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Follado en el área de servicio
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Siempre me han gustado las motos, tengo una monster 696 que uso para ir a trabajar y para alguna salida a la sierra pero siempre he querido una moto custom para hacer kilómetros y desde que follé con Paco, el motorista, quedé encantado con su Voyager y me pico el gusanillo, busqué en Internet y encontré una preciosa Suzuki intruder c1500 del 2008 negra con el kit de faros auxiliares, parabrisas, alforjas semirrígidas y arcón trasero en Santiago de Compostela, como el precio estaba bien y tenía pocos kilómetros decidí ir a por ella, tomé un vuelo que me dejó en la capital gallega en poco más de hora y media y en cuanto la vi en el concesionario me enamoró, su estado era impecable y sonaba de maravilla, hice la transferencia y me la llevé, la documentación me llegaría por correo.

Tengo un amigo rutero que dice que para ir en moto siempre hay que ir vestido como si te fueras a caer, el me recomendó también ponerme debajo de la ropa de moto en verano un culote ligero de ciclismo y una camiseta también de ciclismo que absorban la humedad. En el mismo concesionario compré un conjunto de cazadora y pantalones ventilados, casco, guantes de verano y botas, decidí dormir aquella noche en un hotel cercano al concesionario y salir por la mañana, tenía pensado volver a Sevilla por Portugal.

Mi primera parada fue Oporto, evité los peajes y tomé carreteras secundarias, la moto iba de maravilla y en poco más de tres horas estaba en la bella ciudad portuguesa, almorcé allí y continué el viaje, crucé la frontera por Badajoz y decidí detenerme en un área de servicio en la que se veían algunos camiones para estirar las piernas antes de continuar viaje, me quité la cazadora y los guantes y los guardé en el arcón, asegure el casco y entré en la cafetería.

Dentro apenas había nadie, dos individuos con pintas de camionero cada uno en una mesa, uno de ellos me llamó la atención, joven, sobre unos treinta años, unos brazos enormes, se le adivinaba por la camiseta ajustada que era culturista, no era guapo pero tampoco se podía considerar feo, desde que entré se quedó mirándome igual que yo a él, me senté a la barra y pedí un café con hielo, mientras estuve tomándolo el individuo en cuestión y yo no paramos de intercambiar miradas, me tenía confundido la verdad, me gustaba pero no sabía si entrarle o no.

Pagué la consumición y salí, antes de volver a la moto entré en los servicios del área, a un lado se veían las duchas y al otro los urinarios, me puse en el último, desabroché por completo el pantalón, me bajé el culote, saqué mi polla y mis huevos y me puse a mear.

Estaba sacudiéndomela cuando entró el tipo con el que había intercambiado miradas, era grande, traía una camiseta blanca y un chándal Adidas, se colocó en el urinario a mi izquierda, se bajó el chándal y los slips y se sacó el pene y los huevos, miró mi polla y luego la suya, yo seguí su mirada.

– ¿Te gusta?

Asentí con la cabeza, era una hermosura, grande aunque no tanto como la polla del portugués que me había reventado el culo no hacía ni un mes.

– ¿Eres mudo maricón?

– No eh… no claro que no, es preciosa.

– Ven – con su mano cogió la mía y la condujo para que agarrara su miembro – no te va a hacer nada.

Acaricié aquella polla, la cogí y moví el pellejo adelante y atrás muy suavemente, empezó a crecer en mi mano y a adquirir dureza.

– Uf, parece que tú también le gustas. ¿Qué tienes ahí?

Metió su mano por dentro del pantalón agarrándome el culo, el hecho de que lo tuviera desabrochado le facilitó la operación, me manoseó las nalgas y metió un dedo por toda mi raja acariciándome el esfínter.

– Joder maricón, está sudadito, como a mí me gusta.

– Por favor, estamos en un sitio público, nos puede ver alguien. – entré en pánico, nunca había follado en un lugar en el que me pudieran ver.

– Tranquilo maricón, aquí nadie se va a asustar pero si te preocupa que te vean… ven.

Me condujo al último retrete, me hizo entrar y cerró la puerta detrás de él con el pestillo, me agarró la cara con las dos manos y me plantó un beso, recorrió mis labios con la punta de su lengua y me la metió hasta el fondo cuando abrí la boca.

– En cuanto te vi entrar supe lo maricón que eras.

Me levantó la parte delantera de la camiseta y me la pasó por detrás de la cabeza dejando a la vista mis pezones mi pecho y mi vientre, continuó besándome y yo respondía mordiendo su lengua y sus labios, pellizcaba mis pezones, los mordía y los chupaba.

– Oooh cabronazo, me estas derritiendo.

Me agarró por los hombros y me empujó hasta que me senté en el inodoro, se sacó la camiseta, se quito el chándal y los slips y quedó desnudo ante mí con su polla dura y grande apuntando a mi cara. El tío era un puto friki de las pesas, sus brazos, sus pectorales, sus abdominales, sus piernas, debía de pasar horas en el gimnasio machacándose.

– Quiero que me la comas, maricón, a ver que sabes hacer.

Agarré aquella polla, lamí su ombligo y con la punta de mi lengua recorrí el camino hasta la base del miembro, lo bordee para llegar a los huevos, lamí la parte interna de sus muslos, chupé sus cojones durante un rato, me los metía en la boca alternativamente y chasqueaba la lengua contra ellos.

– Jooder maricón.

Chupaba esos huevazos.

Agarré la polla por la base haciendo un círculo con los dedos pulgar e índice subiendo y bajando la piel, recorrí con la lengua el camino desde sus huevos al frenillo, lo besé, lo golpeé con la punta, lamí los bordes del glande, introduje la punta de la lengua en el agujero recreándome allí, me metí la polla en la boca y comencé a chuparla acompañando mis movimientos de cabeza con las, manos.

– Ay, ay maricón, ay, mi polla, ay.

El tipo agarró mi cabeza, hasta ese momento se había estado pellizcando los pezones, y comenzó a follarme la boca, movía sus caderas metiendo y sacando aquel hierro al rojo mientras yo daba arcadas y un espesa baba me salía llenándolo hasta los huevos, los ojos me lloraban y yo no podía hacer nada por frenarle.

– Oh oh ooh, maricón, como tragas polla mariconazo

– Argg, aargg.

Me tenía casi asfixiado, su polla me pasaba la campanilla, yo ponía las manos en sus caderas para intentar evitar que profundizará tanto pero era inútil.

– OH maricón, me corro, ay que me corro, me corro.

Sacó su polla de mi boca, se dio un meneo con la mano y comenzó a soltar lefa por toda mi cara, era increíble la cantidad de leche que estaba soltando.

– Límpiala maricón.

Lamí toda aquella polla tragándome el semen que la manchaba hasta dejarla limpia y reluciente.

– Ven acá maricón.

– Ay.

Me agarro por los pezones obligándome a levantarme, me hizo dar la vuelta y colocarme con las manos en la pared, me acarició la espalda y los costados.

– Estás sudando, me encanta.

Comenzó a lamer el sudor de mi espalda, bajó por la columna vertebral hasta llegar a la cinturilla del pantalón, se agachó y siempre besando y lamiendo me bajo la ropa, me quito la bota derecha y me sacó el pantalón y el culote de esa pierna.

– Dios que hermosura, que culo tienes mariconazo.

Yo arqueaba la espalda y sacaba el culo para que llegara mejor, me mordió las nalgas, las abrió y largó un escupitajo en todo el ojete.

– Te he follado la boca y ahora te voy a follar el culo, perra.

Metió uno de sus dedos en mi esfínter que lo recibió abierto como una flor, enseguida metió otro.

– Vaya, este culo ha visto mucha acción.

El tipo también estaba sudando, el olor a sudor a hombre y a sexo siempre me ha puesto muy cachondo.

– ¿Por qué no te callas y me das por el culo de una vez?

– ¿Estás ansioso?

Se colocó detrás de mi, con las piernas me obligó a abrir las mías, con la mano en mis lumbares me obligó a agacharme un poco, arquee la espalda y le ofrecí mi ano, se colocó un preservativo, volvió a escupir en mi ojete y me agarró por las caderas, colocó la punta de su polla en la entrada.

– ¡Sí que está abierto!

– Cállate ya joder.

– Plaf – un golpe de caderas y su verga me entró hasta los huevos.

– Ayyy.

– Plaf – sacó la polla y volvió a clavármela.

– Aah.

– Plaf – se estaba recreando el hijo de puta, cada vez que me daba un pollazo me levantaba del suelo, luego la sacaba muy despacio.

– Ay, ay cabrón, mi culo.

– Plaf – cada vez que me la metía permanecía un momento abrazado a mi, acariciaba mi espalda y me la arañaba, la lamía, me agarraba de los pezones y me los pellizcaba, me daba azotes en las nalgas.

– Ay, hijo de puta.

– Plaf – nuevo golpe de polla- ¿no querías que te follara el culo?

– Ay cabrón, ay que rico.

Mi polla estaba llena de líquido preseminal, aquel individuo continuaba clavándome aquel pene en mi pobre culo, me agarro con la mano izquierda la cadera y con la derecha por la camiseta y comenzó a subir el ritmo de la enculada adquiriendo velocidad.

– Ay, ay, ay que gusto, ay.

– Ay mis piernas cabrón, ay, que no me aguantan perro, perro.

– Me corro maricón, me corro oh.

Me dio un último empujón que casi me parte la cara contra la pared del retrete, comenzó a eyacular mientras yo apretaba el esfínter para notar sus contracciones mientras se corría, se echó sobre mí, con una mano abrazo mi torso mientras que con la otra me agarraba la polla y comenzaba a pajearme, no tardé ni cinco segundos en regar con mi leche el váter y los azulejos de la pared, tuve que apoyarme en el inodoro para no caer, me hizo darme la vuelta, me senté de nuevo, ante mi estaba su polla con el preservativo, en la punta había algo de caca.

– ¡Huy! Lo siento.

– No te preocupes, si entras en la madriguera del conejo lo normal es que salgas lleno de pelo.

Cogió papel y lo usó para sacarse el preservativo, la leche resbaló por su pene llegando hasta los huevos.

– Límpiala maricón.

Lamí sus huevos recogiendo la lefa que los manchaba, subí por el tronco tragándome glotón todo el semen que recogía con mi lengua hasta llegar al cabezón que me metí en la boca y limpié dejándolo reluciente.

– Te gusta el sabor de la leche maricon.

Iba a contestar cuando oí un ruido en el retrete de al lado, miré hacia arriba y vi una cara mirándonos.

– Vaya, hemos tenido espectadores me dijo mi amante.

La cabeza desapareció y oímos la puerta cerrarse, nos vestimos y salimos.

– ¿Quién era?

– El otro camionero que estaba en la cafetería cuando llegaste, es un puto mirón, se excita viendo follar a la gente y se pajea.

– De todo hay en la viña del señor.

Me monté en la moto y continué viaje, llevaba el culo bien servido, intercambié el número con el camionero quedando que si bajaba a Sevilla me daría un toque.

Sí queréis podéis escribirme a [email protected].

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