Semen, lefa, corrida, leche de hombre… Como sumisa de Esmeralda tenía que ir haciéndome a la idea de que no solo me lo iba a tragar como si de agua se tratara, también de que lo harían mucho encima de mí y donde ellos quisieran.
Mi ama me dio un vídeo para que lo viera por la noche. En él aparecía una joven hermosa sentada totalmente desnuda en lo que a todas luces parecía un servicio de caballeros.
Los chicos empezaron a pasar uno detrás de otro con la única intención de correrse encima de ella.
No hacían nada más, solo pajearse hasta que se corrían salpicando el cuerpo de la joven.
A mí me resultó perturbador, durísimo y bastante denigrante ver como su hermoso cabello largo y negro poco a poco, corrida a corrida, se iba tornando blanco, o como los pegotes de semen se iban acumulando en su cuerpo. Para finalizar vi como la chica lamía todos los restos de semen del suelo a petición de su amo.
-¿Y bien, te gustó? – me preguntó al día siguiente.
-¿Cómo puede una mujer entregarse hasta ese punto? ¿Cómo puede denigrarse tanto?
-Laura es una esclava bastante especial. Está entregada completamente a los deseos y perversiones de su querido hermano. Este vídeo que viste fue su primera experiencia. Y así, tal cual estaba, la sacaron a pasear.
-¿No pensarás en hacer eso conmigo?
-No estás ni remotamente lista por ahora, solo recuerda como te has puesto por un par de corridas en el pelo. Debemos ir poco a poco y lo primero…
-¿Pero tienes pensado llevarme hasta ese punto? – pregunté escandalizada
-Te gustará, ya lo verás, solo confía en mí.
-Ferrocarril, ferrocarril, ferrocarrillll
Mi ama me pidió que me presentara al acabar el instituto en la terraza de un bar en plena plaza y para que voy a engañar al lector, había ido a regañadientes y renegando, pero había terminado cediendo como de costumbre.
-Pero mírate, si has venido. Un helado de vainilla, por favor. Y un tazón grande, con una cuchara. Muy bien, ¿Por dónde íbamos?
-Por ninguna parte.
Esmeralda abrió su bolso y me mostró un termo.
-¿Está lleno con lo que creo que está lleno?
-Puro zumo de hombre recién extraído de mis compañeros. Oh, gracias por el helado y el tazón.
-Señorita.
Como si fuera lo más natural del mundo, Esmeralda volcó el contenido del termo en el tazón y me lo ofreció.
Apestaba.
No podía ni imaginarme cuantas pajas se habían necesitado para llenar algo tan grande.
-¿De verdad me tengo que beber todo esto delante de todo el mundo? – pregunté en un susurro.
-Si quieres seguir conmigo, sí.
-¿Usando la cuchara?
-Sí, debes hacerlo de poco en poco. De un trago sería demasiado fácil.
¿Demasiado fácil? ¿En qué sentido sería demasiado fácil?
Cogí la cuchara, la metí dentro… y joder, que puto asco. Era tranquilamente lo más asqueroso que había visto en mi vida.
-Vamos, que no pasa nada, si está muy bueno.
-Esmeralda…
-Quizá unas galletas te ayuden. Unas galletas, por favor.
-Esmeralda… – repetí.
El camarero vino con unas cuantas galletas Fontaneda. Mi ama las hizo trozos y los echo en mi cuenco.
Mi estómago se revolvió al ver como los trozos se mezclaban con el semen hasta quedar completamente cubiertos.
-Come.
-¿Ferrocarril?
-Que comas.
-No sé para qué tengo palabra de seguridad si nunca me haces caso.
Me centré en el problema que tenía delante: Un tazón lleno de semen con trozos de galleta que debía comer en un espacio público.
Volví a meter la cuchara, la saqué llena, cerré los ojos…
-No cierres los ojos.
-Pero no puedo tragarme esto si lo estoy viendo.
-Sí que puedes, ya lo has hecho.
-Solo una vez, solo de un hombre y en privado, nada ni parecido a esto.
-Nadie sabe lo que está pasando aquí. Solo tú y yo.
-Y el camarero.
-Ese no cuenta. Y hazme caso, contra más dudes, peor va a estar.
-Sí ama.
Ella sonrió. Era la primera vez que la llamaba así, y aunque lo hice con la intención de molestarla, la verdad es que fue bastante reconfortante.
-Y recuerda, con los ojos abiertos.
Sí, con los ojos abiertos, para poder ver bien la asquerosidad que tenía delante.
Lefa con galletas.
Metí la cuchara, la saqué llena, abrí la boca… Y justo cuando me la iba a meter oí algo que me desconcertó.
-Esmeralda.
-¿Si?
-¿Esos que chillan por ahí son los chicos que han contribuido a esto?
-Sí.
-Eso pensaba. ¿Y qué hacen aquí?
-Quieren verlo. Les advertí que no hicieran ruido, pero ya conoces a los chicos.
-Esto ya es difícil de por sí. Elevar el nivel de dificultad no es lo más recomendable.
-Solo lo estoy haciendo más excitante.
No podía con ella. Es que no podía con ella.
La situación era realmente desesperante. Chicos vitoreando, gente cuchicheando y yo sin saber que hacer.
Volví a concentrarme en el problema que tenía delante, el tazón lleno de semen con galletas.
Volví a meter la cuchara dentro, a llenarla y acerqué mi boca al cubierto.
Me la metí dentro al fin mientras los chicos aplaudían.
Hijos de puta.
-Bien hecho. ¿A qué no ha sido tan difícil?
-Vete a la mierda.
Volví a meter la cuchara y sacarla llena y di otro bocado.
-¿A qué te gusta?
-Esmeralda, por favor, cállate.
Volví a meter la cuchara, la saqué llena de semen y algún trozo de galleta. Y me la metí en la boca.
Los chicos volvieron a aplaudir.
-¿No puedes pedirles que se callen?
-No. Eso es lo divertido.
-Pero estamos dando mucho el cante.
-No temas, nadie se está enterando de nada.
Ya, claro, lo que ella dijera.
Volví a meter la cuchara y sacarla llena. A la boca otra vez mientras los chicos vitoreaban y pedían otra.
-Esto es demasiado.
-No te quejes tanto y termina, que solo te quedan unas pocas cucharadas más.
-¿Puedo bebérmelo? De un trago y acabó con esto.
-No.
-Esmeralda…
-No. A cucharadas.
Puse mi mejor cara de cabreo mientras volvía a meter la cuchara, la llene, la lleve a la boca y los chicos aplaudieron… Y qué demonios, me coloqué en dirección a donde estaban los chicos y relamí la cuchara.
-No me seas cría.
Volví a meter la cuchara, la llené y me la metí en la boca. Pero esta vez no tragué y abrí la boca para que mi ama pudiera ver su interior lleno de semen.
-No se hacen guarradas mientras se come.
-Ta ta ta – mencioné mientras me metía otra cuchara llena en la boca.
Y de esta forma, cucharada a cucharada y entre los vítores de los chicos adolescentes que habían contribuido a llenarlo, me terminé mi primer tazón de semen. Incluso relamí el fondo al terminar.
-Bien hecho. Estoy muy orgullosa de ti.
-Gracias ama.
Y fue así como me salió, sin dobles intenciones por mi parte. A pesar de que Esmeralda era un ama cruel, severa, muy dura… y bueno, una auténtica hija de puta para la que yo era simplemente un juguete en sus manos, la verdad es que en el fondo, muy muy en el fondo, la apreciaba.
-Puedes tomarte la tarde libre. Sobre las nueve pásate por mi habitación para que pueda tratarte como te mereces.
-No sé si puedo seguir con esto.
-Claro que puedes.
Me besó.
De nuevo.
Ella sabía a vainilla y yo, bueno, no sé.
Pero me besó para jolgorio de los chicos que miraban.
-A las nueve te espero. Y vosotros chicos, os he dicho que miraseis en silencio.
-Venga ya, ha sido muy divertido.
Me quedé embobada viendo como el grupo se alejaba hasta perderlos de vista.
-¿Un día duro? – Preguntó el camarero.
-No – respondí. – A decir verdad no tanto como yo creía.