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Nora la ordeñadora (Capítulo 2)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Utilizaba la mano como si fuera una tenaza húmeda según la zona, lo había masajeado entre los muslos.  Al asegurar su polla en la mano ya empezó a jadear.  Ya gruñía nada más empezar. Sería rápido. Aplicó unos sube y bajas lentos. Se paró. Empezó a chuparle la polla rítmicamente subiendo y bajando, haciendo una pausa al llegar arriba y movía la cabeza de forma circular. El hombre sorbía y mantenía el aire al respirar. Engulló todo el tronco y prolongó una succión como si fuera una ventosa. La respiración del hombre se hizo irregular. Nora tenía toda la polla en la boca, sus labios rozaban la pelvis incluso le entró vello púbico. Empezó una succión con un ritmo endiablado. La sangre del hombre sube. Se endereza como un alambre pero al poco rato cede. Estira las manos hacia delante, agarrotadas, en el umbral de la mesa de masaje. Un estremecimiento corre sus venas. Nora envolvía el glande de la polla con su lengua. El hombre empezó a parlotear con palabras magnificadas por el gozo:

– Pequeña puta. Guarra. Mira dónde estas. Dios todopoderoso. Chupa así. Sí. Oh, Jesús por qué gozo tanto. Dios, Dios, pero ¿dónde has aprendido a chupar de esta manera? Donde, donde, dímelo. Te lo advierto, te voy a follar. Mierda. Vamos. ¿Qué voy a hacer contigo? Oh, mierda. Maldita mocosa. Espera que te ponga la mano encima. Eres tan puta, asquerosa y sucia. Oh, Jesús, Jesús, Jesusito. Vamos. ¿Nora? Nora, Nora. Te voy a dejar el culo reventado. Ven acá. Ahora. Vamos. Te voy a dar una buena tunda.

Tras esa verborrea empezó a resoplar y a dar bramidos, Nora dada giros bucales de arriba abajo. Y no tardó la polla en convulsionar para expulsar la lechada. Nora no paró, notaba como su boca se llenaba de semen pero seguía subiendo y bajando, el tronco del pene era una capa liguida blanca viscosa. De forma gradual los rugidos de gozo se fueron mitigando hasta quedarse estático. Entonces Nora fue al baño a escupir y aclararse la boca. Al salir el hombre se había dado una rápida ducha en el otro lavabo, Nora vio como se apretaba el cinturón. Ella aún iba en topless y entangada.

– Veo que tiene prisa.

– Sí, salgo para el aeropuerto, antes de venir me han informado que mi padre ha fallecido de forma repentina. Mi mujer y mis hijos me esperan para el sepelio.

– Ohh, lo siento… No sé que decir…

– Sí, una auténtica desgracia, un gran hombre y padre, levantó un negocio que ahora llevamos mis hermanos y yo. Estoy abatido. Por cierto no llevo suelto, puedo pagarte con tarjeta de crédito.

– Si, claro – contestó Nora introduciéndola en el targetero – pero no me la acepta.

– Perdón, pensé que era la mía, es de la empresa. Espera la contraseña es otra – dijo tecleando otra vez y siendo aceptada -. Ves, ahora. Por cierto tienes un buen meneo, ¿puedo ver tu coño?

Nora apartó su tanga y dejó ver una raja depilada.

– Lastima que no pongas el coño, aparte de masajear. Conozco a gente que te ha follado y lo han flipado. Me dijeron que cuando llegaste eras algo pardilla y con un matorral abajo. Ja,ja,ja. Te dejo es un día triste para mí.

Nora recordó que había llegado dos años atrás, y como bien había dicho el ostentoso maduro que terminaba de salir, ingenua y inocente. Eso sí, Cara cortada y su tío El hiena ya le habían dado el primer aviso en la caravana. Y no olvidaba la proposición de Rulfo alias El cara cortada. Por lo que se dió un tiempo con su novio, hizo las maletas y dejó la granja de su familia.

Llegó en primavera a la población, no era la gran ciudad pero tampoco era un pueblo pequeño. Cara cortada estaba convaleciente a causa de un accidente de tráfico por lo que fue recibida por Florencia, una veterana masajista, la acompañó hasta el apartamento de Rulfo el cual estaba prostado en el sofá y empezaba a recuperarse. Se saludaron, habían pasados dos meses de la cacería con su tío y el encuentro con Nora. Florencia la invitó a instalarse tras los 500 km en autobús. Llevabá el mísmo vestido que cuando se la cepillaron su tío y él en la caravana. Aceptó la invitación de descansar. Entonces Florencia y Cara cortada encendieron unos pitillos.

– Es hortera la chica y ese vestido tan cutre, apenas sabe expresarse – dijo Florencia.

– Y si vieras la mata de vello que lleva entre las piernas. Se lo conté a Lucio. Le enseñé una foto de ella.

– ¿A el tuerto? ¿Ella en pelotas?

– Que va, vestida con sus padres. Más tarde vendrá El tuerto. Pajea bien, Florencia, aunque tendrás que enseñarle el oficio de masajista.

Lucio alias el tuerto era un hombre de 46 años, corpulento, calvo, bigote, con vello y ávido de sexo. Tenía una buena polla, casi gastaba el mismo calibre que Rulfo. Hacia años había perdido un ojo en prisión, una pelea con cuchillo la cuál salió mal parado. Llevaba un parche negro en la parte derecha de su cara, eso junto a su diente incisivo de oro.

No tardó en llegar y enseguida pidió por la chica en cuestión. Nora tenía los ojos hinchados de la siesta cuando apareció. Se sentó junto a ellos, El tuerto la miró con ese traje raído con ojos de lobo hambriento. Rulfo le dijo a Nora que se duchase, que podia venir en bata, que cogiera la suya del baño.

– Vaya hembrita, esa es la que os cepillasteis, la del matorral – dijo El tuerto.

– Si, que te parece.

– Ganado de buen corte, ahora supongo que nos enseñará su potencial – dijo El tuerto con ansia -. Quedamos en que…

– Si, claro te la puedes tirar…

– Yo me voy – dijo Florencia.

– Por mi te puedes quedar, Incluso me la pone más dura que me miren.

– Quédate Florencia, Lucio es de corrida rápida y siempre folla a escape – dijo Rulfo mirando a El tuerto.

– No puedo evitarlo – contestó y en apariencia ya empezó a sudar.

– Pero ten cuidado que preña y sé que a ti no te gusta hacerlo con forro.

Salió Nora con la bata, su cuerpo respondía bien, desgarbada pero segura. Nada más llegar Rulfo se levantó con ayuda de sus muletas y le quitó la bata quedando desnuda. Hizo que girara sobre sí misma. El ojo de El tuerto era penetrante, frío y despiadado como un cuchillo. El tuerto con ansia y delante de todos empezó a desnudarse.

Allí mismo, Nora, ante la mirada de Rulfo y Florencia, fue follada a toda prisa por El tuerto. Estaba realmente ansioso. La tumbó en la alfombra, y sin preliminares la ensartó con una polla grande y tiesa como una piedra. Menos mal (esto lo pensó tiempo después Nora) que iba mojada de coño. La ametralló a pollazos en misionero, Florencia y Rulfo podían observar como el culo peludo subía y bajaba como si fuera un taladro percutor. Eran tacadas a fondo, incluso cuando la metía y llegaba al tope vaginal remachada más, como si también quisiera entrar sus testículos. Inclusive se oían pedorreaciones vaginales. La culminación terminó en un arranque de puesta en escena bastante brutal: El tuerto se sentó sobre la cara de Nora como si fuera una almohada haciendo que le chupara los testículos mientras él se machacaba la polla y tras un ronguido gutural ensordecedor descargó una potente lechadaza en la cara de Nora. El tuerto se levantó hinchado de presunción y miró a Rulfo y Florencia al mísmo tiempo que le goteaba la polla.

Rulfo esa misma noche dijo a Florencia que enseñara a Nora todo lo referente a los masajes eróticos y la llevará de la mano una temporada, haciendo hincapié que no le depilara la mata de vello no sin antes el estar en buen estado de salud de su pierna.

Continuará…

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