Era una tarde calurosa de primavera y me encontraba en casa sin nada que hacer, por lo que decidí masturbarme. Pero aquel día no me apetecía una simple paja viendo a cualquier rubia tetona que llevara puesto un minúsculo bikini que deja poco a la imaginación, como las que abundan en Instagram, pues esas son las fotografías que usaba más habitualmente. Se me antojo algo más “fuerte”, algo “prohibido”. Sé que por mi educación católica prácticamente todas las fantasías eróticas que tengo están prohibidas, por ejemplo, no puedo fantasear con mujeres casadas (otra de mis debilidades) porque “desear a la mujer ajena” es igual a cometer adulterio (Mateo 5:28). Pero al fin de cuentas, fantasear con alguna de mis conocidas casadas no era muy distinto a hacerlo con una modelo de Instagram de las que antes hice mención, ¿quién me dice a mí que ellas no tenían marido o novio? Hembras así tan atractivas seguro que tendrían más de un pretendiente.
Así que opté por otra de mis principales debilidades y que reservo para días en los que estoy tan caliente como en este: las mujeres de mi familia. Ya escribí para esta página tres relatos sobre mi hermana, así que no me repetiré con ella. Pero he de decir que ella no era la única hembra de buen ver en mi familia, ya que tenía primas que no tenían nada que envidiarle a mi hermana, aunque he de decir que eran tipo de bellezas distintas.
Hoy hablaré de mi prima María: mayor que mi hermana (supera los 40 años, por lo que mi prima me saca más de ocho años), alta (calculo que 1,79 m de altura), delgada, pelo negro (aunque suele teñirse de rubia en ocasiones), piel blanca, piernas bonitas, buen culo y pechos grandes. Su rostro tenía rasgos delicados y sus ojos estaban algo achinados, por lo que a menudo sus amistades la llamaban “la china”. Me parece una chica trabajadora, inteligente (leía y hablaba varios idiomas) y muy cariñosa, hasta el punto de que de todas mis primas ella era la favorita para mí. Estuve en su boda hace años, pero su matrimonio acabó años después, por lo que actualmente está divorciada.
Me saqué la polla del calzoncillo mientras buscaba material para auto-seducirme en su cuenta de Facebook. No era la primera vez que me masturbaba pensando en ella, pero había fotos nuevas publicadas desde la última vez que lo hice, por lo que decidí sacarle jugo al asunto (nunca mejor dicho). Le curioseé un poco el tablón de anuncios, y en una parte anunciaba que estaba “en una relación”. “Mi gozo en un pozo”, me dije. De todas formas, la prohibición de la práctica del incesto es de los pocos tabúes que yo respetaba, primero por la cuestión biológica, y en segundo lugar, porque pienso que causaría cierto malestar dentro de la familia, y habiendo tantas mujeres en el mundo, ¿para qué meterme en jaleos? Pero una masturbación en la intimidad no hace daño a nadie, ¿para qué privarme de fantasear con mi prima, a la que tanto quería?
Me puse a ver sus fotos antiguas, cuando estaba teñida de rubia. En una foto estaba sentada en su sofá, con un vestido de una pieza de color azul marino, por encima de las rodillas. Sus piernas estaban cruzadas, por lo que podía verle los muslos bronceados. Aunque no llevaba escote, se podía apreciar el volumen de sus pechos. Todo ello mientras sonreía a cámara, sostenía su rostro con una mano y el otro brazo cruzaba su cintura. Imaginaba cómo sería estar sentado a su lado en aquel sofá y cómo meterle la mano por debajo de aquel vestido para acariciar sus muslos y finalmente poder estimular su clítoris para contemplar el placer que le provocaba a través de su rostro. Aquello me la dejó bien dura, pero aún me faltaba para poder eyacular.
Después vi fotos de su cara. La verdad es que le sentaba bien aquel tinte rubio. Aquella melena rubia cayendo por su espalda me resultaba muy estimulante. También mirarle la cara, esos ojos achinados y esos labios pintados con rojo carmín me ayudaban a imaginarla besándola mientras veía sus hermosos ojos, lo que me hizo respirar más profundamente a causa de la excitación. A continuación, subió algunas fotos de cuando era más jovencita, como con 19 o 20 años. Se la veía flaquita en ese vestido de tirantes a rayas, pero aun así estaba muy guapa, con una melena negra recogida en una coleta y se le veían unos pechos que seguro que eran las delicias de algún novio suyo de entonces. Lástima que no exista la máquina del tiempo para poder gozar contigo en aquellos años, aunque ahora sigues manteniendo tu tipo y has mejorado, como el buen vino.
Paso a fotos más recientes, del último verano. En una se te ve en la sombra. Es una foto de tu rostro. Reconozco que me gustan las fotos de tu cara, tienes un rostro muy atractivo (y siempre me han ido las asiáticas, a las que te das un aire). Tienes el rostro ligeramente inclinado hacia tu izquierda, luces unos pendientes de oro y los ojos brillantes. Qué fantasía sería poder acercarme a ti y poder besarte mientras acaricio tu bronceada piel y te voy quitando poco a poco el bikini negro que llevas puesto. Pero ya estoy empleando la segunda persona en esta narración, me estoy poniendo algo tontorrón y necesito algo más fuerte para correrme.
Veo una foto donde está colgada de una especie de lienzo de color púrpura. Está de rodillas sobre el mismo, vestida con un short vaquero de color negro y un bikini de color rojo. Aquí no llevas el pelo recogido, como en fotos anteriores, sino que das libertad a tu larga melena negra. Pareces una bailarina de striptease, me gustaría en ese momento estar junto a ti en ese lienzo púrpura y poder gozar de tu cuerpo. Estar entre esas piernas, pellizcar ese trasero que tan bien rellena ese short y tener la cabeza entre tus dos pechos. Noto que mi “energía” está a punto de escapar. Pienso en cómo habrá gozado tu ex marido tu cuerpo, tus caricias. Y antes que él, tus anteriores novios (o el actual). Cómo se habrán acercado a ti desde atrás, cómo habrán olido tus largos cabellos negros mientras arrimaban su miembro viril junto a tus nalgas y con sus manos habrán acariciado tus pechos.
Estoy a punto de venirme, pero necesito una imagen más. Es una foto donde sale ella con su bikini negro, con la cámara un poco hacia arriba. Posiblemente es la fotografía donde mejor puedo contemplar tu cuerpo semidesnudo- vuelvo a hablar en segunda persona, eso es que estoy a punto de venirme-, aunque puede que no sea donde más guapa sales, aunque en este momento para mí eres la más hermosa. Mi pene está como una piedra, algunas gotas de líquido preseminal me están sirviendo para lubricar mis sacudidas. Ya no te imagino besándote, sino tumbada y yo encima mientras aprieto con mis manos tus pechos y te penetro mientras observo tus ojos que me miran, igual que en la foto. Te miro deseando que hagas un movimiento y te quites ese bikini negro y me entregues tus pechos para poder mamarlos, todo ello mientras me dices “primo, acaba dentro”. Y justo cuando imagino que lamo tus pezones, duros como botones, dentro de mi boca, acabo eyaculando tres chorros de semen.
Estoy muy sudado y necesito ducharme para limpiarme del semen y el sudor que la masturbación me ha provocado. Cierto sentimiento de culpa me ronda: ¿qué pasaría si descubrieras que me gustas? ¿Te escandalizarías? ¿O por el contrario me ayudarías a cumplir estas fantasías? Ojalá lo segundo, sigues siendo mi prima favorita, y cuanto más pasa el tiempo, más atractiva te vuelves a mis ojos. Espero que estas fantasías no te incomoden, sólo expresan mi cariño y devoción por ti, mi prima que a veces me cuidaba de pequeño y que ahora se ha convertido en mi amiga y confidente.