Hola nuevamente estimados lectores, espero que les hayan gustado mis relatos.
Como recordarán, en mis primeros relatos, les comenté, que me casé enamorada de mi marido, pero, aunque el sexo estaba bien a secas, siempre me faltaba ese algo que solo una buena verga puede dar. Cuando éramos novios, cogíamos casi diario, pero nunca le di importancia al tamaño, será porque también, en la oficina seguía cogiendo con varios hombres, me había vuelto un plato muy apetecible, puta y aparte poder ponerle el cuerno a mi novio, los traía locos, más cuando les informe que, la relación con mi novio iba muy en serio, ya me había presentado a su familia, él conocía a mi familia, ya había planes de boda, etc.
Mi "novio" en la oficina, en cuanto se enteró de la situación, tuvimos una gran discusión, él era casado y no me dejaba que yo tuviera planes de boda, nos mandamos a "volar", al principio sí me dolió, no se los puedo negar, lo conocí a los 13 años, desde ese momento me "enamoré" de él, años después me empezó a coger; fueron 4 años de "noviazgo", yo siempre tuve la esperanza de que dejara a su esposa, pero el tiempo, me dio la respuesta más triste de mi vida, nunca la dejaría, pero en fin.
La ruptura con mi "novio" de la oficina, me trajo muchas más oportunidades de coger, ya que, no tendría que esperar a que él se fuera o no acudiera a trabajar, fueron días de algunas peleas, ya que él me celaba, como cuando éramos novios, hasta que comprendió, que me había perdido.
Con el transcurso de los días de recién casada, el amor me hacía aguantar, esa sensación de vacío que no llenaba mi esposo, hasta que 15 días después mi matrimonio, mi calentura acumulada, pudo más que mi amor y caí en la tentación de ser infiel.
Con el paso del tiempo, mi esposo se dio cuenta, de que no podía llenarme, ni saciar, las ganas crecientes que tenía de una gran verga, que llegará hasta el fondo de mi caliente panocha.
Empezó a ver algunos detalles que yo, muchas veces por descuido y otras por la calentura, dejaba a mi paso; cuando trabajaba, no había día, que no cogiera con alguien, casi siempre quedaban mis bikinis, manchados de mocos, ya sea de atrás o de adelante; llegaba a la casa, he inmediatamente, entraba a la recamara y buscaba un bikini limpio para cambiármelo, al principio, en cuanto me quitaba el sucio, lo lavaba, pero después, ya los echaba en una pequeña tina con suavizante para que se remojaran y así lavarlos todos juntos el fin de semana.
Algún día, me quite el bikini y como no había preparado la tina con suavizante, lo puse en una pequeña bandeja, pero no le eche ni agua, ni nada, tarde me di cuenta de mi error; ese día mi esposo llegó temprano del trabajo y lo que le servía de comer, fue al baño a asearse, cuando salió traía mi bikini en las manos, me enseñó una gran mancha en la parte trasera, obviamente eran mocos, ese día me habían cogido 3 diferentes personas y los 3 me los echaron en el culo; me preguntó qué era esa mancha, yo trate de mantener la calma y le dije que en camión un viejo "cochino" al parecer se iba masturbando y se vino en mis nalgas, no muy convencido con la explicación que le di, me pidió tener más cuidado y alejarme en cuanto viera alguna acción de esas.
Así fueron varias las veces en que por descuido casi me cacha. Él aunque lo sospechaba, nunca me dijo nada.
Así pasaron varios años, yo ya no trabajaba, me había embarazado y tenido a mi primer hijo, yo seguía igual de puta, después del embarazo, había subido de peso, las tetas me habían crecido bastante de tamaño, de ser una talla 32 b, pase a ser 36 c, mis nalgas ya de por sí grandes, se hicieron todavía más grandes, estaba más caderona que antes, mi cintura creció también, nunca la pude bajar, pero conserve más o menos el cuerpo de guitarra que en aquel entonces, llamaba mucho la atención de los hombres; ya se imaginarán como era perseguida por los hombres, no había alguno que en su momento no me pidiera las nalgas, pero, como en la colonia en la que vivimos, era nuestro entorno desde pequeños, la familia de mi esposo y la mía propia estaba demasiado cerca y como ya era una señora casada, debía guardar las distancias; mi forma de vestir no cambio, al contrario, me ponía minifaldas más cortas y blusas con escotes más provocativos, para lucir más apetecible a los hombres, pensaran que lo hacía mientras mi esposo no estaba en casa, pero no, de hecho el me acompañaba en ocasiones a comprarme la ropa que me ponía, siento que a él le excitaba, ver cómo me comían con la mirada los hombres que nos encontrábamos a nuestro paso; él fue quien me sugirió, en lugar de comprarme bikinis, comprará tangas de hilo dental, para lucir mis nalgas, brasieres con varillas para hacer ver todavía más grandes mis tetas, fue él quien me sugirió que me depilara la panocha, para lucir más sexi y rica, me decía. Lo que él no sabía, es que, aparte de él que gozaba de mí, había varios que gozaban de mí y obvio yo gozaba de sus vergotas; porque aunque yo siempre escogía con quién cogía, ahora más, ahora tenía todo un gran buffet para mí sola: solteros, casados, viudos; mayores eso sí, porque nunca me gustó coger con más jóvenes que yo, ni me gustarán, no podía negar que a varios, les veía la verga, a veces con recato y otras como descaro y mucho morbo.
Fue por aquellos tiempos que mi esposo descubrió, que yo le era infiel, contrario a los escenarios que siempre me imaginé, si es que algún día, me llevaba a descubrir; no sucedió nada de lo que pensé. (Una disculpa por la introducción tan larga).
A continuación les relato como fue esa ocasión.
Todo ocurrió en una fiesta de mi familia, era día de los muertos, pero se mezclaba mucho con la festividad americana: el Halloween, así que era de disfraces. Me enteré que a tal fiesta, iba a ir un antiguo pretendiente; yo me enamoré de él cuando era una adolescente, él era unos años mayor que yo, por lo mismo, el no me veía con los mismos ojos, a pesar de lo que todo el mundo sabía de mi, nunca logré que el me viera con esos ojos de deseo y ganas de cogerme como lo hacían todos los demás, no entendía el porque, si hasta hombres casados y mayores, querían meterme su verga, pero para mí desgracia el no.
Por lo mismo, iría dispuesta a qué pasará algo en la fiesta. A mi esposo nunca le gusto acompañarnos a las fiestas, como no sabe bailar, él me decía, que para que me iba a aburrir con él en la fiesta, por eso me dejaba ir sola y con mi pequeño hijo. Supe que ese sería el día ideal, para poder seducir a aquel que no me hizo caso.
Para disfrazarme, se me ocurrió ir de enfermera, tenía un vestido de licra blanco, que me llegaba a media pierna y unas zapatillas de tacón alto, sabía que con el tacón alto, las nalgas se me verían más antojables de lo que ya eran, le pedí a una de mis vecinas su cofia, ella era enfermera de verdad y no dudó en prestarme una de las que ya no ocupaba. Me puse una tanga de hilo dental (que mi marido me había comprado) muy pequeña, apenas me tapaba el área de la panocha, un día antes me había rasurado totalmente el vello púbico, el hilo se perdía totalmente entre mis nalgas; en la parte superior, escogí un brasier con varilla, que hacía que mis tetas se mirarán muy grandes y antojables, con encaje en la zona del pezón, el cual se transparentaba de manera sexi e invitadora. Me maquillé de manera que todos se dieran cuenta de que iba en busca de verga.
Llegué a la casa de mi familia junto con mi hijo, al verme, todos mis primos y mis hermanos, corrieron a abrazarme y a darme la bienvenida, pensé que si no hubiera venido vestida así, no hubieran hecho tanto alboroto; algunos con los que había tenido algo que ver, cuando me abrazaban, me decían cosas cachondas al oído y trataban de que sintiera su verga, algunas ya paradas y otras no tanto, hasta mis hermanos que ya tenía muchos años que ni me "pelaban", ese día hicieron lo mismo que los demás.
Mientras todo eso pasaba, yo me sentía toda una puta, allí, en ese instante tenía ante mí 7 u 8 hombres dispuestos a cogerme al precio que fuera, pero a mí me interesaba solamente uno y no lo veía por ningún lado. Pregunté por él pero, aún no había llegado. Pase y saludé a las demás familia, algunas primas, tías y amigas, no les gustó nada verme vestida así, sabían de mi fama y debían cuidar a sus hombres, porque si no yo se los iba a quitar.
Empezó el baile, mis primos habían adornado la zona del garaje de la casa, de manera que pareciera una cueva, estaba oscura, solo unas pequeñas luces azules muy tenues, alumbraban el lugar, perfecto para bailar muy pegados y hacer algunas cositas ricas; pero no todo era perfecto, habían invitado a una amiga de mis hermanos, ella era mi rival, era tan puta o más que yo, era un par de años más joven que yo (yo tendría por aquellos días 25 años), alta, soltera, güera, pelo a media espalda, con unas nalgas grandes y antojables, cintura media, pero que hacía que sus nalgas resaltarán más todavía, sus tetas eran grandes, pero a diferencia de las mías, no estaban tan caídas, por haber amamantado a un bebé, solo a los hombres, como se imaginarán le decían: la güera; siempre vestía muy provocativa, faldas o vestidos muy cortos, que casi dejaban ver sus nalgas y unos escotes que no dejaban nada a la imaginación, ese día iba disfrazada de diabla: llevaba una pequeña falda roja con algo de vuelo, una blusa del mismo color, con un gran escote en las tetas y abertura en la parte de la espalda que llegaba justo arriba de sus nalgas, una cola de terciopelo complementaba su disfraz. Siempre que estábamos juntas en alguna fiesta, se sentía el ambiente tenso, pero de una manera sexual, los hombres que acudían a esa fiesta, sabían que cogerían con cualquiera de las 2 por cómo éramos; de hecho en alguna fiesta a la que fuimos a casa de ella, se hizo una competencia haber quien aguantaba más cogidas, pero eso se los contaré en otro relato.
Yo estaba muy molesta, ya que no me habían avisado que ella iría, molesta porque ella cogía regularmente con mi pretendiente y seguramente ella querría hacerlo en esa fiesta. En fin, no me quedaba otra que tratar de disfrutar lo que se diera ese día.
El tiempo transcurrió, ya era de noche, por lo mismo, la decoración que habían puesto mis primos se hizo todavía más oscura; la güera, una amiga (también que le gustaba la verga) y yo, éramos las más solicitadas para bailar, como les he comentado, me encanta bailar salsa, ya que te permite que se den movimientos muy sexuales, roces que me calentaban mucho. Cada baile era un cachondeo muy erótico, no había pieza en que no nos agarran las nalgas o las tetas, en algunos momentos nos repegaban la verga en las nalgas, a mí me encanta, sentir la dureza y tamaño que les provocaban mis nalgas, me decían al oído, lo rica que me veía y las ganas de cogerme que tenían, como lo harían y en posición me pondrían, me tenían muy caliente, aunque yo sabía que a la güera y a la otra chica, seguramente les decían lo mismo, no me importaba, yo iba por lo mío y nada me iba a importar, más que gozar como la puta que era.
Serían las 10 pm más o menos, los más adultos y los niños que algunas llevábamos, ya se habían ido a dormir, eso me iba permitir ser más puta todavía y ver qué podía conseguir, la bebida empezaba a hacer sus efectos, el baile de plano ya era un descarado cachondeo; habíamos formado un grupito de 10 gentes, nosotras 3 y los demás hombres, no me importó que en ese grupo estuvieran mis hermanos y mis primos.
Ellos tenían a reventar sus vergas, nos lo hacían notar cada que nos la repegaban, en especial, mi hermano mayor, iba disfrazado de indito, con pantalón de manta y todos sus complementos, por lo mismo, su verga se veía riquísima, un amigo iba disfrazado de robot, como su atuendo se pegaba a su cuerpo, su verga se veía también muy rica, por lo menos tendría 2 ricas vergas para gozar. Fue cuando llegó el, mi pretendiente, iba disfrazado de vampiro, realmente se veía muy guapo, con su capa negra, una camisa blanca y una corbata negra también, el maquillaje le quedaba espectacular, mi corazón y mi panocha palpitaron con más fuerza todavía; saludo a todos los que estaban en la fiesta y se dirigió a dónde estábamos nosotros, de inmediato la güera se fue encima de él. Aunque bailo con las demás, ella prácticamente se le pegó como sanguijuela; las pocas piezas que baile con él, lo hacía de manera muy cachonda, le repegaba mis nalgas, le agarraba la verga con mucho deseo, dándole a demostrar que quería que me cogiera, ese día, como todo buen hombre iba dispuesto a cogerse a cuánta mujer se le atravesará, pero la güera al parecer no lo iba a soltar.
Un poco desilusionada, vi como la güera se llevó a mi pretendiente hacia afuera de la casa. Al lado de la casa de mis primos había un terreno baldío, se prestaba perfectamente para coger, ya que tenía unos arbustos tupidos con hojas grandes y un pequeño espacio, que ellos habían acondicionado, cuidando el pasto a manera de cama, desde la calle no se veía nada para adentro, todo eso lo hicieron para que fuera más cómodo poder coger, sentí que ese día había perdido mi oportunidad. La otra chica, tenía rato que mi otro hermano y un primo se la habían llevado al terreno baldío.
Seguí bailando un tanto frustrada por la situación, ya nada más quedaban mi hermano mayor y un primo, habían cambiado la música, ahora era suave, calmada, relajante, pero al mismo tiempo cachonda. Los 2 bailaban al mismo tiempo conmigo, al ritmo de la música, mi hermano atrás y mi primo adelante, los 2 haciéndome sentir lo dura y grande que tenían sus vergas, mi hermano había subido un poco mi vestido, metía su mano en mi panocha, haciendo de lado mi tanga, mientras mi primo ya acariciaba mis tetas por debajo del brasier, me estaban calentando muy rico, de momento mi hermano dijo que si me animaría coger con los 2 al mismo tiempo, les dije que si, ya sabíamos cuando había fiestas de ese tipo a dónde podemos ir para coger a gusto, era una pequeña habitación dentro de la casa, que había quedado algo oculta por las constantes remodelaciones que hacía la loca mamá de mi primo, era como un cuarto para ver la televisión, tenía un sofá viejo que habían cambiado de su sala anterior, un librero también viejo con varios libros que alguna vez se ocuparon cuando éramos estudiantes, trofeos deportivos, algunas cosas que cuando te estorban, las vas a dejar a algún lado, 3 sillas de plástico duro, un pequeño mueble con una televisión encima la cual no servía, media aproximadamente 2 m de ancho por 5 m de largo, tenía una puerta metálica con cuadros de vidrio opaco, pero si te acercabas, podías ver lo que pasaba adentro, si ese sofá pudiera hablar, las cosas que contaría.
Había decidido coger con los 2, cuando de repente, entran mi pretendiente y la güera, visiblemente enojados; la güera se fue a sentar a un lugar apartado de nosotros, mi pretendiente se aproximó a nosotros, nos contó rápidamente lo que había pasado, ella quería coger a fuerza con él, contrariamente a lo que todos pensarían a él no le gustaba eso, quería que las cosas se dieran naturalmente, que fluyeran hasta llegar al momento de coger.
Vi la oportunidad de poder hacer algo con él, le dije a mi hermano y a mi primo que fueran a consolar a la güera, que para esos momentos era un mar de lágrimas, yo me quedaría con él, así lo hicieron. Le pedí que se tranquilizara, le ofrecí un tequila para que se relajara, como la música seguía sonando, aproveché para decirle que bailáramos un poco, para que se tranquilizara; el me tomo de la cintura, yo lo abrace del cuello, comenzamos a movernos al compás de la música, él me empezó a platicar algo que no recuerdo, pero la música, el tequila, el despecho, que se yo que pasó, me dijo que me veía muy rica, que nunca me había visto así, le contesté que sí le gustaba, me dijo que me veía muy cachonda; bajo sus manos a mis nalgas, al ver que no le decía nada, las acarició de manera sutil al principio, ya después con fuerza, aprovechando que nadie nos veía por lo oscuro del decorado, nos empezamos a besar, un beso tierno al principio, como de novios, me sentía en la luna, después fue pasando a ser más cachondo, erótico, nuestras lenguas libraban una batalla en nuestras bocas, él me había subido mi vestido, masajeaba mis nalgas bruscamente, yo le agarraba la verga, ya estaba muy parada, debo confesarles, que me lleve una desilusión, ya que su verga, no era como yo me la había imaginado, siempre me imaginé que tendría una vergota por como se le veía marcada el pantalón y en los shorts deportivos que utilizaba cuando jugaba fútbol junto con mi esposo y demás familiares, pero si la tenía más grande que los 10 cm que tenía mi marido, no me importo.
Poco a poco el cachondeo se hizo más intenso, le dije que porque no íbamos al estudio (como todos conocíamos el cuartito que les describí en párrafos anteriores), no me contestó, me tomo de la mano, nos dirigimos al estudio, cerramos la puerta con un pasador que tenía, me recostó sobre el sofá, él encima de mi, nuestros besos eran desesperados, como pudo metió una de sus manos a mis tetas, me causo algo de molestia por lo apretado del vestido y las varillas del brasier, pero yo estaba a mil que no me importo, sacó una de mis tetas, me la chupo de una manera fuerte, la lambia y la succionaba, me subió el vestido a la cintura, ya sentía lo dura que tenía la verga; así estuvimos por varios minutos, ya no aguantaba más, le pedí que ya me metiera su verga, su capa nos tapaba completamente, se desabrochó el pantalón, se lo bajó un poco junto con su trusa, trato de hacer a un lado mi tanga con su verga pero no podía, la intento bajar con una mano pero tampoco se pudo, le dije que esperara un poco, levanté mi cadera y me la quité, él me ayudó a sacarla totalmente, estaba muy mojada, en ese momento no tome en cuenta que la guardó en la bolsa de su pantalón, se acomodó en medio de mis piernas, nos besamos otra vez, cuando sentí que me dejaba ir toda su verga, de un solo movimiento entro toda, di un pequeño grito de placer, estuvo un rato así, dentro de mí, veía en sus ojos la excitación que le causaba, empezó con su movimiento de mete y saca, primero lento, después con rápido y con mucha fuerza, no sé si fue el momento, la persona o que fue que me saco los mocos muy rico; después de un rato de estar así, tomo mis piernas, las puso en sus hombros, me la dejo ir nuevamente, los gritos que trataba de ocultar ya no los pude reprimir, nunca pensé que una verga de ese tamaño me hiciera gozar tanto, no era a las que estaba acostumbrada, pero era más grande que la de mi marido, igual que antes, empezó lento, poco después aumentó el ritmo, hasta hacerlo muy rápido como lo hacen los perritos, me encanta el sonido que hacen las caderas al chocar una con otra, sentía como sus huevos se estrellaban con mi culo, me decía cuánto le gustaba estar adentro de mi, que lo hacía muy rico; en un momento me dijo que se iba a venir dentro de mí, le dije que si, no me importo la posibilidad de quedar embarazada, solo quería sentir sus mocos dentro de mí, esto lo puso como loco, su movimiento se volvió más fuerte, rudo y rápido, en esos momentos, me saco varias veces los mocos, fue cuando sentí, como su verga se ponía más dura y gruesa, sentí claramente como sus mocos empezaban a salir con muchas fuerza, fueron 3 o 4 disparos que hizo, en el último, prácticamente puso mis piernas a la altura de mis tetas, para que sus mocos entrarán hasta lo más profundo de mi matriz, me sentía muy llena de la panocha; me saco la verga, que todavía seguía parada, me pidió que me volteara, como pude lo hice, me acarició las nalgas, le dió besos y las mordió fuertemente, como para dejar su marca, como todavía estaba muy excitada me causo un gran placer, me abrió un poco las piernas, con su verga, unto un poco de los jugos sexuales, que momentos antes habían salido de nuestros cuerpos, en mi culo, sabiendo lo que venía, pare las nalgas para facilitarle la penetración, acomodo la punta de su verga en la entrada de mi culo, se dejó caer sobre mí, enterrando su verga, hasta que sentí sus vellos púbicos pegados a mis nalgas, mis gritos salían sin ninguna restricción, me dolió si, pero fue un dolor muy rico; en cuanto mi culo se acostumbró a su verga, se comenzó a mover rápido igual que antes, así estuvo por muchos minutos, hasta que sentí nuevamente como su verga se hinchaba para expulsar sus mocos, sentí varios disparos, con cada disparó el trataba de entrar más y más en mi.
Estábamos sudando un poco, el frío que ya se sentía a esa hora, contribuyó a qué no termináramos empapados, él seguía encima de mi, me decía lo mucho que le había gustado, que de haber sabido que yo cogía tan rico desde hace mucho tiempo me habría pedido las nalgas, yo me sentía las nubes, después de tanto tiempo de fantasear coger con él, por fin se había dado, fue muy rico, más la posibilidad de quedar embarazada de él, estaba en mis días fértiles, no me importaba nada, más que el rato tan rico que había pasado, lo mucho que había gozado estando con él, su verga fue perdiendo fuerza, salió de mi culo por sí sola, minutos después, sentía como escurrían sus mocos de mi culo hasta mi panocha, él se quitó de mi, nos empezamos a acomodar la ropa.
En esas estábamos, él me decía que cuando lo volveríamos a repetir, estaba a punto de contestarle, claro que quería repetir, no una, si no las veces que se pudieran, estaba buscando mi tanga, cuando escuchamos que alguien discutía en las afueras del estudio; olvide que estaba buscando mi tanga, mientras terminaba de acomodar mi vestido, alcance a escuchar que quienes discutían eran un hombre y una mujer, la mujer era la güera, todo me imaginé menos que lo que me diría momentos después.
Salimos del estudio, ahí estaba la güera, llorando como Magdalena, me reclamo el porque había cogido con su novio, a lo que él salió a decir que no eran novios, ella le dijo si tantas veces que habían cogido no significaba nada para él, le contestó, que solo la veía para coger y nada más, diciendo esto, ella me miró con un odio, me dijo que esperaba que hubiera gozado, porque era la primera y la última vez que me iba a coger con su novio, después empezamos a discutir, casi llegamos a los golpes, si no es porque él se metió entre nosotras, cuando logró separarnos, ella con todo el veneno del mundo, me soltó algo que me dejó helada: pues a ver que te dice tu marido cuando llegues a tu casa, me dijo, le pregunté que porqué decía eso, me contestó que él había estado ahí y que cuando ella subió, él estaba mirando por la puerta, le dijo que porque no me reclamaba y me sacaba de los cabellos de ese lugar, que si era hombre y todas esas cosas, mi esposo por respuesta nada más se salió de la casa y se fue; llegaron mis hermanos y mi primo, me preguntaron qué había pasado, que porque mi esposo se salió muy molesto y no le dijo nada a nadie, no supe qué decir, pero la güera los puso al tanto de lo que pasó.
No podía salir en busca de mi marido, ya que mi hijo estaba ahí dormido, aparte no sabía si había ido a la casa o a otra parte, estaba muy confundida, no sabía qué hacer ni que iba a pasar.
Hasta aquí les dejo mi relato, creo que lo extendí demasiado, no pensé hacerlo, pero cuando estoy frente al celular, me vienen a la mente tantos recuerdos, que quiero plasmarlos en el relato, les ofrezco una disculpa, pero también espero que les guste y los disfruten, deseo comenzar a escribir la segunda parte lo más pronto posible, pero el trabajo nos ha absorbido más de lo que quisiéramos.
Les mando un beso.