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Mi putita se merece un premio
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Tiempo de lectura: 5 minutos

¡Hola a todos! Soy Alberto Galarza.  Los relatos que voy a contar son verdaderos sin embargo en ninguno usaré los nombres reales de las personas involucradas.

Soy un hombre de 29 años de la ciudad de Monterrey. Mi estatura es por arriba del promedio del país, sin llegar a ser muy alto con 1.80 m. Voy al gimnasio, esto hace que este fornido sin ser tener un cuerpo escultural. Soy de piel morena, ojos cafés y cabello negro algo común en México; sin embargo, desde la adolescencia me ha tocado estar en los vestidores deportivos dónde he tenido un miembro de los más grandes entre mis compañeros (21 cm). Esto ha hecho que me apoden "el negro" desde los 16 años.

En los últimos meses desde que escribí mi primer relato, recibí algunas valoraciones y correos de parte de lectores. Principalmente fueron comentarios positivos y algunos solicitando historias nuevas. No había podido escribir nada ya que conocí a una persona gracias al primer relato que escribí en línea y básicamente estuve ocupado.

La persona que conocí es una chica que llamaremos Sol, tiene 19 años y es estudiante de universidad. La conversación inició de una manera casual, sin embargo, muy rápido descubrimos que tenemos muchos gustos sexuales en común. Esto empezó a generar conversaciones calientes desde el inicio, generando un deseo sexual entre los dos que básicamente no podíamos contener. Cómo saben soy una persona muy dominante en el sexo, y a ella le gusta que le digan que hacer. Rápidamente se convirtió en mi putita y yo en su papi.

Ella estaba iniciando su periodo de exámenes en la universidad, por lo que tuvimos que posponer el día en que nos conoceríamos en persona para coger. Decidimos ir un café, aunque a ella no le gusta el café, pero lo descubrí hasta que llegamos al lugar. Fue en un Starbucks cerca de su universidad, yo estaba nervioso de conocerla y llegue 15 minutos antes de la hora acordada. Ya he salido con mujeres de aplicaciones, pero esto era diferente. Sol y yo habíamos hecho clic muy rápido y por alguna razón eso me ponía muy nervioso. Faltando 5 minutos para la hora acordada la vi afuera del Starbucks; no le vi la cara por el uso de cubrebocas, pero por la ropa que me dijo que llevaba la identifiqué. Se despidió de la amiga con la que iba y entró por la puerta de cristal. Estaba más guapa que las fotos que me había enseñado (cuando se quitó el cubrebocas lo pude notar) Mide 1.58 m, tez blanca, cabello castaño con rayos rubios, ojos cafés en los que te puedes perder, labios carnosos con un tono muy claro, cara afilada con las mejillas ligeramente maquilladas con rubor, delgada con unas tetas grandes para el tamaño que tiene (lo cual me tenía babeando desde que la vi), abdomen plano, piernas torneadas y un culo redondo. Me quedé con la boca abierta al verla entrar, empecé a sudar y mi miembro empezó a tener una erección; me tenía así de solo imaginar todo lo que habíamos platicado que haremos.

Yo ya estaba tomando un café, por lo que no tenía el cubrebocas puesto, ella al verme se acercó tímidamente a la mesa y me pregunto – ¿Adrián? – A lo que yo respondí – Hola Sol. – Y le sonreí. Ella se sentó y le invite algo de tomar, ella me dijo que llevaba agua y no le gustaba el café. Estábamos acostumbrados a bromear cuando hablábamos por el chat, entonces rompí el hielo mientras ella se quitaba el cubrebocas diciendo:

-Pensé que me dirías que te gustaba el café como un amigo gay que tengo-

Y ella preguntó –¿Cómo le gusta el café a tu amigo?

-Cómo sus hombres: Negros, fuertes y bien calientes.

Ella soltó una carcajada y entramos en confianza para platicar. Desde el inicio sabía que no teníamos tiempo pues ella me dijo que tenía un par de clases y después que estudiar.

Durante la plática le dije que si le iba bien en sus exámenes le podría dar un premio, que lo pensará bien. Rápidamente respondió

-Quiero que me des una cogidota, papi

-Esa la tendrás putita, yo estaba pensando en algo más… divertido…

– ¿Qué tienes en mente papi?

Recordé que a ella le llama la atención tener sexo en público por lo que le dije mi idea.

-Te puedo llevar a cenar a un buen restaurante y podemos meternos a coger al baño.

A ella se le llenó la cara y los ojos de lujuria y deseo, me dijo – ¡Si quiero papi!

Estábamos los dos ya caliente, en medio del Starbucks… en ese momento sonó su celular. Tenía que irse a su clase.

-Dame un beso antes de irte putita.

-No papi… si te beso no me voy a ir.

Aun así, no pude contenerme y me acerqué rápido para darle un pequeño beso… lo correspondió por 5 segundos para después irse casi corriendo. Me dejó sentado, con la verga dura y con ganas de más.

Todos los días platiqué con Sol y al terminar exámenes le fue muy bien, con excelentes calificaciones. Eso significa que tendría que darle su regalo. A Sol le gusta la comida italiana, por lo que reservé en un restaurante italiano por San Pedro. Quedé de pasar por ella a las 6 de la tarde y le pedí que usara vestido, así sería más fácil y coger; sólo tendría que levantar un poco el vestido, hacer a un lado su ropa interior y metérsela.

Llegué por ella y con solo verla salir de su departamento y abrirle la puerta del coche, ya tenía la verga dura y estaba listo para cogérmela ahí mismo… pero ese no era el plan. Llegamos al restaurante y todo pasó normal, ordenamos comida y algo de tomar y platicamos como siempre. Ordenamos postre y la cuenta, le pedí a ella que fuera al baño y esperará ahí. Pagué la cuenta y le comenté al mesero que ella había ido al tocador, para que dejará el postre en la mesa para llevar en lo que ella volvía.

En cuanto el mesero se fue de la mesa, me levanté y fui directo al baño de mujeres; otra mujer iba saliendo y al abrirse la puerta vi a Sol en el tocador retocándose el labial. Entre rápidamente, puse seguro en la puerta y me saqué la verga del pantalón.

-Aquí está tu premio putita, ponte de rodillas para que me llenes de labial la verga.

-Si papi – Dijo con una voz traviesa y rápidamente se hincó frente a mi para empezar a hacerme uno de los mejores orales de mi vida.

Mi verga ya estaba a tope y no llevaba ni 2 minutos mamándomela, tome su cabello con mis dos manos y lo junté en su nuca; y dejando ahí mis manos empecé a cogerme su boca empujando mi cintura. Sólo se escuchaba mi respiración agitada en el baño y el sonido de su garganta y su boca atragantada de verga. Le saqué la verga y pedí que me la escupiera con toda la saliva que tenía.

La vista era hermosa, su cara llena de saliva… su maquillaje alrededor de sus ojos corrido por las lágrimas que salen al atragantarse… y la sonrisa de mi putita para entender que quería más.

No hacía falta decir nada, todo lo habíamos dicho en las semanas previas. Lo único que quedaba era coger, darle la cogidota que me había pedido. Levante su vestido, hice a un lado su tanga y le metí la verga de golpe hasta el fondo. Ella soltó un gemido que seguramente se escuchó afuera, no me importo y se la dejé asta adentro. Saqué las tetas de su vestido para poder acariciarlas, unas enormes y redondas tetas que llenaban mis manos. Yo tenía el celular en mi mano, se lo di y le ordené que empezará a grabar. Y así, frente al espejo del lavamanos del baño de un restaurante de comida italiana empecé a cogérmela lento pero firme en cada metida, hasta adentro.

– ¿Así querías que te hiciera mi putita?

Solo pudo soltar un gemido diciendo “ahaa si”

-Si, ¿Qué?

Con dificultad -sí, papi

-Me encantas putita- Le dije mientras nos veíamos a los ojos a través del espejo y ella grababa.

Empecé a acelerar el ritmo, no teníamos mucho tiempo. El baño se inundó de nuestros jadeos y gemidos y el sonido de mi pelvis chocando con su culo. Y así seguimos, cuando estuve a punto de venirme, saqué mi verga y le pedí que se hincará. Ella lo hizo, abrió la boca y me vine; casi todo, sólo dejé un chorro de mi leche que venía de su labio a su barbilla.

-No te lo limpies, así sabrán que eres mi putita.

-Además me veo más bonita con tu lechita en mi cara papi.

-Me encantas- le dije con una sonrisa en mi cara.

Salimos del baño y nos dimos cuenta de que había dos mujeres esperando en la salida, nos vieron con una cara juzgadora. No nos importó, salimos y nos dirigimos a la salida del restaurante… sólo tome el postre que habían dejado en la mesa. Fuimos directos al coche y le abrí la puerta para que subiera. Subí del otro lado, con un dedo tome el semen que aún tenía en la cara y se lo di en la boca para que lo chupara. Así como terminó de chuparlo, la tomé de la cara y le di un beso que duro más de 4 minutos.

-Me encantas papi…

-Tú más…

Muchas gracias por leerme. Si tienen algún comentario pueden escribirme a mi correo [email protected].

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