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¿Te quieres culear a mi prima?
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Este relato lo intenté hacer breve, pues al igual que la primera experiencia con Sherri, me pareció una relación sexual mecánicamente breve en esa primera vez que ella decidió experimentar hacer su primer oral y anal. Primeramente déjenme presentarles a Lorena, quien es una chica mexicoamericana que conocí cuando me moví a este lado del país. Ella es la esposa de mi jardinero y quien le lleva los libros de la contabilidad y en una de esas interacciones supimos que teníamos química y terminamos follando un día en su casa. Esta es quizá la relación más larga con una chica, pues llevamos más de una década follando y todavía de vez en cuando se da una escapada y nos hundimos en las mieles de tal caliente aventura.

Y es como por esos días también conozco a la prima de Lorena, la espigada y esbelta Sherri. Ambas están casadas al igual con dos primos que son los que manejan la logística de su compañía de jardinería. Después de un par de años de follar con Lorena y de llevar esta relación clandestina nunca imaginé que Lorena se arriesgara de contarle de nuestra relación a su prima Sherri. Esta chica al igual que lo era Lorena, eran esas chicas típicamente tradicionales en lo que es ese deporte de la cama. Conmigo Lorena se abrió más al sexo oral y anal, prácticas que siempre habían sido un tabú en su relación. De hecho un día Lorena me decía cuando me la culeaba que para mi era su boquita y su culito, y que su coñito era para su maridito. Regularmente era lo que más hacíamos, pues desde que descubrió su primer orgasmo anal, Lorena se volvió adicta a tal práctica.

Un buen día mientras compartíamos la cama con Lorena sorprendentemente me hace la pregunta y concluye con una propuesta:

-¿Te gustaría follarte a mi prima Sherri?

-La verdad que no lo había pensado, pero siéndote honesto contigo, si se me presentara la oportunidad no lo dudaría. Sherri es una chica bonita.

-Te puedo proponer algo y solo espero que solo quede entre nosotros.

-Tú sabes que cuentas con toda mi confianza y por tanto con todo mi absoluto silencio.

-¡Lo sé! Es por eso de que me atrevo a proponerte esto. Mi prima quiere follar contigo, pero más que todo quiere probar el sexo oral y quiere que le den por detrás.

-¿Tú estás bien con eso?

-Por mi no hay problema. Tony, tengo la certeza que no soy una chica exclusiva para ti.

Fue esa mañana que descubría que Lorena compartía ese secreto con su prima Sherri y también me daba cuenta la falta de atención sexual que muchas mujeres conllevan por los tabús que tradicionalmente estamos sometidos. Ya el hecho de follar en otro lugar que no sea la misma cama cambia ese sentido de relación y es lo que muchos hombres descuidamos y nos olvidamos de que también las mujeres tienen fantasías y que la mayoría busca que sus maridos les den placer. Cuando lo hablábamos con Lorena, ella me especificaba que Sherri principalmente buscaba descubrir y vivir lo que imaginaba era un placer oral y anal, que no buscaba una relación extramatrimonial continua. No habría besos o caricias extensas y más bien eran en concentrarse a vivir específicamente eso: sexo oral y anal. Le pregunté a Lorena:

-¿Quiere dar o solo recibir sexo oral?

-Creo que ambos… No creo que Sherri haya tenido un pene en su boca o su marido le haya besado esa parte de su cuerpo.

Hasta este punto no sabría decir que lo que me decía Lorena era una verdad, pero hasta el momento ella y Sherri se han mantenido con la misma historia, pero en el momento pensé era solo una excusa para follar con alguien diferente. Quedamos que Sherri llegaría a mi casa un día entre semana, pues en ese tiempo ella tenía un hijo de solo cinco años y a quien debería llevar al kínder y luego ir por él, lo que nos daba una ventana de tres horas.

Yo conocía a Sherri, de vez en cuando intercambiábamos palabras y me parecía una chica simpática y un tanto tímida. En lo personal creo que tiene una carita más bonita que Lorena, pero Lorena tiene un cuerpo más curvilíneo, pechos y nalgas más pronunciadas que las de Sherri, quien es más alta. En ese tiempo ella todavía tenía el cabello largo, el cual se teñía de rubio y solo me sorprendía los secretos que conllevaba con su prima, algo que quizá nunca creería si es que no lo hubiese vivido.

Ese día el guardia de seguridad me la anuncia y minutos después escucho el timbre sonar. Vestía una falda beige que le llegaba a las rodillas, una blusa con tonalidad amarillenta, sus zapatos altos de tacón, una cadena y aretes de oro y un perfume dulce que comenzó a calentar las hormonas. Sabía que estaba nerviosa, se lo podía notar en su mirada y es por eso por lo que fui directo y de una manera mecánica le dije:

-Bueno Sherri, tú dime si estás dispuesta o lo dejamos hasta aquí. Lo único que te podría decir es que se lo que tú buscas, Lorena me dio los detalles y te puedo prometer que lo que pase entre tú y yo, nadie más lo sabrá. ¿Quieres subir a mi habitación?

-Está bien… vamos. -me dio por respuesta.

Ahora que me viene esto a la memoria, lo recuerdo como si se tratara de una clase de sexo. Preguntando y dirigiendo cada paso a dar. Quizá la única libertad que sentía en Sherri era esa confianza en desnudarse ante un hombre y ver a un hombre desnudo. Lo hacía de una manera pausada y dándome la espalda mientras acomodaba su ropa en el armario para que no se le ajara. Llevaba un sostén y un bikini diminuto también de color beige y se sentó a la orilla de mi cama viendo hacia el espejo de mi tocador. Mientras yo me desvestía frente a ella le pregunté:

-Entiendo que quieres probar el sexo oral, pero ¿quieres probar dar o solo recibir?

-Los dos. – me dijo.

Le dejé que me quitara mi calzoncillo, el cual era de esos estilo bikini que me comprimen bien el falo cuando intenta ponerse erecto. Ella se me quedaba viendo aun sentada en la cama y lo descubre. Instintivamente me mira a los ojos y le digo que es suyo, que lo puede besar o chupar como ella quiera. Se lo lleva a la boca, lo atrapa con sus labios mientras con sus manos se apoya tomando mis piernas. Lo besa y lo chupa llevándose lo que más puede a su boca y con los minutos le digo que haga una pausa y que me chupe los huevos, y es lo que ella hace pausadamente. Se pone de rodillas para chupar mis huevos y le debo decir que lo debe de hacer con cuidado. Se quita las secreciones de mi verga que le caen en el rostro y le pregunto:

-¿Nunca habías mamado una verga y chupado unos huevos?

-Nunca. -me dijo.

-¿Qué te parece?

-¡Me excita! Siempre imagine hacerlo.

Se volvió a incorporar sentada en la cama y volvía a meterse mi verga en su boca y ahora con mucha más naturalidad. Comencé a hacerle un vaivén leve en su boca y le pedí que parara cualquier cosa que le incomodara. Aceleré ese vaivén y cuando le preguntaba si todo estaba bien, haciendo una pausa me decía que prosiguiera, que todo aquello le estaba gustando y me pidió que quitara su sostén, pues no quería que se salpicara con su saliva o mis secreciones. Ella me tomaba de las nalgas y asimilando todo aquello su mamada era más constante y deliciosa después que le di la advertencia que apretara con sus labios y no con sus dientes. Alrededor de unos 12 minutos más tarde le dije que era hora para mi de probar su conchita.

Sherri se mantenía con su diminuto bikini de color beige y cuando se acostó en la cama y curveó su espalda para poderle despojar de lo único que vestía, podía ver que estaba empapado de sus jugos vaginales, lo que me indicaba que la mamada que me había dado la tenía excitada. Sherri me abrió las piernas como esperando mi invasión, pero me entretuve mirando su conchita la cual es de labios delgados, y apenas se le sale el clítoris inflamado por la excitación. Tiene un abdomen plano y ningún vello en sus partes íntimas y le toco el clítoris con mi dedo y se lo sobo mientras ella me queda mirando fijamente y le pregunto.

-¿Te puedo tocar los senos y acariciar los pezones?

-¡Si usted quiere! – me contestó.

Comencé en besarle su abdomen y su ombligo. Delicadamente y solo rozando los vellos de su piel, le paseaba la punta de la lengua de lado a lado y de arriba abajo. Dio un pequeño gemido y luego en ese proceso miraba plenamente como su piel se erizaba. Era un día soleado y las cortinas de mi habitación estaban todas recogidas y nos podíamos ver plenamente. Bajé a su entrepierna y amenazaba con llegar a su conchita y es cuando Sherri elevó su primera expresión: ¡Por Dios! Usted si lo vuelve loca a uno. – Y Sherri fruncía los labios.

Me apoderé de esa conchita y paseaba con delicadeza esa rajadura y haciendo presión de vez en cuando en su clítoris. Fue cuando le tomé los pechos con mi mano y le apreté sus pezones mientras le hundía la lengua en su rajadura que exclamó con una excitación que parecía estaba a punto de correrse: ¡Dios mío! Que rico, que delicioso… usted me va hacer correr. – Sherri encorvaba su espalda y movía su pelvis recibiendo como en un choque mi lengua mientras yo seguía apretándole los pezones. En segundos sentí un vaivén no tan controlado como lo había estado haciendo, pues este solo pareció que movía su panochita sin mover sus caderas y luego encorvó su espalda, sacudió su pelvis sin control o ritmo alguno y se echó a gemir y a vivir su primer orgasmo oral. Con los minutos me pidió que parara, pues aquel contacto oral se le volvía cosquillas difícil de contener.

Mi rostro estaba empapado de sus jugos vaginales y solo me los limpie con mi propia camisa que estaba a un lado. Le pregunté si quería probar como sabía una corrida o si prefería que me corriera fuera de su boca. Ella me dijo que yo lo decidiera, estaba dispuesta a lo que fuera. Obviamente después de escuchar como Sherri se había corrido, eso eleva mi excitación y solo estaba a minutos de correrme. Sherri por la confianza de los minutos establecida y porque ya había probado tener mi verga en su boca, me dio la segunda fase de la mamada con mucha más confianza y más abierta. Mi verga entraba y salía de esa preciosa boca y Sherri siempre con sus manos pegadas en mis nalgas y con los minutos se lo anuncié y se la sacudí hasta explotar con unos jadeos fuertes y sentir que mis piernas se debilitaban. Fue una eyaculación muy fuerte, pues me duró varios segundos y no dejaba de sentir esa electricidad en mis hombros. La boca de Sherri rebalsó de mi corrida y aquel liquido blanco se deslizaba en su mentón cayendo a sus pechos. Le pregunté si le gustaba a cómo una corrida sabía y ella me contestó: -Un sabor algo raro… algo dulzón.

Se fue a limpiar y yo me quedé con la verga mojada de su saliva y corrida y esta seguía erecta. Medio me limpié con la misma camisa y cuando llegó Sherri de nuevo a la cama, no dejaba de verme la verga. Para ver si entraba en confianza le hacía la siguiente plática:

-¿Te gusto el sabor de una verga?

-Si… usted la tiene muy grande.

-¿Te parece muy grande?

-Si… Ya Lorena me había hablado de su tamaño. La verdad que la tiene grande.

-Ah… Ya te lo había dicho Lorena. ¿Y que más te ha dicho Lorena?

-Usted no sabe lo que hablamos las mujeres, pero Lorena solo me ha hablado buenas cosas de usted.

-¿Te gustó el primer oral?

-¡Me encantó! Me corrí dos veces en términos de segundos. Algunas veces me sucede.

Pensé que era cuestión de genética, pues lo mismo le ocurre a Lorena, pues ella puede conllevar varios orgasmos en minutos. Solo pensé si Sherri era de igual de orgásmica analmente como su prima. Ambos desnudos y después de descubrir cómo huele y sabe el uno al otro me atreví a preguntarle.

-¿Dispuesta a vivir tu primer anal?

-La verdad que sí, pero me siento algo nerviosa.

-¿Nervios? ¿Por qué nervios?

-Es que usted tiene tremenda cosota que de solo pensarlo se me enchina la piel.

-Relájate y verás que puede a llegar a ser tan rico como la corrida que acabas de vivir.

-Eso me cuenta Lorena. Que sus orgasmos por ahí son mucho más fuertes.

-¿De veras nunca te lo han hecho? Tu marido nunca te lo ha pedido?

-No… nunca. Mi marido es de esos a la antigüita. Eso es inimaginable para él.

-En cambio tú lo quieres experimentar.

-Si… siempre he tenido curiosidad y especialmente de lo que me ha contado Lorena con usted.

-Entonces… ¿quieres que te folle por el culo?

-Si.

-Dímelo… Dime: -Tony, quiero que me folle el culo. -ella se sonríe como con pena.

-Tony, quiero que me folle por el culo.

-¿De veras lo quieres? Entonces dime ¿dónde quieres sentir mi verga?

-Quiero sentir su verga en mi culo. – me repetía.

Creo que aquello le llenó de confianza, tener esa libertad de decir esas palabras y a la vez sabía que esas mismas palabras le encendían el morbo. Le fui dando detalles de cómo lo haríamos, que en cualquier cosa que no se sintiera cómoda que me lo hiciera saber. En ese tiempo Sherri tenía 24 años y yo rondaba mis 36. Estaba en la cúspide de mi sexualidad y en esta ocasión adiestrando a una chica de cómo disfrutar del sexo oral y anal y aunque excitante siempre me llega como una lección mecánica.

Puse a Sherri en cuatro a la orilla de mi cama y comencé a chuparles las nalgas hasta encontrar ese ojete. Intentaba en hundirle mi lengua lo más que podía y por unos veinte minutos me concentré en darle placer con mi lengua en su ano. Incorporé mis dedos donde en un principio le comencé a sobar el ojete con mi pulgar haciendo presión hasta hundirlo y luego se lo chupaba. Al principio no decía mucho y solo miraba como su piel se erizaba, pero con los minutos me decía:

-Con esto vuelves loca a cualquier mujer.

-¿Te gusta?

-Me encanta, me fascina… con razón Lorena esta enculada contigo.

-¿Te pasará lo mismo a ti?

-Lo más probable… oh, Dios… tú me vas a volver loca.

Los dedos se fueron hundiendo en el culo de Sherri. De uno pasó a dos, y luego llegaron a ser tres. Ella mostró algo de molestia pero había asimilado la penetración y le dije que llegaba el momento que ella estaba deseando y solo le pedí que se relajara. Su concha se derretía y mi verga producía liquido preseminal abundante. Intenté en lubricar mi verga con sus jugos vaginales, pero Sherri me detuvo diciendo:

-No Tony, por ahí no… no quiero salir embarazada.

-Solo quería embarrar mi verga con tus jugos.

-No… no me cuido, mi marido quiere que de nuevo salga embarazada y no quiero tomar ese riesgo.

-No te preocupes… no tomaremos ese riesgo.

Así de perrito le asomé mi glande y se lo paseaba para lubricar todavía más ese ojete. Le introduje mi pulgar para dilatarlo un poco más y Sherri lo asimilaba más que bien y llegó el momento de empujarle el glande en su apretado ano. Sentí cuando pasó por ese anillo y creo que Sherri se puso tensa que casi lo expulsaba. Se contuvo y solo gimió y me pidió que fuera lento. Creo que me tomó un par de minutos chocar mi pelvis con sus nalgas y toda mi verga estaba adentro. No había mucho movimiento y le dije a Sherri.

-La tienes toda adentro.

-Lo sé… siento tus bolas pegando en mi conchita.

-¿Te gusta?

-Me fascina… duele, pero que rico siento tu verga en mi culo.

-¿Así te lo esperabas?

-No sabía que esperar, pero dejaría que me lo hicieras otra vez.

Inmóviles y con mi verga ensartada en el culo de Sherri le comprimía la verga en su interior. Ella hacía lo mismo apretando mi falo con su culo. Creo que es algo instintivo en estas condiciones. Con mi mano le toqué la panocha a Sherri y esta goteaba, estaba excitada y con eso confirmaba que sentir mi verga en su culo le producía una sobreexcitación. La tomé de los pechos mientras su culo se acostumbraba a la invasión de mi verga y luego la tomé de sus hombros y comencé a hacerle un empuje vibrante con mi verga como si pudiese hundírsela más. No era un mete y saca, más bien era solo de empujarle más el falo y eso le abría a la vez las nalgas. Ella me lo aprobó diciendo: ¡Carajo… que rico la mueves!

Con los minutos se la saqué totalmente y le volví a comer ese ojete que le quedaba bien abierto y podía sentir mi lengua en su interior. Sherri solo gemía y sentía como sus piernas y pelvis vibraban sin que pareciese que controlaba tales movimientos. Se la volví a meter y esta vez no fue lento, fue una invasión más directa que se escuchó cuando mi pelvis pegó en sus nalgas. Nuevamente hice el mismo empuje vibratorio y eso parecía encantarle a Sherri. La sabana de mi cama estaba saturada de los jugos de esta mujer. Volví a sacársela y volví a meterle la lengua en ese culo que le quedaba abierto. Me volvía a decir:

-¡Por Dios… esto es una tortura! De hoy en adelante tú eres dueño de este culo.

-¿Quieres que te folle por siempre este culo?

-Cuando tú lo desees… este culo siempre será tuyo.

Volví a sacarle la verga y nuevamente le hundía mi lengua en su agujero. Cómo contraía ese ojete, se le miraba que le temblaba, sus piernas temblaban e intuí que estaba al borde de correrse. Todo era placer anal, no había manos en su clítoris ni tan siquiera la tomaba de sus tetas. Este proceso de meterle mi verga y chuparle luego su ojete quizá me tomó unos quince minutos más y cuando miraba como sus muslos temblaban, comencé con un vaivén, un mete y saca de mi verga y los embates subieron de nivel. Sherri solo gemía, no decía palabra alguna hasta que sintió su primer orgasmo anal y se fue de bruces contra la cama y yo me fui detrás de ella taladrando ese culo hasta morir y al minuto o dos, le dejé ir una corrida que me duró esa rica sensación más que la primera y caí exhausto sobre la espalda de Sherri, en la cual sentía lo húmedo de su sudor y sus pulmones extendiéndose y comprimiéndose profusamente que nos tomó unos minutos en retomar la compostura.

No bañamos juntos y pensé que me la culearia de nuevo en el baño, pero ya dos hora y media habían pasado y como toda mujer debe salir a la calle como si no hubiese pasado nada, y el resto del tiempo Sherri lo había contemplado para hacerse de nuevo del maquillaje. Llevaba otro bikini en su cartera y aquel empapado de sus jugos vaginales me lo dejó de recuerdo sobre el buró de mi cama.

Nos despedimos con un beso y nos pusimos de acuerdo que lo volveríamos hacer el mismo día de la semana próxima. Esto lo hacíamos seguido, al menos dos veces al mes, hasta que Sherri quedó encinta de su segundo hijo un año después. No tuvimos otro encuentro hasta pasados dos años del nacimiento de su crio y cuando volvíamos a coger ya la encontré más llenita, pues aunque sigue siendo esbelta, uno puede ver esa diferencia pues no era de verla todos los días.

Aquella relación que en esa ocasión parecía algo así como robótica, terminó siendo una placentera y de mucha confianza en momentos posteriores. Pensé que Sherri no buscaba una relación continua, pero creo que yo era su única salida a ese deseo de mamar un pene y que le chuparan su concha y de sentir una verga adentro de su culo. Ella no quería parecer una puta ante su marido y prefería sentirse una puta ante mí. Siempre pensé que algún día haríamos un trio con las primas, pero eso es algo que ellas no se atreven y hasta el día de hoy seguimos teniendo contacto, pues sus marido son los que cuidan de mi jardín y yo de vez en cuando le doy mantenimiento a sus mujeres, que al igual que a cualquier flor, hay que dedicarle tiempo y regarlas para que estén satisfechas.

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