Capitulo VIII. Conversación con Marisa.
Tardó bastante rato Oscar en contestar.
“Hola tío, que pasa no sabemos nada de ti ni de Pablo. ¿Estáis husmeando hasta debajo de las piedras?, fue su contestación.
“Pablo, yo creo que deberíamos decirle a Oscar lo que hay. Primero porque es su hijo. Segundo porque es nuestro amigo de toda la vida y tercero porque quizás necesitemos su ayuda en algún momento, y si no se la quiere follar, que no se la folle, jajaja”
“Por una vez, estoy de acuerdo contigo, jajaja. La única duda que tengo es si decírselo a él antes, decírselo a la vez que, a Marisa, o preguntarle antes a Marisa si se lo decimos o no”, me contestó.
“Yo creo que a la vez que Marisa no, no sabemos cómo reaccionará, y si se pone en plan dramático será peor para Marisa. Preguntarle a Marisa, diría que no y el resultado sería el mismo. Yo optaría por decirle a grandes rasgos lo que pasa, que vamos a hablar con su madre y que, si quiere o no estar presente”, le argumenté.
“Sí, tienes razón hay que hablar con él. Pregúntale donde está”, me dijo Pablo.
Le mandé un whatsapp y se lo pregunté. Esta vez me respondió de inmediato.
“Estoy jugando a la consola, ¿subís y echamos unos vicios?”, me respondió.
“No, baja tú. Tenemos que hablarte de un tema delicado y no queremos que haya por ahí orejas”, le dije.
“Vale tío, ahora bajo”, me dijo
“Bueno, pues baja, así es que a ver como se lo decimos sin que se nos derrumbe”
Al momento estaba abajo. Los saludos de rigor, manos, puños y cualquier día un choque también de pollas.
“Hola, tíos, ¿qué pasa?, preguntó.
“Oscar”, comenzó Pablo, “tenemos que contarte algo que no solo no es fácil para nosotros contártelo, sino que tampoco va a resultar para ti agradable oírlo. Por eso nos gustaría que nos escuches todo lo que tenemos que decirte, sin interrumpirnos, y luego ya sacamos conclusiones”.
“Vale tíos, me tenéis en ascuas”, dijo con cara de preocupación.
Caminamos hasta lo que llamamos el “muro de nuestras lamentaciones”. Un rincón entre bloques, donde podíamos estar tranquilos lejos de oídos inoportunos. Nos sentamos en el suelo, como siempre. Oscar se puso enfrente de nosotros.
Hubo unos segundos, que parecieron horas, de absoluto silencio. Pablo me dio un codazo, era evidente que quería que empezara yo.
Pensé que empezaría y acabaría casi a la vez.
"Óscar, creemos que tu madre se prostituye", le dije.
"Joder, Javier, eres único diciendo las cosas con tacto. Verás Óscar", trato de decir Pablo, pero le cortó Óscar.
"No, no. Yo lo sabía, bueno, mejor lo intuía", dijo.
"Y eso?", Preguntamos Pablo y yo casi al unísono.
"Hará poco menos de dos años, una noche que ella estaba en el ordenador, entré a preguntarla sobre la ropa para el día siguiente, y aunque cerró la ventana del ordenador, me dio tiempo a leer Pasión, ya sabéis, la web esa de putas.
Me pregunté que buscaba mi madre en aquella web. Es que se había vuelto bollera o es que buscaba a alguien.
Me picó la curiosidad y entre. Nada tías impresionantes que las estarías follando todo el día, pero nada que me llamara especialmente la atención. Quizás, había sido mera curiosidad de ella, o había ido a esa página desde cualquier otra que te redirigen, sin preguntar.
Pase varias páginas hasta que la vi. La verdad es que en principio no la reconocí. Pasé la página sin fijarme en ella, pero algo me hizo volver hacia atrás. A ella no se la reconocía tenía la cara difuminada y un cuerpo con unas bragas y un sujetador no es muy fácil de identificar sobre todo si no estás acostumbrado a verlo así todo el día. Pero el pasillo dónde estaba, ese sí que no se difumino.
Ponía 3 fotos más. Pinche en ellas y si efectivamente, había tres fotos más en distintos sitios de la casa incluso en una no había difuminado bien la cara y si la conoces, la conoces.
Como supondréis me quedé a cuadros no sabía qué hacer pensé en contárselo a mi padre, en contároslo a vosotros, en llamarla a ver qué decía pero me dio muchísima vergüenza, así es que lo dejé pasar, por eso, como comprenderéis no me ha sorprendido lo que me habéis dicho", nos dijo cabizbajo esquivando la mirada.
Oscar es el más grandote de los cinco, casi, 1,90 de altura y no sé lo que pesaría, pero se había cultivado durante varios años en el gym, y está literalmente cuadrado. De los que es mejor tenerlo como amigo que como enemigo.
Ver a un tiarrón así hundido psicológicamente, no era un plato fácil de digerir.
"Sí Óscar" dijo Pablo" pero creemos que el tema va más allá. Creemos que tu madre está siendo extorsionada"
"Extorsionada, cómo, por quién" dijo Óscar muy sorprendido.
"Eso es algo, Óscar, que solo nos puede contar ella y estamos dispuestos a hablar con ella. Por eso hemos querido antes contártelo a ti por si tú también quieres estar presente", le dije.
“Joder tíos yo creo que me moriré de vergüenza y ella también, pero sí claro, quiero estar presente, quiero saber qué es lo que realmente está pasando", contestó Óscar.
"Vale pues solo falta que una de las tardes que no vaya,… bueno, que no vaya a follar, porque ni piscina ni sale con las amigas. Queda por ahí con tíos, nos avises y subimos los dos y hablamos con ella los tres*, le dijo Pablo.
"Pues eso lo vamos a saber ahora mismo la llamo y solucionado", dijo Oscar.
Y eso hizo la llamó y le pregunto si iba a estar por la tarde en casa porque quería subir con los colegas a jugar a la play y la madre le dijo que sí que se iba a estar pero que no le importaba que subiremos.
Así es que como dijo aquel esta tarde se montaba el lío.
Quedamos a las cinco. Suponíamos que la conversación con Marisa, nos iba a llevar unas cuantas horas, y tampoco teníamos todo el tiempo del mundo. Había que acabar antes de que llegará el marido.
La verdad es que yo apenas pude comer visualizando a cada instante la conversación con Marisa. Supongo que a los demás les pasaría lo mismo.
A las cinco en punto, hora torera, estaba como un clavo en el portal de Óscar, con mi Tablet bajo el brazo, esperando a Pablo.
No tardó nada en llegar.
"Hola, ¿preparado?", me dijo.
"No, pero creo que ya no hay marcha atrás", le dije llamando al telefonillo.
"Sí", contestó Óscar.
"Nosotros", le dije.
"Subir", dijo él.
La tarde prometía, aunque esperaba que obtuviéramos algo más que monosílabos.
Subimos. Nos esperaba en la puerta. Saludos de rigor. Pasamos los tres y nos sentamos en el comedor.
Bueno pues allí estábamos los tres como tres pasmarotes.
"La llamamos?", Preguntó Pablo.
No hizo falta, apareció Marisa a saludarnos cortésmente como siempre.
"Hola chicos, ¿no ibais a jugar a la play?", nos preguntó.
"Ya, sí, pero hemos preferido hablar", le contesté.
"Ah, vale entonces no os molesto, os dejo charlar", dijo Marisa haciendo ademán de irse.
"No, espera Marisa, realmente queremos hablar contigo", le dijo Pablo.
"Uhy", dijo Marisa, aparentemente divertida," me preparo un café y estoy con vosotros. Si queréis algo decirlo", dijo yéndose a la cocina.
Nos quedamos los tres esperando que volviera, callados. La tensión se cortaba con cuchillo. Por cierto, Marisa estaba tremenda, con una camiseta a medio muslo, y unas sisas importantes, como para arrancársela, y follarla contra la mesa sin parar, en vez de hablar con ella.
Pero no tocaba eso.
Vino con su café, y se sentó con nosotros.
"Bien chicos, vosotros diréis, de qué queréis hablar?", nos preguntó sin imaginar la que se le venía encima.
"Pues Marisa, la verdad, el tema no es sencillo", la dije.
"No me digáis que Oscar ha hecho alguna trastada con alguna chica", nos dijo ella expectante.
"No, Marisa, queremos hablar contigo de… de…"
"Venga arranca Pablo", dijo ella.
"De… DOMPIMPON"
Si a alguien le gusta el tema paranormal, al mirar a Marisa, estábamos ante un espectro. Se había quedado pálida, blanca, empezó a hiperventilar. Por un momento pensamos que la iba a dar un ataque de ansiedad.
“Respira hondo, mama, estamos aquí para ayudarte, relájate, y respira hondo”, le dijo Oscar.
Ella lo hizo y poco a poco fue recobrando el color, la respiración normal.
“¿Dónde habéis oído ese nombre?, dijo con una voz de ultratumba.
“Realmente, no lo hemos oído, lo hemos leído en tus conversaciones de Skype”, la dijo Pablo.
“Habéis entrado en mi Skype”, preguntó ella alterada.
“No, no, ya te contaremos, pero empecemos por el principio. Javier, cuenta”, dijo Pablo.
Ya me había pasado el muerto. La mirada de Marisa, se fijó en mi cara. Estaba convencido de que si tenía alguna oportunidad de follarla en cuanto le contara como lo descubrí se habían esfumado.
“Bueno todo empezó cuando me diste la otra tarde, estos dos pinchos con las películas de Harry Potter. Si los ves ahora en el ordenador, veras que hay eso, precisamente eso, las películas de Harry Potter. Pero me extraño que las tuvieras en dos pinchos, cabían perfectamente en uno, y el que no las hubiera metido en uno, era señal inequívoca de que antes había habido algo más en el pincho. Así es que, te ruego me perdones, pero mi curiosidad pudo más que mi educación y decidí ver que es lo que habías borrado del pincho donde estaban las primeras 6 películas.”
Marisa con los ojos como platos, me preguntó,
“¿Eso se puede hacer? ¿Se pueden recuperar datos borrados?
“Bueno al menos se puede intentar, y eso hice yo. Tardó un mundo, bueno mejor una noche, ¿pero quieres ver el resultado?”, la pregunté encendiendo la Tablet.
“Por favor”, dijo ella.
“Por favor, ¿sí? O por favor no”, la pregunté
“Sí”, contestó ella.
Abrí la carpeta, maximicé la primera foto, y lo puse en modo presentación.
Las fotos iban pasando. Marisa con las manos en los ojos, si querer verlo, pero sin perder detalle.
“Qué vergüenza, chicos, que vergüenza”, decía
Oscar, con los ojos como platos, no perdía detalle de las fotos.
“Vale, vale chicos, ya he visto bastante”, nos dijo ella.
“También hay videos, por si quieres verlos…”, la dije
“No, no gracias. Los tengo en la mente”, dijo Marisa.
“¿No los vemos?” dijo Oscar. “Perdón, perdón no se en que pensaba”, dijo mirando a su madre.
“Tu estarás cansado de verlos, so guarro”, le contestó ella.
“En serio que no. Lo estoy viendo a la vez que tu”, dijo Oscar.
“Oscar se ha enterado de todo esto, hoy. No hemos querido meterle en el tema, hasta que no hablásemos contigo, y no, no le hemos enseñado nada”, dijo Pablo.
“Gracias chicos, un detalle por vuestra parte. Ahora querréis que me espatarre y follarme todos, ¿no?
“Hombre, no estaría mal”, dijo Pablo, “pero como te ha dicho antes Oscar, estamos aquí para ayudarte, no para follarte. Aunque bueno ..”
“Calla Pablo, que te pierdes”, le dije.
“Bueno realmente al ver las fotos, pensamos que te estabas prostituyendo. En el fondo teníamos la esperanza de que, entre los folladores, estuviera tu marido, y fuera algún tipo de juego que os montabais, pero no lo vimos”, la dije.
“No, él no sabe nada”, contesto Marisa.
¿Te acuerdas que al día siguiente te vi en el portal cuando te ibas a trabajar?, la seguí diciendo.
“Claro, fue ayer”, dijo ella
“Bueno pues eso, realmente, veníamos a tu casa a ver si encontrábamos algo más, que nos dijera realmente a que te dedicabas. Engañamos a Oscar con una mentira piadosa, el Juego del Husmeo”, dije mirándole, “y nos dedicamos un buen rato a husmear, a fisgar entre tus cosas. Nuevamente te pedimos perdón.”
“¿Y encontrasteis algo?”, preguntó inquieta.
“Supongo que sabes que sí. Sino no estaríamos aquí. Miramos en tu ropa interior, por cierto, unas tanguitas y bragas que bueno, impresionantes. En tu mesilla, vimos los consoladores, pero lógicamente aquello no era determinante de nada. Nos costó, pero al final lo encontramos. En el armario, abajo, al final en una caja de zapatos, dentro de un zapato. Supongo que no hace falta que te diga lo que había”, la dije.
“No, no, lo sé muy bien”, dijo ella.
“Coño, yo no me entero de nada”, dijo Oscar.
“Perdona, Oscar, déjame seguir, le dije. “En tu ordenador, vimos un fichero donde se guardan las conversaciones del Skype. Pudimos descifrarlo, y así llegamos al bueno de Dompimpon. También encontramos una hoja de Excel, con una serie de cifras sin conceptos. Creo que lo mejor es que veas esta pizarra, la dije abriendo la pizarra policial que habíamos creado. La foto es un poco explicita, pero nos motivaba según íbamos creando la pizarra.”
A Marisa se le salían los ojos de las orbitas.
“Estoy flipando”, dijo.
“Pues anda que yo…”, dijo Oscar.
“Bueno vamos a hacer un breve resumen”, dijo Pablo. “Los hombres que aparecen en la pizarra, son los folladores de tu madre, en las fotos. Alguno se repite en varias de las sesiones, aunque hay uno que predomina, que creemos que es Dompimpon. Las cifras que figuran ahí creemos que corresponden a un crédito que le dieron a tu madre, ella fue a pedirlo a un banco, se lo denegaron, el bueno de Dompimpon, se ofreció a dárselo. Marisa, por favor, corrígeme si no estoy en lo cierto”
“Vais bien”, contestó ella.
“Tu madre, realizaba pagos mensuales de 1.500 euros para saldar la deuda con Dompimpon. Por lo que vimos en el video que encontramos en el zapato, y la hoja de Excel ha realizado 18 pagos de 1.500 euros, supongo que ahora será alguno más. Que suponen 27.000 euros pagados. La deuda ascendía a 135.000 euros. Suponemos que, según nos dijiste esta mañana, por eso se anunciaba en Pasion.com, para poder ir pagando las mensualidades sin desestabilizar la economía de casa, ni que se enterara tu padre. Con 30 servicios al mes a 50 euros tendría cubierto el pago. ¿Sigo bien?”, preguntó Pablo a Marisa.
“Clavado, estoy atónita de como habéis reconstruido todo”, dijo ella con cara de pasmá.
Cuanto más se relajaba, más se apoyaba en la mesa, y más dejaba ver sus tetas por la sisa de la camiseta. Pero Pablo, la iba a tensar otra vez.
“Ahora para dar cuerpo a todo esto hace falta que nos cuentes para que querías los 135.000 euros”
“Puff, ¿en serio queréis que os lo cuente?, dijo Marisa, poniéndose a la defensiva.
“Bueno, si no quieres contarlo, lo entenderemos, estás en tu derecho, pero entonces terminaremos aquí nuestra ayuda. Para tratar de ayudarte, necesitamos saber cómo se originó todo esto y a que nos enfrentamos”, la dijo Pablo.
“No, no, os lo cuento, realmente es la primera vez que se lo voy a contar a alguien, y necesitaba hacerlo, además, creo que os lo habéis ganado, y muchas gracias chicos por vuestra discreción.”
Estaba hasta los eggs, de que se refiera a nosotros como chicos. ¿Es que no se daba cuenta que nos tenía ya tres días en una erección continua?
Capitulo IX. Conversación con Marisa (continuación)
“Bueno, veréis, la historia es larga”, comenzó Marisa.
“Oscar, tráete unas palomitas”, le dije.
“¿Tienes para hacer, mama?”, la preguntó inocentón.
“Que es broma hombre”, le dije. “Sigue Marisa.”
“Pues eso, se remonta a mis años de juventud, yo tenía una pandilla como puede ser la vuestra, en la que había chicos y chicas. Aquella pandilla con el paso de los años, se fue separando, pero yo seguí en contacto con uno de los chicos, Manuel, con el que me unía y me unió durante años una gran amistad. Desde ahora os digo, que solo fue eso, amistad. Jamás hubo sexo ni nada parecido entre nosotros. Era una amistad pura, aunque pueda parecer mentira.
Yo me eché novio, me casé, pero nunca perdí el contacto con él. Quedábamos una o dos veces al año, aunque nos contábamos las penas por whatsapp o teléfono. No tengo que deciros que Manuel, no le caía nada bien a mi marido, a tu padre”, dijo mirando a Oscar,” Se pensó que en él tenía un rival, yo creo que nunca ha creído que no hubiera ni hubiera habido nada con él.
Cada vez que le decía que quedaba con él, porque excepto hasta el tema que nos incumbe, siempre se lo dije, estaba luego unos días sin hablarme o haciéndolo de mala gana. Hace cinco años, hablando por teléfono, me dijo que se estaba pensando embarcar en un proyecto, pero que le hacían falta 250.000 euros para ponerlo en marcha y que claro que estaba teniendo problemas con los bancos, porque no se lo daban o al menos no en su totalidad, porque le hacían falta avalistas. Y como una idiota, caí.
No quiero decir que me engañara o me estafara o nada similar, pero nunca debí hacerlo. Quedamos un día en el banco, y yo me presenté como avalista con mi nómina, y las escrituras del piso. También le habían avalado previamente los padres. Le dieron el crédito. Al principio él fue atendiendo sus pagos. A los tres años, yo vivía sin acordarme apenas de aquel aval. La verdad es que ya hacía unos meses que no hablaba con Manuel, pero un día recibí en casa una carta certificada con acuse de recibo, de la entidad bancaria. Cuando la abrí, me quedé de piedra. Me comunicaban que el titular del crédito estaba en paradero desconocido, y que había una deuda pendiente de 135.000 euros, a la que, como avalista, tenía que hacer frente.
Aparentemente los padres de Manuel, habían desaparecido con él, así es que me encontraba sola con un marrón del que no iba a poder salir.
Hablando con la entidad, me dijeron que tenía que pagar 2.500 euros mensuales, cantidad que ni de lejos podía pagar. Me amenazaron como siempre con quitarme el piso, etc., etc.
No podía decírselo a mi marido, me hubiera matado, y decidí resolverlo por mi cuenta, pidiendo un crédito personal e irlo pagando a plazos. Me lo negaron por falta de avales, y ahí fue donde apareció Dompimpon, como decís vosotros. Y esa es la historia de cómo me metí en este fregado.”
Pablo no paraba de tomar notas de las cosas relevantes que contaba Marisa.
Oscar cogía del hombro a su madre, intentado consolarla. A mí me hubiera gustado más cogerla de las tetas, pero bueno, cada uno es como es.
“¿Y no te extraño, que un tío altruistamente te ofreciera darte el dinero, y encima con mejores condiciones que el banco, sin conocerte de nada?”, la preguntó Pablo.
“Claro que me extraño, pero yo estaba totalmente angustiada. Con ese dinero podía liquidar la deuda de esa entidad, como en realidad hice, y quedarme solo con lo del hombre aquél”, respondió Marisa.
“Y como empezaste en la prostitución, directamente anunciándote en Pasión”, la pregunté.
“No, no que va. Intenté buscar un trabajo por la tarde, de administrativa, es lo que entonces sabía hacer. Pero estábamos en la falsa salida de la crisis. Pagaban una mierda. No tenía para cubrir ni la mitad de la mensualidad. Así es que recordé el oficio más viejo del mundo, me armé de valor, y me metí en internet, buscando sitios de prostitución en Madrid. Todos me llevaban al polígono Marconi en Villaverde. Vi fotos de como vestían las chicas allí, y para allí que me fui. Me coloque en una esquina del polígono que no había nadie. Y a esperar.”
“Y cómo vestías?”, la pregunté.
“Bueno, por las fotos y por la lógica, supuse que sería de las más mayores que habría allí, así es que tuve que arriesgar con la ropa. Ese día paré en un chino, y compre la ropa más pequeña que encontré, faldas que malamente me tapaban el culo, tangas de las más baratas que encontré, tops, súper ajustados y cortos, medias de rejilla a medio muslo, zapatos de tacón muy maluchos, pero bueno se trataba de ligar, también un bolsito con clínex, condones, y una botella de agua.
Me cambie allí, en el propio polígono. Deje mi ropa en el coche, y todo lo que llevaba de valor, incluida la alianza. Y puse las llaves del coche sobre una de las ruedas. No sé en qué película lo había visto, pero funcionaba. No tardó ni cinco minutos en parar un coche. Me dijo algo así, como Hola guapa, no te había visto por aquí, antes, ¿Eres nueva?, le dije que sí, y me dijo genial me gustan las novedades. ¿Cuánto por un completo? No tenía ni idea, así es que le dije, si quieres me pruebas, y luego me pagas según te haya gustado. Le encantó la idea.
Sube me dijo. Subí y se alejó hasta un descampado que había fuera del polígono. Lo primero que hizo fue ponerme a mamar, y luego me la metió por todos los agujeros. Yo con el culo flipe, nunca me la habían metido por ahí, pero aguanté bien. El tío se corrió dentro de él. Y me llevó otra vez donde me había cogido. Me dio 30 euros. Me sentí genial. Aquel día volví a casa con 150 euros, después de cinco servicios, no se me había dado tan mal y pensé que, con 10 días de trabajo, cubriría lo que tenía que pagar al hombre.
Pero no todo podía ser tan bonito. Al día siguiente apareció un chulo, y me dijo que estaba en su territorio y que tenía que darme una paliza para que aprendiera, conseguí convencerle de que me follara, y que le daría todo el dinero de la recaudación de ese día. Acepto. La verdad es que me enseñó algunos trucos. Otro día me robaron, otro día me dieron de verdad una paliza, ¿te acuerdas Oscar aquel día que vine como un cristo y que dije que me había caído por las escaleras del metro?”
Oscar asintió con la cabeza.
“Pues realmente, me habían dado una paliza dos tíos. Pero no para robarme. Me dieron la paliza y me follaron, y me pagaron 75 euros cada uno. Pegaban por el placer de pegar, y doy fe que se empalmaban al hacerlo. Otra vez me dejaron totalmente desnuda, sin zapatos ni nada, a bastante distancia de donde tenía el coche. Tuve que ir allí tapándome literalmente con cartones. Otras veces tuvimos que salir corriendo porque venían los municipales, y encima el chulo se llevaba un 45 % de lo que hacía.
Aun así, sacaba bastante más que trabajando de administrativa por la tarde, podía pagar la mensualidad, y aún me sobraba algo de dinero. Pero no podía seguir así. Aquello no terminaría bien. Así es que hable con una chica con la que a veces compartía sitio, y me contó que estaba deseando poder independizarse, no pertenecer a ningún chulo que se llevara su dinero, y estar más segura. La propuse alquilar un piso a medias, y ejercer allí las dos. La sonó a música celestial.
A la semana siguiente ya teníamos el piso, y aunque nos llevamos clientes del polígono, teníamos que buscar más, y por eso nos anunciamos en Pasión. Y desde entonces trabajamos allí. Sacamos para pagar el alquiler, para comprar bebidas, condones, ir a la pelu, comprar los test de ETS, lencería… Y pagar la mensualidad, y tener algún capricho. Así es que bien.”
“Bien, la dije, ¿ósea que te gusta lo que haces? Por cierto, ¿qué es el test de ETS?, la pregunté.
“El test de Enfermedades de Transmisión Sexual, son unos kits para test rápidos de 20 minutos de hepatitis B, hepatitis C, gonorrea, sífilis, clamidia, Trichomonas, Candida albicans y VIH1/2 (anticuerpos y antígeno p24 Me lo sé de carrerilla. Pero este es caro nos salen por 250 euros, aunque compramos cada 3 meses. Es lo que nos duran haciéndonoslo una vez a la semana. En cuanto a si me gusta o no, ¿qué otra opción tengo?”, me contestó Marisa.
“Pero imagínate que la tengas, la opción me refiero, ¿Seguirías ejerciendo?”, la pregunté
“Evidentemente no, eso no le gusta a nadie, pero en serio que no tengo otra opción, queda aún mucho por pagar.”
“Bueno te tenemos que reconocer, que los del Loob de ayer lo provocamos nosotros, hicimos saltar la alarma de incendios para que salieran todos y ver quien estaba contigo”, le dijo Pablo.
“No me jodáis que me seguisteis e hicisteis saltar la alarma vosotros”, pregunto ella sorprendida.
“Si”, la dije, “te seguimos al centro comercial. Yo no te conocía cuando te cambiaste de ropa, y luego al Loob. Pablo quería entrar en el hotel para haber podido grabar quien estaba contigo, pero era jugarse la cabeza, así es que se nos ocurrió haceros salir a todos. Así, conseguimos ubicar a Dompimpon, ver que le dejabas junto a las cuatro torres, y luego en el video, comprendimos que era él, quien estaba detrás de todo. Bueno realmente después de revisar el contenido de la tarjeta del zapato, que fue donde el tipo realmente se le identifica. También vimos las lindezas que te hizo cunado no pudiste pagarle.”
Oscar estaba como en un partido de tenis, mirando a su madre y a nosotros, sin entender casi nada de lo que decíamos.
“Bien, creo que la mayoría de las preguntas y dudas están resueltas. Ahora Marisa, necesitamos información. Que nos puedes contar del tal Manuel, tendrá apellidos, donde tenía la empresa, familia, a que se dedicaba la empresa, lo que sepas”. Dijo Pablo.
Marisa nos facilitó la información que tenía, que no era mucha
Nombre y apellidos, edad, teléfono móvil, la dirección de donde tenía la empresa, se dedicaban a la creación de moldes en acero, lo que conllevaba mucha mecanización y justificaría el importe de la inversión…
Lo fuimos apuntando todo.
“Ahora de Dompimpon. Todo lo que sepas,”, le dijo Pablo.
"Se llama Jorge… …, es el presidente de,…, una empresa de nuevas tecnologías, con implantación mundial, según leí en internet. Tiene 53 años, no se me ocurre nada más", contestó Marisa.
"Y un buen rabo", apuntille yo.
"Sí, eso también", dijo ella.
"Sabes si está casado?", preguntó Pablo.
"Debe de estarlo. Lleva alianza", contestó," al igual que la mayoría, por no decir todos, de los que me trae para follarme".
"Por cierto, ¿esas folladas son ‘de gratis’? o de alguna manera descuentan tu deuda?, siguió Pablo.
"No me ha dicho nada sobre eso. No sé, pero no creo."
"Tienes idea de cuántas veces te han follado? Nosotros llegamos a contar 25 sesiones, pero en algunas había 6 tíos, en otras 5,…"
"Han sido muchas más. Sobre todo, el año pasado era prácticamente una cada semana, y como mínimo 3, de ahí para arriba".
"Pongamos cuarenta por año a una media de cuatro, que es lo que más vimos en fotos y videos, estaríamos hablando de 160 servicios. Seguramente sea gente de pasta, y pueda pagar 100 euros por servicio. Estaríamos hablando de 16.000 euros por año. Llevas así año y medio, algo más, podríamos decir que te deben 30000 euros si esos euros los deducimos de la deuda estaríamos hablando 80000 euros, que pese a ser un pastón, sin duda es una cantidad más negociable."
"En que estáis pensando", preguntó Marisa.
Yo, particularmente, no estaba pensando más que en ser el servicio 161, y a ser posible, gratis, la materia gris la ponía Pablo.
"Si de algo nos dimos cuenta en el Loob, es que esa gente no quiere para nada publicidad, cuando vieron que sonaba la alarma y que eso traería a bomberos y policía municipal, salieron por pies. No querían que les pillaran con una puta, con perdón"
"No te disculpes, lo soy", dijo Marisa con naturalidad.
"Mamá", dijo Óscar.
"Es así, hijo, a la fuerza, pero lo soy"
"Supongamos", continuó Pablo, "que hablamos con Dompimpon, y le decimos que hemos depositado la información gráfica en una caja de seguridad en una notaría, con órdenes precisas de que si alguno de nosotros, en especial tu Marisa, sufre cualquier tipo de percance, aunque sea pegarse con una farola en la calle, manden esa documentación a los medios y a la policía. Ahí ya no estaría en juego solo la reputación de Dompimpon, sino también del resto de los folladores. Y que sólo permaneceremos quietos, si se olvida para siempre de Marisa y de su deuda"
"Guau", dijo Marisa, "creéis que funcionaría?"
Pablo se encogió de hombros.
"Le falta consistencia", dije yo.
"A que te refieres?", me preguntó Pablo.
"Creo que debemos tener más datos personales de Dompimpon, datos como donde vive, datos de la mujer, de los hijos si tiene…, lo ideal sería tener también datos de los otros, pero eso solo con la cara, se me antoja más complicado"
"Son muy cuidadosos cuando se desnudan, no dejan nada a mi alcance", dijo Marisa.
"Lo ideal, sería pillarles por los huevos a todos o al menos a unos cuantos", continúe, "supongamos, Marisa que en la próxima quedada, que sea en un hotel accesible, tipo NH, cuando estén en plena follada, reciben una visita.
Unos encapuchados, que a punta de pistola, les obligan incluso a follarse entre ellos, y todo bien grabado. Al margen, se podría fotografiar sus DNI para tener sus datos"
"Estás loco", dijo Marisa.
"No tanto, Marisa, la idea de la alarma del Loob fue suya, y resultó limpia y efectiva. La que expone ahora, habría que trabajarla, pero podría funcionar. Nos es nada complicado colarse en ese tipo de hoteles, y tú Marisa, sabes con antelación, el día la hora, el sitio, la habitación, y hasta el número de comensales, ¿no es así?", dijo Pablo.
"Joder, estáis puestísimos, es tal y como has dicho", dijo Marisa.
"De comensales?, preguntó Óscar.
"Realmente, Dompimpon, cuando cita a tu madre, le indica el número de folladores, que llama comensales", le dije.
"Que hijo de puta", dijo Óscar.
Todos le miramos cómo diciéndole. Quien fue a hablar…
Se había hecho muy tarde, el marido no tardaría en llegar.
Decidimos continuar mañana.
Marisa, se levantó, estaba emocionada, tenía hasta los ojos llorosos. Se abrazó a Pablo y a mí, y nos dio dos besos a cada uno. Pero no fueron dos besos de saludo, de cumplido, fueron dos besos de corazón. Y de corazón, fue también el contacto con sus tetas en mi pecho. Nunca me había abrazado, claro, y ahora había notado perfectamente sus dos tetazas presionándome.
Oscar, protestó,
"Para mí no hay besos y abrazos?
"Claro, tonto”, le dijo Marisa cogiéndole del hombro y uniéndole al trío. "No sé cómo podré agradeceros vuestra ayuda"
Yo creo que sí, que Marisa tenía muy claro como agradecérnoslo, y que sabía que antes o después nos fallaría a los tres, o por lo menos a Pablo y a mí.
“Pues siento chulearte, Marisa, pero vamos a tener que movernos con el coche, y estamos tiesos, para gasolina y esas cosas”, le dijo Pablo.
“Entiendo”, dijo Marisa. Cogió el bolso sacó dos billetes de 50 euros y se nos los dio. “Pero, sobre todo chicos, no hagáis nada que os ponga en peligro, y si os hace falta más dinero me lo decís.”
El pisito con la otra puta, debía de funcionar bien. Se la vio en el bolso un buen puñado de billetes, y seguro que solo tendría ahí lo último ganado.
“Ya pueden empezar a temblar esos pollas flojas”, dije yo viniéndome arriba.
Nos bajamos los tres a nuestro rincón favorito. Tuvimos que contestar a un sinfín de preguntas que nos lanzó Oscar, aunque se negó a ver las fotos y los videos de la madre.
“Bueno, tíos tenemos que organizarnos, porque espero, Oscar, que estés con nosotros”, dijo Pablo.
“A muerte, tíos, aunque no sé por qué no contasteis conmigo desde el principio”, dijo Oscar.
“Oscar, era un tema muy delicado, y corríamos el riesgo de columpiarnos, pero en cuanto tuvimos la certeza de nuestras sospechas, te lo dijimos”, dijo Pablo.
“Ya, ya”, dijo Oscar.
“Bueno a ver, ¿qué hacemos?, le pregunté a Pablo.
“Si, os parece, mañana por la mañana iremos donde tenía la empresa el tal Manuel. Quizás algún vecino pueda darnos noticias de él. La gente no desaparece, así como así”, dijo Pablo.
“Hombre, ya estarían en su momento, investigando los del banco. Si ellos que tienen todos los medios del mundo no sacaron nada, no lo vamos a conseguir nosotros”, dije yo.
“Correcto, Javier, pero durante este tiempo, ha podido dar señales de vida, y a los del banco que ya tienen su crédito saldado, les importa una mierda”, me contestó.
“Vale pues a las nueve, mañana, nos vamos para allí”, Les dije.
Nos subimos cada uno a nuestra casa. La verdad es que, si lo pensabas fríamente, la historia de Marisa, era para coger al tal Manuel de los huevos, y arrancárselos a tirones. En que fregado la había metido a la pobre mujer.
Me duché, cené algo y me metí en la cama, pensando que el día siguiente nos depararía, sin duda, novedades en el tema.