Nota: Todas las personas descriptas aquí tienen 18 años o más y son totalmente ficticias, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Me llamo Nataly, una chica de 19 años, con un cuerpo bastante atractivo para los hombres, unos senos que yo considero grandes y un trasero torneado, de piel blanca y con una gran autoestima.
Omar es un hombre de 48 años, de estatura un poco baja la cuál le ganó el apodo de "Chaparro", es originario de Haití, aunque emigró a México ya varios años atrás, un hombre maduro con un color de piel oscuro, con unos brazos bastante fuertes y unas piernas igual de fuertes.
Lo conocí por primera vez cuando yo tenía 18, en mi primer viaje a Zipolite, mis amigos organizaron un viaje el cual tenía como destino aquella playa nudista. Al llegar a aquella playa todos mis amigos se desvistieron y corrieron a meterse al mar excepto yo, ya que el oleaje es bastante fuerte en esa playa me daba miedo meterme en él, así que decidí quedarme a tomar el sol, fue ahí cuando vi que un hombre se me quedaba viendo, pero en vez de sentirme acosada me sentí halagada, aquel hombre de tez oscura era Omar. Cómo vi que mis amigos aún no regresaban me arme de valor y fui a hablar con ese hombre, supongo que me atrajo su color de piel, siempre he fantaseado con ser tomada por un hombre negro mucho más grande y fuerte que yo y gracias a los estereotipos del porno de que todos los negros tienen un pene grande mi fantasía se hace más grande, Omar no era tan alto, pero al menos más que yo si, así que me puse de pie y camine hacia él.
– Hola – dije con una total seguridad en mi misma.
– Que tal – respondió a mi saludo con un acento, supuse que el era de otro país
– Estoy intentando encontrar una regadera, ¿sabes si hay por aquí alguna?
Me di cuenta de que Omar no dejaba de mirar mi busto, no lo hacía evidentemente, pero sus ojos no podían dejar de mirarlo, así que baje la mirada y vi que mis senos habían tenido una gran reacción en él, note en sus shorts un bulto el cuál el no parecía estar apenado porque yo lo viese
– La verdad no sabría decirte, no estoy mucho tiempo aquí en la playa –
– Oh, muy bien, entonces… ¿sabes de alguna actividad interesante en estas playas?
– Pues, se de una, pero no sé si estés interesada – contestó tocando su bulto
– ¿Ah sí? ¿Cuál? – respondí haciéndome la inocente
– Pues, si me acompañas puedo hacerte pasar un muy buen rato bonita – dijo con un tono algo pedante
– ¿Y adonde iríamos? – conteste acercándome a el, intentando tocar su miembro
– Mi casa no está tan lejos de aquí, si quieres te puedo llevar y que tu veas que tan grande soy o si lo prefieres podemos ir atrás de esas rocas y ver cuánto ruido haces – dijo con un tono pícaro
Lo que dijo me sonrojo e hizo que me excitara, sentí como un piquetito en mi vagina, y creo que el vio el efecto de sus palabras en mi.
– Muy bien… ¿deberíamos irnos ahora o esperar? – contesté
– Bueno, ahora mismo tengo que ir a trabajar, pero terminando podemos hacer lo que tú quieras –
– Muy bien. Te veré aquí mismo si te parece bien. Oh, casi lo olvido, no te he preguntado tu nombre –
– Me llamo Omar, bonita, ¿y tú eres? –
– Nataly – le contesté
– Nataly… bonito nombre – contesto y se fue a pescar
Pasaron las horas y finalmente llegó la tarde, en todas esas horas no pensé en nada más que en aquel hombre, me imaginaba en sus brazos con el arriba de mi y yo sumisa a el.
Mis amigos ya se iban, así que les dije que yo los alcanzaría más tarde, la casa donde nos estábamos quedando no está tan lejos, así que podía llegar caminando.
Cómo acordamos Omar y yo, nos volvimos a ver en ese mismo lugar donde hablamos, el me llevo en su auto, un coche algo viejo pero funcional a su casa.
Omar no vivía en una mansión, pero su casa no era fea, tenía todo lo que se necesitaba para vivir cómodamente, incluso tenía una alberca.
– Así que aquí vives… no está mal
– Pues no es una casa lujosa, pero tiene todo lo que se necesita, era de un tío mío, el falleció y como nunca tuvo hijos decidió dármela a mi
– Es bonita
– Gracias
– ¿Sabes que me gustaría ver? – dije con un tono algo sensual
– ¿Que cosa, preciosa?
– ¿Por qué no vemos que tan cómoda es tu cama? – dije con picardía al mismo tiempo que me acercaba a el
– Empiezo a creer que no es la primera vez que haces esto – me contestó a la vez que agarraba mi cabello
– De hecho es la primera vez, aunque no creí llegar tan lejos
– ¿Eres virgen? – preguntó mientras su mano jugaba con mi cabello
– Si… – conteste dudosa
– Entonces… ¿soy el primer hombre en tu vida?
– Si… – le contesté
– Eres muy bonita, y con un cuerpo bonito
Aunque Omar no tenía cara de modelo, no era mal parecido, además no tenía un mal físico.
– Tú eres bastante guapo, ¿crees que pueda tener un mejor vistazo de ti?
– Claro
Me acerque a el, agarré su miembro y note como fue ganando tamaño, el jugaba con mi cabello y cuando tuvo la oportunidad me besó.
Me besó como un adolescente besa a su primera novia, con esa pasión e intensidad, yo correspondí a su beso y empezamos a desvestirnos, sus besos eran con lengua y bastante babosos, cuando nos empezó a faltar el aire nos despegamos y comenzamos a quitarnos nuestras prendas.
El me desvistió con bastante facilidad, además de que no era mucha ropa la que traía puesta ya que solo era mi traje de baño y un playera, el se quitó su playera y sus shorts y finalmente ambos quedamos solamente con una prenda la cuál cubría nuestros genitales.
La verdad estaba muy nerviosa, jamás había hecho esto y mucho menos con un hombre que bien podría ser mi padre, pero aún así seguí con lo mío.
– Adelante nena, ¿que esperas? – dijo sensualmente
Me arrodillé y quede frente a su entrepierna, mis manos temblorosas deszlizaron sus shorts y finalmente me tope con ese gran pedazo de carne que anhelaba ver.
Su pene era negro, grande y con un grosor considerable, en estado flácido juro que media al menos unos 17 cm, sin circuncisión, lo cual lo hacía más excitante para mí, con unos testículos bastante grandes.
– Wow… – dije con sorpresa
– ¿Es lo que esperabas? – díjo alardeando
– Claro que sí – dije sin quitar la mirada de aquel pedazo de morcilla
– Entonces, ¿Que esperas? Mi pene no se va a lamer solo
Era como aquellas películas porno, solo que en este caso yo era la actriz, así que sin dudarlo me metí aquel pedazo de carne en la boca.
Era bastante grueso y conforme fui mamandolo fue haciéndose cada vez más grande, cuando finalmente alcanzó su tamaño máximo sentí algo de miedo, puesto que era más grande de lo que yo creí que sería.
– ¿Cuánto mide? – pregunté
– 27 centímetros, nena. 27 cm de puro placer
Su pene estaba duro como pata de perro envenenado, su glande era de un color violáceo lo cual me excitaba por alguna razón, así que seguí mamandolo, atragantandome con aquel pedazo de carne.
Me lo metía lo más profundo que podía, el empujaba mi cabeza intentando llegar a lo más profundo de mi garganta. Sus gemidos me hacían ver qué lo estaba haciendo bien y que el lo disfrutaba, así que seguí hasta que el me pidió parar.
– La chupas como toda una profesional mi amor
– ¿Te gusta?
– Me encanta, aunque… me gustaría más ver qué tan profunda eres
Me detuve, me puse de pie y el me beso de nuevo. He oído que hay hombres a los cuales les da asco que los besen después de que su pareja les ha hecho sexo oral, pero a Omar no parecía importarle. El me llevo a su cama, me tumbó y ansioso abrió mis piernas, me quito el resto de mi traje de baño y vio mi vagina.
– Rosadita… que rico – expresó mientras la olía
– ¿Te gusta lo que ves? – le dije
– Me encanta –
– Bueno, en ese caso… ¿Que esperas semental? Mi vagina no se va a lamer sola – le dije pícaramente
El comenzó a hacerme sexo oral, y si que sabía lo que hacía, me hacía retorcerme y gemir como loca, chupaba mi clítoris y lo lamía, lo hacía tan bien que me hizo correrme. Me había masturbado varias veces imaginando esto, pero jamás había llegado a un orgasmo tan potente como el que el me hizo sentir, podía oír como el se tragaba mis jugos y finalmente termino jadeando como perro que había caminado kilómetros.
El abrió mis piernas y puso su pene en mi vagina, jugaba con el y me torturaba al hacer la intención de meterlo.
– Mételo mi amor, hazme tuya – dije desesperada
– ¿Quieres que te haga mía?
– Si… por favor, quiero sentirte dentro
– Si eso es lo que quieres… – dijo al mismo tiempo que empezaba a penetrarme
Los dos jadeabamos y nos besábamos, aunque solamente teníamos un día de conocernos yo sentía como si nos hubiéramos conocido toda la vida.
El empezó a bombear más fuerte y la penetración comenzo a ser más profunda, tan profunda que su glande tocó mi cuello uterino.
– ¡Ouch! – exclamé con algo de dolor
– ¿Ese es tu cervix bebé?
Por lo que dijo, supuse que no era la primera vez que penetraba a una mujer tan profundo.
– Si… – dije adolorida
– ¿Quieres que pare? – dijo con un tono de preocupación
Por supuesto que no iba a dejar que se detuviera, no después de haberme hecho tocar el cielo.
– N-No… continúa, por favor – dije rogandole
– De todas las mujeres con las que he estado, tú eres la primera que no ha querido detenerse después de haberle tocado su cervix
– ¿Debería sentirme halagada? – le dije con inocencia
– Eres aguantadora. Me gusta – dijo y después me besó
Seguimos haciendolo cómo por una hora, o quizás más, la verdad perdí la noción del tiempo, en diferentes posiciones. El me levanto y me empezó a coger en el aire, con mis piernas en sus hombros y mis manos agarrando sus brazos, sus embestidas eran tan duras que en varias ocasiones su pene se salió de mi vagina, haciéndome correr varias veces. Note que el estaba apunto de terminar, así que sacó su pene.
– Me encanta lo que estamos haciendo, pero… no me gustaría preñarte en la primera cita
No sé porque, pero la palabra "preñar" siempre me ha parecido excitante
– Hazlo dentro, por favor – le rogué
Supongo que por el calor del momento no estaba pensando en las consecuencias que tendría si el acababa adentro, así que por más que le rogué el no lo hizo y eyaculó afuera
– Lo siento mi amor, pero no quiero embarazarte tan pronto
Me moleste un poco, pero después el me hizo ver lo que podría pasar si acababa embarazada, me hizo entrar en razón supongo.
Después de esa jornada de sexo, nos acostamos y acurrucamos, todos sudorosos y cansados.
– Eso fue genial mi amor – le dije mientras tocaba su pecho
– Supongo que tus amigos deben de estarse preguntando dónde estás – me dijo
– Les dije que llegaría tarde
– ¿Crees en el amor a primera vista, Nataly? – me preguntó con un tono cariñoso y pensativo
– Si – conteste
– Bueno, porque… creo que he me he enamorado
La verdad me sorprendió lo que dijo, ¿Estaba él enamorado de mi? Supongo que sí, la forma en la que me besaba era como alguien besaría a su pareja, pero el y yo no éramos una pareja, éramos dos desconocidos los cuales se acababan de conocer ese mismo día, pero… yo sentía lo mismo por el, así que le dije que yo también creía que me había enamorado.
El me abrazo y beso tiernamente, y abrazados nos quedamos dormidos.
Al día siguiente desperté y vi que Omar había hecho el desayuno, comimos y volvimos a tener sexo.
Después nos bañamos y tristemente había llegado el momento de despedirnos.
– ¿Te volveré a ver? – me preguntó preocupado
– Por supuesto que sí – le dije cariñosamente
Le di mi número de teléfono y nos despedimos con un beso. Esa no iba a ser la última vez que lo vería, no estaba dispuesta a dejar ir a ese hombre, estaba dispuesta a hacer de todo por quedarme a su lado.