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La esposa de mi amigo 5.6
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Mi sueño de ver a mi novia con su amante en mi cama cuando voy a visitar a mi amante al sur, se vieron frustrados cuando mi pareja encontró in fraganti a Roberto con una compañera de trabajo. Lo bueno es que descubrí que ella no era la señora puritana y moralmente superior que creía, que le calentaban las mismas cosas que al resto, por eso me prepare para que esta noche sea inolvidable para ella.

Ella llegó alrededor de las 21 h, comimos en silencio, ella se fue a bañar y yo aproveche para tomarme una lata de energizante famosa por su rapidez en hacer efecto. En cuanto ella salió del baño en tetas, con una toalla en la cabeza y una tanguita negra de encaje, la tome de la cintura levantándola en el aire y la arroje a la cama, Verónica cayó riendo pero la risa le duró poco cuando me vio arrodillarme un costado de la cama y poner mi cabeza en su entrepierna.

Me tomé mi tiempo, lamí el interior de sus muslos primero, pasando de uno a otro con un leve roce por sus labios, después la bese sobre su ropa interior hasta que este empezó a tener claras señales de humedad, mi pareja gemía suave, se tapaba la boca para reducir el ruido. Cuando sentí como arañaba el colchón, le quité su tanguita negra casi de un solo tirón. Debo haberla hecho acabar 3 veces por lo menos, mi lengua y cuello estaban casi acalambrados cuando deje de hacerle un sexo oral para la historia, más de 4 veces me pidió que parara y me la cogiera, pero a cada pedido suyo mi respuesta era “Ahora no, todavía no termino”. Eso parecía excitarla aún más porque poco duraba sin acabar después de eso. Me levanté para mirarla un segundo, se mordía los labios mientras trataba de recuperar el aliento, pasé uno de mis dedos por su clítoris para verla estremecerse.

Saque los forros y el consolador de mi mesa de luz, lo encendí en el nivel uno. Le ordene sin dudas y con la convicción de un general “Ahora pajeate con esto y ni se te ocurra cambiarle la velocidad”, lo tomó reconociéndolo, entonces dudó “¡AHORA!” le grité, su duda desapareció cuando el consolador tocó sus partes, acatando la orden empezó a pajearse mientras yo me ponía el forro tranquilo, sin apuro. Cuando estuvo en su sitio, le puse una mano en la pelvis, aprisione el consolador con mi palma contra su vagina, mientras metía mi dedo anular y corazón haciendo un arco sobre su punto G, puse presión sobre su pelvis para que no se moviera y empecé a subir y bajar con violencia con la otra mano. Abrió los ojos grandes, se tapó la cara con una almohada y gritó mientras acababa, yo bajaba el ritmo casi hasta quedarme quieto pero volvía a moverme con furia si ella se relajaba de más, haciéndola acabar. Sus gemidos bajitos de siempre hoy tenían que ser ahogados por sus manos y almohadas, ya conseguía hacerla gritar como quería.

Moví su pelvis, puse sus piernas en mis hombros, acomodándola para poder penetrarla, reemplace el consolador por el anillo vibrador para penes y me la cogí despacito, inmovilice sus manos por las muñecas, tirando de ellas a la altura de su cadera, ella gemía bajito, trataba de tapar su boca con sus hombros, pero al tirar de sus muñecas no la dejaba, eso la desesperaba, me miraba suplicante, con su clítoris vibrando por un lado y mi pija texturada por el otro no podía pensar bien. Reforcé mi presión en sus muñecas y las use de palanca para poder cogerla con fuerza haciendo aplaudir a nuestros cuerpos, ella apretaba los ojos, buscaba donde poner su boca para acallar los gemidos fuertes que se le escapaban, trataba de cerrar la boca pero estaba acabando de vuelta.

“Te quiero escuchar gritar como la puta que sos” le dije mientras intensificaba el ritmo en un arrebato de pasión, algo hizo click en ella, se liberó de las ataduras mentales que tenía y empezó a gritar, a permitirse acabar sin reprimir nada. La solté poniéndome en la posición del misionero para escuchar sus gritos al lado de mi oído, ella me abrazaba, me arañaba gritaba, yo le decía lo puta hermosa que era. En un momento me dijo “Ya no puedo más, cuántas veces me va a hacer acabar”, me pare, me quite el forro, me subí sobre ella a la altura de la boca del estómago aprisionando sus brazo y allí me masturbe hasta acabarle en toda la cara y el pecho. Me pegue una ducha, cuando salí todavía estaba tirada en la misma posición con la cara llena de mi semen. Tome su celular, hice lo que Eduardo me enseñó, le instalé un monitor para poder ver sus whatsapp en tiempo real y me fui a dormir.

Me la cogí así dos veces por semana hasta que tuve que irme al sur, supe por los chats con Clara, su mejor amiga, que la cosa había sido bestial para ella. Que nunca se la cogieron hasta decir basta y que era la primera vez que gritaba a todo pulmón cuando acababa. Decía que me había transformado en una bestia, entre otras cosas, lo que dijo Clara lo contaré más adelante. Justo antes de irme, me enteré que se arregló con su amante, Clara la animo a que volviera a cogerlo para comparar experiencias ahora que estaba desatada, por mi mejor. Entonces hice que Eduardo me instalara una nueva cámara espía con una conexión a internet para poder ver en vivo y en directo cuando ellos cogieran en mi cama. Mi morbo estaba a mil por verla gritar ahora con otro macho.

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