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El mismo sueño (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Justo en el momento en el que menos esperaba una aventura, sucede que la persona más atractiva de mi lugar de trabajo se ha enterado gracias a mis reiterados planes para llamar su atención de manera llameante y apasionada. Le he hecho saber con cartas y otros detalles discretos aunque ambiguos sobre el interés que me causa su personalidad ardiente, cautivadora, erótica pero sutil.

El hecho de tenerla entre mis sueños, en los cuales sin un ápice de duda me desahogo por completo, me ha sorprendido escribiéndome hace dos días, luego de un par de frases con un comentario cliché "Soñé contigo, pero no recuerdo qué".

He concedido el privilegio de hacerte saber de manera un poco superficial lo que en mis sueños he pensado, y no te has quedado corta al recordar parte de tu sueño.

Sin más concertamos una cita en un lugar público, día 26 de diciembre. Pese a ser un lugar público no habían casi personas, me saludaste un poco nerviosa con miradas esquivas, y hablando de una cosa y otra, no dijimos más.

Tomando tu rostro, luego sujetando tu cabello y tomándote con fuerza por la cintura te hice saber con un beso que las palabras sobraban, nuestra siguiente conversación pendiente no era más que el preludio de caricias de pasión desmedida, cada vez con más nerviosismo te mostrabas mirando al rededor, mientras que a mi me preocupaba solo una cosa, el levantar aquel vestido y saborear tu piel, acercándome a esa calidez y humedad que entre pequeñas pulsaciones parecía llamarme.

Estabas de espaldas a aquel arbusto que parecía ser el único testigo de lo que estaba aconteciendo, tomé tus muñecas, mientras las sostenía iba sintiendo como mi lengua disfrutaba de aquel sabor que parecía que mientras más profundo más delicioso era, después de reiterados movimientos sentí como tus piernas se desplomaban para luego temblar, entonces te sujeté con fuerza del cabello, y tus muñecas, sin hacer mayor esfuerzo puse lentamente mi miembro dentro de ti, escuchando un armónico y perfecto gemido que se alargaba a su vez que iba entrando en ti, para luego embistiendo reiteradas veces lentamente pero con fuerza hasta lo más profundo hasta que parecías olvidarte del entorno, pronto me pediste casi a gritos que no parara, al soltar tus muñecas y tu pelo tapé tu boca, posicionando una de tus piernas sobre aquel arbusto y levantando la otra, te tome del cuello y te pregunté si llegaste a imaginar todo eso en tu sueño, a lo que respondiste "sí"…

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