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René, mi compañero de aventuras en la universidad (1/3)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

René fue un pilar en el descubrimiento de mis filias y su posterior goce. En este primer relato me enfocaré en como lo conocí y las cosas que hice que eran nuevas para mí. Moreno, mediana estatura, delgado, cintura breve, espalda de nadador y un bulto que se marcaba delicioso sobre cualquier ropa interior que usara, me llamó la atención desde el inicio. Lo había visto una noche en la universidad haciendo cruising y me llamó la atención su cuerpo, su porte varonil y su bonito trasero.

Para hacer el cuento corto ya nos encontrábamos detrás de un edificio oscuro listos para darnos placer, le vi su cara, que no era muy atractiva pero con el deseo escrito en ella, intenté besarlo, pero rechazó mi beso, pero nos estuvimos tocando, le desabotoné la camisa y le vi su pecho lampiño y sus pequeños pezones morados, casi puntos de carne, que mamé con fruición. Luego le abrí su pantalón y me dejó ver un brief color blanco, donde su bulto se marcaba de modo delicioso: dos huevotes separados por un pene se adivinaban por debajo de la tela. No pude más y le bajé la ropa interior y vi su pubis perfectamente recortado, al igual que sus 2 bolas morenas y un pene ligeramente más claro. Sus piernas eran muy velludas, contrastando con su ano totalmente lampiño, René me dijo después que se lo rasuraba.

Nos empezamos a tocar y su pene se enduró y adquirió una forma que de entrada me pareció sexy: largo de unos 17 cm pero con una curva hacia abajo, tipo banano y con una pequeña cabeza, que de entrada me pareció realmente interesante, naturalmente lo mamé y él pareció disfrutar la mamada. Le dije me mamara mi pene pero no quiso. Intentó penetrarme pero no quise, intenté penetrarlo, pero no quiso. Como no vi claro, decidí apurar las cosas y terminé. Él con un gesto de molestia se guardó su pene y nos fuimos.

Unos días después, al final de la tarde lo volví a ver por casualidad y nos pusimos a platicar de tonterías sentados en un banco mientras oscurecía para poder darnos placer al amparo de la noche. Al fin estuvo lo suficientemente oscuro como para ir a nuestro lugar y pasarla rico, pero esta vez fue diferente: me puso de cara a la pared, me tocó los pectorales, me bajó el jeans y puso su bulto contra mi bóxer, sentía como su pene crecía y se enduraba, yo estaba echando precum de la excitación. De repente sentí su dedo humedecido en saliva buscando mi ano, me incliné más hacia adelante y dio con mi hoyo casi virgen, yo tenía como 2 años de no ser penetrado, pues aunque no me faltaban ganas, quería que fuera con alguien varonil, pensando en eso estaba cuando René introdujo ese dedo en mi ano sin ningún esfuerzo y empezó a moverlo en vaivén. Yo estaba en el paraíso, cuando de repente sentí entrar ese pene curvo y duro, me dolió bastante pero se sentía tan duro y la vez tan delicioso que hice un esfuerzo por aguantar y reprimir el dolor. Podía sentir su curva deslizándose por mi esfínter.

“qué ajustado tenés el culo” me dijo.

No dije nada y sólo seguí disfrutando.

Sentía que ese pene curvo entraba y entraba y nunca terminaba de entrar. Hasta que sentí su pubis rasurado contra mis nalgas y él gimió de placer. Estuvo un rato quieto y con el pene ya dentro empujó todavía aún más y sentí como si me rompían las entrañas y unas ganas raras de orinar, volvió a empujar y sentí más ganas de orinar, una tercera vez empujó y unas gotas de orina salieron de mi pene medio erecto. Luego sacó casi todo el pene y repetió un par de veces la secuencia anterior, meterla despacio y luego 3 o 4 empujones con el pene totalmente dentro de mí. Para entonces ya estaba mi ano dilatado y su pene ya acomodado que René me empezó a bombear despacio en un inicio. La sensación era increíble, mi pene se enduró, aunque no del todo y comencé a masturbarme, pues ya me comenzaba a doler. No tardé mucho en terminar, eyaculé bastante y potente. René excitado por mi eyaculación y mis contracciones anales me dio más fuerte, con violencia. Intenté sacara su pene pero no quiso

“ya casi termino” me engañó

Estuvo un buen rato penetrándome a su antojo, así de pie, sin piedad, sin prestar atención a mi dolor cuando al fin pude sentir un líquido caliente derramándose dentro de mi recto, el pene dejó de moverse y René se pegó a mi espalda, dejando el pene totalmente dentro mientras se iba descargando ese semen, que después supe era espeso y abundante. René la sacó y yo contraje el esfínter para que nada de esa leche se saliera, pues teníamos que salir de ahí y no quería ir goteando semen de camino a casa. Me di vuelta, me enderecé, las piernas me flaqueaban, tenía esa sensación húmeda en mi ano y pude ver a René frente a mi: jadeando, con la camisa desabotonada, sus pequeños pezones aún más pequeño, su piel morena cubierta por una película de sudor, sus jeans entre sus tobillos y su usual ropa interior ligeramente atascada en sus muslos velludos mientras su pene aún estaba largo y caído, con esa forma de banana que me dio tanto placer y dolor pero que iba perdiendo dureza. René me veía fijo, como queriendo decir algo. Lo quise abrazar y me rechazó

“estoy sudado” me dijo

“no importa” supliqué

Negó ligeramente y entre la penumbra con la cabeza.

Con un dejo de dignidad y mi esfínter contraído tratando de impedir que se saliera esa media taza de leche en mi recto, me vestí de nuevo. Pensaba René ya se había ido pero me estaba esperando.

Me dio la mano y para salir de ese páramo y nos fuimos.

Luego de caminar en silencio unos metros me dijo:

“¿te gustó?”

“claro” dije, mientras seguía apretando mi esfínter

Y me sonrió con esa su sonrisa tímida de la que me hice adicto en los siguientes meses y años…

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