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Una charla a tiempo salva nuestra pareja
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– Te aseguro que fue increíble, una noche para recordar. Mi primer trio con dos hombres, y goce con todo. Hasta intente la doble penetración pero no lo soporte. Pero el resto, guau, me voló la cabeza. Dijo Josefina, Jose.

– ¿No te estás pasando con lo de la relación abierta? ¿Tu marido sabe lo de anoche? Pregunté.

– No, lo de anoche no lo sabe. No le pienso decir.

Como te había dicho, estoy explorando mi sexualidad, tengo 45 años y 20 de casada. Tenía tres caminos: esto, una relación abierta, y disfrutar mi sexualidad al máximo, pero manteniendo mi matrimonio; separarme y disfrutar; la tercera, seguir como estaba, no era opción para mí.

Jose es mi amiga desde la secundaria, treinta años. Como ella, tengo cuarenta y cinco años. En mi caso, 23 de casada. No me avergüenza decir que Nino es el único hombre en mi vida. Con él perdí la virginidad, y es con el único con el que estuve en una cama.

– Vos todo bien, ¿y Fino?

Fino es el marido de Jose, un profesional exitoso, muy lindo tipo, elegante, educado.

– No sé, no habla de sus cosas.

¿Vos no tenes ganas de probar otras cosas, experimentar?

– No, la verdad es que nunca pensé hacerlo.

– Nino, ¿traes un par de whisky`s al parque mientras termino de lavar los platos? Le dije a mi marido.

– Dale, la noche invita.

– Toma amor. Disfrutalo. Me dijo cuándo me senté en uno de los sillones del parque de nuestra casa.

– Gracias. Nino, ¿Hablaste con Fino últimamente?

– Tana, estuvimos juntos los cuatro el domingo pasado.

– Si, lo sé. Me refiero a hablar, Uds. son amigos, como yo de Jose.

– Si, hace una semana vino a la oficina y tomamos un café. Me imagino el porqué de tu pregunta. Lo que te puedo decir es que no está muy convencido, aceptó por Jose. Y sí, salió con un par de mujeres, pero te repito, no está muy convencido.

– Jose esta desatada.

– Lo sé, él lo sabe y me lo dijo.

– ¿Qué opinión tenes vos?

– Sobre ellos y su relación, no opino, no me corresponde opinar.

– ¿Y sobre ese tipo de relación?

– Tana, te aseguro que no me atrae para nada. No es algo que necesite en mi vida. Tengo 50 años, y sabes bien que tengo una mentalidad muy abierta, pero considero que no es beneficioso para una pareja.

– Si yo te lo propusiera no aceptarías entonces.

– Antes de aceptar o no, te propondría una charla. Una charla muy honesta, muy sincera, usando las palabras que se necesitan, y trataría de entender porque me haces esa propuesta.

¿Queres esa charla?

– No te hice la propuesta, y no pensaba hacerla. ¿Por qué tendríamos la charla?

– Porque somos una pareja que dialogamos mucho, pero, nunca de nuestro sexo, gustos, fantasías. Y sinceramente, tengo ganas de hablarlo con vos. Te amo, te deseo, y tengo ganas de explorar nuestra sexualidad.

– ¿No te preocupa llegar a escuchar algunas cosas?

– No. Prefiero escucharlas en una charla ahora, y no porque nos estamos separando.

– Me da vergüenza Nino.

– Dale boluda. Empiezo, me gusta el sexo que tenemos, pero pienso que nos falta ese fuego que teníamos en los primeros años. Y es lógico, pero ahora que estamos charlando veo que podemos cambiar algunas cosas.

– ¿Qué cambiarías?

– Nuestra mente. Somos rutinarios. Siempre en casa, siempre en el dormitorio. Nunca ninguno de los dos plantea una escapada de fin de semana para coger como animales en un pueblito. Y no te critico porque también me cabe, vos perdiste la chispa de la ropa interior, ser la gata infernal que eras. Yo, el pícaro que jodía en la cocina, que te regalaba flores sin motivo.

– Si, nos volvimos rutinarios. Y como decís, dejamos de hace cosas por rutina.

– Si me preguntas sobre fantasías, fuera de la pareja no tengo. Pero extraño mucho a la gata. Esa mina que era capaz de chuparme la pija y dejarme totalmente hecho mierda. Y así otras cosas.

– Yo también la extraño, y al bestia que me cogía como loco cuando yo lo volvía loco, o que se metía cuando me duchaba y me chupaba la concha bajo la ducha, haciendo que me tenga que agarrar de las paredes.

Perdimos las salidas a bailar, a tomar algo y terminar en un hotel aun teniendo nuestra casa.

Fantasías, si tengo. Me gustaría estar con una mina con vos. Ni sé que haría, pero sos mi hombre, y sé que podes hacernos gozar a las dos fácilmente. Sos un tremendo animal en la cama cuando estas caliente.

Otra cosa que me ratonea, es comprar algunos juguetes sexuales. Incorporar esas cosas a la pareja. O para mí solita, Jajaja.

– Yo no tengo problema en eso, incluso ver algunas porno para sacar ideas.

– Ya lo hice…

– Bueno, entonces podes enseñarme.

– No dijiste nada de estar con otra mujer.

– Tana, dije que no tengo problema. Pero me parece que primero tenemos que recuperar otras cosas para llegar a eso. Con la paja que tenemos los dos ahora, sería un fracaso.

– ¿No te molesta que juegue con la mujer?

– No. Y si me estas preguntando si me molestaría que estés sola con otra mujer, no me molestaría. Es una fantasía, y por todos los cambios sociales que tuvimos, la liberación de la mujer, es “normal” la bisexualidad en la mujer.

– Me cagaste. No me animaba a decirlo.

– Tana, te conozco bastante.

– ¿Vos queres estar a solas con otra mujer?

– Si, con una gata infernal, que sabe perfectamente que cuerdas tocar para hacerme sonar. Una tal Gina.

– En serio te digo.

– No Tana. No. Vos sos la única mujer con la que quiero estar.

– Te amo. Linda charla. Gracias por proponerla, si nos ponemos las pilas, quizás algún día digamos que esta charla salvo nuestro matrimonio.

– ¿Empezamos? ¿Qué tal si nos cambiamos y salimos a tomar algo?

– Dale, es una buena idea. No perdamos tiempo ni posterguemos algo que los dos queremos.

Nos cambiamos y luego de mucho tiempo, me puse una pollera mini y la camisa, la camisa no la abroche donde normalmente lo hago, deje que se entrevean mis pechos. Me maquille, y arregle un poco el pelo.

– Estas muy linda. Me dijo Nino cuando fui al living.

– Gracias, vos también estás lindo.

Entramos a un bar y fuimos a la barra. Siempre la barra fue nuestro lugar preferido.

– Te lo vuelvo a decir: Estas muy linda.

– Nino, no te imaginas lo bien que me hace escuchar eso.

– Nena, veo varios lobos mirándote para atacar.

– Nena, hace años que no me decís así. Adoro cuando lo haces. Y los lobos, que miren, esta gata tiene dueño.

Nino me abrazo y me dio un beso hermoso.

– Perdón, pero este lugar es para mayores, ¿Uds. que edad tienen? Nos dijo un hombre bastante mayor del otro lado de la barra.

– ¿Pepe? ¿En serio que sos vos?

– Si, ni el Covid me mató. Cuantos años sin verlos. Y que alegría verlos juntos después de tantos años. Me llena el corazón de felicidad, se los juro.

– Pepe, vos nos viste nacer como pareja. Dijo Nino.

– Que lindo verte. En serio. Sos parte de nuestra historia. Dame un beso.

Pepe dio la vuelta a la barra y vino a saludarnos.

– No viene más la gente de su generación, y por lo que supe, muchas de esas parejas, ya no existen.

– Lamentablemente. Y nosotros estamos bien, por suerte. Pero estuvimos charlando y nos dimos cuenta que podíamos estar mejor. Matar a la rutina que mata. Por eso salimos. Hace años que no lo hacíamos. Dije.

– Bien por Uds. son inteligentes.

– Ahora que sabemos que estas, nos vas a ver seguido. Promesa.

– Saben que son bienvenidos.

Pepe hizo que nos sirvan champagne y brindamos los tres por muchos años de amistad. Cerca de las dos de la mañana nos fuimos y Nino fue derecho a un hotel.

– Nena, Te deseo. Me dijo ni bien entramos a la habitación.

– Yo te quiero coger. Pero primero, lo primero. Dije.

Me puse de rodillas, desprendí su pantalón, lo baje, junto a su boxers. Su pija ya estaba empezando a ponerse dura cuando me la metí en la boca. Me saque la camisa y mi brazier. Sin sacarla de la boca, me saque la mini y la tanga. Volví a sentir ese fuego interior, esa locura que me provocaba esa pija dura por mí. Chupaba desesperada, Nino gemía como loco, me acariciaba la cabeza y hacía que me la meta hasta la garganta.

Me hizo poner en cuatro patas y me la metió hasta el fondo de mi concha. Me tomaba de la cintura y sus embestidas eran potentes, haciéndome sentir toda su virilidad, su pasión. Paso su mano por debajo de mi cuerpo, y como si hiciera falta, empezó a estimularme el clítoris.

Ese estimulo hizo que comenzara a mover mi cadera, mi orto se mostraba totalmente libre. Yo llegaba a los orgasmos con facilidad. Después de todo, siempre fui multi orgásmica. Luego de un orgasmo, me hizo acostar de costado, con la pierna que apoyaba en la cama estirada y la otra, flexionada casi sobre mi pecho.

Es posición no solo le permitía penetrarme totalmente, sino que además sus dedos podían jugar con mi orto, y si lo deseaba, también podía romperme el culo sin esfuerzo, al tiempo que podía apretarme las tetas. Yo estaba loca, volvía a sentir a mi hombre en todo su esplendor.

– Hijo de puta, como me estás haciendo gozar.

– Y yo ni te cuento como estoy gozando. Mi gata está de vuelta.

– Tu gata quiere leche, quiere tomarse toda tu leche.

– Dale. Tomala.

Le pedí que se pare, me puse en cuclillas frente a él y puse su pija entre mis tetas y la apretaba, masturbándolo de esa forma. Lo mire a los ojos y mordí mi labio. Se empezó a mover entre mis tetas y me di cuenta que estaba por acabar. Lo empecé a masturbar con la mano y la boca abierta. Fueron tres chorros tremendos, que bañaron mi cara y llenaron mi boca. La chupe con desesperación, hasta dejarla bien limpia. Me tomo de los brazos y me hizo poner de pie.

– Te amo nena. Sos… la mejor amante que puedo tener. Sos el amor de mi vida.

– Guacho, tremendo. Como voy a tener ganas de buscar otra cosa, si te tengo a vos. Y de nuevo, gracias por la charla.

Un rato después, empecé a chuparle la pija nuevamente. Cuando estuvo bien a punto, lo monte, fui subiendo y bajando despacio, sin quitarle la mirada de los ojos, haciéndole saber todo lo que estaba gozando. El acariciaba mis piernas, mis caderas y yo mis pechos. Ahora si me volvía a sentir la gata. Nino se dio cuenta y me lo dijo.

– Gata, cogeme como te gusta cogerme.

– Amor…

Fui aumentando la velocidad, y mi calentura con ella. Dios, otra vez me sentía plena, deseada, vital. Me apoye con las manos en su pecho y le clave las uñas ante un orgasmo tremendo. El me alentaba, apretaba mis pechos y jugaba con mis pezones.

– Volvió mi gata, que placer.

– Te amo Nino.

Dije eso, y me levante para volver a metérmela en la concha, ahora dándole la espalda.

– Guacho, ese orto es todo tuyo.

– Tocate.

Estaba esperando que me lo diga, moría por escuchar esa palabra. Moje un dedo con saliva y fui metiéndomelo lentamente en el orto. Cuando vio que estaba todo adentro, me dio un chirlo en el culo. Si estaba prendida fuego, ese chirlo solo fue más combustible. Me movía como loca.

No esperaba sentir sus manos tomándome con fuerza haciéndome acostar boca arriba. Ni tiempo de sacar mi dedo del culo tuve que me estaba cogiendo como un animal sobre mí.

– Nena, te amo

Pude sacar mi dedo y abrazarlo con todo. Sus estocadas eran tremendas, me tomaba de los hombros para que no me mueva en cada una. Yo le clavaba las uñas sin piedad.

– Te amo. Te amo.

Se quedó quieto y se derramo en mí. Su acabada fue bestial, rebalsaba mi concha. Me beso y me hizo ver las estrellas.

Sin soltarme giró y quede sobre él.

– Volvimos, mi amor. Dijo Nino.

– Volvimos.

La mañana siguiente, mientras Nino trabajaba, salí de compras. Ropa interior nueva, alguna ropa, y pase por un sex shop. Cerca del mediodía fui a su oficina.

– Hola amor. Vine a almorzar con vos.

– Tana, buena idea. ¿Esas bolsas?

Le mostré la bolsa del sex shop.

– Hoy es viernes… y mi concha lo sabe.

– Gata, tengo 50 pirulos, me vas a matar.

– No, te voy a volar la cabeza.

– ¿Que más compraste?

– Explosivo. Pero no para esta noche. Esta noche, quiero que me pongas las esposas… y la venda en los ojos…

– Tengo que seguir trabajando Gina.

– Yo no te lo impido.

Me fui de la oficina, después de almorzar directo al gimnasio.

– Hola Jose.

– Tana, que carita, parece que te atendieron muy bien. ¿Seguiste mi ejemplo?

– No, flaca. No lo necesito. Nino…

– ¿No te aburre siempre el mismo menú?

Cocinamos los dos, y como cocinamos…

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