Mi novia de 23 años y yo cogemos como animales salvajes en celo. Cuando ella no está en casa, la traviesa de mi cuñada, de 21 años, se presenta completamente desnuda frente a mí y yo no puedo negarme a chupar su hermosa y deliciosa vagina regalándole un cúmulo de orgasmos que la hacen correrse a chorros en mi boca. Cuando perdió la virginidad conmigo, quedó embarazada al instante.
Enseguida de mi cuñada, mi novia también quedó embarazada, me fascinaba ver crecer sus vientres. Nueve meses después y con diferencia de solo unos días, nacieron mis dos hermosas hijas y para celebrarlo, mi novia, mi cuñada, mi suegra y yo nos fundimos en una ardiente orgía; tenía culos, tetas y vaginas a mi total disposición.
Cuando mis hijas cumplieron sus 18 años, sus respectivas madres les dijeron la verdad sobre su origen. Creíamos que nos odiarían, pero fue todo lo contrario, las chicas, muy emocionadas, querían conocer a su padre, querían conocerme.
Llegó el anhelado momento y por fin pudimos abrazarnos. Ellas estaban completamente sorprendidas porque su padre era un hombre muy alto, guapo y enigmático. Muy pocos años después de conocernos, no pudimos resistir más la enorme atracción que había entre los tres y un momento de juegos y cosquillas, se convirtió en una vida entera llena de secretos encuentros incestuosos.
Dos años después de nuestros encuentros, las chicas les comunicaron a sus madres que ambas tenían 4 meses de embarazo. Mi esposa y mi cuñada les preguntaron quiénes eran los padres y las chicas les revelaron la verdad.
–nuestro propia padre!!! Él es el verdadero padre de nuestros hijos–, ambas dijeron casi al mismo tiempo.
Mi esposa y mi cuñada, quedaron en shock, no podían creer lo que escuchan.
–La historia se repita–, decía entre suspiros mi suegra ya en la tercera edad.
–su padre y yo nos amábamos verdadera e intensamente y de ese amor nacieron ustedes, mis hermosas hijas, mis queridos hermanas!!!–, decía mi suegra entre lágrimas.
–su verdadero padre es mi propio padre, su abuelo. Sólo quiero que me perdonen por ocultarles la verdad–.
–lo sabemos todo, madre. Siempre lo hemos sabido. La abuela nos lo reveló cuando cumplimos 18 años. Y descuida, te perdonamos desde hace mucho tiempo atrás. La abuela era una persona amargada y venenosa. Siempre te odió y te envidió porque tú le diste a su hombre lo que ella le negó desde siempre, unas hijas maravillosas. Murió como vivió–.
Esa fue la respuesta de mis mujeres. Mujeres que a partir de ese día, admiro y respeto mucho más.
Fue entonces que ambas mujeres decidieron aceptar y apoyar incondicionalmente a nuestra princesa.
Mi suegra enfermo, pero antes de morir, dejo a sus hijas en muy buenas condiciones económicas.
Mi esposa, mi cuñada y yo nos mudamos a otra ciudad, donde nuestra forma de vivir no es señalada ni juzgada.
Mis hijas son mis nuevas esposas y están orgullosas de serlo. También embaracé a mis hijas-nietas, ahora esperan con mucho amor y alegría a nuestros bebés.
Mis hijas-nietas ya dieron a luz, ambas tuvieron gemelitos y son varones. Cuando crezcan, les diremos toda la verdad, sin quitar ni poner nada más.
Ya les tocará a ellos formar su propia familia y continuar con la misión de purificar, renovar o incluso evolucionar la especie humana.