Una tarde mientras estaba jugando con el PlayStation, me hablo una amiga invitándome a su casa para cenar y de paso presentarme a su primo.
Llegué a su casa en cuestión de una hora, toqué el timbre y me abrió mi amiga, pasé a su casa y me presentó a su primo, en cuanto lo vi me pareció un hombre súper atractivo, delgado, de 1,70, piel blanca, con una barba de tres días, cabello negro largo, amarrado con una cola de caballo. Ese día llevaba un pantalón beige, y una camisa negra de manga larga.
Nos sentamos en la sala, mi amiga y su primo a quien llamaremos Federico, estaban sentados en el sillón de dos plazas enfrente de mí, yo estaba en el sillón mono plaza. La mesa del centro tenia nuestras bebidas. Estábamos platicando de varios temas.
En eso sonó el teléfono de mi amiga y se paró a contestar, a los pocos minutos regresó y nos dijo- era mi prima, que acaba de llegar a la estación y que no encuentra taxi que la traiga a la casa, voy a ir por ella. Federico le contestó- Esta bien Claudia, yo me quedo para sacar la cena del horno- mi amiga me preguntó- ¿Te quedas o vas conmigo? -Estaba a punto de decirle te acompaño, pero Federico contestó por mí- ¿Podrías quedarte y ayudarme a poner la mesa y sacar la cena? -si está bien, me quedo a ayudarte- le contesté.
Mi amiga, tomó su bolsa y salió, Federico y yo nos quedamos sentados y empezamos a hablar un poco de nuestras vidas, descubrimos que a ambos hacíamos teatro y eso generó una amistad rápida y que la conversación fluyera. Sonó la campanilla del horno y fuimos a sacar la pizza, ambos nos levantamos a la cocina y en camino a ella me abrazó y me dijo- eres bien a toda madre wey- fuimos a la cocina; esta era un poco estrecha por lo que cuando estaba sacando los cubiertos del cajón que él me indicó, pasó detrás de mí y agarró un vaso del mueble que estaba sobre mi cabeza, al estirarse pegó su bulto sobre mi trasero y me llamó la atención, porque sentí que se quedó un poco más de lo estrictamente necesario, pero no quise darle importancia- me dijo- perdón wey, pero no alcanzaba el vaso- no te preocupes bro- le dije, pusimos la mesa y regresamos a la sala.
Seguimos platicando y en algún momento la conversación llevó a temas sexuales, platicamos sobre nuestras primeras veces y sobre lo que nos ponía:
Yo: me pone muy caliente el oler la ropa interior y los aromas corporales.
Federico: No manches bro, ¡que chido! a mí también me gusta oler la ropa interior de otros, también disfruto que otros huelan mi ropa interior y que la usen con mi corrida
Noté que él se empezaba a sobar el bulto, el cual empezaba a crecer lentamente debajo del pantalón, se recostó en el sillón un poco y abrió las piernas, mientras se continuaba masajeando el paquete. Me dirigió una mirada y luego a mi paquete como invitándome sin palabras, a que yo me sobara la verga. Así que, aceptando su invitación, empecé a frotármela sobre el pantalón.
Imité su posición, recostándome sobre el sillón y abrí mis piernas, la conversación se detuvo y solo estábamos centrados en como el otro se masajeaba el bulto. De pronto él se levantó ligeramente del sillón, se desabrochó el pantalón y lo dejo caer hasta sus pies, quedando solo en una trusa roja, bajo la cual se marcaba un bulto de unos 17 cm y bastante gorda.
Yo le seguí, me deshice del pantalón que quedó atrapado en mis pies, y empecé a masajearme la verga sobre mis trunks de color rosa, sin quitarme la mirada de encima Federico metió la mano en su trusa y cuando se disponía a sacarse la verga, escuchamos que la camioneta se detenía afuera de la casa, ambos nos subimos el pantalón, el salió disparado hacia el baño de su cuarto y yo entre al de visitas.
Escuché como se abría la puerta y mi amiga gritaba – ya llegué- salí del baño y me presentó a su amiga. Federico tardó un poco en regresar, cuando llegó, nos dispusimos a cenar, él se sentó a mi derecha y del otro lado estaba su prima.
Federico se levantó de la mesa, con el pretexto de ir por una salsa a la cocina, antes de levantarse me dio la espalda y tiró “accidentalmente” un tenedor, se inclinó a recogerlo sin levantarse de la silla y pude notar que no traía la trusa roja. Regresó con la salsa y un nuevo tenedor, colocándolo en la mesa dijo –Una disculpa, ahora regreso- y fue al baño de visitas.
Cuando volvió a tomar asiento, por debajo de la mesa tocó mi pierna y me hizo una señal con la mirada para que viera hacia abajo, vi que me entregaba una servilleta doblada, la tomé y desdoblándola leí “ve al baño de mi cuarto, hay una sorpresa para ti”.
Yo: Con permiso, ahora regreso
Federico: he bro, se rompió la cadena, ve al de mi recámara si quieres.
Entré al baño de su recámara, buscando la sorpresa que me había comentado y ahí, sobre la tina, estaba la trusa roja que llevaba hace un momento, me acerqué a ella y descubrí que estaba llena de mecos, me senté sobre el baño y me llevé los mecos que estaban sobre la trusa a la boca y los saboreé, su sabor era delicioso y ni hablar del aroma que la impregnaba, mientras restregaba los mecos en mi lengua y el aroma de su trusa embriagaba mi nariz, sentí que mi bulto empezaba a crecer.
Se me ocurrió que era una buena idea devolver el atento regalo que me había hecho mi anfitrión, me deshice de los pantalones, y empecé a jalarme la verga sobre el trunk, después de unos minutos y debido a la calentura de lo ocurrido en la sala, a su embriagante aroma impregnando aquella trusa y al delicioso sabor de su corrida sobre mi lengua, no tarde en terminar sobre mis trunks, los dejé sobre el mismo lugar en el que había encontrado los suyos. Recordando sus palabras de que le ponía que otros usaran su ropa interior me la puse, y vistiéndome, me dispuse a salir.
Regresé a la mesa y en un momento en que mi amiga y su amiga platicaban, fui con él a la cocina con el pretexto de ayudarlo con los platos del postre:
Yo: Gracias por el regalo – me bajé un poco el pantalón y le mostré que traía puesta su trusa
Federico: Eres un cerdo -me dirigió una mirada pícara- pásame tu teléfono bro- y apuntándolo en su celular, regresó al comedor.
Llevé los platos a la mesa y el llevó el pastel, dejándolo, salió a su cuarto. Me llegó una notificación al celular y era un mensaje de él, me decía te voy a mandar una foto, ten cuidado al abrirla, así que esperé a que llegará la foto y teniendo cuidado de que su prima no viera la foto, la abrí; el traía puesto mis calzones mequeados. Eso me puso al cien nuevamente, luché por que la erección que iniciaba debajo de mis pantalones no fuera evidente.
Terminó la cena y me fui a mi casa. Más tarde, esa noche recibí un nuevo mensaje.
Federico: los guardaré para recordar tu aroma y sabor…espero poder probarlo de la fuente próximamente. El texto venía acompañado de una foto de mis calzones ya sin mecos sobre la cama, con su verga parada reposando sobre ellos. Efectivamente, como lo había supuesto por el bulto que se marcó mientras estábamos en la sala, su verga era grande y gorda de color moreno y con un vello bastante abundante
Yo: Claro que así será, mientras tanto guardaré el regalo que me diste y me la jalaré con ella todos los días.
Aún no hemos tenido posibilidad de reencontrarnos, espero pronto podamos tener un encuentro lleno de morbo de calzones, aromas y corridas.
No olvides dejar tus comentarios y si tienes sugerencias para hacer mejor mis relatos también te las agradecería. Si gustas que platiquemos, entonces escríbeme ([email protected]).