Majid Salam alias el Toro negro remataba la parte final, ella estaba emitiendo sonidos repetidos ¡Oh, oh, oh, oh!, seguido de ¡Así, así, así! Ella abrió más las piernas e ipso facto toro negro las puso encima de sus hombros iniciando un arranque de bombeo en suspensión cubriendo en su totalidad el pequeño cuerpo de Sara y en cada tacada le entraban 25 centímetros de rabo negro. Los alaridos de gozo de Sara eran como un terremoto: un suspiro largo ronco y profundo seguido de un ¡Ohhh! profundo. El engrase era bueno, en cada embestida la pollaza salía brillante de flujo vaginal. Toro negro empezó unos bombeos amortiguados con velocidad. Empezaron los espasmos musculares eléctricos y con un gutural ronquido finiquito la follada.
Majid Salam había llegado al país con 20 años, ya habían pasado 15. Un grupo de música local lo había visto tocar los tambores nada más llegar -danza africana- y ya formaba parte del grupo musical ya que buscaban fusiones de cultura. Alto, marmóreo, negro como el carbón, de nariz ancha, labios gruesos, rapado con una dentadura como un caballo muy blanca, de físico desarrollado y vigoroso, con un cuello semejante al de un toro. Pero lo más impresionante de cara a sus compañeros fue en los vestuarios, verle ese rabazo de 25 cm, negro y medio descapullado. No tardó en demostrar su vigor masculino. Según un compañero Toro negro era una bomba de hidrógeno con polla. Les había demostrado su capacidad follamentistica. Sus registros con mujeres eran impresionantes.
Lorena desayunaba, vino su prima Sara con gafas de sol y se sentó en la misma mesa.
– Estás deslumbrante, Sara – dijo Lorena en un deje de burla.
– Claro prima, no todas tenemos tu físico pasada la cuarentena, se nota que tienes tiempo de ir al gym, las hay que curramos.
– Por cierto, has aprovechado que no está tu marido. Ya son ganas, se os oía a ti y al negrata que daba gusto – contestó irritada Lorena.
– Mi marido viene a la iglesia para la boda, tenía que trabajar. Entiendo que el tuyo con ese cargo tan importante que tiene esta de viaje y no puede venir a la boda de un familiar. Y sí. Me he dado un buen homenaje con el negro. He gozado como nunca y tu también tendrías que probarlo. Te aseguro que lo vale…
– Yo no me pongo en evidencia y menos…
– Venga Lorena, sé que has follado con algunos del gym, no te hagas la santa.
– No discutamos más y disfrutemos de la estancia de dos días que nos ha invitado nuestra prima – dijo Lorena ruborizada y con evidentes ganas de cambiar de tema.
Lorena contaba con 42 años, se cuidaba, su caminar era suave y elegante sus movimientos femeninos, se sabía guapa con su morena melena, sus ojos almendrados, sus facciones estilizadas, se había puesto algo de botox en los labios y pasado por el quirófano para reafirmar unos grandes pechos tras su segundo parto. Un culo rotundo y armónico sin celulitis y la avalaban su 172 cm de estatura.
El grupo de música tocaba ante la inminente ceremonia. Lorena sé fijo como el negro tocaba los tambores. El perfecto cuerpo negro no henchido de carne sino más bien dotado de una especie de felina esbeltez. Era un cuerpazo descomunal envuelto en tinte negro. Parecía una efigie de rara hermosura. Destacaba en contraste el blanco de sus ojos y la blancura de esa dentadura caballuna. Lorena podía advertir que la estaba mirando.
La boda se desarrolló sin problemas, hubo ceremonia y baile. En cuanto al marido de Lorena Sara estaba en lo cierto, estaba de viaje de negocios. Había dejado a sus hijos a cargo de su suegra. Tras la ceremonia Lorena bebía con sus amigas cuando unas amigas le propusieron:
– Supongo que vienes al fin de fiesta.
– ¿Me he perdido algo?
– Montamos una fiesta. El negrito que sus amigos del grupo le llaman Toro negro ha montado un show con strippers amigos suyos.
Llegó la noche y la novia les había seleccionado una habitación para este fin. Ellas eran 5 amigas cuarentonas. Entraron dos musculosos jóvenes y tras ellos, Toro negro. Habían instalado juegos de luces y empezó a sonar la música y ellos hacían movimientos provocadores y sensuales. Llevaban los torsos desnudos y todos llevaban tanga, el de Toro negro era de piel de leopardo. Comenzaron bailando con el intro de Romeo y Julieta titulado Overona, luego con la canción de Jeniffer López Aint it Funny y concluía con Isla bonita de Madonna. En una segunda ronda con el tema Casanova de Paulina Rubio y otra más de Christ Issak llamada Wicked game. Ellas gritaban y aplaudían. Cada minuto que pasaba se mostraban provocativos, acercaban su paquete a las caras de ellas. Toro negro se acercó con el suyo a pocos centímetros de su cara. Sara sin ningún pudor ya puso mano al paquete de uno de los strippers. Las emociones de Sara y dos más del grupo ya iban tras los rabos como perras en celo. Los strippers se acercaban y alejaban, podían accionar el botón del control de ellas por su entrega. La única reticente con su vestido negro era Lorena. La cual reía y aplaudía, incluso se mostraba retadora a las miradas de Toro negro. Una de ellas se levantó y dijo que no aguantaba más, estaba menstruando. Salió. Sara se levantó y se agarró al chico rubio y caminaron hacia el reservado colindante con la sala. La puerta era una cristalera, adentro había luces de neón. Nada más acomodarse Sara se levantó la falda y se clavó a full la polla del chico. Sus cabalgadas eran fuertes, cogía impulso arriba y se tiraba abajo. Una de las mujeres dijo:
– ¡Ufff! Con lo bajita y poca cosa que es una devora hombres. ¡Qué manera de matarse sola arriba!
– Se tira todo lo que se mueve – contestó Lorena, mientras la otra amiga se iba con el stripper de la coleta.
– Tú Lorena, ¿no te apetece el negrata?- dijo mientras Toro negro bailaba en medio de la habitación.
– Tiratelo tú, sabes… es muy exótico, expresa esa virilidad…
– Ya sabes que me he reconciliado con mi marido, tenemos hijos en común, él me aporta seguridad financiera, sabes que yo no estudié ni trabajo… Pero os miraré y me masturbaré, de hecho iba -y miró al reservado- a hacerlo, pero el negro me mola más, me lo he montado con negros y tienen una potencia increíble.
Mientras tanto Sara a horcajadas sobre el stripper ya convulsionaba en corrida con intensos subes y bajas en galope. La otra amiga también estaba en fase final. La montaba en misionero con rítmicos bombeos. Empezó a ronronear, entonces el stripper aumento la velocidad y ella estalló en gritos de gozo ¡Oh, oh, oh, oh!
Sonó el móvil de Sara, al levantarse se le corrió un hilo de semen por las piernas. Contestó: "si, si, ahora voy, estaba con las amigas". Solicita se compuso la falda y se marchó, no sin antes al pasar al lado de Lorena y su amiga hacer la gestualidad de la masturbación masculina. Los dos stripper salían mientras la amiga se recomponía el vestido, el stripper de la coleta salió con la polla semiflacida y con el condón puesto, con una bolsita de semen en su punta. Se lo quitó y lo tiró en un cenicero grande. Ni tan siquiera usaron el lavabo en señal de poderío y hombría. El otro comento – mientras se rascaba los testículos- que la pequeñaja no le había dado tiempo de ponerse el forro, incluso matizó "una guarra de cojones".
– Quieren impresionar – dijo la amiga – hacernos ver que somos dos patas con un coño. Chulería y soberbia, son duros de cojones. Salieron levantando los pulgares, no tardó en salir la otra amiga con una sonrisa de complicidad.
Mientras tanto sonaba Everybody Knows de Leonard Cohen y Toro negro empezó sus movimientos provocadores con golpes de cadera acercándose a Lorena y su amiga con una sensación de seguridad apabullante. Con una sola mirada supo que eran suyas. Cogió respiración, se posicionó a pocos centímetros de la cara de ellas, tiró de su tanga y salió rebotada una 25 cm negra medio empalmada. Desafiante Toro negro se acercó hasta casi rozar sus caras moviéndose en círculos pélvicos y la polla rotaba como las aspas de un ventilador (La amiga de Lorena tenía 3 años más, era rubia oxigenada, delgada, apenas 160 de estatura. Llevaba arreglos estéticos, como pechos, tenía un culo circular. Era interesante)
– ¡Vaya pedazo de fierro, nunca había visto nada igual! – dijo la amiga.
Entonces Toro negro rozó la cara de la amiga. Las dos podían olerlo, ese olor a macho negro y a polla. Entonces en un volteo les dio la espalda y fue hasta el reservado que habían salido sus amigas. Caminaba muy sólido con esas nalgas negras apretadas, se le notaba fortaleza, un hombre con presencia y gravedad, era Toro negro y las retaba a que fueran a por él.
– Yo no puedo evitarlo Lorena, vamos a aprovechar el momento.
Las dos con ambos vestidos negros caminaron hacia el reservado. Toro negro al verlas se golpeó el plexo solar en señal de triunfo. En consecuencia ellas se quitaron ambos vestidos con el correspondiente escaneo visual de Toro negro, quedándose desnudas. Se sentaron. Toro negro se acercó con una empalmada muy seria. Sus huevos eran grandes y colgones. La amiga se abalanzó sobre la polla, intentaba abarcar el suficiente tronco pero era imposible. Toro negro de forma cariñosa le dijo:
– Abre más la boquita, guapa.
Acto seguido le metió una embestida en la boca que hizo que se atragantara. Al sacarla ella cogió respiración, entonces Toro negro mirando a Lorena dijo:
– Ahora tú, bonita ¿no?
Entonces Lorena abrió la boca y engulló media tranca. La amiga se acercó, le dijo:
– Hazme sitio voy a hacerle el testicular.
Lorena mamaba y la amiga succionaba los huevos. Las lamidas y succiones testiculares empezaron a hacer gozar a Toro negro que empezaba a gemir y ronronear. Combinaban polla y huevos las dos. Babeaban en la mamada. Tras esa intensa mamada Toro negro las colocó a las dos en posición de perrito y les hizo un tacto vaginal-anal, inclusive les comió a las dos el orificio anal con sendas introducciones de dedos. Se enfundó un condón y empezó a bombearlas en polladas repartidas, eran pistoneos rápidos y precisos a full, llegaban hasta la empuñadura. Gritos de gozo, susurros. La amiga esquirtó. Fue un squirt a presión que empapó la polla a Toro negro. Lorena al ver a su amiga pidió polla y en tres embates ya se vino. Por su parte Toro negro las volteó, escupió una gran lechada y las repartió en ambos rostros.
Esa misma noche, poco tiempo después la novia partía de viaje. Lorena fue a despedirla. Al besarse y desearle feliz viaje y un matrimonio feliz la novia le dijo guiñándole un ojo:
– Te lo has pasado bien. Se nota. Aparte de que tu aliento huele a polla una de tus orejas está llena de lefa.