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Una compañera infiel
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Ella era novio o cónyuge del jefe de ventas, una mujer de 1.58 cm, piel blanca, ojos café claro, delgada, pies hermosos y tetas medianas, aunque muy poca nalga, Joyce era una mujer deseada en la empresa.

En la empresa donde estaba como auxiliar contable decidieron cambiar de giro y dedicarse a la publicidad, así que contrataron a gente de marketing e impresión y una de esas tantas gentes fue Joyce y su novio Abel.

Él era celoso, mal encarado y ella todo amor aunque con un carácter de la fregada que caía mal, por eso las mujeres de la empresa no la querían y ella lo sabía perfectamente.

Comencé a tener una buena amistad con ella, la verdad nos llevábamos súper bien, comíamos juntos, le ayudaba y ella a mi, en ese momento yo trabajaba en logística y programación y ella era encargada de diseño.

Una ocasión mi amigo y yo la invitamos a ella y su amiga a un bar, pensé que diría que no ya que Abel estaba ahí, pero aceptó diciendo que estaba libre.

Así que nos subimos al carro de mi amigo y fuimos a la “chilanguita” un buen lugar para pasar el rato, beber y bailar y sobre todo conocernos aún más.

Nos sentamos en el rincón y pedimos un cartón de cerveza, brindamos, reíamos y cantábamos, yo me senté a lado de ella y estaba de cariñoso, la abrazaba, le besaba la mejilla y bajita la mano le acariciaba su pierna.

En aquel entonces yo tenía 20 años, ya había estado con algunas más y tenía mi táctica estudiada.

J: Oiga, usted se está propasando eh!

O: ¡Señorita! No me digas eso, pero si quieres me voy a otra mesa.

J: Que sensible, jaja

O: Lo siento, pero me gustas mucho.

Nos hablábamos de usted, yo creo que por payasos, pero yo jamás le había ocultado las ganas que le tenía, ya era totalmente un descarado.

Un Viernes nos juntamos con otros dos compañeros para ir a tomar una cerveza, fuimos a una cantina con música en vivo, ella estaba vestida casual, nada fuera de lo normal, pero el deseo que le tenía era más grande.

Pedimos una cubeta de cervezas y comenzamos a convivir, cantábamos y bailábamos, ella no era muy buena para eso, pero de igual forma no me despegaba de su lado.

J: No sé bailar como tú.

O: No te preocupes, mientras sepas otra cosa, ¡jaja!

J: Como eres, ¡jaja!

La noche se hizo presente y la verdad yo ya andaba muy cariñoso con Joyce, ella estaba alegre y me daba entrada, la abrazaba, le besaba la mejilla, mi mano acariciaba su pierna, obviamente los dos compañeros se dieron cuenta de mi intención y decidieron dejarnos solos, pagamos la cuenta y ellos se fueron por su lado y Joyce y yo nos quedamos a media calle.

Ella me miró coqueta y sin dudarlo me lancé a besarla, le di un beso de lengua que hasta la ahogaba, ella me correspondió, su lengua se sentía muy rica, entonces le confesé mi intención.

O: ¡Te lo quiero hacer! ¿Hay oportunidad?

J: Eres tremendo, bueno, está bien, pero solo un rato, recuerda que me esperan en casa.

Nos fuimos caminando al hotel que estaba en frente de la cantina, pedí la habitación y en todo el camino no dejamos de besarnos.

Apenas entramos la arrojé a la cama, besaba su cuello y su escote, Joyce estaba toda roja y con ojos perdidos, estaba excitada, así que lentamente le quite su blusa y su pantalón hasta dejarla solo en su trusa y brasear.

Me quite el pantalón y la playera, ahora nuestras pieles rozaban y eso me ponía duro, le saque las tetas de su brasear y sin dudar probé sus pechos medianos con pezón color rosita.

O: ¡Están hermosas tus tetas!

Continué chupando y saboreando sus pezones, ella solita se quitó su trusa y dejó su peludo tesoro a mi placer, mientras mi lengua jugaba sus pezones, mis dedos acariciaban sus cerrados labios vaginales que gracias. A su humedad les permitían el paso hasta su jugoso clítoris.

J: ¡¡Ah!! ¿Me la vas a chupar?

O: Solo si tu me la chupas también.

La subí encima de mi y comenzamos un fantástico 69, Joyce no era tan buena mamando pero sus chupadas me gustaban y me la ponían super dura.

O: ¡¡Oh!! Que rico chupas, ¡¡uhm!!

J: ¡¡Uhm!! ¡Qué dura!

Le lamia su coñito con delicadeza, con las yemas de mis dedos acariciaba y besaba su clítoris, abrió suavemente sus labios vaginales e introducía mi lengua una y otra vez, al mismo tiempo ella devoraba mi verga, paso de novata a maestra y me la chupaba riquisimo.

Sus jugos me llenaban toda la cara, yo no podía dejar de saborearlos, ella ya había tenido un orgasmo y con mi miembro en su boca sus ricos gemidos me anunciaron que era hora de penetrarla.

La acosté y levante sus piernas y mientras besaba los dedos de sus pies se la meti despacio, sin condon, asi arriesgándome a todo, ella cerraba sus ojos y respiraba agitadamente mientras cada cm de mi entraba en su apretadísimo coño.

J: ¡¡Oswaldo!! ¡Qué rico!

O: No mames ¡aprietas super!

Comencé a moverme suave, besandole las tetas, saboreando sus ricos pezones mientras mi verga entraba y salía de su apretado coño.

Esa pose del misionero me gustaba Joyce apretaba riquismo y se movia a lo tonto pero dandome placer, yo me seguia deleitando con sus tetas que era lo mejor que tenia esa mujer, ella gemia y me arañaba la espalda, yo le levantaba las piernas y de “patitas al hombro” se la dejaba ir enterita.

O: Corazón, que rico, uhm!!

J: Ah!! Mas, dame mas, asi me gusta, uhm, agh!!

O: Toma, toma mi verga, sabia que eras una tragona, uhm!!

J: Así cariño, cogeme, ¡¡cogeme!!

La puse en cuatro patas y lentamente se la meti, ella gemía muy rico y eso me ponía más duro, la tome de la cadera y empecé con el mete y saca, Joyce movía su cadera para adelante y atrás dándome una tremenda satisfacción.

O: Así nena, muévete, que rico, que rico te mueves, uhm, agh!!

J: ¿Te gusta? ¿Te gusta como me muevo?

O: Me encanta nena!!

Me senté en la orilla de la cama y la puse a dar sus sentones, ella se dejaba caer bien rico, a veces me dolía por lo tosca que era, pero eso no le quitaba lo fantástico.

J: Qué duro, con el otro ya hubiera terminado!

O: Eres fuego amor, por eso estoy aquí, para darte lo que te haga falta.

Me acosté en la cama y ella me cabalgaba dándome la espalda, yo se la raspaba y le jalaba el cabello, ella se movía riquísimo, la verdad estaba super entrada.

J: Que rico, agh, ah, ah, hace tiempo no llegaba tan lejos, ¡¡¡ah!!!

O: ¡Me voy a venir, me vas a sacar la leche!

J: !!No me la eches dentro!!

La acosté boca abajo, le abrí sus nalgas y comencé a metérsela duro, ella gritaba y babeaba a cada embestida, le jalaba su cabello, le mordía la espalda y le arañaba las nalgas, yo estaba por llegar a mi extasis y sentí su corrida, mojo todas las saban, parecia que se habia orinado.

O: Me vengo nena, ¡¡agh!!

J: ¡¡Sacala!! ¡¡Me vas a embarazar!!

Le hice caso y justo cuando mi semen salía la saque para llenarle las espalda y sus nalgas de mi blanca leche, caliente y espesa.

Me acosté a su lado después de vaciar mi tanque, ella se reía y me dio un pequeño golpe, después nuevamente se bajó a chuparmela, me limpio cada gota de semen.

Esa fue la única vez que me la comí, su pareja la sacó de trabajar, pero jamas podra controlar a la putita de su mujer.

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