Antes que nada quiero aclarar que no soy una belleza, aunque tengo lo mío. Tengo 30 recién cumplidos, estoy gordita, pero aun así se nota la forma de botella de mi cuerpo, tengo piel muy blanca, con pecas. Unos pechos de los cuales me siento muy orgullosa, grandes, redondos, con los pezones rosas y pequeños, y casi todo el tiempo están parados. También me han dicho que tengo un culazo, grande, bien formado. Hace unos años descubrí que, aunque físicamente no suelo atraer miradas, siempre me he comido lo que he querido. Y me he dado cuenta que amo sentirme como una puta, que los hombres y las mujeres me usen para cumplir sus deseos y yo los míos. Este es mi primer relato.
Tenía 20 años y estaba explorando mi recién descubierta sexualidad. Solo había tenido sexo con un par de personas, nada del otro mundo. Pero yo quería más, veía porno y me masturbaba todos los días. No importaba donde estaba, como en esta ocasión. Iba en un camión, acababa de visitar a mi mamá e iba de regreso a dónde vivía. En el pueblo de mi mamá conocí a un chico con el que, enseguida, comencé a tener conversaciones cachondas e intercambiamos fotos. Ese día no está diferente, aunque le había dicho que estaba viajando, no le importó. Siguió escribiendo y me decía que me iba a poner en cuatro, que me quería reventar el culo y venirse en mi boca. Me decía como me mamaria la panocha hasta que me viniera en su boca, etc. y mientras me decía esas cosas me mandaba fotos: tocándose el pene sobre el pantalón, un vídeo de cómo lo sacaba, completamente erecto. Al ver esas fotos no me pude contener y mi mano resbaló a mi entrepierna. Llevaba unos leggings muy delgados y, por la prisa, no llevaba ropa interior. Era de noche y el señor que iba sentado junto a mi iba dormido, no creí que le importara si me tocaba un poco, no es como que se fuera a dar cuenta, o eso creí.
Mientras el chico me seguía mandando fotos masturbándose, me mostraba como su pene erecto y duro palpitaba y me decía que quería metérmelo muy duro, quería que le mamara hasta los huevos y que me tragara toda su leche. Este tipo de conversaciones siempre me ponen muy cachonda y no lo pude evitar, metí mi mano en mi pantalón y comencé a frotarme el clítoris, después, gracias a que ya estaba muy mojada, pude ir metiendo dedo tras otro, hasta que entraron los cuatro. Me armé de valor y me tomé una foto. A mi chico por encantó y me pidió más. Y siempre he dicho que al cliente lo que pida, así que, despacio me quite el sostén y me levanté la blusa, tomando un vídeo apretándome y pellizcándome los pezones. Mí chico me pidió que le mandara un audio gimiendo mientras me dedeaba y yo estaba tan caliente que ya no podía pensar, mis dedos adquirían velocidad, mi panocha cada vez estaba más mojada y yo cada vez más cerca del éxtasis, me acerque el micrófono a la boca y gemí, dije su nombre, lo caliente que me ponía y lo rico que se sentían mis dedos, que imaginaba que era su lengua la que entraba y salía, que me quería comer su verga y que me iba a venir pensando en él.
Era tanta mi excitación que no me di cuenta de que el señor junto a mi había despertado y que, discretamente me estaba viendo. Mí chico me mandó un último video, donde se corría espectacularmente y me decía "trágatelos putita". Eso me terminó de excitar, con la misma mano metí dos dedos en mi vagina mientras que con el otro me acariciaba el clítoris, sentía como el orgasmo se acercaba y decidí grabarlo para mi chico. El problema fue que, en mi excitación cerré los ojos y no vi cuando el pasajero junto a mi acercaba su mano a mis pechos expuestos y, muy delicadamente me rozaba un pezón. La sensación de dedos ajenos me despertó de mi fantasía, y la calentura me hizo tener un orgasmo en ese momento, con las manos de un extraño en mis pechos y mi celular abandonado entre mis piernas, grabando todo.
La historia con el pasajero también está muy interesante, pero esa la contaré en otra ocasión. Gracias por leerme.