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La casa del terror
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Este relato sucedió hace varios años y la empresa donde trabajaba decidió hacer una casa de terror durante la Semana del Aniversario para incentivar las relaciones entre los empleados, además que la idea era jocosa y siempre sirve para pasar momentos agradables con tus compañeros del día a día. Me describo como una persona amigable, siempre era de echar broma, la verdad no tenía problema para socializar y siempre que salía algún tema sexual me encantaba estar presente, bromear y conocer del mismo; mido 1.70, contextura normal, tirando a atlética por los deportes que realizaba (descripción del momento) mi cara le resulta agradable a las chicas, además de ser nalgón, cosa que a las mujeres les encanta y que uno aprende con el pasar del tiempo.

En fin, empezamos a elaborar las ideas para la actividad, forrar toda el aula con bolsas negras, era uno de los laboratorios, se pegaron las mesas y daba una sensación de laberinto, con máscaras, música tenebrosa, entre otras cosas. Como siempre fui pícaro, era soltero, podía bromear con mis amigas, los juegos iban desde agarrada hasta recostones, sin ninguna pena de ninguna parte… recuerdo, bromeaba con Ada, una pelirroja de nalgas grandes, ella era de familia portuguesa, senos de buen tamaño, pecas, muy simpática y la verdad que no pasaba desapercibida, yo le decía que estaríamos juntos tarde o temprano, había esa tensión sexual, pero no pasaba nada. Al bromear con ella, estaba otra chica, Sulimar, una chama con la que no tenía tanta confianza, mayor que yo, de esas chicas que son más experimentadas, que no son de hablar tanto, cabello negro rizado, piel blanca, de 1.75 metros aproximadamente, un par de tetas poderosas, fácilmente talla 38, buen culo, pero un amigo le gustaba y la verdad nunca la vi con ojos de provocación.

Suli, me vio ese día diferente, la notaba como más graciosa y amable que de costumbre, reímos en varias ocasiones, escuchábamos música, la cosa iba bien y en un momento que quedamos solos ella me dice bromeando, – eres tremendo, te la pasas jugando con todas las del departamento y les gusta a todas, pícaro, además dicen que se siente muy bien lo que tienes abajo- yo me sorprendí, pero reí nerviosamente, la verdad no lo esperaba, le respondí que sí, me encantaba bromear, pero que gustaba todo porque era dentro de los límites de respeto y bueno ya uno veía a quién se le podía hacer y a quién no. – Ella me dijo, eres malo, porque conmigo no juegas nunca, picándome el ojo. Wow, ya la veía con morbo en esa instancia, me encantaba la firmeza con la que hablaba y le dije que con gusto jugábamos y se acercó a mi, disimuladamente, aunque estábamos solos en ese rincón, seguían algunas personas en otras áreas del salón, puso sus nalgas en mi pene y se sintió divino, el olor de su cabello, su piel se veía erizada, ya a esta altura estaba duro y lo sintió completo en su culo. – Veo que te gustó, me dice con una sonrisa, porque él no miente, señalando mi pene, que marcaba una carpa notoria. Empezamos a hablar algunas cosas de sexo, que sí lo habíamos hecho, etc., yo era virgen en ese momento, aunque algo había explorado, la verdad no había penetrado a una chica, mientras que ella me confesó que ya tenía experiencia y que era muy gratificante hacerlo.

Seguimos la jornada, ya debíamos retirarnos, mañana se seguiría con el trabajo de decoración y estaba expectante de que seguiría, al día siguiente, subimos nuevamente en el horario acordado, ya que seguíamos con nuestras responsabilidades y se debía arreglar en tiempos de ocio, en esta ocasión, éramos menos personas que el primer día, muchos estaban ocupados en un proyecto, pero ya lo tenía controlado y quería estar con Sulimar, como cada quién estaba en lo suyo, me llamó al otro laboratorio para que la ayudara a cargar unas cosas y nos empezamos a besar con morbo, ella sabía lo que hacía y aunque se podía decir que yo era virgen, sabía besar también y no me quedaba congelado, lengua de ambos lados, apreté sus nalgas, pero debíamos volver, su cara de excitada no se podía ocultar, me dijo hoy al concluir, hazte el loco que tengo un plan, le dije que chévere, que me indicara lo que había qué hacer, me dijo que me escondiera debajo de una de las mesas, cuando ya todos se fueran que ella volvería con las llaves, le dije que bien, que lo haríamos así.

Trabajamos en la decoración, ambiente relajado nuevamente, en este caso me tocó estar apartado de ella, no levantar sospechas, hasta que ya empezó a recoger la mayoría, me hice el loco y me escondí, ligando que no apareciera algunos de mis amigos, que pueden ser muy imprudentes y jodieran todo jeje, cerraron el espacio y quedé solo. Al cabo de unos minutos, apareció ella con las llaves y volvió a cerrar con llave. Nos empezamos a besar deliciosamente, acá le tocaba los senos, enormes, duros, divinos al tacto, ella me agarraba el pene por encima del pantalón, besé su cuello y bajé a ese par de tetas, que vi por primera vez en brassier, eran enormes, parecía que su sostén explotaba, le quito el mismo y quedan ante mi esas poderosas razones, con un pezón duro e imponente de color marrón, que comí gustosamente, su piel era suave, gemía rico, pero le decía que no lo hiciera tan fuerte o el problema podía ser grande, todo esto le daba mucho morbo a la situación. Bajé sus pantalones y quedó en hilo negro, estaba divina, como pude lo quité y vi su totona con algo de pelos, coqueto, no era descuidado y probé su vagina, que tenía ya jugos de su excitación, me fue guiando un poco y al cabo de un rato tuvo su primer orgasmo, tragándome todo su fluido, que comí gustosamente, aproveché de darle vuelta y admiré su culo, era impactante, llevé mi nariz y se lo olí, era delicioso, me dijo que era un pervertido y le chupé un poco el culito, estaba extasiado con su sabor, y ese olor incomparable, ella se tocaba sus tetas y se pajeaba hasta que alcanzó nuevamente el orgasmo con mi lengua en su esfínter anal.

Yo estaba a reventar, el morbo de lo prohibido, el lugar, una sorpresa tan exquisita, que no me lo creía, ella me dijo, te devolveré el favor, y me quitó el pantalón y el bóxer, estaba realmente duro, mis venas se marcaban en todo su esplendor, ella me dijo que lo tenía muy rico y que con los que estuvo no eran así, lo que me dio satisfacción, ya lubricaba, lo pajeó, se puso de rodilla y sentí su lengua en mi, esa sensación no la había sentido y vaya que era delicioso, lo hacía delicioso, al menos para mi era una experta, tocaba mis bolas, las chupaba, jugueteaba con mi cabeza, su cara de malvada, era un poema. Me dijo, que me haría acabar, ambos sabíamos no podíamos estar allí una eternidad, y empezó a pajearme más, lo chupaba, le dije que lo tragara todo, pero me dijo no podía, se ahogaba, nos reíamos, pero le seguía hundiendo la boca lo más profundo que pudiese… venía mi leche, le dije estallaría y empezó a chuparlo hasta que empezó a salir todo en su boca, que tragó maravillosamente…

Me dio un beso, me dijo que le gustó el sabor de mi leche y que había sido todo muy rico, le dije que el placer era mío y que ojalá pasaran más cosas en un futuro, ella solo me dijo, es solo el comienzo, nos vestimos, salí yo primero, con mi sonrisa de largo a largo y luego ella entregó las llaves como si nada hubiese pasado. Esa casa del terror, fue una gratificante experiencia para ambos y un secreto que al día de hoy nadie se enteró.

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