Nora notó que su pulso ya era rápido, ella lo miró a los ojos con esa seducción sexual, con mirada provocativa. El hombre había entrado en una especie de trance, la mente inmóvil. Con el pajeo que le aplicaba Nora a distintas velocidades, el grueso cuerpo del hombre parecía ponerse en tensión de precorrida. Empezó a verbalizar incongruencias: ¡Sí! ¡Sí! ¡Co…! Co…! ¡No..! y sus manos empezaron a temblar como sacudidas eléctricas hasta que se agarró a la camilla de masajes. Nora con la mano subía y bajaba la polla resbaladiza y lubricada, en cada movimiento sus pechos penduleaban. Bajó la cabeza hasta los testículos y al mismo tiempo que pajeaba succionaba uno por uno los huevos; se los metía enteros en la boca y tiraba de ellos. El cuerpo del hombre se tensó hacía arriba. En una especie de euforia ansiosa empezó a bramar: ¡Sí… sí… Ohhh! Nora cómo diligente masajista de finales felices advirtió que estaba a punto de explotar y aumentó el ritmo de pajeo. Pronto la lechada quedó encina de la peluda y generosa barriga.
– Sabes como hacer gozar un macho – dijo al mismo tiempo que se terminaba de abrocharse los pantalones.
– Gracias, lo importante es que haya quedado satisfecho.
– Pues si, me aconsejaron que viniera y no me has defraudado, ¿qué edad tienes, niña?
– 25 recién cumplidos – dijo mientras se ponía el vestido ya que masajeaba en topless y en tanga.
– Pajeas de muerte. Por cierto, ¿vendes tú coño?
– No, masajes, aunque a veces…
– Bueno, ya hablaremos, mi mujer me espera en el centro comercial con los dos nietos, dos demonios – al mismo tiempo le dio a Nora 60€-. Quédate los 10€ de vuelta, son para ti. Nos volveremos a ver.
Nora había llegado a esa pequeña ciudad hacia ya casi dos años. Proveniente de una granja en medio de la nada donde vivía con sus padres dedicándose casi a jornada completa al ordeño de vacas y cabras. Novia desde la adolescencia de un vecino de esa zona, un fanático de la cría porcina que solo vivía para trabajar. Su vida cambió cuando conoció a Rulfo, apodado el Cara cortada.
Cara cortada acompañaba a su tío Solencio alias el Hiena (el Hiena era de baja estatura, su barbilla terminaba en punta, nariz aguileña de ojos pequeño. Era el hermano pequeño del padre de Rulfo- contaba con 52 años- el cual había fallecido haciendo honor a que el alcohol da alegría pero acorta bastante la vida) y disfrutaban de unos días de caza. Cara cortada lo hacía por deferencia hacia su tío Solencio, nunca había estado en ese lugar ni siquiera era cazador. Solencio había estado otras veces y saludaba a los padres de Nora y los obsequiaba con licores por las molestia ya que aparcaban la pequeña caravana para dormir en sus terrenos incluso antes de irse montaban un pequeño banquete. La primera vez que vio a Nora ordeñando en el establo le pareció una mujer diferente e interesante. Nora no era muy alta pero tenía una complexión fuerte sin grasas sobrantes de pechos generosos, un culo rotundo y armonioso ni grande ni pequeño pero subido y apetecible. Sus gestos eran enérgicos, morena de media melena, cara angulosa de labios gruesos y ojos grandes y vivaces. Cuando Cara cortada la veía siempre llevaba botas de agua vaqueros y un delantal. Entonces camino a la zona de caza Rulfo dijo a su tío Solencio:
– Tío, que tal vas por la vida, desde que murió mi viejo no te había visto muchas veces, ¿aún eres tan putero?
– Se hace lo que se puede ya tengo una edad y si, suelo tirar bastante de putas.
– ¿Qué te parece esa marimacha que vemos en la granja, como ordeña las cabras y vacas – al mismo tiempo que guiñaba un ojo a su tío.
– ¿Te gusta, eh?
– Sí es una hembra muy híbrida, pero es parca en palabras.
– No te creas, tiene un novio que no la satisface y más basto que un arado. Ella es de naturaleza confiada, de hecho el año pasado un cazador que vino el año pasado se la cepillo y dijo que estaba faltada de rabo, mojaba que daba gusto. Dijo que era inexperta pero muy follable y no se hacía de rogar. Es que esa hembra ni siquiera ha salido de aquí. Es de las de pelambrera en el coño – dijo tras una carcajada – ¿Qué edad tienes ahora, sobrino?
– 37, tío
– Y según tengo entendido tu padre que en paz descanse me decía que eras un auténtico tumbahembras y estaba en lo cierto, has follado la hostia consagrada, eres un rompebragas de cojones. Puedes conseguir la jaca de la granja y si yo puedo pillar algo no dudes que lo haré también. Además mañana tenemos el almuerzo de despedida con los granjeros.
Rulfo Cara cortada debía su alias a un corte en su mejilla derecha que había recibido en una reyerta callejera a los 20 años la cual disimulaba con barba de varios días. Su rostro era huesudo y hosco, cuello ancho de ojos negros penetrantes, pelo largo desgreñado como un estropajo de acero que llevaba recogido en una coleta usando de coletero la goma de un condón; alto, viril de estructura ósea ancha. Tatuado en los brazos, pecho, espalda y cuello. Montaba una polla de 20 cm de la cual estaba orgulloso. Hombre de negocios se había hecho a si mismo – jugador, contrabandista, socio prostíbulo, vendedor de chatarra, gerente de habitación de masajes. En su juventud su tío había intentado inculcarle el oficio de soldador, pero no era su vocación durando apenas tres meses; detestaba levantarse temprano y se presentaba a las 12, también le gustaba mucho el tiempo del trabajo beberse unas cuantas cervezas empleando unas horitas, la cuestión es que ese trabajo no era para él.
Nora había empezado su noviazgo muy joven. Una no sabe su historia hasta que mira atrás. Porque era el único chico de la zona, un granjero 5 años más viejo que ella. A sus 23 años Nora ya no estaba satisfecha. No la complacencia sexualmente y la obsesión de él era tener hijos. Ese mediodía Nora se había puesto un vestido con estampados florales mostrando el contorno de su cuerpo. Quería gustar. Cara cortada y su tío llevaron algún detalle y bebidas. Rulfo llevaba unos pantalones ceñidos marcando paquete, camiseta sin mangas dejando ver sus tatuajes. A lo largo de la comida se notaban las vibraciones en el aire entre Nora y Cara cortada. Los padres de Nora charlaban de forma efusiva con Solencio. El novio de Nora solo estaba pendiente de su camada de cerdos y apresurado al terminar de comer fueron junto con el padre de Nora a verlos. Al salir Cara cortada y de su tío la hiena encontraron paseando a Nora, como si esperara algo. Al verlos se hizo la distraída como si no los hubiera visto y se agachó a coger flores, su falda se levantó dejó a la vista un culo potente.
– ¡Que me aspen si no pide polla a gritos! – exclamó Solencio.
– Pues si, tío; es hortera a tope, pero por los clavos de Cristo que me la cepillo.
Con celeridad militar Rulfo se posicionó delante de Nora y dijo:
– ¿Te apetece ver la roulote que tenemos aparcada a pocos kilómetros?
– Parece guapa – dijo Nora ansiosa aceptando con la cabeza.
Solencio se puso al volante del todo terreno y Rulfo subió atrás esperando a Nora, entonces su tío le dijo:
– Espero que dejes algo para la familia.
Al subir Nora los deleitó con un una visión de bragas con pelos que salían por los laterales. Cara cortada le pasó el brazo por encima de sus hombros, le acarició el pelo le dio un beso en la mejilla y le lamió el lóbulo de la oreja para después morrearla. La pasividad de Nora era total hasta que Cara cortada le tocó los pechos y empezó a emitir pequeños ronroneos. Cara cortada no era metódico ni controlador en las caricias, por lo que fue directo a la entrepierna de Nora bajo la falda. Notó abundante vello púbico; el ronroneo de ella se hizo más patente.
– ¿Estás mojadita, eh? se nota que tu novio no te atiende bien…
– Él ti… tiene mucho… trabajo – susurro ella.
– Claro, criar cerdos – dijo Rulfo en tono despreciativo.
– Tortolitos, ya hemos llegado, os veo muy acaramelados. Ahora entraremos en nuestra casita transportable y te la enseñaremos – dijo Solencio.
– Nora hoy te vas a enterar de lo que es un rabo de verdad – dijo Cara cortada al mismo tiempo que la morreaba.
Al bajar Rulfo cogió a Nora por la cintura y Solencio abrió la puerta de la caravana. El espacio era pequeño dos camas separadas, una diminuta cocina y un diminuto baño. Nora y Rulfo se comian la boca. A Nora no parecía importarle la presencia de Solencio el cual se sentó sobre una cama. Rulfo tiró para arriba el vestido dejándola en ropa interior. Un sostén y bragas ya bastante usados. Rulfo se apartó un poco para hacerle un escaneo visual y la volteó. Miró a su tío y asintió. Era una mujer con curvas apetecible.
– Este culo necesita estar entangado- dijo con solemnidad Rulfo y en un arranque de ira le arrancó el sostén y las bragas.
Rulfo era un hombre de acción y le gustaba impresionar. Nora quedó desnuda, sus generosos pechos grandes y en forma de pera y aureolas grandes quedaron expuestas. Por la parte baja asomaba una buena mata de vello. Rulfo empezó su plan de ataque sopesando los pechos y moviendolos para que bambolearan. Ella hizo un contoneo sexual. Bajó hasta su coño y lo dedeó. Sacó el dedo y la miró con ojos penetrantes y tras una sonrisa de chacal se desnudó. Tras quitarse la ropa Rulfo se sentó en su cama, abrió las piernas y con vigor masculino escupió de forma sonora sobre su glande y dio unos pajeos a su polla y dijo:
– ¿Has ordeñado nunca una como esta?
Nora se quedó mirando fijamente la gran polla de Rulfo y con muchísima rabia la agarró para demostrarle su poderío femenino, a sus 23 años desperdiciado. Empezó un pajeo con retrocesos bombeados (lo había visto en el porno de su portátil. Consistía en agarrar el tronco y bajar hasta que su mano rebotaba en la pelvis) mientras lo miraba a los ojos.
– Apuntas maneras, nena – dijo Rulfo tras unos resoplidos.
Nora mira con intensidad a Rulfo, estaba arrodillada a su lado como una pava real. Solencio el hiena miraba la desinhibida Nora que sin ningún pudor pajeaba a su sobrino delante de él. Rulfo estiró el brazo introdujo dos dedos en el peludo coño de Nora, la cual empezó a jadear; su coño era un charco de flujos vaginales, incluso goteaba. Solencio ya se tocaba su polla.
– Vamos a ver si se te da tan bien usar la boca como ordeñar – dijo Cara cortada en un dejo de jocosidad bajándole la cabeza.
Nora inhaló aire, abrió la boca y engulló media polla; quería rematar la faena pero era mucha polla. En un arranque airado Rulfo le atenazó la nuca y la empujó hasta el fondo. Nora emitió un sonido gutural de atragantamiento y sus ojos estaban desorbitados. Manoteaba buscando aire; Cara cortada la suelta, su respiración es algo acelerada, al instante vuelve en si; Rulfo le recoge el pelo en lo alto y el ataca otra vez; no puede abarcar la toda, es algo desgarbada en la mamada. Solencio esta alterado y excitado viendo a su sobrino, el cual en clara deferencia a él le ha recogido el pelo para que pudiera ver su cara. Le lamía el tronco y glande, chupaba como podía. Cara cortada volvió a empujar la cabeza de Nora hasta el fondo y aguantó su cuello en forma de tenaza y grito:
– ¡¡Toma rabo!! ¡¡Aguantala!! – Al mísmo tiempo que miraba a Solencio con la mandíbula apretada.
Nora vuelve a buscar aire, se oyen los glup, glup de su garganta.
– Venga, vamos a contar hasta diez, nena: aguanta. Empezamos. 1, 2, 3, 4.
Las mejillas de Nora empezaron a hincharse y a enrojecer, su respiración era nasal y rápida.
– 5, 6, 7
– ¡Va a reventar! – exclamó Solencio.
Empezaron a salirle los mocos, los ojos llorosos.
– 8, 9
Le vinieron las arcadas, convulsionaba.
– Y… – esperó un rato – ¡10!
Entonces la soltó dejando ella un rastro de moco y saliva. Su respiración era acelerada y continua, buscaba aíre. En un arranque atletico Cara cortada tiró de sus pies y la llevó al borde de la litera hasta que su cintura y piernas quedaron suspendidas en el aire. Tiró la almohada al suelo, se puso de rodillas sobre ella, la cogió de los tobillos y le abrió las piernas al máximo en tijeras. Dominaba la situación. Nora se dejaba llevar y se mostraba docil.
La cara de Rulfo estaba roja de excitación; Respiraba por la nariz como un toro con los dientes apretados. Su pollaza era firme y dura y la estaba posicionando para ponerla a nivel del frondoso coño para la embestida pero ella quedada atrasada, la cogió de la cintura y la tiró hacía su polla. Buscó la entrada vaginal con un " Tienes tanto pelo en tu coño que parece un matorral". Entró el glande, ella estaba muy mojada, entonces volvió a cogerla por los tobillos, la abrió y de un golpe seco le ensartó los 20 cm de polla. Nora emitió un estridente ¡¡Ohhhhh!! de gozo. Rulfo empezó unos bombeos salvajes, su polla se adentraba hasta la empuñadura en el frondoso coño- su tío, el hiena, ya tenía la polla fuera y se pajeaba viendo en acción a su sobrino- hasta que cambió de registro follamentistico bajando la velocidad de bombeo ahora sacaba toda su pollaza y la clavaba: clavada, sacada, clavada, sacada. La polla salía viscosa, Nora flipaba de gozo. Rulfo mantenía la mirada en su mete-saca aguantandola abierta a ella por los tobillos, reculaba y la metía a full con golpes pélvicos sonoros. El coño sonaba como un río revuelto, chof, chof, chof. Los jadeos de ambos resonaban en la caravana. Rulfo reagrupaba fuerzas para un último y definitivo ataque que no tardó en llegar. Empezó una frenética follada demostrando su resistencia entrando en un estado de exaltación febril con rugidos atronadores, Nora empezó a convulsionar y a maullar como una gata. El ¡chap, chap!; ¡chop, chop! vaginal era espectacular hasta el punto que squirto dejando un charco en el suelo. El pistoneo de Rulfo parecía un martillo compresor y su respiración acelerada.
– ¡¡Cuidado Rulfo!! ¡¡Vas a preñar!! – exclamó su tío al mismo tiempo que se pajeaba.
Rulfo sacó su polla y dejó el cargamento sobre el vello púbico de Nora. Fue una abundante lechada que empapó la vellosidad de Nora como si fuera una esponja empapada de gel.
Rulfo entró en el pequeño baño con la puerta abierta echando una generosa y sonora meada. Solencio creyendo que le había tocado la gloria y sin tener que tirar de putas se quitó los pantalones y recolocó a Nora en la litera -a pesar de su corta estatura Solencio mostró una prepotencia masculina para demostrarle ante su sobrino que aún valía – dispuesto a montarla. Rulfo al salir del baño se estiró en la otra litera como si fuera el descanso del guerrero tras la batalla. Solencio le levantó las piernas y la puso en patitas en hombros para ensartarla enseguida. Empezó a bombearla nervioso y frenético, en cada tacada se llevaba restos de lefa de su sobrino pegados a su polla y a su vello. No poseía la polla de Rulfo pero demostraba maneras dentro de los límites de su edad. Intento tensarse en sus mete-sacas. Incluso en un asombroso alarde de bravura hizo volteos circulares con su polla dentro del coño de Nora (mientras tanto Rulfo se había acostado en la otra litera y se limpiaba la polla con pañuelos y observaba a su tío) y en un último aliento empezó unos bombeos conejeros y empezó a respirar de forma frenética, sacó su polla y escupió una lechada sobre el ombligo de Nora.
– ¡Eres el puto amo! A tu edad y vaya lefazo- exclamó Rulfo.
Es misma tarde engancharon la caravana y fueron a despedirse de los padres de Nora los cuales fueron muy generosos y obsequiaron a Solencio con fruta y un cordero para que lo comieran con su mujer y para su pequeño nieto un pequeño gatito. Cara Cortada al despedirse de Nora le dejó su tarjeta para que lo llamara y dijo:
– Apuntas maneras y ordeñas bien, ven a verme y tendrás futuro.
Continuará…