Esta historia la cuento yo.
Regrese a mi ciudad en el sur, mucho trabajo pendiente me esperaba y unas amigas que “visitar” no me dieron tiempo de acordarme de Olga. Paso una semana y una tarde de domingo, después del fútbol, vinieron a mi mente lo momentos con ella, recordaba cómo me domino por completo, como sus éxtasis múltiples la transformaban hasta hacer de ella una ninfomaníaca incontrolable. Cuando la conocí parecía una mujer tranquila y seria, pero en la cama era un torbellino de frenesí.
Estaba en esos recuerdos cuando el nuevo ring de mi móvil me trajo de vuelta al mundo, conteste y sorpresa, era ella.
Espero que te acuerdes de mí y de tu invitación – me dijo- No estoy muy segura de ir, pero quiero ver qué sucede en esos lugares, solo mirar y conocer.
Estaré mañana en la capital, déjame ver lo del club swinger. Conozco uno bastante bueno y los dueños son una pareja amiga, así que estaremos en confianza – le dije-.
Sabía que ella no solo deseaba mirar y conocer sino algo más, de eso sí que estaba seguro. Y eso sí que tenía que verlo.
Llegue a la capital como las dos de la tarde, a las tres al hotel y a las diez de la noche debía pasar a buscarla. Dormí una larga siesta porque sabía lo largo que solían ser las sesiones en esos locales. Era surrealista poseer a varias mujeres o ver las orgias que a veces se desarrollaban, era interesante también ver y escuchar a las “primerizas” que llegaban, temerosas y escandalizadas al ver muchas situaciones sexuales, pero transcurrido un tiempo el morbo y el deseo las llevaba a participar.
Llegue en un taxi a su hotel, ella alojaba en el mejor hotel de la capital, incluso era caro para mí, aunque que tengo un excelente puesto gerencial de una empresa exportadora, pero ella era la mejor vendedora de una farmacéutica transnacional y yo sabía cómo había llegado a ese puesto.
No necesite bajarme del taxi, ella ya esperaba en la entrada del hotel, su cabello negro se veía esplendoroso, su vestido negro también hacía resaltar aún más su blanca piel, se sentó a mi lado, observe en su gran y provocativo escote que no llevaba brassier, su busto no era grande, pero era firme. Luego de los saludos correspondientes me dijo:
– Solo miraremos, me avergonzaría mucho que me vieran teniendo sexo.
– Te aseguro que te va a gustar y tal vez te den ganas de participar.
– Nooo -me dijo- Eres un loquillo…yo no haría eso, me moriría de vergüenza.
-Veremos- pensé para mí – Veremos.
Bajamos del taxi, y caminamos al local. Pagada la entrada nos adentramos en el club. Como nunca había varias parejas y en ese día en especial habían dejado entrar a muchos hombres solos, cosa poco habitual en estos clubes que aceptan solo parejas. Conversé un poco con los dueños, amigos míos, y luego pedí un par de tragos en la barra.
Ya había mucho movimiento, el club tenia salones para parejas y otros para grupos. Había varios sillones muy amplios, casi todos ocupados con parejas, tríos y cuartetos teniendo algún avance o simplemente teniendo sexo, a primera vista también los salones se veían todos ocupados.
Le había echado el ojo a un par de rubias que estaban en la barra, ellas también habían notado mi presencia, así como una joven muy morena que estaba con un tipo algo mayor.
Después de un whiskey, no sentamos en uno de los sillones vacíos, ella se acercó a mí y empezó a besarme, ávida buscaba el cierre de mi pantalón y rápidamente saco mi verga que llevo a su boca, yo me recline un poco y luego se subió encima de mí. Su vagina estaba muy mojada por lo que la penetración fue instantánea.
Rápidamente saco su vestido, llevaba una porta ligas y medias negras sin tanga.
– Veo que venias preparada –le dije.
Ella no contesto, ya había empezado a jadear y moverse como desenfrenada, no le importaba las personas ni el mundo a su alrededor, con cada movimiento sus quejidos se volvían casi alaridos, me abrazaba con fuerza y luego se arqueaba disfrutando el goce.
A los pocos minutos note que se acercaban otros hombres a mirar el espectáculo que ofrecía ella, algunos con sus penes erectos estaban cada vez más cerca a medida que ella se movía y expresaba su excitación. Ahí me di cuenta de que ella hacia eso precisamente para llamar la atención de los hombres.
Agarro el pene que estaba más cerca y lo llevo a su boca, luego el otro más cercano, los chupaba con pasión mirando el rostro de sus dueños con sus grandes ojos, los hombres se alternaban cambiando de turno mientras que ella continuaba meneando sus caderas sobre mí. De repente un tipo grande la agarro de la cintura y la empezó a penetrar analmente, yo sentía el pene al “otro lado”. Lanzo un grito de placer dolor lo que aumento su movimiento de caderas, más hombres se acercaban. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y sus estertores fuertes alcanzando un orgasmo fuerte y duradero.
El que estaba en el otro orificio termino rápidamente y fue reemplazado por otro, ella tenía temblores en su piernas y cuerpo, seguía gimiendo y gritando de placer como desesperada alternando chupadas a diestra y siniestra.
Nuevamente el hombre termino y fue reemplazado por otro más, yo sentía como líquidos de Olga resbalaban en mis muslos y abdomen. Yo también estaba muy excitado, pero no quería acabar aun, empuje su cuerpo a un costado junto con el tipo que le penetraba el ano, ella quedo boca arriba con el hombre abajo, aproveché de retirarme y rápidamente ocuparon mi lugar.
Ya habían más de 8 tipos con ella, la deje para visitar a las rubias de la barra, eran dos alemanas que me llevaron a otro sillón y me dejaron penetrarlas mientras se besaban entre ellas. Luego regrese con Olga, ella continuaba sobre un tipo mientras encima había otro gozando su vagina. Sus estertores y gemidos fuertes llamaban la atención de las mujeres también y creo que les sirvió a muchas para excitarse, a esa altura todas las parejas estaban teniendo sexo y las que venían llegando rápidamente se integraban, ya sea en el salón principal o en los salones y era Olga la responsable de esa contagiosa excitación general.
Más hombres se ponían en círculo alrededor de Olga para penetrarla por todos lados, sus gemidos y gritos de placer se sentían en todo el salón.
La morena con el hombre mayor me llamo y estuve con ella en una sesión de sexo anal bastante buena, el hombre era un pastor evangélico que escapaba de sus obligaciones con su secretaria.
Trate de volver con Olga, pero ya habían más de 20 hombre con ella, mientras la esperaba un tipo bajito me dijo que había estado con ella y que lo había hecho terminar rápido ya que su vagina se contraía tan rápido que lo llevo a la eyaculación en un par de minutos. También me conto que ella ya había estado con más de 25 tipos.
La busqué y no la encontré, después el tipo bajito me dijo que estaba en uno de los salones con unos diez hombres. La encontré rápidamente ya que sus gemidos de placer se escuchaban fuerte. Este salón tenia luz ultravioleta, el semen se veía en el suelo resplandeciente con esta luz, me acerco a la cama grande que estaba en el centro del salón y veo que ella resplandecía entera ya que todo su cuerpo, principalmente su boca, estaba cubierto de semen. Ella continuaba penetrada por todos lados, los tipos se intercambiaban y a ella ya no le interesaba quien la penetraba ni quien era dueño del pene que chupaba.
Volví al salón principal y encontré a una pareja joven que me invitaron a participar en una doble penetración.
A esa altura de la noche o mañana ya estaba agotado, vi el reloj y eran las 9 de la mañana, cansado me recosté en un sillón y vi que Olga salía del salón, venía con su vestido en la mano, sus medias y portaligas habían desaparecido, apenas caminaba así que tuve que ayudarla, se vistió y llamamos un taxi, camino al hotel y en forma muy sentida me dijo que se sentía avergonzada de haber hecho lo que había hecho -si claro- me dije para mí, si claro-.
Me despedí de ella, a pesar de que debíamos separarnos un presentimiento de que volvería a verla me envolvió.
Continuará.