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La leche de Pedro
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mi primera vez con Pedro había sido todo un descubrimiento, por fin había cumplido con mi fetiche erótico, un oso maduro me había metido su polla y yo había alcanzado el éxtasis, había descubierto lo puta que era. Inicié una especie de relación de follamigo con él, tuvimos más encuentros y acabó llevándome a su casa, yo en ningún momento pensé en iniciar un romance pero de momento me iba bien, él follaba como un semental y yo tenía el culo satisfecho, decidí que tenía que cumplir otra fantasía.

– ¿Pedro? – solía llamarlo en los descansos del trabajo.

– ¡Hola churrita! ¿Qué te pica?

– El culo, y quiero que me lo rasques como tú sabes.

– Jajaja,

– Mira, tú has sido el primero y hasta el momento el único en follarme el culo…

– Si…

– Y quiero… cumplir otra fantasía

– ¿Que es…?

– Quiero follar a pelo, quiero sentir como se corren en mi culo, y quiero que seas tú quien me lo llene de leche.

– ¿Estás seguro?, esa es una práctica de riesgo que para nada te aconsejo, incluso aunque confíes plenamente en la persona con la que lo hagas, siempre debes usar condón.

-Ya lo sé, siempre me lo dices pero necesito hacerlo y quiero que seas tú.

Silencio al otro lado del teléfono, Pedro estaba sopesando mi proposición.

– ¿Pedro…?

– Si, estoy aquí, vale, pero porque sé que soy el único con el que has estado hasta ahora, ¿Cuándo podemos vernos?

– Hoy es martes, el viernes tengo turno de mañana en la fábrica, salgo a las tres, llamaré a mi mujer y le diré que los compañeros hemos quedado para comer y tomar unas copas después del trabajo.

– De acuerdo, nos vemos en mi casa a las cuatro.

– Perfecto corazón, nos vemos el viernes.

El viernes estuve nervioso como puta primeriza todo el día, me iban a llenar el culo de leche, sabía que era algo que no debía de hacer, que era peligroso pero necesitaba hacerlo y tenía absoluta confianza en mi semental.

A las cuatro de la tarde estaba llamando a la puerta de Pedro, vivía en una urbanización de chalets pareados, era diciembre y hacía frío, me abrió en albornoz, con una sonrisa en la cara.

– Pasa golfa.

– ¡Qué cabrón eres!

Tenía la chimenea encendida y la casa estaba caldeada, no hacía ni una semana que habíamos follado delante de esa misma chimenea. Bajamos al sótano, lo tenía dividido en dos ambientes, en el más próximo a la escalera tenía un bar muy bien montado, una barra con tirador de cerveza, botelleros para enfriar las bebidas, un pequeño arcón congelador para el hielo, cuatro sillas altas, una zona de estar con dos sofás enfrentados con una mesa baja en medio y una gran pantalla en la pared donde veía los partidos con los amigos, un futbolín separaba esta zona de la otra, en esta segunda tenía una sauna para cuatro personas, un cuarto de baño completo con una ducha en la que cabíamos los dos a la vez, alineadas contra una de las paredes había una bicicleta elíptica, una máquina de remo y una cinta de correr. Tenía calefacción por suelo radiante en toda la casa por lo que el ambiente en ese sótano era cálido.

Nos sentamos en uno de los sofás y estuvimos charlando un rato, Pedro se había abierto el albornoz, debajo estaba desnudo, yo con mi mano jugueteaba con el vello espeso de su pecho que tanto me gustaba, acerque mi boca a la suya, saqué mi lengua y pasee la punta por sus labios, los mordí, abrió la boca y metí mi lengua, mientras bajé mi mano, la deslicé por su vientre, acaricié su polla y agarré sus huevos gordos, peludos y colgones y comencé a masajearlos, nuestras lenguas seguían luchando, su polla empezaba a crecer, solté sus cojones y la agarré, la acaricié suavemente, echó la cabeza hacia atrás sobre el sofá, con mi lengua recorrí su cuello desde la barbilla, fui besándolo hasta llegar a uno de sus pezones, lo chupé, lo agarré con mis dientes y apreté y tiré.

– ay, zorra, sabes calentar a un hombre.

Solté su pezón, besando y lamiendo bajé por su vientre hasta llegar a su polla, besé su glande, metí la punta de la lengua en el agujero, abrí la boca y muy despacio me metí esa maravilla hasta que mis labios tocaron mi mano.

– uf, jo… der, que boca tienes.

Comencé a subir y bajar la cabeza con su polla en la boca, ensalivándola a conciencia.

– Para, zorra paara – me saqué su miembro y lo miré.

– ¿Quieres que pare?

– Llevo sin correrme desde que hablamos, quería tener los huevos bien cargados para tu culo y no quiero correrme en otro sitio, ven, desvístete, vamos a eliminar toxinas.

Me llevó a la sauna, ya la tenía preparada, primero entramos a la ducha, nos duchamos con agua templada, luego entramos a la sauna y nos sentamos en el banco, enseguida comenzamos a sudar, diez minutos, salimos y nos dimos una ducha fría, empezando por los pies, repetimos el proceso tres veces, la última vez la ducha fue con agua templada, Pedro cogió la esponja y me enjabonó, luego yo a él, me gustaba ver la espuma en el vello de su cuerpo, me entretuve en su polla y sus huevos, sus piernas fuertes, su espalda, su culo, me abrazó y me besó, metió su lengua, apretó su cuerpo contra el mío, noté su polla crecida otra vez contra la mía, el agua nos caía por encima, me empujó contra la pared mientras continuaba besándome, me hizo dar la vuelta, me besó en la nuca, el cuello, con una de sus piernas me hizo abrir las mías, apretó su cuerpo contra el mío, notaba su polla dura entre mis nalgas, pasó la mano adelante y agarró la mía, suavemente comenzó a pajearme.

– Ay, ay cabrón, fóllame, fóllame, ay.

– Ssh, cállate puta, yo decido cuando te follo – me susurraba al oído, movía su polla entre mis nalgas mientras yo sacaba el culo, me mordía el cuello y el lóbulo de la oreja.

– Ay, ay como me tienes cabrón, fóllame por favor, fóllame, estoy caliente como una perra.

Continuaba masturbándome, apoyaba mis manos en la pared para impedir que chocara con ella, sacaba el culo, Pedro con la otra mano me pellizcaba un pezón, incrementó el ritmo de la paja, yo ya no aguantaba.

– Me corro, ay que me corro, hijo de puta, ay.

Comencé a eyacular, Pedro no bajó su ritmo a pesar de los espasmos de mi cuerpo, se me aflojaron las rodillas.

– Ay cabrón, ay que paja ay, yo lo que quería es que me follaras.

– Date la vuelta y arrodíllate, maricón.

Hice lo que me ordenó, desde abajo le miré la cara, el me miraba a mí con su polla en la mano.

– Soy tu dueño perra, te follaré cuando me salga de los cojones, repite conmigo, soy tu perra amo.

– Soy tu perra amo.

– Y esto para que no lo olvides.

Comenzó a mearme, me cayó en la cara, el pecho, sentía su meado mas caliente que el agua templada que caía de la ducha, esa situación de sumisión me puso aún más salido.

– Límpiala, zorra – me ofreció su polla y yo rápidamente la limpié con mi boca – ahora lávate bien, te espero fuera.

Nunca había estado tan caliente como en aquel momento, deseaba a toda costa la polla de Pedro, la necesitaba, salí del baño dispuesto a hacer lo que mi dueño quisiese.

Estaba sentado en el sofá, desnudo completamente, tomando un zumo de frutas para reponer lo perdido en la sauna, me ofreció a mi otro, Pedro me observaba mientras me lo tomaba.

– Vaya vaya, resulta que eres toda una perra sumisa, tengo muchos planes para ti, llevaba tiempo buscando algo así.

– Lo que tú digas amo.

– Vamos ven acá, te voy a dar lo que te mereces.

Me hizo levantarme, me colocó de rodillas en el sofá, con las piernas abiertas y las manos en el respaldo, recorrió mi cuerpo con sus manos.

– Plaf – cachete en las nalgas – buen culo tienes, golfa.

– Todo tuyo, amo.

– Plaf, ahora lo veremos zorra.

Abrió mis nalgas dejando al descubierto mi ojete, dejó caer saliva en el y comenzó a masajearlo con un dedo, yo arqueé mi espalda sacando culo y el metió el dedo.

– Ay

– Vamos zorra, – movía el dedo dilatándome, – esto no es nada para ti.

– Estoy ardiendo amo, por favor.

– Plaf – otro cachete, la nalga me ardía – yo diré cuando estás lista – nuevamente escupió y metió otro dedo.

– Ayy, si amo, lo que tu digas.

Yo me movía, arqueaba la espalda, sacaba el culo, mientras Pedro continuaba dilatándome el esfínter.

– Creo que ya estás lista zorra.

Sacó sus dedos, colocó sus manos en mis nalgas y las abrió, noté la punta de su polla en mi esfínter, apretó y yo hice lo mismo, su glande venció la resistencia con facilidad, aguardó un momento y de un golpe de caderas metió su polla hasta los huevos en mi culo.

– Ay, hijo de puta.

Colocó una de sus manos en mi zona lumbar y la otra en mi hombro y comenzó a moverse metiendo y sacando su miembro de mi culo hambriento.

– Aah, ay que rico, que rico ay, ay.

– Mmm ¿te gusta eh zorra?

– Si sii, dame, dame fuerte, como tú sabes.

Fue incrementando el ritmo y la fuerza de sus embestidas, su pubis golpeaba mis nalgas con el típico sonido de aplausos.

– Ay, ay cabrón, ay, dame fuerte, más fuerte, dame.

– Zorra, puta, puta, eres una puta.

– Sii, soy tu puta, soy tu puta, preña a tu perra cabrón.

Continuaba metiendo y sacando aquella polla de mi culo, de vez en cuando, la mano que tenía sobre mis riñones me soltaba un guantazo en las nalgas.

– Más fuerte cabrón, méteme hasta los huevos, dame, damee.

– Arg, mmm… toma zorra, toma.

– Más fuerte, más fuertee.

Pedro incrementó el ritmo, cada vez que me golpeaba con su pubis mi cabeza iba contra el respaldo del sofá, llevé mi mano a mi polla para pajearme pero mi semental me dio un azote y me lo prohibió.

– Quieta zorra, no te tocaras hasta que yo te lo diga.

– Ay, ay, me tienes como un volcán cabrón, ay

– Mi culo, mi culo, hijo de puta.

– Me corro, me corro, me corroo.

Pedro me agarró por las caderas y me metió la polla hasta los huevos, yo apreté mi esfínter y noté los espasmos de su miembro mientras eyaculaba.

– Aah, apriétate, aprietatee, déjame preñada.

– Puta, puta, putaa, querías mi leche aquí la tienes.

Me agarraba tan fuerte de las caderas y apretaba tanto que me levantaba del sofá.

– Ay, ay, cabrón, cabroon.

– Ahora puedes tocarte, puta.

Comenzó de nuevo a moverse, metía y sacaba su polla de mi culo con un sonido líquido, hincaba sus dedos en mis caderas, yo empecé a pajearme.

– Chof chof chof – otra vez había cogido el ritmo – buf vaya culo, vaya culo.

– Ay, ay, ay – su lefa hacía de lubricante – me matas cabrón, me mataas.

– Disfruta zorra, disfruta de mi leche.

– Ay que me corro, que me corro – estaba al borde del éxtasis – me corroo.

Comencé a eyacular sobre el sofá, esa sensación de correrme con una polla en el culo, las palpitaciones de mi perineo sobre ella, mi esfínter dilatado… Pedro me sacó su polla, noté líquido saliendo.

– Has manchado mi sofá zorra, límpialo, puta.

– Si amo.

Recogí mi propio semen con la lengua, me quedé allí sentado, con el escozor en el esfínter y su leche saliendo de mi culo manchando el suelo, me encantaba contemplar así a mi macho, de pie ante mí con su cuerpo sudado, su polla estaba flácida y blanca por haber batido su leche en mi culo, me hallaba flotando, había sido el mejor polvo que había echado. En realidad había sido algo psicológico, salvo los espasmos de su polla al correrse no había notado diferencias, no había sentido los chorros de la lefa que ahora salía de mi culo inundándomelo, sin embargo el solo hecho de saber que se había corrido en mi interior me había llevado al cielo.

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