Por fin sola, los niños tras una larga disputa habían quedado rendidos en la cama.
Era viernes y tras 8 insufribles horas aguantando la estupidez humana, que cada día le cansaba más y sin pasar a comer por casa Lucía fue directa al colegio a por Marcos y Patricia, de ahí a fútbol y pintura.
Un par de cervezas con las madres del cole le habían servido de puntilla y el cansancio se instaló en su cuerpo.
Así que ahora con el silencio como banda sonora de su casa, por fin consigue sentarse en el sofá con una copa de vino.
Iker trabaja hoy de noche así que tiene diseñada las siguientes horas antes de acostarse. El vino sobre la mesa y el libro que en su día compro sobre la pintura prerrafaelita son su pareja de baile.
Son los doce de la noche, tres copas de vino hacen que las pinturas de John William Waterhouse adquieran un oscuro y sedoso romanticismo, se deja llevar por la dulce cadencia del río que empuja a Elaine de Astolat y al igual que la vida abandona los sueños de la Dama, la luz de los ojos de Lucía se apagan durmiéndose relajadamente sobre el sofá.
Una repentina vibración del móvil le sobresalta de su apacible sueño, el móvil vibra repetidamente, son las tres de la mañana ¿quién estará a estas horas escribiendo? Lentamente se levanta del sofá estirando la mano hasta alcanzar el móvil ,sin lograr enfocar bien, enciende el móvil y ve como los mensajes eran de José, su cuñado, extrañada comienza a leerlos.
Le comenta que está de cena, por la torpeza de los mensajes se nota que su cuñado ya va bastante borracho, ante su incredulidad los mensajes sin mucho sentido, comienzan a coger un matiz que a Lucía le abruman. José le está comentando que la anterior noche tuvo un sueño con ella y como en ese sueño se acostaban, Lucía se siente incómoda ante las palabras del hermano de su marido, antes de que vaya a más, le manda un escueto mensaje para que pare, que va borracho y que mañana se arrepentirá de lo que está diciendo.
Los mensajes cesan pero las palabras ya se han quedado grabadas en su retina.
Ya en la cama repasa los mensajes, súbitamente nota como se va excitando ante la visión de su cuñado sobre ella. José es dos años mayor que Iker, es bombero y aunque nunca se ha fijado en él de esta manera, es alto, tiene el cuerpo fino pero musculado, siempre que puede se escapa para practicar escalada, la montaña más su trabajo hace que tenga un cuerpo esbelto que junto con varios tatuajes y una cara de chico malo hace que resulte un hombre atractivo.
Está casado con Patricia, siempre ha sabido que él tenía sus aventuras pero jamás pensó que cruzaría la frontera de entrarla a ella.
Intenta borrar todo, pero nota como debajo de su ropa interior la humedad ha comenzado a surgir, sin saber muy bien el motivo baja sus manos, su dedos se deslizan con facilidad, abre su piernas facilitando que sus caricias vayan subiendo de intensidad, su respiración se va agitando y sin darse cuenta leves gemidos se escapan de su boca. Sus ojos se cierran y deja que su cuerpo se vaya entregando al placer, sus dedos acarician su clítoris, un constante movimiento sobre el hace que si cintura se vaya elevando, muerde sus labios y antes de que se cuenta se deja arrastrar por la brusquedad de un final que la desvanece contra la almohada y la sumerge en un placentero sueño.
La luz del día comienza a colarse por las rendijas de las persianas, Lucía se despierta con Iker a su lado, se quedó tan profundamente dormida que notó cuando llegó.
El día pasa tranquilo, cuando despierta Iker, le comenta que mañana domingo ha quedado con José y Patricia para ir a comer, según lo escucha las piernas le tiemblan, pensaba que pasaría más tiempo para encontrarse con él, no le gusta la idea de verle, pero no puede decir que no.
Paso el sábado entre partidos de fútbol y visita de los abuelos. Lucía tampoco tuvo mucho tiempo en pensar en cómo se comportaría el día siguiente.
Al final llega el domingo, por una extraña razón Lucía se viste más atractiva de lo normal, falda negra por encima de la rodilla, unas medias claritas y una botas, en la parte superior una ajustada blusa con zonas con trasparencias y un suficiente escote que hace que a la menor que se incline levemente su lencería negra se vea.
Se maquilla destacando sus expresivos ojos y un carmín rojo que hace que destaque su blanca piel.
Llegan a casa de sus cuñados, Iker lleva una botella de Ribera de Duero que le entrega a Patricia y por fin sale su hermano, se saludan efusivamente y cuando termina le mira con cierta picardía a Lucía invitándola a pasar.
La comida discurre con normalidad, José bromea y cuenta anécdotas de la cena del viernes, a mitad de comida el vino se acaba y Lucía va a la cocina a coger otra botella, cuando va de camino escucha a José decir que le acompaña y le ayuda a abrirla. Lucía inevitablemente se pone nerviosa. En la cocina no abre la boca se siente incómoda e intenta mantener una distancia prudencial con su cuñado, al final es José quién rompe el hielo y mientras se acerca a coger la botella de vino para abrirla, roza sutilmente su mano y se acerca a ella lo suficiente para que sus perfumes se mezclen y le dice en voz baja, hoy vas espectacular, seguidamente sus dedos vuelva a acariciar su mano, se da la vuelta y se dirige de nuevo al salón. Ella se queda en la cocina, el corazón le va a salir por la boca, su pecho agitado respira con fuerza y de nuevo siente, como sin poder evitarlo se humedece.
Vuelva a la mesa, aunque ya más tranquila la excitación permanece en ella, con la comida terminaba Patricia prepara café y José aprovecha para ponerse entre su hermano y Lucía para enseñarle a Iker la casa que está pensando comprarse en el pirineo. Se sienta sumamente cerca de Lucía, tanto que sus piernas se rozan por debajo de la mesa. Mientras Iker mira las fotos llega la sorpresa, José sitúa su mano sobre su pierna, ella se sobresalta pero no se mueve, sus dedos acarician la parte alta de su pierna, adentrándose por debajo de su falda, ella permanece inmóvil sintiendo como la mano de su cuñado se pasea por debajo de su falda, una mezcla de miedo y excitación le inunda su cuerpo, al final al llegar Patricia con el café José vuelve a su sitio.
La sobremesa de fue alargando y después de los cafés vinieron varias copas que hizo que las conversaciones entre las parejas fluyeran alegremente.
Lucía aún tenía esa sensación en el cuerpo extraña, entre lo que su cabeza decía y la manera en la que su cuerpo reaccionaba.
No le gustaba la sensación de excitación que le había creado la mano de su cuñado debajo de la mesa, pero no podía evitar alterarse solo con volver a pensarlo.
La tarde seguía pasando de manera distendida, en el salón los dos hermanos discutían sobre si Nadal era o no el mejor tenista de la historia y ella estaba viendo unas fotos que le estaba mostrando Patricia.
Lucia se disculpó y fue un momento al baño, Patricia le dijo que subiese al de arriba ya que estaban de obras en el aseo de la planta baja. Una vez en el baño se dio cuenta de que iba un poco mareada tras las últimas copas de licor de café, se mojó la cara para despejarse y salió del baño. Cual fue su sorpresa que según salió se encontró de golpe con José, su corazón se agitó de golpe y antes de que pudiese decir nada se abalanzó sobre ella y le comenzó a besarla, ella no pudo o no quiso parar ese beso y antes de que se diese cuenta su lenguas se juntaban apasionadamente, él pasaba sus manos por su pecho y rápidamente con sus dos manos agarró el culo de Lucía y de un golpe la subió golpeándola contra la puerta, ella se sujetó con su piernas rodeando su cintura, en ese momento noto la firmeza y excitación de su cuñado sobre su falda, el movía su cintura de tal manera que rozaba su pene contra su ropa interior, ella se separó un poco y le dijo que parase que estaban abajo y que esto no podía ser, pero ella sabía que su cuerpo necesitaba que siguiese, él la miro y sonrió de manera lasciva, la bajo de su cintura y la dio la vuelta. Comenzó a besarla el cuello y una de sus manos de manera ágil se coló por debajo de sus bragas, ella estaba sumamente excitada y él le susurró al oído: tus palabras dicen una cosa, pero tu cuerpo me está gritando otra.
Comenzó de una manera brusca a tocarla pero era tal la excitación de Lucía que eso le ponía más, sus dedos la acariciaban entrando en ella sin miramientos, era tal la fuerza que hacía cada vez que entraba en ella con su mano la hacía levantarse y ponerse de puntillas, sus dedos dejaron de entrar en ella y fueron directamente a estimular su clítoris, ella llegado ese punto cedió todas las fronteras que tenía y se dejó llevar por las manos de su cuñado, su mano fue para atrás y comenzó a soltar el pantalón y le agarro y comenzó a acariciarle, él estaba también muy mojado. Pasaba su mano por su húmedo glande acariciando y presionándolo con sus dedos, el comenzó a mover su cadera, haciendo que su pene entrará y saliera de su mano, mientras comenzó a besarle las orejas mordiendo su lóbulos y presionado más su cuerpo contra la pared, sus dedos acariciaban con maestría su clítoris, ella sin darse cuenta empezó a lanzar pequeños suspiros y él al darse cuenta le tapó la boca, aprovecho a decirle al odio que quería que se corriese y que si tenía que gemir le mordiese la mano, ella se fue desvaneciendo en sus caricias él empezó a moverse cada vez más rápido. Las embestidas contra sus manos cada vez eran más fuertes, ella comenzó a notar como su pene se iba poniendo más y más duro, noto como crecía más aún en sus manos y como José comenzaba a jadearle en el odios y mientras ella se acercaba a su final él empezó a expulsar semen caliente que se colaba entre los dedos de Lucía, al notarlo ella no puedo aguantar más y acabo también sucumbiendo a las caricias de su cuñado, levemente y más despacio continuaba moviéndose contra su mano, ella aún respiraba agitada .
Se separaron y ella entró de nuevo al baño a limpiarse la mano y lavarse la cara para calmar un poco su excitación.
Paso una semana y ella era incapaz de olvidar lo sucedido, solo con pensarlo se excitaba como una adolescente y numerosas veces a lo largo de la semana se tuvo que masturbar recordando el encuentro en la puerta del baño.
Los días pasaban y sin darse cuenta se fue olvidando del tema, Iker estaba bastante liado con en el trabajo y llegaba bastante cansado cuando llegaba a casa.
Un día le pidió si por favor podía ir a casa de su hermano a recoger un paquete que Amazon había dejado allí, le comento que ya había avisado a Patricia y que le esperaba en casa.
Ella cogió el coche y se dirigió a la casa de sus cuñados, la idea era decirle a Patricia para ir a tomar algo y así charlar un rato antes de volver a casa. Aparco el coche enfrente y se dirigió a la puerta y pulso el timbre, unos paso se escucharon en la distancia y en unos segundos se abrió la puerta, ella se llevó un susto al ver que era José quien le abría la puerta. Pasa pasa que Patricia ha tenido que ir a la oficina que le llamo su jefe de urgencia.
Ella pasó, habían pasado ya varias semanas desde el encuentro pero ahora estaba sumamente nerviosa ante la situación de estar a solas con él.
Él iba con unos vaqueros claros y ajustados que marcaban de una manera muy sensual su cuerpo, una camiseta de algodón blanca hacia resaltar y marcar sus brazos, ella no podía evitar mirarlo y ruborizarse.
Paso y le espero en el salón, el trajo de la cocina la caja y se acomodó en el sofá, ella permanecía de pie callada.
Él dijo le comento que no había podido dejar de pensar en ella, que sabía que estaba mal pero que era superior a sus fuerzas, que era inevitable, ella permanecía como un bloque de mármol, fría e impasible por fuera, temblando por dentro .
Él puso su mano en su pierna, le acariciaba la parte inferior justo por debajo de la rodilla, le coló sus manos por las botas negras que llevaba y comenzó a acariciar su pantorrilla, ella no hacía nada pero tampoco le paraba, él la fue acercando y la puso en frente, el sentado y ella de pie.
Las manos de José comenzaron a subir, despacio, sin prisas, la puntas de sus dedos recorrían cada centímetro de sus piernas como si fuera una carretera de montaña, con curvas sinuosas, subiendo, recreándose en cada curva pero subiendo. Sus manos llegaron a la costura de la ropa interior de Lucía, y comenzó a acariciar sus nalgas con cariño, apretando y sintiendo su piel, sus dedos jugaban entrando un poco por debajo de sus braguitas, poco a poco comenzó a bajarlas, las dejo por sus rodillas y sus manos volvieron a subir, ella seguía siendo ese bloque de mármol sin forma definida y las manos de José iban esculpiendo la fría roca dándole formas, regalando una vida al mármol que ya empezaba a despertarse, ella le comenzó a acariciar su cabeza, él fue deslizando su manos por la parte interior de sus piernas, sin llegar tocarla, cerca pero sin tocarla. Poco a poco comenzó a subirle la falda y su rostro fue acercándose a sus piernas y su lengua y labios fueron acompañando a sus manos en el desfile de caricias y besos que recorrían el cuerpo de Lucía. Ella comenzó a notar su respiración cerca de su sexo, deseaba sentir su lengua, como sus humedades se combinaban en una, pero él seguía sin llegar a tocarle, siempre cerca, siempre alerta pero si besarla aún. Ella se iba excitando se movía sobre su rostro buscando que por fin su lengua la recorriera pero cada vez que pensaba que lo iba hacer el magistralmente se alejaba, le estaba haciendo sufrir y lo único que conseguía era que su excitación se fuera desatando. Los labios de su sexo temblaban, notaba que si seguía mucho más tiempo así acabaría corriéndose sin que una sola caricia o un simple beso le llegará a tocar.
No podía más, él se resistía a besarla y ella notaba como se iba agitando. El cabrón de su cuñado iba a darle un orgasmo sin llegar a tocarla, como si él fuese capaz de leer su cuerpo justo antes de que ella terminase, le comenzó a besarla apasionadamente, su lengua devoraba su sexo, haciéndola estremecerse, sus dedos jugaban con sus labios mientras su húmeda lengua daba los últimos y pasionales besos mientras ella agarrando su pelo terminaba salvajemente en su boca, la intensidad fue tan duradera que le dio tiempo a presionar su entrepierna contra su cara mientras todo su cuerpo temblaba entregado un profundo placer.
Al final separo su cabeza y lo que se encontró fue la mirada sucia y lasciva de José, que sin darla tiempo a recomponerse la cogió y la tiro al suelo sujetándola contra el sofá, puso sus manos sobre los cojines y levantó su cadera poniendo su espalda recta de una manera rápida se situó detrás de ella y eficazmente la penetró, tras el fuerte orgasmo esto la sobresalto y soltó un fuerte gemido mientras el la agarraba de la cintura y comenzaba a follarla de una manera salvaje. Su vientre golpeaba contra las nalgas de Lucía en cada embestida, ella aún con la falda puesta y el agarrándola con fuerza, clavando sus uñas en su carne, mientras entraba y salía con contundencia, le agarro del cuello levantándola hacia atrás y metió sus dedos en su boca, ella aprovecho que ya no estaba contra el sofá y se levantó, dándose la vuelta aprovecho para poder besarle y morder su boca.
Tras una leve pausa le tumbo en el suelo, aprovecho la situación de calma que él le brindaba para acariciar su pecho mientras descendía y comenzó a deslizar su lengua por su húmedo sexo, lo comenzó besando desde abajo subiendo la lengua hasta su palpitante e hinchado glande y en ese momento lo introducía en su boca, sus manos jugaban con sus testículos apretando y presionado al vez que su boca subía y bajaba por su pene. El torció la cabeza y se dejó llevar por la maestría con la que Lucia le estaba haciendo disfrutar, el ritmo iba subiendo y la cadencia y compenetración de su boca y sus manos hacía presagiar el final de José, pero ya cuando todo parecía discurrir a una explosión de placer, Lucía paro de golpe le miró y le dijo, no aún no.
Sin dejarlo levantarse, se puso sobre él y agarrando su pene comenzó a jugar con el borde de su entrepierna sin llegar a introducirla se rozaba con ella, siempre cerca de entrar pero siempre por fuera, se rozaba sobre su clítoris la bajaba presionando sus labios e incluso llegando a la zona de ano, para volver a subir, ella veía como él se estaba desesperando como la impaciencia le inundaba la mirada, como el deseo le latía por las venas y eso la excitaba más aún, hasta que ella tampoco aguanto más y se la introdujo de golpe, el suspiro pero ante su incrédula mirada ella la saco de golpe y le miró demostrando en sus ojos que era ella la dueña del tiempo, ella marcaba cuando y donde y como y él sólo era la parte pasiva. El intentaba volver a entrar pero ella se divertía jugando sobre él y jugando con él. Se levantó y se dirigió de nuevo su vagina a su boca, sentándose sobre su rostro, obligándole de nuevo a que su lengua y sus besos la devorasen, está vez no iba hacer falta mucho para que ella volviese a terminar sobre su boca, se inclinó un poco para atrás para poder masturbarle mientras él seguía besando con lujuria cada parte de entrepierna, ella le ayudaba con movimientos de cintura, acercando y alejándose de su boca, hasta que al final no puedo aguantar más y volvió a desfallecer sobre él.
Se levantó y se sentó un rato a su lado, estaba agitada, su rostro enrojecido por la excitación, su pecho se hinchaba intentando retener todo el aire que podía, él seguía tumbado, observándola, dejando que se relajase, tras unos minutos ella se recostó a su lado, tumbados, la espalda de ella sobre el pecho de él, deteniendo el tiempo, convirtiendo pecados en placeres.
El, que se había relajado, al notar su piel desnuda volvió a excitarse. Ella notaba su firmeza por la zona de sus nalgas, sonrió y comenzó a moverse rozándose contra su cuerpo, el rápidamente volvió a estar totalmente húmedo, tanto tiempo jugando hacia que se sintiese muy sensible, cualquier contacto contra el culo de Lucía le hacía estremecerse, abundante líquido pre seminal hacia que su glande estuviese constantemente lubricado al final ella subió un poco y ayudándose de su mano lo situó sobre los labios de su vagina y empujando levemente contra él fue introduciéndolo en ella, movía las cadera dibujando círculos, él se dejaba llevar, permanecía prácticamente quieto sintiendo los movimientos y la cadencia con los que Lucia se movía, sentía que ya no tenía el control que ante cualquier movimiento le inundaba un torbellino de sensaciones que le llevaba a morirse de placer.
Ella no dejaba de moverse, le miraba clavando sus profundos ojos pidiéndole a gritos pero sin abrir la boca que se dejará llevar, que pusiese la guinda a este salvaje encuentro.
José se acercó a ella y agarro sus pechos, mordiendo sus hombros comenzó a moverse con más rapidez, con cada movimiento la arena del reloj de su aguante iba disminuyendo, sus manos la apretaban con fuerza, sus respiración y jadeos retumbaban en la habitación, hasta que al final la chispa termino de encender la higuera y tras fuertes convulsiones, un fuerte suspiro y un abundante y caliente final pusieron el broche final a esta tarde de fantasía.