y le di el bullet.
—Gracias, prefiero ponérmelo yo sola en el baño. Dijo y fue a ponérselo.
—Listo. Te das cuenta lo emputecida que estoy, que ni protesto cuando me das esa… dejame terminar una frase por lo menos. Dijo mientras yo lo activaba.
—Hoy va a ser algo especial, distinto. Pesado, muy pesado.
—Te escucho y me caliento más de lo que estoy.
Nos sirvieron el whisky y charlábamos de trabajo cuando prendí suave el bullet. Tina tomo mi mano y la apretó con todo.
—Tato, me estas cocinando la cabeza con eso, el whisky…
—Toma, le dije y le di su collar de sumisa.
Lo tomó y se lo quedó mirando unos segundos. Me miró a los ojos, sonrió y se lo puso. La tome de la nuca y le di un tremendo beso. Ella gimió con todo. Terminamos el whisky y fuimos a buscar mi auto a la cochera.
El auto estaba en el tercer piso, bajamos del ascensor y no se veía a nadie.
—Sacate la tanga. Le dije.
Ella se detuvo, subió un poco la falda y se sacó la tanga. La puso en mi mano y estaba empapada. Llegamos al auto y le abrí la puerta.
—Subite la falda hasta la cintura. Le dije y ella se la subió parada al lado del auto.
Hice que me chupe dos dedos, baje mi mano hacia su culo y metí los dedos en el culo, al tiempo que activaba el bullet con todo.
Tina apoyo la cabeza contra el techo del auto y separo las piernas para que mis dedos entren hasta el fondo.
—No puedo ser tan puta, por favor. Dijo antes de morder su brazo para ahogar un grito de placer.
La masturbe por el culo un par de minutos y le dije que suba al auto, así como estaba su pollera.
—No doy más Tato, necesito tener un orgasmo. Me dijo.
Llegamos a un semáforo en rojo, y lleve mi mano a su clítoris. Jugué con él el tiempo que duró el semáforo.
—Justo tenía que ponerse en verde, maldito. Dijo Tina.
—¿Cuál es tu límite Tina?
—Tato, después de dos sesiones como las que tuvimos, no tengo límites, sé que no me vas a lastimar.
—¿Con otro hombre? Un trio digo.
—Si vos lo querés…
—No, no quiero.
—Gracias.
—¿Con otra mujer?
—Me da celos, miedos, si, lo haría porque sé que vos lo querés.
—¿Cómo sumisa o en cualquier momento?
—En cualquiera de las dos situaciones Tato. Por vos, lo haría.
Llegamos a casa, y en el living ha hice desnudar, le puse el tapa ojos y fuimos al cuarto, donde nos esperaban Romina y Tete.
Até las manos y las piernas extendidas y separadas a un marco especial. Ella quedó apoyada en sus pies, pero totalmente estirada. Tome la fusta y le guiñe un ojo a Romina. Comencé a recorrer su cuerpo, y a darle pequeños golpes. Tina gemía despacio, disfrutando los golpes que le daba.
Tome el vibrador y se lo puse en el clítoris y lo active, ella gemía con todo. Romina, cuidando de no hacer ruido, puso a Tete en la camilla, la ató y le puso el consolador de la maquina en la concha. No lo prendió. Yo comencé a chupar las tetas de Tina, que gemía sin parar y Romina activaba la máquina para que coja a Tete, que de inmediato empezó a gemir.
—¿Qué es eso? Preguntó Tina.
Nadie le respondió. Yo seguí chupando sus tetas y enloqueciéndola con el vibrador. Tete gemía sin parar. Tina movía la cabeza tratando de escuchar de donde venía. Así la tuvimos unos diez minutos. Romina soltó a Tete, y las dos vinieron junto a mí.
A mi seña, Romina empezó a chupar una teta de Tati, mientras yo chupaba la otra.
—¿Quién es? ¿Tato, que pasa?
Romina hizo que Tete se empiece a chupar la concha a Tina, que gemía sin parar.
—¿Tato, quien esta Aggg?
—Para vos putita, quiero verte loquita. Dije.
Me separe un poco y Romina con Tete se hacían un festín chupando la concha y las tetas de Tina, que no paraba de gozar.
Mientras ellas la “entretenían” me saque la ropa. Mi pija estaba al máximo. Le hice una seña a Romi que puso a Tete boca arriba en la camilla, acerco el consolador de la maquina al orto de Teté y lo introdujo un poco. Se puso sobre la cabeza de la chica para que esta le chupe la concha, cosa que hizo de inmediato. Prendió la máquina y el consolador entro sin piedad en el culo de Tete que dio un grito.
Por toda respuesta, Romina le pegó en las tetas con todo con un látigo de cuero. Tete se quejó de dolor y siguió chupando.
Tina estaba gritando de placer, por mis besos en sus pechos, el vibrador, lo que escuchaba y unos chirlos que le daba.
Pasaron varios minutos y Romina, luego de un orgasmo, se puso un arnés con un consolador mediano. Le sacamos el consolador a Teté, y su lugar lo ocupó mi pija.
—Gracias Amo. Dijo Tete cuando la penetré.
Romina se puso frente a Tina, y le dio un beso terrible. Primero Tina, la rechazo, pero después la acepto y lo devolvió. Romina le metió los dedos en la concha y Tina dio un grito de placer.
—Putita, si te portas bien, vamos a pasar un gran fin de semana con el amo Tato. Si te haces la loquita… lo lamento por vos. Le dijo.
—Prometo portarme bien. Dijo Tina.
—Veremos. Dijo Romina y le saco el tapa ojos.
Mira como le está rompiendo el culo a Tete, es un hijo de puta el amo. Por suerte me deja divertirme un rato con vos. Le dijo y comenzó a comerle la concha.
Tina la miraba extasiada como Romina le chupaba la concha y le metía dedos en la concha sin parar. Temblaba y me miraba. Cuando lo hacía, apretaba los dientes de celos, pero no decía nada.
—Amo Tato, ¿Puedo cogerme a esta nenita?
—Si, por supuesto. Dije y Tina me miro con cara de sorpresa.
Soltamos a Teté, y luego a Tina. Agarrándola Romina y yo de los brazos, impidiendo una huida que no iba a intentar, llevamos a Tina a la camilla, la pusimos boca arriba y colocamos sus piernas en los soportes. Esposamos sus muñecas, atamos su torso y Romina puso a Tete a chuparle la concha.
Tina gemía otra vez sin parar.
—Mira como gemís. Pensar que “ni loca con otra mina” dijiste alguna vez. Dije.
—Maldito.
Tome la fusta y le di dos golpes fuertes en los pechos. Tina apretó los labios y gimió con todo.
—Levántale un poco la cabeza, quiero que vea. Dijo Romina. Busque una almohada y la puse bajo su cabeza.
—Ahora sí. Mira nenita, mira como te cojo. Dijo Romina mientras le enterraba el consolador del arnés lentamente en la concha.
Tina empezó a gemir con todo, Tete se tiró de cabeza a chuparle las tetas y morderle los pezones. Más loca la puso. Como podía, movía la cadera para que el consolador entre lo más posible. Tete sin dejar de morderle los pezones, llevo su mano al clítoris de Tina, y lo fue estimulando.
—Tremenda putita la nena, mira que manera de gozar. Dijo Romina.
—Soy muy puta, muy puta. Dijo Tina.
Me puse a su lado, y le di a chupar mi pija. Se prendió con todo. Romina no paraba de taladrarla y Tete de masturbarle el clítoris y chupar sus tetas. Estuvimos un rato así. Romina vio mi cara. Y dijo:
—Amo, por lo visto tengo otra perrita. ¿Puedo demostrárselo?
—Adelante.
Romina la soltó a Tina, y le ordenó:
—Perrita Tina, ponete en cuatro patas.
Tina se mordió el labio inferior y se puso en el suelo en cuatro patas. Romina se puso atrás, y tomándola de la cintura, le enterró el consolador en la concha.
—Movete perrita, mostrale al amo cuan perrita sos.
Tina se empezó a mover con todo, adelante y atrás, metiéndose por completo el consolador en la concha. Gozaba como loca. Estuvieron un par de minutos y decidí que era suficiente.
—Tina boca arriba, Romina arriba de ella, cógela. Dije y las dos lo hicieron de inmediato.
Me puse detrás de Romina y le hice separar las piernas. Escupí su orto, y le metí dos dedos.
—Bancate la que viene nena. Dijo Romina y la beso con todo a Tina, que la abrazo clavándole las uñas en la espalda.
La penetre a Romina por el culo y ella gemía de placer.
—Nenita, el amo me está rompiendo el culo tan rico como en la facultad. Aunque vos y él no me crean, es al único que lo dejo.
Escuche eso, y la metí hasta el fondo.
—Movete Romi. Cogida doble. Dije.
Ella se movía para atrás y se enterraba mi pija, para adelante y le enterraba el consolador a Tina, que me miraba enloquecida. Tete había agarrado un consolador y se lo deba por el culo sin parar.
—No podes hacerme el culo tan rico, sos un desgraciado amo Tato. Dijo Romina.
Di varios bombazos más, Romina tuvo un buen orgasmo anal y decidí que era tiempo de darle atención a Tina. Me levante y las hice girar. Tina quedo sobre Romina y de inmediato la empezó a cabalgar. Le apretaba las tetas y se inclinaba para besarlas.
—Podes elegir donde querés que te acabe. Le dije a Tina.
—En la boca, cogeme la boca.
Me puse a su lado, y le cogía la boca mientras ella galopaba a Romina.
Mi visión era espectacular, Romina cogiendo a Tina, ésta galopando a Romina sin parar y Tete, con un consolador en el culo.
Acabe en la boca de Tina, que antes de tragar le dio un tremendo beso a Romina y compartieron mi leche.
Entre las dos limpiaron mi pija y siguieron besándose.
Fueron al baño y yo las espere con cerveza en el living.
—Hola, soy Romina. Le dijo a Tina.
Ella es mi perrita, Tete.
—Hola, soy Tina, y por lo visto también tu perrita.
—No te equivoques nena, sos la perra de Tato. El me deja divertirme solamente. Y sí que lo hice.
—¿Y Tina? pregunté
—Me volvieron loca, totalmente. Y Romina, me pusiste a mil, nunca espere que aparezca una mujer. Dijo.
—¿Pedimos unas pizzas? Pregunte.
Todas dijeron que sí. Las pedí y en una hora las traían.
—Tina, Mi acuerdo con Romina es hasta el domingo a la mañana. ¿Querés irte ahora? Le pregunte con una sonrisa en el rostro.
—Ni loco te dejo con esta hembra y su perrita solo. Y no me saque el collar. Dijo.
—Es cierto. Entonces chupale la concha a Romina. Tete, vos a las tetas.
—Eh…
Romina abrió las piernas y Tina se puso de rodillas en el suelo a chuparle la concha.
—Romina ¿de que tenés ganas?
—Que me hagas mierda.
—¿Tina?
—Quiero ver como haces mierda a Romina, yo hacer mierda a Tete, las dos solas y que me hagas mierda.
—Viciosa. ¿Vos Teté?
—Que hagan de mí lo que quieran. Dijo.
Romina tuvo a las dos dándole placer un rato largo, se ducharon y cenamos. Luego de cenar, tomamos un whisky, pero antes, Romina le puso un bullet a Tete en la concha y yo a Tina. Los activamos despacio y las dos se miraban calientes. Aumentamos un poco la intensidad y Tete se empezó a tocar.
—¿Quién te autorizo a tocarte perrita? Le preguntó Romina
—Nadie ama. Contesto.
—Tina, busca el látigo en el cuarto y castigo su error.
Tina fue al cuarto y busco el látigo con puntas de cuero. La hizo poner de rodillas y dio dos suaves azotes en la espalda de Tete. Se detuvo y la miró a Romina. Esta se levantó, fue al cuarto y volvió con un látigo igual.
Se puso detrás de Tina y le dio un buen azote en el culo que la hizo gritar.
—Eso es un azote. Dijo Romina.
Tina la miró y le dio dos azotes igual o un poco más fuerte a Tete que sin llegar a gritar se quejaba. Tina volvió a mirar a Romina que sonrió.
—Es toda tuya Tina. Dijo Romina.
Tina la escucho y sonrió. Le dio dos latigazos más en el culo y otros dos en los pechos. Le puso la correa he hizo que la siga en cuatro patas al cuarto. Nosotros fuimos con ellas. La puso en la camilla, y busco el arnés, se lo puso y pudo un dildo mediano. Se puso entre las piernas de Tete, y se lo metió de golpe.
Espero unos segundos y fue metiendo y sacando el dildo sin parar. Tete gemía y la cara de Tina denotaba satisfacción por lo que hacía. Sin dejar de moverse, le empezó a pellizcar los pezones, haciendo que la chica grite de dolos. Lo mismo hizo con el clítoris. Así estuvo por varios minutos.
Saco el dildo de la concha y se lo metió en el culo.
—Así amita, úseme sin piedad. Dijo Tete.
La cara de Tina era increíble, no paraba de castigarla con sus manos, pegándole en todo el cuerpo. Tete gemía loca de placer, ante la penetración y los golpes. Tina tuvo un orgasmo rompiéndole el culo y se salió.
Buscó la máquina, y en el bolso de Romina, un consolador gigante. Lo puso en la máquina y lo coloco en el culo de Tete, que grito de dolor. Lo prendió y Tete gemía y se estremecía en cada entrada del dildo.
Tina miraba tocándose la concha, hasta que se subió a la camilla y se sentó en la cara de Tete.
—Chupame bien la concha perrita. Le dijo y le pellizco los pezones.
Tete la chupaba como loca, metía la lengua todo lo que podía en la concha de Tina que gritaba de placer. Ella misma se pellizcaba los pezones. No fueron más de cinco minutos, que tuvo un orgasmo y le refregó la concha por la cara a Tete.
Se quedó quieta, Romina tomo una fusta, me tomo de la mano y nos acercamos.
—Meale la cara. Dijo Romina.
—¿Qué? No. Dijo Tina.
El golpe de la fusta en el culo de Tina fue fuerte.
—Te di una orden. Dijo Romina.
—Es un asco. Dijo Tina.
Fueron dos los golpes y Tina grito de dolor.
—La próxima negativa van a ser diez. Dijo Romina.
Tina la miro con espanto y levantándose un poco, le orino un poco en la cara. Lo que no esperaba era que Tete abra la boca y trate de juntar todo el orín, se lo mostrara y lo trague.
—Hija de puta. Dijo Tina. Lo disfruta.
Y le soltó otro chorro sobre la cara, el pecho y la boca.
—Tu turno Tina. Chupale las tetas y besala a Tete. Dijo mostrándole la fusta.
Tina comenzó a besar y chupar las tetas de Tete, bañadas en su propio orín. Nos miraba y empezaba a disfrutar ser sumisa nuevamente.
Levantamos a Teté, y colocamos a Tina boca abajo en la camilla. Romina puso a Tete a chuparle el culo y ella y yo nos pusimos delante de Tina. Romina se puso de rodillas y me pasaba la lengua por las pelotas y la pija, mientras la miraba a Tina, mostrándole todo lo que gozaba lo que me hacía. Fue chupándome cada vez más fuerte. Se puso mi pija entre las tetas y me masturbaba de esa forma.
Tina gemía por la lengua de Teté.
—Quiero que sufra. Dijo Romina, y puso a Tina boca arriba, la ato bien fuerte y le puso la maquina con un consolador mediano en el culo y la puso a un cuarto de velocidad.
Tina gemía como loca. Romina se acostó sobre ella haciendo un 69 y le ordenó le chupe la concha. Lo empezó a hacer, y Romina gemía de placer. Ella no la tocaba a Tina, solo la miraba.
—Quiero seguir chupando me dijo Romina.
Me acerque y nuevamente chupaba como loca. Levante la vista y vi a Tete que en un rincón estaba sentada sobre el consolador pegado al suelo y lo cabalgaba.
Romina chupo un rato y me guiño un ojo.
Fui detrás de ella, y mire como Tina desesperada le chupaba la concha entre gemidos. Apoye mi pija en el culo de Romina y se la metí hasta el fondo, dio un gritito y de inmediato dijo:
—Perrita, no sabes que lindo se siente la pija de Tato en mi culo, siempre fue un genio en la cama, pero con el culo, inigualable. Y vos con un pedazo de plástico, pena das.
Tina la escucho y se puso loca, le chupaba con todo la concha mientras veía como yo entraba y salía como loco con mi pija. Romina le siguió diciendo cosas, haciendo que la cara de Tina se transforme por completo.
Yo estaba a mil por hora. Acabe bien dentro del culo de Romina, saque mi pija y se la lleve para que la chupe. Del culo de Romina caían algunas gotas de semen solamente al estar acostada sobre Tina.
Romina me la chupo bien, y tomándola con la mano me masturbaba mientras se sentaba en la cara de Tina, ahora si caía el semen sobre Tina, que lo chupaba y tragaba.
Mi pija seguía dura. Romina me miro a los ojos y sonrió con maldad. Se levantó y puso el consolador gigante en la máquina y lo metió en el culo de Tina, que solo gimió. La prendió y nuevamente hizo un 69, volviendo a chuparme.
—Que tremendo tipo, no se te baja desgraciado. Gracias por hacerme sentir tan mujer. Ves putita lo que una buena sumisa logra, que su macho tenga ganas de un segundo polvo al hilo. Dijo Romina.
—Tete, ponete el arnés y cogeme el culo. Ordeno Romina y de inmediato Tete lo hizo.
Yo cogía la boca de Romina, Tete su culo, Tina chupaba su concha sin parar y la maquina la sodomizaba a Tina. Un espectáculo increíble. Luego de unos minutos, metí mi pija en la concha de Tina que aulló como una loba de placer.
Romina no paraba de hablar y hablar. Me alentaba a “romperle” la concha en dos, a gozar de ellas, y otras cosas.
Yo no daba más, saque la pija de la concha de Tina y Romina la agarro para masturbarme.
—Pendeja, ahora Tato me va a coger la boca y vos vas a escuchar y ver como gozo. Dijo Romina.
Me masturbo un poco más, tome su cabeza y la cogí con todas mis fuerzas hasta acabar en su boca. Romina me limpiaba y sonreía satisfecha.
Tete se corrió, Romina se levantó y la miro a Tete. Tina seguía en la camilla atada y sodomizada por la máquina.
—Tete, si querés, podes jugar un poco con ella. Dijo Romina y nos fuimos al living.
Nos sentamos:
—Sos tremendo macho, te adoro. Espero que esa pendeja te valore, porque le rompo la cara. Me dijo seria.
Tomamos un whisky mientras escuchábamos los gemidos de Tina desde el cuarto y como pedía a Tete que se detenga.
Luego del whisky volvimos al cuarto, y Tete estaba dándole con un consolador en la concha a Tina, mientras le chupaba el clítoris y pellizcaba los pezones. Tina tuvo un orgasmo y quedo casi desvanecida. Quitamos a Tete, soltamos a Tina y los cuatro fuimos a mi dormitorio. Con Romina pusimos un colchón en el suelo porque los cuatro no íbamos a entrar en la cama.
—Sáquense los collares. Ordené, y las tres lo hicieron
—Dios, me hicieron mierda en serio. Dijo Tina.
—Vos quisiste jugar rudo. Y eso es suave. Te llego a agarrar sola… Dijo Romina.
—Tato, vi como la mirabas, le dabas placer y ella te daba placer. ¿Seguís siendo mi novio?
—Claro que sí. Dije.
—Nena, Nunca fui novia de Tato, porque Tato no quiso. Pero tenemos un sexo increíble, siempre lo tuvimos. Se lo dije a él, y te lo digo a vos en la cara: Vos lo boludeas y te rompo la cara a trompadas.
Y si no podes entender que seamos íntimos amigos, que si lo necesito llamar a las dos de la mañana, él me va a atender, que nos encontremos a charlar solos en un bar, y no confías en nosotros cuando digamos que no nos acostamos, mejor que te trates, porque te vas a volver loca de celos.
O, podes ser inteligente, y tratar que seamos amigas. No te digo compartirlo, te digo ser amigas.
—Yo sabía de la historia de Uds. y por eso no quería hacer un trio con una chica, porque sabía que te iba a elegir a vos. Sos mucho más linda que yo, más desenvuelta, más sexual. Con vos pierdo siempre. Dijo Tina apenada.
—Pendeja, este tipo por algo te acaba de contestar que sigue siendo tu novio. No pelotudees con complejos de inferioridad boluda.
—¿Podemos encontrarnos los tres, fuera de los viernes?
—¿Qué buscas ahora? Pregunté
—Buscar nada… Sí, me gustaría estar los tres en una cama, haciéndolo de una manera “tradicional”. Dijo Tina.
Con Romina la miramos sin entender mucho.
—Me gusta Romina, me da confianza, y…
—Tato… Dijo Romina.
—No tengo problemas. Dije.
—Pero me tienen que prometer que un viernes van a venir a mi quinta, y voy a organizar una “fiestita”. Dijo Romina.
—Por supuesto dijo Tina.
—Escuchaste. Dije.
Romina se levantó busco dos collares y se puso uno y otro a Tina.
—Pendeja, vamos a hacer gozar a nuestro hombre.
Y las dos se pusieron a chuparme la pija, lamerla, besarla, besarse entre ellas chupando. Lo hicieron hasta hacerme acabar en sus bocas.
Nos dormimos. El sábado otra sería la historia.
Cuando desperté el sábado a la mañana, Romina dormía con su cabeza en mi pecho, y abrazándome, mire a mi derecha y Tina no estaba en la cama.
—Hola. Escuche, casi como un susurro la voz de Tina que estaba en la puerta del dormitorio mirándome.
Me moví un poco y Romina se despertó. Me dio un pico, y me levante a saludar de igual forma a Tina. Me abrazo por el cuello y me dio un pico.
—Me voy a dar una ducha. Dije.
—Tato, escuchame un segundo. Voy a llevar a Tete, cambiarme y vengo. Dijo Romina.
—Ok no hay problema.
Mientras entraba al baño vi como le daba un beso a Tina, acariciándole la cara. Termine mi ducha, me puse un jogging y fui a la cocina.
—¿Café recién hecho? Me preguntó Tina.
—Por favor.
—Romina está enamorada de vos.
—No lo sé, nunca me dijo nada. Dije.
—Lo sé, se le nota en la mirada, los gestos.
—Agustina, escuchame. Ayer hablamos del tema. Vos quisiste empezar con estos juegos, yo no tuve problemas. No son la forma que más me gusta de tener sexo. Lo sabes. A vos, en cambio, parece que te gusta mucho. Te he visto gozar como nunca antes. Conmigo, con Romina, con Tete. En este punto yo me debería estar planteando si realmente te interesa estar conmigo o gozar de esa forma. Y no estar respondiendo si Romina esto o lo otro.
—No Tato, no. Por favor, no es como vos lo ves. Lo que me vuelve loca es que vos sos el que manda, el que me somete, el que me domina. O tus perras. Y con Romina me pasa que sabiendo la historia de Uds. es como que ella también tiene derecho a dominarme, porque ella se entrega a vos. Y me gusta. Te amo, claro que te amo. Pero descubrí que me encanta ser sumisa, y no solo los viernes.
—Tina, no quiero una mujer sumisa a mi lado. No me gustan las mujeres que dependen de lo que el marido, pareja o que mierda sea, decida. Pensa bien. Porque si te pones en esa posición, y veo que algo que realmente no querés hacer pero porque yo digo lo haces, se termina todo.
—Tato…
Seguí tomando mi café y ella se sentó a tomar el suyo callada. Me senté en la computadora a ver los portales de noticias mientras ella arreglaba el cuarto y se duchaba. Habían pasado un par de minutos cuando llego Romina. Le serví un café:
—¿Qué pasa Tato? Me pregunto al verme serio.
—Una conversación con Tina. Como pensé que iba a pasar, se está yendo al carajo.
—¿Por mí?
—No, por ella. Ahora me sale con que le encanta ser sumisa todo el tiempo. No me va eso. Quiero a una mujer a mi lado, no una perrita que le digo que se siente y se sienta.
—Que boluda. Es muy jodido no caer en esa cuando entras en estos juegos. He visto caer a cada mina que no te imaginas. Que en la tele se la dan de feministas pero puertas adentro, son unas sumisas tremendas, de las que usan el collar todo el tiempo y andan en cuatro patas en la casa.
—Que locura, no lo entiendo, y no me gusta.
—Tato, ¿Por qué nunca fuimos pareja en serio?
—Mmmm. No conteste.
—Contéstame guacho.
—Eras tan feliz siendo libre, que no era justo que te enjaulen. Y yo no estaba dispuesto a “soportar” tu libertad.
—Nunca me lo dijiste. Yo podría…
—No hubieses sido vos, Romi.
Escuchamos ruidos y Romina beso la yema de su dedo índice izquierdo y lo apoyo en mi boca. Cambie de tema y le pregunte sobre una obra que estaba construyendo. Cuando me contestaba entro Tina.
—Que tienen planeado para hoy.
—Nada, y seguro me van a putear, pero, les pido a las dos que se vayan de casa. Quiero estar solo.
—Pero Tato, no era lo que planeamos, te enojaste por lo que hablamos, yo…
—Agustina, simplemente quiero estar solo.
—Tato, amigo, me voy. Sabes dónde encontrarme, y sabes mi celular. Dijo Romina poniéndose de pie.
—Dale. Dije.
—Tato, deja que me quede, no voy a hablar, pero deja que me quede con vos. No me gusta que te quedes así.
—Tina, por favor.
—Bueno… Dijo y me dio un beso y se fue.
No almorcé y a la tarde, fui a trotar a un parque. Una rutina que repito cuando tengo que pensar. Estaba terminando mi tercer y última vuelta cuando vi a Romina sentada en una banca.
—Hola amigo. Me dijo.
—Hola amiga. ¿Por qué no me extraña verte?
—Quizás porque no te molesta estar con tu amiga, o porque en tu casa solo querías que se vaya Tina y me lo dijiste con tus ojos.
—Romi, en serio que no tengo ganas de hacer nada.
—Lo sé. Yo tampoco. Quiero estar como tu amiga.
Subimos a su auto y fuimos a mi casa.
—Tato, date una ducha y charlamos.
Lo hice, y cuando volví a mi cuarto a cambiarme desnudo, ella estaba sentada con el mate en la cama.
—Sentate, tomemos unos buenos mates como en la vieja época.
—En esa época, vos estabas en bolas.
—Porque nos habíamos tirado tremendo polvo. No es el caso hoy.
Escuchame. ¿La amas?
—Que pregunta para hacer hoy. Hasta anoche, sí. Anoche algo cambió.
—¿Qué?
—Vi que gozaba cosas que no me gustan, gozaba con el dolor. Y en varios momentos, ni sabía si yo estaba o no. No me gusto que chupe su propio orín. Te lo dije, no me gustan las mujeres sumisas. ¿Te diste cuenta que en ningún momento vos fuiste tan sumisa como ella? Y hoy me dijo que se sentía sumisa tuya porque vos tenés una historia conmigo. No me gusta eso.
—Te entiendo. No puede diferenciar el placer de la vida real. ¿Querés que hable con ella?
—No. Quiero que reaccione. Si sigue en esa línea…
—Entiendo.
—¿Vos?
—Yo… vivo Tato.
—Tenés 30 años.
—Si, como vos. No es día para hablar de edades.
Tato, dale una oportunidad, no la cortes en seco. Vos sos muy tajante. Y sé que por eso quisiste que se vaya. Porque estás pensando en cortarla.
—Me conoces bastante. Si.
—Hagamos una cosa. El viernes organizo una fiestita en casa. Vengan. Y ves como se mueve. Ahí, decidís.
—Si llego al viernes. Te aviso el jueves.
—Dale.
Romina se fue dándome un pico. Estuve lo que restaba del fin de semana solo. Tina me llamo el domingo diciéndome lo apenada que estaba por haber dicho esas cosas. La escuche, y aunque después decía que se arrepentía, yo sabía bien que no era así.
Yo esa semana estuve con mucho trabajo y llegaba a casa a cualquier hora. No nos vimos más que el jueves para almorzar, y charlamos de mi trabajo. Quedamos en ir a lo de Romina el viernes y se le llenaron de brillos los ojos. A la noche le avise a Romina.
—Bien, escuchame, vengan tipo 10 de la noche. Dijo Romina y me paso la dirección de la quinta.
Cuando pasé a buscar a Tina, estaba con su collar puesto. Llegamos a la quinta y le avise a Romina que abra. Entramos, estacionamos y cuando entramos a la casa, sorpresa.
Había unas 15 personas, hombres, mujeres y dos travestis. Algunos desnudos, otros por la mitad y otros, vestidos. Los hombres, contándome éramos 6. En una mesa tres mujeres tenían sujeta a una chica mientras otra le chupaba la concha, en otra, dos hombres y dos mujeres sujetaban a una chica, mientras un travesti la penetraba por la concha. Otro grupo, tenía atada en una X gigante de madera a una chica y la azotaban con un látigo de cuero, dejándole las marcas en la piel.
Romina le puso una correa a Tina, y la hizo desvestir. La llevo hasta la chica que estaba en la cruz y la puso a chuparle la concha. Ahí me percate que Romina estaba con un short y el busto al aire. Me tomo de la mano y me llevo a un sillón donde podía ver todo. Me quito los pantalones, el bóxer y se sentó a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro mientras me masturbaba suavemente.
Vi a Tete, que se acercaba a Tina y le daba un tremendo beso. Tina siguió chupando la concha de la chica, hasta que uno de los hombres se acercó y la tomo de la cabeza para que le chupe la pija. Tina se negó pero sonriendo. Otras de las chicas le dio un azote en la espalda y tomándola de la cabeza, hizo que le chupe la pija al tipo. Tina comenzó a chuparlo, acariciando sus pelotas, su pecho. Se acercó otro, y dejando al anterior, cambio de pija en su boca sin que nadie la obligue. Sonreía al hacerlo. El anterior la hizo parar, doblar la cintura para que siga chupando la pija y desde atrás se la metió con todo en la concha. Tina dejo de chupar, lo miró, tomo la mano de Tete e hizo que se apriete las tetas para seguir chupando la pija del hombre.
Unos minutos después el tipo acababa en su boca. Se salió y el otro seguía bombeando la concha. Una de las travestis se puso adelante y Tina no dudo en chuparle la pija que era realmente muy gruesa. Tete empezó a azotarla con una fusta. Tina chupaba y pedía más pija. Quien la cogía, acabo en la concha y la travesti se puso atrás de Tina. Dos tipos se acercaron y ella desesperada los masturbaba y chupaba.
Cuando la travesti la penetro por el culo, dio un grito terrible, nunca nada tan grande la había penetrado, y mucho menos hasta el fondo y por el culo. No hizo ningún intento por zafar, al contrario. Estuvieron un rato y quien le rompía el culo, acabo en su espalda. Los dos hombres en su cara.
Una de las chicas le dijo algo y la llevo tomada de la mano a una mesa. La ayudaron a acostarse y los dos hombres se pusieron al lado de su cabeza. Ella les chupaba la pija alternadamente mientras una chica le chupaba la concha y le ataba las piernas separadas. Otra de las chicas, comenzó a pegarle con una fusta en los pechos.
Tina gemía y gritaba de placer cuando cambiaba de pija en su boca. Tete se puso un arnés con un consolador tremendo y se lo enterró con furia en la concha mientras que le gritaba que era una puta. Tina grito de dolor pero enseguida de placer. Un tercer hombre se acercó y la corrió a Tete, la penetró a Tina que gritaba de placer.
—Es suficiente. Dije.
Me levante, me vestí y fui al lado de Tina. Tenía una pija en cada mano y otra en la concha, gemía a más no poder. No le dije nada y espere a que me mire. Cuando lo hizo le dije:
—Me voy, quedas en buenas manos parece. Disfruta.
—Tato, no espera… Dijo tratando de levantarse pero las chicas la sujetaron y uno de los tipos le puso la pija en la boca. Ella me miro, se puso a llorar. Llorando y siguió chupando.
—Romina me voy. Fue suficiente para mí.
—Tato…
Me fui de la quinta, llegue a mi departamento y me puse a ver Netflix y tomar un whisky.
No podía concentrarme en la tele, me volvían las imágenes de Tina, gozando a más no poder. Tome un segundo whisky y me fui a la cama.
Eran las 11 de la mañana cuando llamaron a la puerta. Era Tina. No la hice pasar.
—Hola. Dije secamente.
—Hola. ¿Puedo pasar?
—No Tina, no quedó nada entre nosotros. Lo que había, se evaporo anoche.
—Tato, sé que no me vas a creer, pero estoy arrepentida, no sé que me pasó, te pido me perdones y me des una oportunidad de demostrarte que lo de anoche fue un tremendo error de mi parte. Por favor te lo pido.
—Tina, no es momento de hablar ni de pedir perdón. Lo que paso, pasó. Y nadie me lo contó, estuve ahí. Te repito, no es momento de hablar. Chau.
—Por lo que más quieras Tato, no me odies. Te pido eso. Y si podes, que me perdones algún día.
—Chau Tina. Dije y cerré la puerta.
Entre y un par de minutos después, otra vez llamaron a la puerta. Era Romina.
—Hola.
—Hola Tato. ¿Tampoco me vas a invitar a pasar?
—¿También me espías?
—No Tato, pero cuando llegaba con el auto, ella estaba en la puerta hablando con vos. Seguí de largo.
—Pasa.
Nos sentamos en el living.
—Viendo tu cara, es una pelotudez que pregunte como estas.
—Muy perspicaz lo tuyo.
—Jugué sucio. Dijo.
—Lo sé.
Yo también aceptando ir. Dije.
—Entonces…
—Quise ver hasta dónde llegaba cada una. Lo de ella fue evidente, lo tuyo… digamos que me fui antes del final.
—El final fue poco después que te fuiste. Tina, sola, llorando desconsoladamente, tomo un taxi y se fue. Al resto, también. Veinte minutos después que te fuiste no quedo nadie. Mejor dicho, me quede sola en la quinta.
—Yo sé porque acepte ir. Vos ¿Por qué hiciste esa fiesta?
—Porque te amo, siempre te amé. En la charla del otro día, me di cuenta que por estúpida, por desenfrenada, perdí al hombre que amaba. Sinceramente, pensé que me ibas a soportar mi locura. Muy egocéntrica la mina. Pero me sorprendió cuando dijiste que preferiste que sea libre. Me duele la libertad que me diste, porque te perdí.
—Anoche…
—Anoche y desde hace un par de meses, no pasó nada. Ni me saque el short. Solo juego con Tete de vez en cuando. Y no sado, solo dos mujeres en la cama. Lo del viernes, fue una excepción a tu pedido y por estar con vos otra vez.
—¿Qué vas a hacer con tu vida, tenés 30 años Romina?
—Seguro no te va a gustar lo que voy a decir, pero es mi verdad. Quiero ver como termina esta charla. Saber si me abrís la puerta de tu corazón otra vez. No es sumisión, tranquilo, es…
—No soy de poner condiciones a una pareja, pero Romina, hay muchas cosas de tu vida, que no me gustan. Es la realidad, y no soy quien para decirte que por mí dejes de hacerlas si te gustan y te dan placer.
—Lo sé. Pero ninguna de esas cosas me da lo que me podes dar vos: amor, respeto, ternura, compañerismo, amistad. Lo dijiste, tengo 30 años. Y por el único que he sentido algo es por vos.
Basta Tato. Solo me queda pedirte perdón por haber sido tan estúpida aquella época, por haber jugado sucio con Tina. No tengo ganas de más joda. Tengo ganas de abrazos cálidos, besos tiernos y soñar.
—Sabes que estoy enojado. Y decepcionado. No me gusta tomar decisiones en este estado.
—Lo sé bien y te entiendo perfectamente. Pero quería que sepas lo que te dije.
—Ok. ¿Me ayudas con algo?
—Sí, claro.
Fuimos al cuarto de juegos y guardamos todas las cosas. Busque una amoladora y corte la camilla y el arco.
—¿Sabes de alguien que quiera recibir estos “juguetes”? Le pregunte.
—Tete.
—Llamala por favor y preguntale si puedo llevárselos ahora.
—Dice que sí. Está en la casa, yo sé donde queda. Dijo después de llamarla.
—Bien. ¿Me das la dirección por favor?
—Si pasamos por mi casa a buscar algo, te acompaño. Dijo.
Cargamos las cosas en el auto y fuimos a su casa. Entro a buscar algo y salió con una bolsa.
—Hola Tete, te dejo esta bolsa. Dije cuando abrió la puerta.
—Gracias Tato. Me vienen bárbaro.
—Hola, toma, acá te dejo esta también. Son, eran mis cosas.
—¿En serio Romina? Dijo Tete.
—Si, muy en serio. Chau. Buena vida.
—Para vos también.
Subimos al auto, y maneje sin rumbo pensando en las últimas 48 h, en el pasado, en el futuro. Romina miraba hacia adelante sin hablar. Después de un rato, vi que caían lágrimas de su rostro. La mire y me dijo:
—Tato, por favor, llévame a casa.
Conduje hasta su casa, me dio un beso en la mejilla y bajo del auto. Camino a la casa sin mirar atrás. Arranque y di la vuelta a la manzana. Me detuve en su puerta, baje y toque el timbre.
Abrió la puerta llorando.
—¿Puedo pasar?
—Si.
Entre, cerró la puerta y la abrace. Ella me abrazo y apoyo la cabeza en mi hombro. Nos quedamos así varios minutos, sin hablar.
—¿Qué significa esto Tato?
—Varias cosas, que no me gusta que una amiga llore, que tengo ganas de abrazarte en silencio, que espero que aceptes este abrazo también en silencio y sin hacer preguntas.
—Sos…
Nos quedamos sentados en el sillón, ella apoyada en mi pecho y yo abrazándola. Así nos quedamos por un par de horas.
—¿Estás mejor? Le pregunté.
—Mejor que abrazada a vos y por vos, con mi cabeza en tu pecho, imposible estar.
—Chanta.
—Pero sincera. Pensaba que nunca estuvimos así. Por lo menos yo, con este sentimiento a flor de piel.
—Que romántica que estas, te desconozco. Dije riendo.
—Basura. Trato de ser una mina normal y me forreas. Si fuese por mí ya te estar…
—Romina, ¿querés cenar afuera? Pregunte antes que pueda terminar de decir una barbaridad.
—Guau, una cita. Encantada. Pero deja que me bañe, me cambie y me arregle.
—Romi, no es necesario.
—Como que no. Tato, por favor… dejame…
—Si tardas más de dos whisky`s me voy.
Se fue corriendo a su cuarto y yo me serví un whisky. Escuchaba como se bañaba, se cambiaba y me serví el segundo whisky.
—Voy por el segundo. Le dije.
—Tomalo lento por favor…
Cuando salió estaba increíble. Un vestido negro, totalmente entallado que realzaba una figura tremenda. Tacos altos, un collar hermoso, aros. Una cartera colgando de su hombro. Maquillada sin excesos, y un perfume embriagador.
—No estas nada mal. Sobre todo para una mujer de tu edad, y esa cantidad de carreras. Dije.
—Te odio. Pero como te conozco mucho… Te amo. Perdoname. Se me escapo.
—Tranquila. Vamos tengo que pasar por casa.
Fuimos a casa, y puse música suave, le serví un Martini, tome dos platos, dos vasos, cubiertos y los puse en la mesa del patio de mi casa.
—No, no podes hacer eso. Esta es tu cena afuera. Lo tendría que haber imaginado, tremendo desgraciado. No podes ser tan mal tipo Tato, mira como me arregle para salir.
Me largue a reír a carcajadas. Fue peor todavía cuando se dio cuenta que era otra broma.
—Me estas tomando de boluda en serio, basta. Te voy a matar.
Fui corriendo a mi dormitorio, me di una ducha rápida y me puse un traje nuevo.
—No podes estar tan fuerte desgraciado. Sos hermoso. Dijo dándome un beso en la mejilla.
Cenamos afuera, en un restaurant claro, y fuimos a bailar. Estábamos bailando y me dijo:
—Nunca hicimos esto Tato.
—Tampoco nunca hicimos el amor Romina.
—Boludo, me haces derretir.
—¿Lo hacemos esta noche o preferís dejarlo para otro día?
Dio un salto, se colgó de mi cuello y me beso con todo.
—Tu casa o la mía. Dijo.
Fuimos a su casa que quedaba más cerca.
Ni bien entramos, se abrazó a mí y me preguntó:
—¿Dijiste hacer el amor en forma literal o figurativamente?
—Acostado, un rato yo arriba, otro vos. O perrito.
¿Vos que preferís?
—Que me hagas el amor, no que me cojas. No quiero coger Tato.
—Yo tampoco.
Fuimos a su cuarto, nos desnudamos mutuamente en medio de besos y caricias. Nos tiramos abrazados a la cama. Nos besábamos con desmesura, acariciándonos, sintiendo la piel del otro en nuestros dedos.
No tardó mucho en pedirme que me acueste boca arriba. Se subió y se puso la pija en la concha. Se la metió lentamente, se acostó sobre mi pecho, mirándome a los ojos, diciendo “Te amo” una y otra vez. Movía su cadera de forma que mi pija la penetraba hasta el fondo. “Años de experiencia” hubiera dicho ella misma en otro momento.
Sin dejar de moverse, apoyo los antebrazos en mi pecho y dijo:
—Esto es lo más maravilloso que he sentido en mi vida. Esto le da sentido a mi vida. Tato, te amo, sos un hombre genial, perdoname todas las locuras que hice. Sé que te lastimaban.
—Los caminos recorridos permitieron llegar a esto. Nada que reprochar ni criticar. Te amo, te amé en silencio siempre. Nunca te pude quitar de mi cabeza.
La abrace y giramos para yo quedar sobre ella. La penetraba firmemente pero sin violencia, sin apuro. Llegamos los dos abrazados al cenit del placer. Y así nos quedamos largo rato.
—Tato, ¿Cuándo me hablaste para el viernes, ya sabías como iba a terminar?
—Si.
—¿Por qué me elegiste a mí para esa noche?
—Nadie está obligado a declarar en su propia contra. Dije y ella se rio.
Unos días después, por una amiga en común me enteré que Tina se había internado para un tratamiento por adicción al sexo. Me dio pena.
Con Romina, no fuimos directo a la convivencia. Pero… dormimos varios días por semana juntos. ¿Si volvimos a los juegos duros? No. Ni lo pensamos. ¿Si hacemos tríos con otras chicas? Si, con Tete. Pero todo vainilla. Con hombres no. A ninguno de los dos nos interesa.