No pensaba escribir una segunda parte de este relato que titulé: ¿Ya está a gusto? ¡Ya me desvirgó! – Gracias a las personas que se contactaron por medio de correo y bueno aquí les tengo la continuación de ese día que junto a Paulina planeamos un encuentro sexual en el cual solo habría sexo oral, pero que luego dimos ese paso para entonces descubrir que realmente esta chica verdaderamente estaba virgen.
Como se imaginarán, especialmente aquellos que han leído la primera parte, el descubrir por primera vez el sexo a esa edad de los 18 años y lograr una par de orgasmos antes de ser desvirgada y luego lograr otro más cuando por primera vez era penetrada, creo que fue una fascinante experiencia para Paulina que, sin lugar a duda se le volvió algo adictivo. Aquel jueves comenzó un maratón sexual que, si no me falla la memoria, esa mañana le dejé ir tres polvos a esta chica y por la tarde le dejé ir dos más y creo que Paulina tuvo de 8 a 10 orgasmos. Las siguientes mañanas le dejé ir dos polvos por día y esta chica le encantaba que le hiciera el sexo oral previo a la penetración. Estaba adicta a esta rutina.
En esos días estaba concentrado en darle placer a esta chica y no teníamos más sexo porque ella trabajaba de las 2 p.m. a la medianoche y llegaba cansada a mi hotel, pues por esas últimas tres noches Paulina no se fue a su apartamento con sus tres amigas. Llegaba cansada, le daba un masaje a sus piernas y pies y quedaba dormida de lo agotada que se encontraba, pero despertábamos a eso de las ocho de la mañana y ella iba buscando mi pene para masajearlo y luego darme un oral, el cual era el preámbulo a dos palos seguidos antes de desayunar. Como en mi hotel ella no tenía ropa para cambiarse, regularmente dormíamos desnudos y Paulina instintivamente se acostaba de lado frente a mí, donde obviamente me dejaba sus preciosas nalgas expuestas donde mi falo comenzó a hacerse camino.
Nunca hablamos de hacer sexo anal, pues me sentía satisfecho el haber logrado llevarme a Paulina a la cama y haber sido el primero en probar su conchita. Pensé que se lo propondría en el futuro, cuando tuviéramos más confianza, pues las ganas de follarme tal precioso culo estaban latentes por instinto y no quería arruinar la magia del momento. No tuve que esperar mucho, pues todo se dio como otro momento sorpresivo, donde no la tuve que convencer o pedírselo tan siquiera sino como un instinto de curiosidad terminamos enganchados una mañana analmente.
Siempre que le hacía sexo oral aprovechaba para también lamerle el ojete. Como dije en su momento, la primera vez reaccionó al contacto de mi boca y su ojete, pero luego me daba gusto chupando todo el contorno de sus dos preciosas nalgas y recorrer ese camino con mi lengua y concentrarme en abrirle el ojete con solo mi lengua. Nunca le amenacé con mis dedos penetrarle ese orificio y todo quedaba en orgasmos orales, para luego provocarle otros con la penetración ya que había perdido el miedo de ser penetrada.
Como dije, dormíamos desnudos y casi siempre Paulina de lado frente a mí. Esa primera noche que durmió junto a mí, ella sintió por primera vez mi falo en medio de sus nalgas. Mi imaginación estaba más delante de lo que pasaba y mi verga erecta le dejaba lubricada sus nalgas y Paulina se pegaba más a mí. La segunda noche pasó lo mismo, pero esta vez Paulina me apretaba el falo con sus nalgas y aquella vez hacía hasta un ruido de chasquido de la fricción. Ella se había reído y me preguntaba si lo quería hacer, aunque entendía que no me hablaba de sexo anal, más bien se refería a que sí quería desahogar mis ganas, ella estaba dispuesta a complacerme dándome sexo. Verdaderamente yo me quería follar ese culo o su conchita, pero entendía que estaba cansada y le había dado un masaje para que se relajara y durmiera y siempre le decía que al despertar me lo diera.
Despertamos el domingo más temprano que de costumbre pues ese mismo día debía de volar hacia mi casa, aunque pensé posponer mi vuelo pues la estaba pasando muy bien, pero mi hermana urgía de mi asistencia y no pude posponerlo. Creo eran como las seis de la mañana y Paulina estaba en la misma posición de lado y comencé a jugar metiendo mi falo entre sus nalgas. Ella no sé si todavía dormitaba o se hacía lo dormida, pero pasé por varios minutos con mi verga entre sus nalgas al punto que de nuevo las tenía bien mojadas por mi líquido preseminal. Ella comenzó a apretar mi falo entre sus nalgas y yo comencé a hacer ese vaivén como si me las estuviese cogiendo. No tardó o pasó mucho tiempo para sentir la participación de Paulina y esta vez ella contraminaba su rico culo contra mi falo. No sé cuánto tiempo pasó con este juego, pero para el momento yo ya le tomaba de sus pechos y pezones mientras mi falo gozaba en medio de sus ricas nalgas y por un momento pensé en correrme entre ellas.
A cada minuto se volvía más intenso este juego, pero ella sin decir palabra ni yo más que gimiendo profusamente por el placer que me provocaba seguimos hasta ese momento que su ojete cedió y sentí como mi glande quedaba atrapado por el anillo de placer de Paulina. Gimió, pero no dijo nada y yo por mi experiencia cogiendo culos tampoco hice más por empujarlo y esperé para que asimilara la invasión. Se lo saqué a los minutos y más que todo fue por la presión que ejercía ese ojete. Yo le toqué el sexo por el mismo morbo de imaginar que Paulina estaba excitada, pero creo que ella pensaba que no sabía en que orificio mi verga se había clavado y ella me decía: – ¡Usted me la ha metido por atrás! – No sabía como responderle o que decirle, pero al haber tocado su conchita y sentirla tan mojada supe que esto la tenía sobreexcitada.
Y en esa posición de lado o de cucharita le he puesto su pierna sobre mi rodilla doblada para tener mejor acceso y comencé a masturbarle su conchita mientras mi falo se hacía paso en ese rico culo. Me pidió de que no me moviera mucho pues todavía le dolía, pero con el correr de los minutos y sintiendo mi mano izquierda masajeando uno de sus pezones, mi mano derecha chaqueteando su clítoris, el culo de esta linda chica comenzó a chocar en un vaivén contra mi verga. Comenzó a mover su pelvis con gran ímpetu y supe que su orgasmo se acercaba. Le temblaron las nalgas y los muslos de sus piernas y solo dijo: -Ah, Dios… me está haciendo correr… me vengo, ¡me vengo!
Haciendo una breve pausa en ese taladrar a su hermoso culo, le inserté dos dedos en la entrada de la vagina y Paulina cerraba los ojos y jadeaba del placer el cual quizá duró unos 30 a 40 segundos, y luego le volvía a taladrar su rico culo. Quizá no me había corrido porque en los últimos tres días habíamos cogido muy seguido, así que no había esa urgencia, no estaba esa presión. Ella que sabía que no me había corrido me preguntó como quería que se pusiera, pues ya para el tercer día teníamos ya esa confianza. Le pedí que se pusiera de perrito en el sofá, pues la cama no concordaba con nuestra altura.
Quería disfrutar de este culo que retomé la labor de una forma semilenta, pues también había descubierto un leve sangrado. Obviamente Paulina había superado ya el dolor y mis 21 centímetros entraban y salían completamente. Se la sacaba toda y miraba como le quedaba abierto ese hermoso culo el cual no imaginaba coger por ese día y, es más, por un momento pensé que nada pasaría entre esta linda mujer y yo. Aquí estaba dándome el culo y yo disfrutando a lo máximo. Comencé de nuevo a masturbarle su conchita en esa posición, pues Paulina subía una de sus piernas posando su pie sobre el abrazadero del sofá. Que delicia ver ese culo tan perfecto que quizá llegaba a los 96 centímetros en una cintura de unos 56 a 58. Era un paisaje erótico para los ojos y comencé a sentir que mis testículos se contraían y los gemidos de placer de Paulina alimentaban esa excitación. Comenzó a fruncir sus labios cuando me volteó a ver y miraba esa carita tan bonita, con esos ojos de miel que se cerraban vivían el placer y no pude más, le descargué la primera corrida del día a eso de las siete de la mañana. Recuerdo esas palabras en su acento paisa: – Usted había venido dispuesto a quitarme la virginidad de todo… Si mis oídos siguen virgen es porque semejante pija no cabe por esos orificios.
Creo que todas las chicas tienen esa curiosidad de experimentar todo en el sexo, incluyendo el sexo anal. No todo es para todos, pero creo que, en su mayoría, aunque algunas lo nieguen por pudor o tabús que tenemos, muchas lo disfrutan y les gusta sentir esa invasión de dolor y placer incomprensible que puede alcanzar en algunas los mejores super orgasmos de su vida. Discutiendo con Paulina su primera experiencia ella me decía que lo hablaban entre sus amigas activas sexualmente y que todas lo habían disfrutado a pesar del dolor. Ella me decía que nunca pensó hacerlo esa mañana y que todo se dio por el placer encaminado al sentir mi verga entre sus nalgas, aunque nunca imaginó que todo ese pedazo de carne cupiera en ese orificio. Estoy seguro de que le gustó, pues en esta relación que duró un poco más de ocho meses, siempre tuvimos sexo anal y Paulina experimentaba orgasmos netamente anales.
Es bonito recordar esos momentos con una linda chica, especialmente cuando uno tiene 46 años y piensa que uno ya no tiene esa posibilidad o se limitan por la diferencia de edad. Paulina a sus 18 me decía que, sí lo tuvo en debate por algún tiempo, pues fueron alrededor de seis meses que me tomó para convencerla a llevarla a la cama. Ella conciliaba todo esto pues creía que tenía alrededor de los 35, pero cuando descubrió que tenía 46, le costó hacerse la idea de salir o mucho menos tener sexo con un hombre mucho mayor. Luego me dijo que era lo mejor que le había pasado, pues conmigo descubría y disfrutaba del sexo desde un principio y que infortunadamente las frustraciones le llegaron después con jóvenes de su edad inexpertos. De vez en cuando cruzamos palabra a través de FB y de vez en cuando me modela alguna de sus tangas y ahora ella me muestra su pechos desnudos y no bloquea su rostro pues ella sabe que lo de ella está seguro conmigo, pues era cuestión de hacer confianza.