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Desahógate en mí
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Estoy sentado en mi lugar favorito me permite observar la plaza de San Pablo desde la estación del tren hasta la entrada de mi departamento.

Las sillas son cómodas, forradas de un terciopelo rojo y unos reposabrazos de hierro que me hacen sentir como de la realeza, leo el periódico mientras espero, Edith no debe tardar.

Hoy es nuestro día, hoy, dentro de una habitación cercana será mía, ella me ha elegido y me da el privilegio de tenerla, de guiarla, se entrega a mí y me regala su sumisión sin reservas sabe que nunca haría nada para dañarla.

Me permite explorar mi lado sádico y saciar mis perversiones en ella que al mismo tiempo también son suyas.

Me otorga el poder de su placer, sus orgasmos y la humedad de su cuerpo.

El plato de fruta va por la mitad cuando una nueva marea de personas comienzan a salir de la estación, un mundo de personas llenas de prisa se empiezan a desparramar en todas direcciones, podría ser difícil localizar a alguien en específico entre la multitud, pero ella se resalta de todos, es fácil dejar de ver a los demás y perderme en ella.

Trae puesto un vestido verde que le luce hermoso, su cabello lacio cae suelto sobre sus hombros solo un listón blanco adorna su cabeza y es el único adorno que al parecer lleva en su cuerpo, desde donde estoy la observó sin problemas, admiro su cuerpo una vez más, el tono tostado de su piel, sus perfectos senos, su cintura, esa pequeña llantita que tiene justo antes de ese culo que me vuelve loco.

Sabe exactamente donde estoy y que la observo pero no voltea. Camina evitando las miradas de los curiosos que giran la cabeza al verla pasar esperando algún contacto visual con la hermosa mujer que pasa junto a ellos sin siquiera notarlos, va a prisa y no sé si ella lo note pero va aferrada a su bolsa como protegiendo un tesoro mis ganas mueren por estar con ella.

Mis pensamientos se distraen tratando de adivinar la ropa interior que lleva, como un reflejo inspiró hondo tratando de captar su aroma de mujer impregnado en las bragas y sonrió para mis adentros con mis pensamientos.

Trato de adivinar cuál de los dos conjuntos eligió; el negro es soberbio y siempre es una buena opción en lencería, pero el color begonia es hermoso y seguro Edith se verá como una diosa envuelta en ese color, creo que la sorpresa será linda sea cual sea el que eligió.

Edith camina rápido y pronto llega hasta la puerta del edificio saluda a Marco que la deja entrar con una sonrisa que para mi gusto es excesiva, pero quien no sonríe como un bobo cuando una mujer hermosa está ante ti. Ella lo mira disimuladamente.

Cuando Edith entra al edificio me concentré de nuevo en el crucigrama del periódico y como tranquilo lo que resta de mi plato de fruta.

Hoy le daré un poco más de los cinco minutos habituales para que se prepare. Creo que la sorpresa que le prepare le gustara y le llevará más tiempo del normal estar lista.

Sé que lo primero que notará será la ausencia del café en onces vera el whisky y recordará la última vez que bebí en su presencia las dudas la acosaran, pero sé que su confianza en mí será mayor y se quedará…

Camino tranquilo hasta el edificio saludo a Marco con un habitual movimiento de cabeza y el responde de la misma manera, no hay diálogo ni nada más que ese simple movimiento de cabeza.

Subo hasta el piso 15 y abro la puerta Edith no me espera como de costumbre junto a la puerta y de rodillas.

Hoy está junto a la ventana, sabía que no podría resistirse a estar junto al potro, esta hermosa en su lencería color begonia de pie e indecisa a tocarlo sin permiso y arriesgarse a que la descubra.

Está tan absorta y embelesada con el potro que no me escucha llegar, lejos de molestarme la observó en silencio mientras duda en subirse o esperar a que yo se lo indique.

Veo estrías en sus caderas y un poco de celulitis en los muslos que el ejercicio no puede quitar y que le han causado miedos e inseguridades, pero que a mí no me importan simplemente es hermosa como es.

Al final la curiosidad le gana y lo toca, un toque suave y sutil con su mano es todo lo que necesita para perderse en él; como cuando mi mano viaja por su espalda la emoción le gana y por fin decide subirse, se recuesta y finge que ya está atada lo que me provoca una erección que tengo que contener, sé que ella está excitada al igual que yo.

Ya no puedo detener mis palabras que salen de mi boca sin darme cuenta

—Eres hermosa! Me gustan tus lindas piernas, poner mis manos en ellas y sentir la gloria de acariciarla, y ese culo vaya que es para morir en el, me encanta el contraste que tu pelo negro como el ébano le da a tu blanca piel. Pero más que nada en este momento me gusta la vista y saber que te gustó tu nuevo juguete.

La tomé por sorpresa y como una niña que es atrapada justo cuando hace una travesura sus ojos cafés se abren enormemente rápidamente baja la mirada y un color rojo le cubre el rostro.

(Te atrape) casi quiero decirle, pero disfruto el momento de incomodidad que está pasando por no recibirme como me merezco. Aunque ella no sabe que este momento ha sido fantástico y la guardaré en mi mente jugando ella sola en su nuevo juguete.

Se bajó rápido del potro y se tiró de rodillas en el suelo con la cabeza gacha esperando por mí.

Edith no puede verme pero sabe que mi mirada está puesta en ella, caminó con paso firme hasta ella y me detengo justo de de su vista pueda ver mis zapatos es lo único que le está permitido ver y por ahora es lo único que necesita, sé que debe estar ansiosa por que la toque yo también estoy ansioso hacerlo.

Con la yema de mi dedo acaricio su espalda un roce ligero que la estremece y que le debe provocar más de lo que mis ojos pueden notar, la caricia comienza en el cuello justo donde su pelo deja de crecer y la recorro por toda su espalda hasta el inicio de sus nalgas que están a mi disposición, contengo las ganas de un primer azote y dirijo mi mano a su barbilla, la tomó firme y delicadamente levantó su cara para poder ver sus ojos y la excitación que reflejan.

Mi niña es curiosa y decide ver mi atuendo sé que le encanta verme los ojos en ellos encuentra toda la lujuria, el deseo, el fuego que en ese instante siento por ella y lo mejor es que a mi también me enloquece ese momento porque me doy cuenta que encuentro lo mismo en su mirada.

Está esperando mi orden así que sin más la digo:

—¡sirveme!

Levante mi pie izquierdo para que ella pueda quitar mi bota, sé que no son sus favoritas por el trabajo que le da quitármelas pero es parte del castigo por jugar con los juguetes sin mi permiso así que sonrió mientras la veo batallar con ellas, cuando termina saca con facilidad mi calcetín y besa mi pie sus manos lo llevan mi pie desnudo al suelo y levantó de inmediato la otra pierna para que el proceso se repita.

Siempre comenzamos nuestra sesión de la misma manera, ahora me agachó y la beso en los labios.

Aprecio mucho este momento de intimidad donde ella mueve sus caderas como lo haría una cachorra contenta al recibir a su amo y esperar amor y atención por parte de su dueño.

Luego me inclino a su altura y pongo el collar en su cuello. Hoy lo pongo lo más justo posible, incluso antes de asegurarlo me paso un poco más del orificio y la estranguló unos segundos antes de aflojar y cerrar el collar.

Susurro un "buena chica" mientras doy unas palmadas en su cabeza los que provoca que sus movimientos de cadera se intensifiquen

—Mi tierna, sexi, obediente, intrépida e insaciable niña.

Me encanta decirle eso porque le encanta que se lo diga.

Me pongo en cuclillas para estar a su altura y separó su cabello la mitad a la derecha y la mitad a la izquierda, luego cada mitad la divido en tres partes iguales y comienzo hábilmente a trenzar las dos partes una a una, el aroma frutal de su cabello no deja de llegar a mí olfato.

Cuando terminé de las trenzas las desbarate y comencé el proceso de nuevo, lo repito varias veces no porque no esté conforme con el resultado del peinado sino porque atesoro para mí ese pequeño momento de paz e intimidad entre nosotros y permanezco ahí a su lado.

Me levanto y ella está a la espera de mis movimientos ya no es necesaria una cadena para dirigirla y guiarla, con el paso del tiempo nos entendemos a la perfección y sabe seguir mis pasos sin llevarla a jalones como en un principio.

Doy vuelta y me dirijo a la mesa de servicio donde debería estar mi bebida lista para mí, Edith me sigue, va pegada como una perra fiel sigue a su dueño mi sonrisa de orgullo desaparece cuando veo que el vaso está vacío me aclaró la garganta con un gruñido y veo como ella se tensa al escucharme.

Se detiene un paso detrás de mí, sirvo hielo en el vaso y luego dejó caer el licor ámbar en el vaso hasta la mitad, giro el vaso y huelo su contenido percibo el fuerte aroma del licor mientras reflexiono si tomarlo de un trago y servirme otro o me tomó solo ese vaso de una forma tranquila.

Mi niña esta con su mirada puesta en mis pies esperando mis movimientos o mi siguiente orden la siento tensa, como asustada y paso mi mano por su cabeza para tranquilizarla, luego de tensarse al sentir mi mano se relaja cuando siente mi caricia

Vino pegada a mí hasta mi sillón favorito, me senté y ella acomodo su cabeza en mi regazo, meto mis dedos entre su cabello y frotó su cuero cabelludo mi perra se relaja y se deja querer cerrando sus ojos y disfrutando el momento, tomo mi bebida tranquilo dándome el tiempo de masajear toda su cabeza.

—Hoy voy a ser un sádico hijo de puta, así que si sientes la necesidad de parar hazlo, ¿cuál es tu palabra de seguridad?

—Tacos

Suavemente acaricie su cuello que ella misma me expuso, mi mano recorrió su cuello desnudo hasta el nacimiento de sus senos, quite la tela que cubría sus tetas y acune mis manos sobre ellas disfrute la suavidad de su piel alrededor de la areola y el contraste de textura de su oscuro y endurecido pezón. Las conozco de memoria pero las disfruto como si fuera la primera vez que las tengo en mis manos, comencé con roces suaves y luego más intensos.

Edith reaccionaba a mis caricias mordiendo sus labios y dejando escapar alguno que otro gemido

Enseguida sin decir nada más, aprisione su pezón izquierdo con una pinza sin aviso ni misericordia, reprimió la queja que estuvo a punto de escapar de su boca, luego puse una pinza en el otro pecho el frío metal debió contrastar con el calor que debería estar invadiendo esa zona sensible y regándose por el resto de su cuerpo pronto la tortura se convertiría en placer dejando muy sensibles sus pezones luego baje hasta su parte más íntima y sonreí al notar la humedad que sus labios depositaron en sus bragas las hice a un lado y metí mis dedos, creo que ella esperaba que la comenzara a masturbar por eso abrió mucho los ojos cuando un par de pinzas se cerraron sobre su húmeda vulva.

Su miel los empapo y sentí envidia de ellos

—Ahora, jovencita, usted va a comer!!!

Mi mano acarició su cabeza borrando cualquier pensamiento que no sea mi placer, con una mano tome las trenzas de su cabello, sentí su respiración tranquila pero deseosa de comenzar a servirme y darme placer, la acaricié cuidadosamente lo hice lento incluso de una forma delicada, eso la mata, no sabe en qué momento vendrá el tirón y eso la deja expuesta y vulnerable, totalmente en mis manos.

De pronto lo que está esperando sucede, doy ese jalón que la obliga a mirarme directo a los ojos… noto su lujuria en esos ojos tan míos

—Abre la boca

Sin demora me obedece ansiosa por lo que sigue, un fino hilo de saliva sale de mi boca con destino a la suya, el sabor a whisky debería estar aún en mi saliva que cae sobre su lengua, la veo saborearla y sonreír.

—Eres hermosa!

Sin perder más tiempo me bajó el cierre del pantalón cerca de su cara para que pueda oler mi miembro aún flácido.

Su boca espera ansiosa por mí sus ojos me lo confirman, y así sin más demora ni preámbulo se acerca aún más a mi falo y lo lleva directamente a su boca con una caricia suave y sutil.

Sentir por fin sus labios húmedos y suaves aprisionar mi verga es placer indescriptible, su lengua da pequeñas caricias sobre mi glande

Se ha convertido en una experta en la felación, en acariciar mi verga con su boca y darme placer con esos movimientos, en no desperdiciar nada de lo que de ahí brota, gotea, o sale a chorros: mi placer… En ponerme duro y proporcionarme una mamada que me obliga a doblar las piernas y me obliga a gruñir.

No sé en qué momento mis manos toman el control y se posan en su nuca, pero siento como con una de ellas la empujó hasta el fondo impidiéndole respirar de forma correcta y aun así sigo empujando impidiéndole el movimiento hasta que toda mi erección se pierde dentro de ella y su rostro queda casi pegado a mi entrepierna, negándole la respiración, es una experta y ya no tiene las arcadas que tenía al principio pero aun así hoy le exijo más y veo su cara de desesperación cuando el aire le empieza a faltar, un par de lágrimas escapan de sus ojos (aguanta un poco mi niña, ya casi) y la saliva gotea hacia suelo de siento su reflejo por quererme empujar para escapar de la asfixia y aflojó mi mano.

La separación es brutal ella jadea tomando aire y yo rio de placer

—Bien mi niña has roto tu marca. Te mereces un premio.

Estoy de pie junto a ella y la observó de arriba a abajo, veo a mi presa, mi trofeo, mi mujer…

La levanté con mis brazos, una mirada que bien podría ser una caricia, una mirada que le decía mi deseo de tenerla y poseerla.

Tire de su collar antes de sacar la pinzas de golpe provocando un dolor placentero, dejando sus pezones sensibles al tacto, suavemente la cubrí de besos, fui dejando un húmedo camino de besos sobre su rostro, seque sus lágrimas con mi boca, bese sus ojos , mejillas, la comisura de la boca, bajé de nuevo por su cuello hasta la clavícula, reprimió un gemido de placer cuando aprisione uno de sus senos con la boca, lo acune con la lengua, casi grito de placer cuando la comencé a mover rítmicamente jugando con el pezón aún sensible, lamí y tiré de él provocando su humedad, provocando que sus piernas se comenzarán a mover. Casi no reconocí mi voz cuando le hable aún con mi boca sobre sus pezones:

—Lo sientes mi niña?

Ya viene?

Mis palabras haciendo cosquillas en su pezón fueron como gasolina sobre el fuego, apretó las piernas fuerte tratando de aplazar lo inevitable, el orgasmo se acercaba y yo lo sabía, soy capaz de provocar lo que ningún otro; mi voz, mi presencia, mis caricias la convierten en una gata en celo capaz de correrse con tan solo mi boca sobre sus tetas y una palabra.

Las señales de su cuerpo son inconfundibles; su orgasmo estaba cerca, aunque ella se esforzaba por contenerlo hasta que yo le diera el permiso de correrse y disfrutar. Podría simplemente dejar de tocarla y esperar a que la inminencia de su placer se desvaneciera, podría estimularla hasta que el placer se le escapara entre mis labios sin la orden de poder disfrutar, pero en cambio le di permiso

—Córrete…

Sus piernas se doblaron ante la orden que al mismo tiempo era el permiso para mi placer… dejó fluir su orgasmo y grito mi nombre mientras sus entrañas se humedecieron y me exigían más, ahora me quería dentro.

Estaba en posición de descanso luego de ese primer orgasmo.

No sé cuánto tiempo llevaba en esa posición, pero cuando mi dedo rozó su piel se perdió por completo, pareció que dejó de respirar por un momento deseando y fantaseando ella quería que mi dedo diestro recorriera las partes más privadas de su cuerpo hasta hacerla gritar mi nombre una y otra vez yo también quería escuchar mi nombre otra vez en sus labios hasta que esos gritos se conviertan en el agua del deseo brotando de sus piernas.

Su piel contra la mía es tan atrayente, tan necesaria, como las olas del mar acariciando la arena haciendo el amor una y otra vez.

—Cada parte de tu cuerpo tiene una anécdota y me encanta, es como un libro que me cuenta una historia diferente cada vez que lo leo.

Mi caricia la hizo estremecer como si un choque eléctrico recorriera su cuerpo en su interior.

Camine hasta el potro y me siguió

—De pie.

¿Estás ansiosa por usarlo verdad?

—Sí, desde que lo vi.

—Es tu regalo y mi placer.

Súbete!

Le tendí la mano para ayudarla a subir ambos estábamos, calientes, ebrios de placer anticipado, mi mano fue firme y rápida, una a una cada una de sus extremidades quedaron sujetas a ese aparato con forma de tortura.

La amarre fuerte a él para impedir al máximo sus movimientos.

Di un primer golpe sobre sus nalgas, los alternaba en cada nalga, golpes fuertes, suaves, rítmicos algunos eran como una caricia y otros simplemente le deberían doler sin duda mañana le dolerá al sentarse y sin duda alguna una sonrisa se dibujara en su rostro al recordar el momento.

Usaba el flog de 9 puntas fuerte y preciso, sutil y conciso como un artesano trabajando en una obra de arte, cada nueva caricia de ese suave cuero sobre su piel era una ola de sensaciones que poco a poco iban dejando su humedad sobre el suave cuero bajo su sexo.

No se había dado cuenta del par de velas que colgaban de unas cuerdas encima de su cuerpo, se dio cuenta hasta que la cera comenzó a caer sobre su espalda.

Con mis manos les di un pequeño impulso para que la cera cayera libre sobre su cuerpo.

Gota a gota fueron creando arte sobre su piel, gota a gota su humedad era mayor. Tomé una de las velas y la incline, un gran chorro de cera cayó sobre sus nalgas un pequeño grito de asombro y luego nada, sólo silencio…

—Eres hermosa

Retire con cuidado la cera que me estorbaba de entre sus nalgas, llené de besos cada parte de su culo, bese con cuidado cada marca que el flog había dejado, al final llegue al orificio que es solo mío el que ningún otro ha disfrutado, lo bese y lamí a mi antojo, mi lengua empujaba por entrar, provocando contracciones involuntarias en verga y lo más seguro en su vagina.

Luego fue mi dedo el que entraba y salía al principio con un poco de resistencia, pero luego cada vez más fácil, cuando sentí que estaba lista retire mis dedos y puse la punta de mi erección en la entrada de su lugar más estrecho, tomó aire, sentí como iba entrando como mi verga la penetraba, sus dedos se cerraron contra su palma aguantando valientemente, cuando entro por completo me detuve dejé que se acostumbrara a mi grosor el ardor fue pasando y se relajó una sensación de placer me invadió y comencé a moverme primero con movimientos lentos hasta que sentí que ella estaba lista y podía moverme más fácilmente, el placer comenzó a llegar.

La penetre con furia, no fue difícil hacerla llegar de nuevo al clímax ella lo deseaba, estaba lista, estaba a flor de piel, incluso sus pezones rozando con el cuero incrementaban el placer luego de unos minutos sentí sus contracciones de placer lo que al mismo tiempo aceleró el mío.

Ella lo sintió y hablo:

—Disfrúteme

Estoy para su placer

Úseme

Soy tu perra guau

Desahógate en mí

Desahógate en mí…

El protocolo indica que no debe hablarme sin permiso, sin que yo se lo pida o le pregunte directamente, pero que me importa el protocolo en ese momento si lo que dice están hermoso, si lo que dice me causa un gran placer…

Así que no le dije que callara simplemente disfrute de sus palabras y me clavé con más fuerza en ella hasta derramar mis chorros calientes dentro de su culto.

Me encantan nuestras sesiones, las disfruto, me excito, gozo, la intensidad y el ruido de un azote sobre su trasero o la fuerza de una caricia sobre sus nalgas, la agonía de la dulce espera o el dolor de una bofetada, verla esperar por una orden o ver el orgullo reflejado en sus ojos cuando sabe que lo ha hecho bien. Pero lo que más me gusta es el final, cuando todo eso pasa y aun cansada, sudada, dolorida quiere más de mí, más de esto.

Cuando por fin se refugia en mis brazos que ahora son solo caricias y mi boca deja de lado las palabras vulgares que la prenden y le digo las palabras las tiernas que la reconfortan, cuando lamo su cuerpo y me abraza sin importar nada más.

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