Relato anterior ‘Seduciendo a mi roomie’. Dejo el enlace al final del relato.
Me incorporé de la cama y Pablo lo hizo también, entramos a la ducha juntos, me sentía nervioso, ¿Cuál sería la reacción de Pablo?, ¿Qué pensaría de mí?, ¿Que me diría? ¿Se sentiría culpable de lo ocurrido?, ¿Me recriminaría por seducirlo?, en fin, mil cosas pasaban por mi mente. Pablo vio mi cara de preocupación, sonrió y tratando de adivinar mi pensamiento expresó:
-Tranquilo, lo que pasó entre nosotros no saldrá de estas paredes, a ninguno nos conviene, pero, fue espectacular, me gustaría que se repitiera.
Respiré aliviado, estaba pensando en mil excusas para disculparme por mi comportamiento, cuando agregó:
– Tengo que confesarte que desde que te miré el día que saliste de bañar después del gimnasio quedé enamorado de tu culo y me hecho mil pajas desde entonces fantaseando con desvirgarlo, de hacerlo mío, nunca imaginé que fuera a suceder, ni que iba a ser tan increíble. ¿Sabes?, te debo una disculpa, traje la película con toda intención de provocarte, perdona.
No podía creerlo, Pablo pensaba que él era el que me había seducido y me estaba dando disculpas, no lo contradije, pensé que era mejor que así lo pensara, no podría tener mejor suerte, yo había pensado en una disculpa también por mi comportamiento, así que solamente le expresé:
– Entiendo, tengo que confesarte que una de mis fantasías era saber que sienten las mujeres cuando son penetradas por el culo, porqué se quejan y gritan cuando las penetran y luego no quieren que se la saquen y ahora lo entiendo perfectamente, fue una experiencia simplemente espectacular, es cierto que duele horrores cuando entra, pero después es un placer indescriptible, gracias por hacer realidad mi fantasía.
Pablo sonrió y di media vuelta para abrir el agua tibia, lo que aprovechó para abrazarme por la espalda y acomodar su miembro entre mis nalgas, me excitó mucho, el agua tibia caía por nuestros cuerpos, tomó el jabón y recorrió mis tetillas con él, mis pezones se erizaron, su mano bajo a mi vientre y continuó con mi verga, al contacto se puso dura, me encantaba la suave caricia de su mano y el roce de su piel en mi trasero y espalda, me derretía en sus brazos, su verga aumentaba de grosor y tamaño entre mis nalgas, siguió enjabonándome con delicadeza como si de una bebita se tratara, besaba mi cuello y mordisqueó el lóbulo de mi oreja y mi cuerpo se estremeció, repegué mi culo para apretar su verga con mis nalgas y se puso más dura todavía, chorreaba líquido preseminal, una de mis manos fue hacia su verga y se la apreté suavemente, palpando su grosor:
– Ufff que verga tan enorme tienes, no puedo creer que la haya aguantado toda dentro de mi colita- expresé.
– Si, que rico se abrió tu colita, siente, toda esta barra de carne te recorrió por dentro, tu culito es de nena, de putita, se abrió como un coñito, definitivamente necesitaba ser gozado, disfrutado- me susurró al oído.
– Quiero ser tu macho y que seas mi hembrita, mi putita, mi mujercita, ¿aceptas?-agregó.
Me sentía tan segura en sus brazos, realmente me sentía una mujer, me trataba como una princesa, tan delicado, tan dulce, que le respondí:
– Si, acepto, eres tan tierno, me derrite estar en tus brazos.
Di media vuelta y me prendí de su boca en un jugoso beso que sellaba el compromiso, su lengua se introdujo en mi cavidad bucal y se entrelazó con la mía, un beso profundo, mordía mis labios con suavidad, cerré mis ojos para disfrutar, instintivamente mis brazos rodearon su cuello como una hembra abraza un macho, estaba tomando el rol de mujer sin proponérmelo, en forma natural.
Me dio un fuerte apretón que me sacó un suspiro y posteriormente enjabonó mi espalda, su verga contra la mía, notablemente más grande, apretándome, haciéndome sentir su virilidad, mostrando quien era el macho, poco a poco sus manos bajaron a mis nalgas, las abría y apretaba, el dorso de su mano recorrió la rajita, frotando mi hoyito y arrancándome un gemido casi imperceptible, todo mi cuerpo se estremeció.
Tomé el jabón y ahora fui yo quien enjabonó su cuerpo, recorriendo con mi mano cada centímetro de su piel, poniendo especial énfasis en su grueso nabo, me encantaba sentirlo entre mis manos, largo, grueso, pesado, palpitante.
Terminando de enjabonar nuestros cuerpos abrimos la regadera, el jabón escurría y el agua apaciguaba nuestra calentura, tomó una toalla y me secó como a una criatura, mi cabeza, mi espalda, mi vientre, levantó mis piernas para secarlas y terminó con mi sexo y mis nalgas, tomé la toalla y ahora fui yo quien la recorrió por su cuerpo.
Salimos ambos desnudos rumbo a mi recámara y en ese instante me preguntó:
– ¿Cómo te sientes? Espero no haberte lastimado mucho.
– Fuiste muy gentil y tengo que agradecer que me desvirgaste muy lento y suave, realmente fuiste la persona indicada, pero tu verga es muy gruesa y siento mucho ardor, me arde para caminar y siento el culo inflamado- respondí, exageré un poco, ya que se suponía que estaba recién desvirgado, realmente si me dolió, pero un dolor tolerable, me agradó que se preocupara por mi bienestar.
Insistió en revisarme el culo y me hizo empinar sobre la cama para revisarme, era una situación morbosa estar empinado, con el culo en pompa, expuesto a mi amigo, me sentía vulnerable, pero al mismo tiempo excitado, abrí las piernas y empiné más el culo para facilitar la inspección.
Mii piel es muy blanca y un ligero apretón siempre me queda marcado, por lo que estaba seguro que mi culo se debería notar algo maltrecho.
Siento que abre mis nalgas y empieza a inspeccionar.
– Mmmm, se nota muy rojo y ligeramente inflamado, pero no se nota que te haya hecho daño, tendrás dos o tres días de molestias y estarás bien-
Humedeció su dedo con saliva y me la aplicó en la entrada de mi sensible agujero, el cual tuvo una contracción al contacto, diciendo.
– Un poco de salivita para curar tu colita, acuéstate boca abajo, voy a traer una pomada.
Me acosté en la cama, Pablo salió de mi habitación y regresó en un parpadeo.
Se acercó y se sentó a la altura de mis piernas, abrió el tubo de pomada y sentí que abría mis nalgas y aplicaba el frío ungüento justo en la entrada de mi hoyito, con uno de sus dedos esparcía la pomada alrededor de mi esfínter, el roce de su dedo era sumamente erótico, me encantaba su suave masaje, una caricia muy placentera, abrí las piernas para facilitar el acceso, aplicó más pomada y regresó el dedo a mi esfínter, era demasiado ungüento y tuvo que esparcirlo por todo el surco de mis nalgas, cerré nuevamente los ojos y me concentré en disfrutar, apretando mis labios para no gemir, una situación que nunca imaginé, el culo empinado y abierto, a merced de mi amigo, de pronto introduce la punta de su dedo en mi esfínter y de mi boca sale un gemido, fue un movimiento inesperado y no lo pude evitar, involuntariamente apreté las nalgas, Pabló pensó que sentí dolor y expresó:
– ¿Te molesta?, aguanta, solamente pondré un poquito en la parte interna, está un poco inflamada
– Está bien, pon más crema, lo que consideres necesario- Respondí, la verdad es que sentía delicioso, quería decirle que me hundiera su dedo hasta lo más profundo, pero me contuve.
Después de un par de minutos moviendo la punta de su dedo en el interior de mi culo, a mi pesar lo saca y dice:
– Listo, ya mañana amanecerás mejor, y en un par de días estará completamente sana tu colita.
No dije nada, creí que era mejor que siguiera pensando que estaba adolorido por mi “desvirgue”, se acurrucó a mi lado y me fui quedando dormido, en sus brazos.
Al otro día me levanté como a las 9 de la mañana, era sábado, Pablo ya no estaba, y aunque no se despidió, deduje que se había marchado a su pueblo, como todas las semanas, me quedé todo el fin de semana en el departamento, no salí, rememorando todo lo vivido, sentía un leve ardocito en mi colita muy placentero que me hacía recordar a Pablo y su rica cogida, la colita llena de pomada y me excitaba la sensación al caminar, no me bañé hasta el domingo para no quitármela. Pensaba también mi situación, era muy arriesgado que mi amante fuera mi propio roomie, en un departamento de tres personas, me preocupaba.
El domingo tampoco salí, en la tarde me di por fin un baño de agua tibia, tal vez inconscientemente justo un par de horas antes de que llegara Pablo y me aseé con esmero, solamente me puse un bóxer, unos pants holgados y una playerita.
Estaba en la sala viendo TV cuando llega Pablo y me saluda y lo primero que hace es preguntarme:
– ¿Qué tal Ariel?, ¿Cómo sigues?, ¿Sigues sintiendo molestias?
– Ya estoy mucho mejor, Gracias- respondí, con un poco de pena, no es fácil hablar de tu trasero.
– Me alegro mucho, espera, voy por la pomada y te reviso-
Regresó con la pomada y se sentó en el sofá al lado mío, me indicó que me acostara boca abajo sobre sus piernas, con un poco de pena obedecí y me tumbé boca abajo como lo señaló, bajó mi pants y bóxer, y me hizo levantar un poco la cintura y piernas para quitármelos completamente, solamente quedé con mi playera puesta, abrió mis nalgas y empezó a inspeccionar.
– Mmmm, mucho mejor, ya no está inflamado y está nuevamente cerradito, creo que hoy te damos de alta, ja, ja, solamente déjame aplicar un poco más de pomada.
Nuevamente estaba con el culo al aire, recibiendo la “curación” de Pablo, abrió el recipiente y aplicó el ungüento en el contorno de mi esfínter, me estremecí al contacto, suspiré profundo, la verga se me puso dura al instante, siguió acariciando el contorno de mi agujero por un largo rato, frotando la yema de su dedo contra mis arrugados pliegues, estaba ansioso por que me penetrara, cuando por fin sentí la punta de su dedo traspasar la entrada, gemí de placer y empujé mi culo hacia atrás en busca de su dedo.
– Mmmm, te gusta princesa, veo que disfrutas mucho, estás culeando, voy a meterlo un poco más, me dices si te duele.
Sentí como se introdujo hasta el fondo, apreté las nalgas por reflejo, apretando su dedo y posteriormente relajarlas.
– ¿Te duele? – preguntó,
– No, no me duele al contrario, me estás haciendo gozar mucho, siento muy rico como mueves tu dedo- respondí.
– Mmm, tienes un culito perfecto, muy rico y suave, yo también estoy gozando, me encanta sentir tu hoyito tan apretadito y caliente, es tan suave por dentro, ufff.
Sabiendo que no me lastimaba continuó moviendo su dedo dentro de mi colita, lo metía y sacaba, hacía círculos en mi interior, pronto fueron dos dedos jugando en mi colita, evidentemente buscaba dilatar el estrecho conducto, su verga crecía y se endurecía.
– Mmm, que culito tan hambriento, siento que succiona mis dedos, estoy seguro que necesita algo más que un par de dedos, para satisfacerlo, ¿cierto?
– Sí, Pablo, necesito tu verga, ya no aguanto – salió de mi boca
Abrió mis nalgas al máximo y siento un escupitajo directo a mi orificio, a lo que le digo:
– No, espera, creo que se requiere algo más que saliva, tu verga es muy gruesa.
Me levanté y fui a mi cuarto por el lubricante que me había dejado Arturo, sentía la colita sensible y húmeda por su saliva, al regresar Pablo ya estaba desnudo y le entregué el lubricante en lo que le dije.
-Toma, es el lubricante que uso para encular a mi novia, nunca pensé que lo usaría también para mi colita.
– Ja ja, bien, porque te quiero coger como una hembra, boca arriba y viendo la cara de putita que haces cuando te vaya ensartando, ven acuéstate en el sofá.
Me acosté boca arriba, un cojín en mi cabeza por comodidad y no aparté mi vista de su cara como me pidió, tenía una mirada pícara, triunfante, se colocó entre mis piernas, las separó, levantó una y besó los dedos de mis pies, sentí un escalofrío, succionó cada uno de mis dedos, mi cuerpo se retorció de gozo, indudablemente Pablo era un amante increíble y me estaba llevando nuevamente al borde de la locura.
Abrió el bote de lubricante y levantó mis piernas contra mi pecho, mis nalgas se abrieron quedando mi tesoro más oculto al descubierto, el frío líquido cayó en mi rajita y un par de dedos esparcieron el lubricante por todo el canal, frotando el contorno de mi agujero y empujó uno de sus dedos para lubricarme por dentro, estaba totalmente entregado, gemía de placer, aplicó en forma abundante lubricante por toda su verga.
Posicionó la punta del ardiente nabo en la entrada de mi culo y empezó a moverlo en círculos, un masaje delicioso, mi esfínter se contraía, palpitaba, siguió un largo rato así, era increíble cómo se podía contener, yo ya no aguantaba, quería que me empalara, mi cara hacía muecas de placer, de ansiedad, mordía mis labios, suspiraba, su mirada fija en mi cara, disfrutaba viendo mis gestos y sonreía, una sonrisa malévola y pervertida, tal parecía que le agradaba hacerme sufrir, no aguanté más y tuve que pedirle que me empalara.
– Ayyy, Pablo, ya no aguanto, métemela, quiero sentirte dentro, vamos, me matas de angustia.
– Así me gusta, quería que me lo pidieras, anda dime cuanto quieres que te ensarte, me excita que me lo pidas.
Allí comprendí que había estado jugando conmigo, quería que le rogara como una puta, pero no me importó, así me sentía, era su puta y empecé a rogarle:
– Si Pablo, vamos, ensártame, gózame, quiero tu verga de macho, la quiero toda, hasta el fondo, hasta los huevos, vamos, lléname de carne, úsame, hazme gozar.
– Bien princesa, así, me encanta que me ruegues, te voy a penetrar un poco más rápido que la vez anterior, ya tu culito ha sido estrenado y creo que no necesito hacerlo tan lento, pero si te duele mucho me dices, si quieres gemir hazlo, me encanta escuchar como gozan las hembras que cojo, no te reprimas ¿está bien?
Tomó mis piernas y las llevó a sus hombros, posicionó su verga y empezó hacer presión, en esa posición estaba completamente a su merced y no podría hacer nada para detener el embiste, me hacía sentir completamente sometido y vulnerable.
Sentí como mis pliegues se abrían y su verga iba entrando poco a poco, mordí mis labios para no gritar, contener mis gemidos, pero recordé que le excitaba oír gemidos y empecé a retorcerme y gemir al tiempo que me iba entrando poco a poco su verga en mi interior.
– Agggh, ayyy, Pablo, ay, que macho, que pedazo de verga, ayy, siento como me abres, ufff, así, despacio, que rico siento, es tan gruesa y larga, aghhhh, mmm, ay, que rico me rompes la cola.
– Que rico culito, ufff, que apretadita, nunca hubiera imaginado que fueras tan deliciosa, aggh, ufff, de saberlo, te hubiera estrenado mucho antes, ay mami, que rica estás.
Besaba mi cuello, sus labios húmedos buscaron los míos, su verga seguía entrando lento pero sin detenerse, sentí sus vellos púbicos rozando mis nalgas, dio un empujón y de mi boca salió un grito estruendoso al tiempo que mi cuerpo se arqueaba y apretaba la colita, su pelvis rebotó contra mis nalgas.
– Listo princesa, ya te he ensartado por completo, ufff, te entró toda, que rico aprietas, ahorcas mi verga, me encanta.
Un nuevo beso y su lengua se hundió en mi boca, explorando inquieta mi interior, su verga en lo más profundo de mi ser, la sentía latir, se quedó quieto hasta que sintió que mi cuerpo se relajaba, rindiéndose a su verdugo.
Bien princesa, así, relájate, ufff, tu culito está increíble y creo que ya se adaptó al grosor de mi verga, te voy a llevar al cielo vida, vas a morir de placer, putita.
Las embestidas empezaron, lentas y profundas, bufaba como toro y empezó a sudar, el sudor recorría su cuerpo, la cabeza de su verga golpeaba mi próstata y me arrancaba fuertes gemidos de placer, todo mi cuerpo vibraba, me retorcía en cada embestida, mis gemidos se hacían más intensos y mi cara se desdibujada de placer, era tan evidente la forma que gozaba porque señaló:
– Así putita, me encanta ver tu cara de gozo, gimes como la más puta, ¿te encanta la verga, verdad?, toma más verga, agghhh, te voy a dejar el culo totalmente abierto, ay que culooo.
Mis ojos estaban en blanco, con la mirada perdida, la saliva escurría por las comisuras de mis labios, Pablo continuaba con las embestidas, eran variadas, algunas largas y profundas, otras cortitas y rápidas, golpeando de diferentes formas mi próstata, arrancándome múltiples gemidos, algunos más fuertes que otros, algunos más cortos, cada que daba un gemido más fuerte que los demás repetía el embiste, parecía que quería matarme de placer, tanto gemía que me faltaba el aire, todo mi cuerpo temblaba y se estremecía.
Poco a poco las embestidas tomaron un ritmo infernal, prácticamente taladrando mi culo, gemía sin parar, me faltaba el aliento, mi vista se nublaba, estaba en otro mundo, inconscientemente movía mi colita en círculos, como una puta profesional, me dio una sonora nalgada y arreció al máximo sus embistes.
– Aggggh, que rico, ya no aguanto, te voy a preñar puta- gritó de placer.
Mi cuerpo empezó a convulsionar, de una forma exagerada, parecía que tuviera un ataque epiléptico, mi verga explotó, mi semen salió disparado y me llegó hasta mi pecho, su verga se hinchaba también y disparó sus chorros de tibia leche en lo más profundo de mis entrañas, nuestros cuerpos seguían convulsionando, jadeábamos como locos, seguramente nuestros bufidos se escuchaban en todo el edificio, no nos importó, no podíamos parar, poco a poco los embistes se fueron haciendo más lentos y su verga perdía dureza, hasta que salió de mí y me dejó bajar las piernas que estaban ya adoloridas, quedamos desfallecidos en el sofá, exhaustos, nuestros cuerpos sudados y mi cuerpo lleno de semen, sentía que escurría por mis nalgas y por mi pecho, descansamos un rato y nos metimos ambos a la ducha, al caminar me contoneaba un poco, realmente me sentía una hembra, estaba caminando como hembra.
Regresamos al sofá ambos desnudos, después de bañarnos y nos pusimos a ver TV, acurrucados como una pareja de enamorados, me encantaba estar en sus brazos, me derretía.
Estuvimos un rato viendo TV, cenamos y fuimos a mi cuarto a ver una película, pero no sólo eso sino que me volvió a dar una cogida fenomenal, pero al mismo tiempo tierna, recuerdo que se me abrazó y se repegó a mi cuerpo, su verga se deslizó entre mis nalgas y empezó a puntearme por un largo rato mientras veíamos la película, dilatando poco a poco el portal de entrada al placer, antes de que me diera cuenta mi esfínter cedió y ya tenía la cabeza dentro, me cogió por un largo rato, embistiendo siempre suave, hasta que en una última embestida me ensartó hasta lo más profundo de mis entrañas y descargó su ardiente néctar, pero no se despegó de mí, siguió empujando su pelvis contra mis nalgas, su verga en mi interior, hasta que poco a poco fue perdiendo dureza y tamaño, pero sin salir de mis entrañas, flácida, aun así de un grosor y longitud considerable, así nos quedamos dormidos, fundidos, un par de veces en la madrugada sentí que se volvía a poner dura y me embestía lentamente hasta que descargaba nuevamente su leche en mi interior y nos volvíamos a quedar dormidos.
No lo podía creer, mi compañero y amigo había resultado ser el mejor amante que me hubiera podido imaginado, siempre caliente, morboso, imaginativo y perverso, quería hacerme el amor en todas partes y a cualquier hora, y de todas las formas posibles.
Una cosa que me dí cuenta fue que el tiempo de recuperación de mi culo era más rápido, cuando Arturo o mis otros amantes me cogían me quedaba el culo adolorido, con una sensación de que quedaba abierto, dilatado y palpitante, muy sensible, sensación que me duraba algunos días, no es que me desagradara esa sensación, al contrario, me recordaba la cogida que me habían dado, pero en esos días no me dejaba coger, ya que la penetración era demasiado dolorosa, me lastimaba, en cambio con Pablo continuaba con la sensación de haber sido cogido, es decir, la sensación de tener la colita abierta, dilatada, sensible, pero solo con un ligero hormigueo, no podría decir que dolor, creo que por ser sus cogidas muy suaves y su verga más flexible que las de mis amantes anteriores se ajustaba a la perfección con el contorno de mi culo, me llenaba bien de carne, no me podía quejar en ese aspecto, me causaba el mismo placer, pero no me lastimaba, así que mi colita bien podría volver a tener acción al día siguiente, así que al contrario del pensamiento colectivo, y para todos los que sueñan con una verga tiesa y dura como roca, les diré que es mucho mejor una verga no tan dura, como la de Pablo, una verga que te llena, te hace gozar, puro placer y nada de dolor.
Y aunque realmente Pablo podría hacerme suyo todos los días, le pedía siempre un descanso de dos o tres días para “recuperarme” antes que me volviera a coger, algo que normalmente respetó, ya que aunque me encantaba como me cogía, creí que hacerlo con demasiada frecuencia dejaría de ser algo especial, pero esos días de “descanso”, realmente no lo eran, Pablo estaba siempre caliente y se ofrecía siempre a “curarme”, lo que de “curación” tenía poco, en esos días, me ponía con el culo en pompa sobre sus piernas y me aplicaba alguna pomada, su saliva, alguna crema o bien el lubricante, más bien era un pretexto para estarme masajeando y acariciando mi culo y mis nalgas, lo hacía por largos ratos, mientras veíamos la TV, era muy morboso estar con el culo en pompa, desnudo, recibiendo las caricias de un amigo y sintiendo como crecía su bulto, por lo general, al final, tenía que masturbarlo o darle una mamada para aplacar su calentura, o bien llegaba a mi cuarto, me desnudaba y se me repegaba al cuerpo, abrazándome y entre lo que veíamos la pantalla sentía como su verga se deslizaba entre mis nalgas y se masturbaba con ellas hasta que llegaba al orgasmo y me las llenaba de leche, así que esos días de “descanso”, de descanso tenían poco, era demasiado cachondo, incluso tuve que cambiar algunos hábitos, me tenía que bañar dos, tres o más veces diarias incluyendo cada que iba al baño ya que en cualquier momento me podría pedir que me desnudara y no quería que hubiera alguna sorpresa desagradable, el baño tan frecuente y el jabón de tocador, en exceso, me provocó un poco de resequedad en la piel y sobre todo en mi trasero, que es lo que más cuido que esté limpio, empecé a utilizar toallitas húmedas en vez de papel higiénico, ya que descubrí que me limpiaban más a fondo y no me irritaban y cambié de jabón de tocador a uno llamado Dove que tiene crema corporal y me dejaba la piel y la colita más humectada, así también me ponía un poco de crema humectante en mis piernas, brazos, pecho y sobre todo mis nalgas y colita antes de dormir (los días que no había cogida) o bien antes de salir a clases en la mañana, de esta forma tenía la piel humectada y suave.
El verano estaba llegando rápidamente a su fin, ese fin de semana llegaba Adriana, mi novia de sus vacaciones, en dos semanas terminarían mis clases intensivas y en tres empezaría el nuevo curso, por lo que regresaría Luis al departamento, esto último era lo que más me preocupaba, tendríamos que ser muy discretos para no ser descubiertos, algo difícil en un departamento pequeño de tres personas.
Lo que pasó después lo cuento en el siguiente relato.
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