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Sugar baby (Parte 3)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Cuando el domingo por la noche volvió Luis al piso, Lorena seguía deprimida, había sido incapaz de estudiar, agobiada por lo ocurrido el viernes noche con Borja. Luis, como siempre tras haber estado ausente el fin de semana, volvía pletórico de energía y con ganas de follar con ella. Aunque seguía casado con su mujer, hacía ya tiempo que no tenían relaciones sexuales, era un matrimonio de conveniencia que los fines de semana aparentaban una relación armoniosa y el resto de los días cada uno hacía lo que le venía en gana.

– Hola preciosa. ¿Cómo ha ido el fin de semana? ¿Has podido estudiar? – le dijo a Lorena que estaba estirada en el sofá mirando una serie en la tele. Se sentó junto a ella y la besó dulcemente. Enseguida notó que algo iba mal, puesto que Lorena se limitó a dejarse besar, sin corresponder al morreo como ella solía hacer.

– Bueno… la verdad es que no demasiado, el viernes por la noche pasó algo y no me lo he podido quitar de la cabeza.

– ¿Qué pasó? ¿Tan grave es?

– Es que… se me ocurrió que un poco de coca me -animaría para estudiar y se la pedí a Borja, fui a su piso, me invitó a una raya y… bueno, no sé cómo, acabamos follando.

– Bueno, acordamos que la nuestra sería una relación abierta, eres libre de follar con quien quieras. Y de hecho, la semana pasada ya lo hiciste con Borja – respondió Luis ya más serio. Aunque no reprendió a Lorena por lo que le acababa de contar, ella notó su disgusto. De hecho detuvo las carantoñas que había iniciado y que normalmente acababan con los dos follando en el sofá o en la cama y se fue a dormir aduciendo que el día siguiente tenía que madrugar.

La actitud de Luis no ayudó en absoluto en mejorar el estado de ánimo de Lorena. El lunes y el martes fue a clase y en casa se plantó ante sus libros sin ningún provecho, deprimida por el enfado de Luis y angustiada por el examen del miércoles.

El martes por la tarde Luis la llamó para decirle que esa noche se arreglara, que saldrían a cenar con un cliente muy importante. Lorena trató de replicar que al día siguiente tenía un examen, pero Luis fue tajante. A las nueve pasaría a recogerla. Resignada a obedecer a Luis, Lorena se vistió con el vestido más sexy que le había comprado y se pasó un buen rato maquillándose para disimular las ojeras. Luis la pasó a buscar y fueron juntos al exclusivo restaurante donde el cliente ya les esperaba. Era un hombre de cincuenta y pico de años, alto, gordo y calvo, bastante menos agraciado que Luis. Desde el momento en que Luis la presentó como “una amiga”, aquel hombre no dejó de observarla con esa mirada lujuriosa que ya había sentido en otras ocasiones en esas cenas. Se aburrió como siempre mientras Luis y su cliente comentaban algunos de los detalles del importante trato que estaba negociando esos días. Al finalizar la cena, el hombre les propuso que le acompañaran a la suite de su hotel a tomar una copa. “Yo no puedo, mañana debo madrugar para ultimar el contrato, pero seguro que Lorena puede acompañarte, ella mañana no tiene clases” dijo Luis como si esa propuesta fuera de lo más normal. Lorena iba a desestimar la invitación del hombre igualmente, pero una mirada fulminante de Luis le hizo entender que aquello no era una sugerencia, era una orden. “Emmm, ah, bueno, vale, pero sólo una copa” acabó diciendo ella tratando de mostrarse dicharachera.

Tanto el hombre, como la propia Lorena, sabían perfectamente que lo de la copa era una excusa. Por eso Lorena no se sorprendió cuando, una vez en la habitación del hotel, y tras servirle una copa de champán, el hombre empezó a meterle mano y darle babosos besos. Lorena se dejó estrujar las tetas y separó sus piernas cuando el hombre metió sus dedos regordetes por debajo de su vestido. A base de frotar la vulva reseca de Lorena y meter sus dedos consiguió que finalmente se mojara ligeramente. Con eso el hombre dio por concluidos los preliminares por su parte y se acomodó sobre el sofá separando sus piernas. Lorena sabía muy bien que tocaba a continuación, se arrodilló entre las piernas del hombre y simulando una sonrisa pícara y relamiéndose los labios, desabrochó su pantalón y sacó su polla morcillona. Aplicó toda su experiencia en el arte de la felación para conseguir que aquella verga corta pero muy gruesa se endureciera, a pesar del asco que le producía. Cuando el hombre consideró que ya estaba en condiciones para follar, le ordenó a Lorena que se desnudara e hizo que se colocara a cuatro sobre el sofá. Gracias a la abundante saliva con la que Lorena había embadurnado la polla, esta se deslizó fácilmente dentro de su vagina apenas lubricada. El hombre empezó a follarla agarrándola de las caderas, resoplando y jadeando con cada embestida. A Lorena se le hicieron eternos los 15 minutos que le costó al hombre llegar al orgasmo. Cuando acabó, le dio una palmada en las nalgas a Lorena y le soltó: “Gracias encanto, eres una delicia de putita. Espero que cuando vuelva por aquí estés disponible”. Sacó un billete de 100 euros de su cartera y se lo dio a Lorena. “Toma una propina, para tus gastos”. Aquello acabó de hacer que Lorena se sintiera como una puta. Conteniendo las lágrimas, se vistió y volvió al piso de Luis. Cuando llegó, él ya estaba durmiendo en su cuarto, ella se encerró en su dormitorio a llorar desconsolada. Tardó horas en dormirse y por la mañana fue incapaz de levantarse para ir al examen. Sobre las once, aún metida en su cama, sonó su móvil:

– Hola Lorena, guapa, soy Paula. ¿Cómo te va? – sonó la voz alegre de Paula

– Pues no demasiado bien, la verdad. Luis está enfadado conmigo y casi no me habla y anoche sucedió una cosa con un cliente de Luis que, en fin, me ha deprimido. La verdad es que estoy hecha polvo – dijo a punto de llorar.

– Pues eso tiene fácil arreglo, ¡nos vamos de compras! ¡Vamos a sacar humo a nuestras tarjetas de crédito!

– Ufff, no sé si estoy con ánimos para eso.

– Yo sí que lo sé. En media hora paso por tu casa y nos vamos. Ves preparándote.

Ante la insistencia de Paula, Lorena se vistió, se tomó un café y poco después recibió un whatsapp de Paula diciéndole que la esperaba en la calle. Bajó y ahí estaba Paula, llena de energía. Pensó que le iría bien distraerse con ella, aunque le preocupaba la reacción que pudiera tener si se enteraba que había follado con su mentor. No tardó mucho en averiguarlo:

Borja me ha dicho que el viernes pasado follasteis, ¡estaba entusiasmado, jajaja! ¡Si quieres te lo cambio por tu Luis! – le soltó a bocajarro Paula, que no se solía morder la lengua.

– Ufff, la verdad es que me invitó a esnifar y nos descontrolamos. A mi la coca me pone a mil y me dejo llevar. – respondió apurada Lorena

– Tranqui, a mi me pasa lo mismo y Borja se aprovecha, pero sólo la tomo de vez en cuando en finde y siempre en ocasiones especiales, como cuando quedamos contigo y con Luis. ¡Aquello fue una pasada!

– Sí, estuvo bien, no recuerdo haberme corrido tantas veces seguidas… Pero con Borja el viernes fue diferente y me sentí muy mal. Y encima se me ocurrió contárselo a Luis y ahora anda cabreado, no me habla y creo que como castigo, ayer hizo que follara con uno de sus clientes.

– Ya… Eso ya no es tan divertido… Borja me lo ha pedido alguna vez, gajes del oficio – dijo Paula poniendo cara de fastidio y levantando los hombros – En cuanto a Luis, no te preocupes, seguro que se le pasa.

Al ver que a Paula no le afectaba en absoluto su aventura con Borja y que le restaba importancia a todas sus preocupaciones, Lorena se relajó y acabó disfrutando de la salida. Compraron ropa sexy y lencería aún más sexy pensando en cómo se pondrían sus maduritos al verlas con esa ropa, almorzaron en uno de esos caros restaurantes a donde solían ir con ellos, no pararon de hablar de sus cosas, sus estudios, sus intimidades y se rieron un montón. Por la tarde Lorena era una persona nueva, había recuperado la alegría y olvidado sus preocupaciones. Cargadas de bolsas con las compras, fueron al piso de Lorena para volverse a probar lo que habían comprado. En la habitación de Lorena, delante de un enorme espejo, se desnudaron las dos para probar la lencería. Se la habían comprado igual, unos sostenes y tanga de encaje negros traslúcidos y unas medias de malla. Les daba aspecto de putitas, pero a ellas les gustaba y a sus chicos les gustaría aún más. Mirándose las dos al espejo, Paula se colocó a la espalda de Lorena y la abrazó para acariciar la base de sus pechos.

– ¡Qué buena estás tía! No me extraña que Luis esté loquito por ti.

– Pues si yo estoy buena, tú estás cañón. Además tengo las tetas demasiado pequeñas, tú, en cambio, las tienes estupendas.

– No digas chorradas. Tus tetas son fantásticas. – dijo Paula mientras seguía acariciando los pechos de Lorena y pellizcando sus pezones por encima de la fina tela del suje – y me encanta como se ponen tus pezones cuando estás cachonda, como ahora, jeje.

Efectivamente, los pezones de Lorena se habían puesto tiesos y los bultitos que deformaban la tela así lo evidenciaban. Paula le quitó el suje para poder acariciar aquellos bonitos pechos al natural.

– Mmmm, como me gustan tus pezones así de duritos. – dijo Paula amasando ahora descaradamente las tetas de Lorena y pellizcando los pezones.

Lorena se giró, las dos se miraron y las dos se desearon. Paula acercó sus labios a los de su amiga y los besó dulcemente. Sus dos bocas se fundieron sin apremio, deleitándose en las sensaciones de degustar los delicados labios y el baile de las lenguas entrelazadas. Lorena soltó el suje de Paula para poder acariciar sus contundentes pechos. Paula empujó cariñosamente a Lorena hasta tumbarla sobre la cama, se abrazaron y se volvieron a besar, ahora con más pasión. Tras besarse durante unos maravillosos minutos, Paula quiso degustar los puntiagudos y tiesos pezones de Lorena, que clamaban por ser chupados y mordidos. Los hizo rebotar con la punta de la lengua, los chupó, los mordió conteniéndose para no lastimarlos, mientras Lorena arqueaba su espalda para entregar sus pechos a su amiga, gimoteando de placer. Lorena quería agradecer de forma especial la ayuda y el cariño que su amiga le estaba procurando, por lo que fue ella la que a continuación tomó la iniciativa. Se deslizó hasta colocarse entre las piernas de Paula, tumbada de espaldas sobre la cama, y acariciando la suave piel de sus muslos, acercó la boca a su vulva, apartó la tira del tanga que aun llevaba puesto y lamió los labios vaginales ya brillantes de humedad. Su lengua separó los maravillosos y oscuros pliegues desde abajo hacia arriba, hasta frotar con su lengua el clítoris ya abombado. Los gemidos de Paula la animaron a seguir y profundizar la exploración de su lengua en la lubricada caverna del placer. Cuando Lorena combinó su lengua con dos dedos para masturbar el ardiente y empapado coño de Paula, ésta empezó a soltar chorritos de flujo que manaban cual fuente intermitente e iban a parar a la boca de Lorena. Paula se hubiera acabado de correr del todo si Lorena hubiera continuado hurgando su vagina con la lengua y los dedos, pero quiso compartir su placer con el de su amiga, por lo que estiró de ella para cruzar sus piernas tras desnudarse ambas del todo y así juntar sus jugosas vulvas. Los labios vaginales de una frotaban el clítoris de la otra. Se diría que los dos sabrosos chochitos se besaban e intercambiaban sus abundantes flujos, especialmente en el caso de Paula, que no paraba de soltar chorritos contra el sexo abierto de Lorena. El meneo perfectamente sincronizado de las caderas de ambas chicas elevaba el placer mutuo que se estaban prodigando, en términos técnicos se diría que las palpitaciones de ambos coños entraron en resonancia, amplificando las oleadas de placer que se irradiaba desde sus entrepiernas. Ambas tiraron de la pierna de su compañera para juntar aún más sus chochitos y fundirlos del todo en un maravilloso orgasmo simultáneo que concluyó con un tsunami de flujos avanzando por los muslos interiores de las dos muchachas. Sus gemidos componían una sinfonía en honor al placer, que Luis pudo oír al entrar en el piso.

Aun jadeando tras el delicioso orgasmo, se quedaron tendidas una junto a la otra sobre la cama, desnudas, acariciándose mutuamente las tetas aun henchidas de deseo y compartiendo dulces y húmedos besos.

Así es como pudo contemplar Luis a las chicas cuando se asomó por la puerta abierta de la habitación de Lorena. Paula fue la primera que vio a Luis plantado en el umbral de la puerta mirándolas sonriente.

– Hola Luis. Nos has pillado en un momento de relax, jeje. – le dijo Paula con su habitual desparpajo. A Lorena casi le da un patatús cuando vio a Luis contemplarlas. Sólo le faltaba que tras el enfado por su lío con Borja, ahora se cabreara aún más por haber follado con Paula. Aunque la sonrisa de Luis denotaba de todo menos enfado.

– Es bueno relajarse – respondió Luis – últimamente hemos estado todos muy estresados.

– Pues únete a nuestros ejercicios de relajación, ¿no? – dijo Paula con sonrisa pícara

– Será un placer.

Luis se acercó a la cama y se tendió en el hueco que ambas chicas dejaron entre ellas. Con unas maniobras perfectamente coordinadas las féminas desnudaron a Luis: Lorena se ocupó de su americana, su corbata y su camisa. Paula de zapatos, calcetines, el pantalón y el bóxer. Ella tuvo premio especial a su dedicación: una espléndida polla en proceso de erección, aunque aún morcillona. Decidió colaborar en ese proceso lamiendo la verga desde los huevos hasta el glande y viceversa repetidas veces. Lo cual tuvo los efectos esperados. Lorena, mientras tanto, empezó a besar apasionada a su mentor, mientras él le pellizcaba los pezones de nuevo erectos hasta arrancarle gemidos de dolor.

Lorena acabó juntándose a su amiga para lamer a la vez la ya totalmente erecta verga de Luis. Luego se turnaron para mamar la espléndida polla, mientras una mamaba, la otra le amasaba los huevos con los labios. Aquello era una competición entre ambas por ver quien la mamaba mejor y conseguía arrancar más gemidos de placer del hombre. Cuando Luis notó que estaba a punto de correrse, se incorporó y tumbó a Paula de espaldas. Esta recogió y separó sus piernas ofreciendo su sexo abierto. Luis guió a Lorena para que se sentara a horcajadas sobre la boca de Paula, poniendo a su alcance su vulva inflamada de deseo. El mágico triángulo de placer unió sus vértices: la boca de Paula saboreando los flujos que de nuevo manaban del chochito de Lorena. Las bocas de Luis y Lorena fundidas en un beso apasionado que también era una reconciliación. La verga de Luis penetrando el acogedor, ardiente e inundado coño de Paula. Fue Paula la primera en correrse, orgasmo acompañado de nuevo de un mar de flujos que chorrearon la polla que no dejaba de entrar y salir de su interior. Las convulsiones del orgasmo se transmitieron a su lengua y sus labios, provocando el orgasmo de Lorena. La vagina de Paula se contraía compulsivamente cada vez que Luis hundía su polla dentro, como si quisiera ordeñarla. Y es lo que hizo literalmente cuando empezaron a manar chorros de leche que llenaron el ardiente coño de la mulata.

Aquel día, que tan sombrío había empezado para Lorena, sin ánimos para presentarse al examen, deprimida por la sensación de ser una puta, agobiada por el enfado de Luis, acabó con una maravillosa reconciliación gracias a la ayuda Paula, que a partir de ese día fue su más íntima amiga, en todos los aspectos.

Continuará.

Agradeceré vuestros comentarios y sugerencias de cómo debería continuar el relato. Los podéis dejar aquí o enviármelos a mi correo electrónico ([email protected]).

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