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Selu
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Durante una temporada después de lo que me ocurrió en el Charco de la Pava no quise ver a nadie,  por un lado me reprochaba lo estúpido que había sido poniéndome así en una situación de riesgo, aquel sitio tenía mala fama pero no hice caso de las advertencias, de hecho, la gente dejó de ir por que los robos o las violaciones se hicieron frecuentes, incluso detuvieron a dos individuos, por otro lado, estaba avergonzado, había sido humillado y forzado, me habían reventado el culo, tuve muchos días el esfínter dolorido, y yo… lo había gozado, a pesar de la violencia, la humillación, la degradación a la que me habían sometido había tenido tres orgasmos brutales, aunque, ¿a quien quiero engañar? no fue a pesar de eso, fue precisamente por eso por lo que me había corrido, yo había buscado esa situación y era eso lo que me avergonzaba.

Pero como siempre digo, “al tiempo tiempo le pido y el tiempo tiempo me da”, a mediados de mayo mi hijo mayor se casaba en Valencia, es inspector de policía, había conocido a una valenciana encantadora, diplomada en psicología que trabaja en el departamento de recursos humanos de unos grandes almacenes, habían comprado un piso en el barrio de Patraix y contraían matrimonio en la parroquia de Santa Teresa de Jesús, pasamos una semana muy buena, nos alojamos en el hotel SH Inglés, junto al ayuntamiento y visitamos la ciudad que nos encantó, hacía mucho tiempo que no nos reuníamos los cinco, mi hijo pequeño también es inspector de policía y está destinado en las Palmas de Gran Canaria.

A la vuelta a casa, sin darnos tiempo a deshacer las maletas mi mujer me pidió que me sentara, necesitaba hablar conmigo.

– Einar, tú sabes que esto no va bien.

– Lo sé.

– He sido muy feliz contigo y sé que tú también conmigo pero esto no va más allá.

– Esperaba esta conversación, no te voy a engañar.

– Necesito empezar de nuevo Einar, y creo… no, no creo, sé que tú también.

– ¿Se acabó?

– Lo mejor es el divorcio Einar.

– Tienes razón, como siempre tú eres la valiente.

Nos casamos muy jóvenes, con veinte años, yo había dejado a medias empresariales y trabajaba en la fábrica, ella continuó con sus estudios de enfermería y cuando obtuvo en propiedad la plaza en el SAS yo acabé los míos, tuvimos a nuestro primer hijo con veintidós años y al segundo con veinticuatro, ahora con casi cuarenta y ocho años, ella los cumplía en junio y yo en agosto, nuestras carreras profesionales estaban encauzadas, nuestros hijos tenían su propia vida, ambos comprendíamos que era el momento, fuimos muy felices juntos pero era hora de separarnos antes de que nos hiciéramos daño.

El acuerdo de divorcio fue rápido, éramos independientes económicamente, no teníamos hijos a cargo, tampoco teníamos deudas, mi ya exmujer se quedó con el piso que teníamos en la costa gaditana y yo con la que había sido nuestra vivienda habitual, ambos estaban pagados, ella tenía un piso cerca del parque de María Luisa y del hospital donde trabajaba, sus padres se habían ido a vivir a una casa que tenían en un pueblo de la sierra Norte y habían puesto a su nombre la que había sido su vivienda en Sevilla.

Era finales de junio cuando ratificamos la demanda de divorcio en el juzgado, optamos por el divorcio exprés, era de mutuo acuerdo, nos representaba el mismo abogado, no teníamos hijos menores y habíamos presentado el convenio regulador redactado por ambos, nos dijeron que como mucho, en septiembre tendríamos la sentencia.

En cuanto salí del juzgado me fui al piso de la playa, le había pedido a mi exmujer que me lo dejara ese fin de semana para recoger lo que tenía allí, tardé poco, cené en un chiringuito que solíamos frecuentar, después fui al bar de José Luis, Selu para los amigos, mi ex y yo teníamos mucha amistad con él, conocía mi secreto.

– Ya me lo ha contado tu mujer. – estábamos sentados en la terraza.

– Sí, ya te dije este verano que la cosa no iba a durar mucho.

– No le has contado nada, has dejado que sea ella la que de el paso.

– ¿Para qué Selu? la quiero mucho, ¿qué necesidad hay de hacerle daño?

– Tienes razón, bueno, voy a hacer caja y me subo a casa – Selu vivía en un loft encima del bar – ya cerrará el personal – tenía tres empleados en temporada alta – mañana quiero salir de pesca, ¿por qué no te vienes?

Al día siguiente, muy temprano, salíamos del puerto deportivo, Selu es un gran aficionado a la pesca, tiene el título de patrón de yate y un barco de once metros de eslora, un Starfisher 34 cruiser, es un apasionado de la pesca, su título y la categoría de diseño de la nave le permiten alejarse hasta sesenta millas de la costa pero el suele fondear sobre las veinte, yo a menudo voy con él cuando veraneo y mientras patronea desde el flybridge o pesca yo me desnudo y tomo el sol en el solárium de proa.

A media mañana llevábamos un par de horas fondeados, me puse un pareo y accedí al salón que está en la superestructura, Selu se encontraba en la bañera sentado en el sillón de combate, también completamente desnudo, no tenía suerte, no picaban, preparé un par de bocadillos de jamón y tomé unas cervezas frías, me senté en la banca de estribor y le pasé uno de cada a mi amigo.

– ¿Sabes Einar? – había recogido el sedal – también conocía los secretos de tu mujer.

– ¿Sí?

– Sufría mucho porque pensaba que tenías una amante.

– Nunca me dijo nada.

– Claro que no… me dijiste que sospechabas que tenía una aventura.

– Sí, y también te dije que me lo tenía merecido si era así.

– No la tuvo, hay un médico que le tira los tejos y ella se deja querer pero no ha pasado de ahí.

– Espero que sea feliz.

El pareo se me había abierto y Selu miraba mi polla, es homosexual aunque muy pocos lo sabemos, muy guapo, alto aunque no tanto como yo, moreno de ojos verdes, tiene un cuerpo bonito bien definido, practica kick boxing y todos los días nada en el mar haga la temperatura que haga, mantiene una relación con un militar de la base de Rota.

No sé que le impulsó a hacerlo, se levantó y se acercó, me agarró con sus manos la cara y me besó en la boca, me mordió los labios y metió su lengua, al principio me sorprendió pero enseguida respondí al beso, se irguió y su polla quedó ante mí, la agarré y dejé el glande al descubierto, deposite en él un beso suave, con la lengua lamí el frenillo y los bordes de aquel capullo rosado con forma de seta, agarré sus huevos, los acaricié los besé y los olí, me encanta ese olor, subí lamiendo el tronco venoso de aquel pene que estaba ya duro como una piedra, metí la punta de la lengua en la raja abriéndola.

– Oooh si Einar, siii.

Me lo metí en la boca y comencé a mamar como si fuera un pezón, Selu entrelazó los dedos de sus manos en mi pelo y moviendo sus caderas comenzó a follarme la boca.

– ¡Argg!

Tiene una polla preciosa, ni demasiado larga ni demasiado gruesa, con un cabezón prominente en forma de seta, en una de las embestidas que dio entró demasiado y tuve una arcada, se me saltaron las lágrimas y me salió una baba espesa que llegó hasta sus cojones.

– Lo… siento amoorr.

Saqué su miembro de mi boca, lo agarré con la mano y extendí mi saliva por él, me ayudó a ponerme de pie, nuevamente nuestras bocas se encontraron, nuestras lenguas jugaron, me besó el cuello, lo recorrió con su lengua, bajó con ella hasta mis pezones, los mordió, olió y besó mis axilas, poco a poco me fue dando la vuelta, sabía lo que quería, le di la espalda, abrí las piernas y le ofrecí mi culo.

– Llevo mucho esperado esto Einar

Me abrazó por detrás, me besó en la nuca y el cuello, mordió mi hombro, con su lengua recorrió mi espalda mientras me acariciaba con sus manos, mordió mis nalgas, las abrió dejando a la vista mi esfínter, lamió alrededor, lo succionó y chupó y comenzó a follármelo con la lengua llenándolo de saliva mientras con una de sus manos me acariciaba la polla.

– Dios Selu, que rico.

Es un maestro con la lengua, me tenía caliente como una perra, deseaba que me follara, que me metiera su polla pero no quería que dejara de comerme el culo como lo estaba haciendo, me estremecía, mis piernas flojeaban, escalofríos de placer recorrían mi espalda. Se incorporó, su polla en la raja de mis nalgas, sentí su respiración en mi cuello y mi oreja, eché la cabeza hacia atrás, volví la cara y nuevamente nuestras bocas se encontraron en un húmedo beso mientras sus manos recorrían mi cuerpo.

– Oh Selu, ¿qué estamos haciendo? – me besaba el cuello y la cara haciendo que se me erizara la piel.

– Shhh, calla.

Coloqué mis manos sobre la borda, el sol calentaba nuestros cuerpos, Selu colocó la punta de su polla en mi ano, tomándome de las caderas me atrajo hacia él mientras empujaba, su glande venció la resistencia de mi esfínter.

– Ay – se detuvo

– ¿Te duele?

– No, está bien.

Continuo metiéndome su pene, muy despacio, muy poco a poco, sentía como se abría paso, mi culo se adaptaba a su tamaño.

– Oohh Selu.

– Einar, cuanto he deseado esto.

La sacó muy despacio, recreándose, hasta que casi salió entera, volvió a meterla suavemente, casi con miedo.

– Siii, que gusto Selu.

– Einar… dios mío.

Poco a poco fue incrementando el ritmo, su pubis golpeaba mis nalgas cada vez mas rápido, el placer me iba inundando, mis piernas temblaban, mi polla empezaba a expulsar líquido preseminal.

– Oh Selu, mi culo, mi culo.

– Es mío Einar, mío, mío.

– Siii dios, siiii.

Continuada aferrado a mis caderas, su polla entraba y salía incansable, la mía y mis huevos se balanceaban al ritmo que marcaban las enculadas que me daba.

– Mis piernas, no me aguantan Selu, no me aguantan.

– Ah, ah, ah – lanzaba un jadeo cada vez que me embestía.

– Como me tienes, ay como me tienes Selu, ay mi culo.

Noté cuando le venía, aumentó el ritmo de las nalgadas, me clavó la polla y se puso rígido.

– Me corro Einar, me corro, me corro ooohhh.

Apreté el esfínter, noté las contracciones de su pene cada vez que lanzaba un trallazo de leche, me enderecé con su polla metida en mi culo, nuestros cuerpos sudorosos, calientes por el sol y la lujuria, se unieron y mientras su mano izquierda acariciaba mi torso la derecha agarraba mi miembro y me masturbaba.

– Selu, oh Selu, ¿qué hacemos?

No aguanté mucho, me corrí mientras me susurraba al oído palabras de amor.

Volvíamos a puerto, él pilotaba el barco desde el flybridge y yo estaba sentado a su lado, después del sexo nos habíamos dado un chapuzón en el mar, desnudos.

– ¿Qué hemos hecho Selu?

– ¿Has visto la película Asignatura Pendiente?, pues algo parecido.

– ¿Y Ronald? – era su pareja – ¿y mi ex?

– Yo no se lo voy a decir.

– Claro que no.

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