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La esposa del pastor
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Tiempo de lectura: 7 minutos

No soy una persona ultra religiosa, pero desde que visité esta iglesia algo me atrapó, la esposa del pastor.

Es una mujer rubia llamada Esther, tiene unos 40 años, la edad no se nota mucho más que sus ojos cansados y pecas muy tenues, tiene una cintura muy pequeña, pero un trasero grande, de espaldas podrías imaginar la figura de una abeja con cintura pequeña. Tiene unos pechos de tamaño normal, su complexión es llenita, pero no gorda, una figura de una madre, y siempre usa vestimenta habitual de iglesia; una falda larga hasta abajo de las rodillas, una blusa de botones no escotada, y tacones negros.

Desde que asisto a esa iglesia, me cautivó su belleza, siempre trato de sentarme unas bancas atrás de ella para poder observarla toda la duración del servicio de iglesia.

Tengo 25 años y con el tiempo me convertí en una figura "ideal" para los jóvenes de la iglesia así que me ofrecieron un pequeño empleo (servicio más que nada) para dar clases de consejos a los jóvenes de la iglesia. Siempre llego temprano para ayudar a acomodar sillas, computadoras, micrófonos que se usaran en el servicio.

Toda mi historia comienza cuando el pastor se compra una nueva camioneta, y le regala su carro a su esposa, así que unas horas antes de empezar el servicio ella llegaba antes para ayudar a coordinar.

Al principio había un par de gente adicional ayudando con las cosas, nunca tuve la oportunidad de hablar a solas con ella, pero ella siempre me trataba muy lindo y siempre me daba órdenes mirándome muy sensual. Juro que cuando yo movía sillas o material ella siempre estaba mirándome.

Conforme paso el tiempo mucha gente dejo de asistir antes del servicio por cuestiones personales, pero yo seguí asistiendo horas antes y la esposa del pastor igual, así fue cuando nos empezamos a conocer más…

Al principio hablábamos de cosas rutinarias y comunes de la iglesia, y después de tiempo empezamos a hablar de cosas personales, familia, mi empleo. Yo de igual manera preguntaba de su vida, sus hijos… su esposo.

Cada que hablábamos se sentía una tensión enorme, ella siempre estaba cerca de mí, y nuestros brazos rozaban continuamente… como si fuera a propósito. Yo rutinariamente tenía pensamientos sobre ella, era una mujer muy hermosa y cuando el servicio empezaba, mi mirada no se alejaba de ella, su espalda, su trasero y su pelo que siempre estaba recogido en una coleta muy limpia como si fuera enfermera.

Cuando ella caminaba, no podía alejar mis ojos de ella, su culo redondo y grande parecía que quería romper su falda. Me volvía loco verla.

Un día estamos trapeando el piso como rutina, ella se acercó a mi y me pidió que le prestara el trapeador para bajarme la carga, y cuando lo hice nuestras manos se tocaron… en ese momento la mano de ella estaba sobre la mía sosteniendo el palo, pero no la quito, sino que se me quedo mirando a los ojos en silencio, como si estuviera pensando en algo, pero la quitó y se disculpó, le dije que no había problema, pero mi estómago estaba demasiado alterado y no pude decir más. Ella se alejó.

Sabía que ese toque de manos significaba algo…

Días después todo estaba normal, estaba yo sentado en área de audiovisuales conectando los cables del proyector donde aparecen las letras de las canciones de la iglesia cuando ella se acercó y se sentó en una silla cerca de mi y empezamos a charlar.

Por alguna razón le pregunte como se siente con su esposo, él era un hombre bajito, moreno y con lentes, su trabajo de día era profesor de una preparatoria local.

Al parecer algo estaba raro, ella me empezó a contar su vida personal con su esposo… como siempre está ocupado revisando tareas de su trabajo, viajando visitando gente de la iglesia y hasta leyendo la biblia en su tiempo libre…

-honestamente me siento alejada de él, pareciera como si no le importara.

Ella dijo mirando hacia abajo.

-Estoy seguro que le importas mucho, es un hombre inteligente y siempre está ocupado, tal vez está en un tiempo pesado y necesita su tiempo para hacer sus cosas.

Le contesté.

-Sabes, tengo casi 20 años que no… estamos juntos de esa forma, desde que tuve a nuestro último hijo.

Al escuchar sus palabras me quedé asombrado a lo que me acababa de compartir, y a lo que él hacia… como es que todo este tiempo no la ha tocado?

-Usted es una mujer muy guapa, y lamento que su situación sea así… alguna vez han intentado terapia de pareja?

– Lo hemos intentado, pero ya tengo mucho tiempo que no lo veo con entusiasmo, siempre está cansado, desinteresado… pienso que tal vez ya no le atraigo porque gane más peso después de nuestros hijos.

-Pues honestamente usted es bella, perdón por decirlo así… no es prudente para mi entrometerme en su relación.

En ese momento, ella me miro con sus ojos cansados, pude observar cómo empezó a sujetarse con fuerzas las rodillas a través de su falda.

Mi corazón latía con fuerza, lo podía sentir en la garganta. La seguí mirando a los ojos.

Estire mi mano hacia su mano que yacía sobre sus rodillas. Y en ese momento ella se acercó y nuestros labios tocaron.

Tenía un olor a miel, sus labios eran muy suaves y carnosos. Con mi mano izquierda la tome de la cara para sujetarla mejor.

Mientras nos besábamos, ella abrió su boca y nuestras lenguas tocaron. Podía sentir mi corazón explotar y mi pene estaba totalmente duro.

Baje mi mano derecha y toque su rodilla, seguí bajándola y toque su pierna descubierta bajo la rodilla, su piel era cálida y muy suave.

En ese momento ella se apartó de nuestro beso. Me miró fijamente y me pidió disculpas, se levantó y se marchó afuera de la iglesia.

No pude detenerla, mi mente seguía nublada por lo que había pasado, en verdad había besado a la esposa del pastor en su propia iglesia?

Me pare de mi asiento y me dirigí hacia afuera, pude verla como se metía al salón de clases de jóvenes. En ese momento continué caminando a seguirla.

Entre a la habitación y había mesas donde los jóvenes y niños escribían, y ella se reposaba sobre el escritorio principal. Pude ver que estaba tocándose con ambas manos los ojos.

-Esther… perdona, no debí besarte.

Dije con una voz baja.

– No, la culpa es mía, mira lo que ha hecho mi desesperación. No debería estar aquí, debería de irme.

Me acerque a ella y me puse enfrente de ella. Tome gentilmente sus brazos y los aleje de su bella cara.

-Yo también lo quiero.

Le dije.

Enseguida la volví a besar, y ella sosteniendo mis brazos me volvió a besar con su lengua cálida.

Mi mente daba vueltas, mis pantalones estaban muy apretados por mi pene erecto.

Ella bajo su mano derecha y me toco.

-Dios, como estas tan duro?

-Me estas volviendo loco, si continuamos no podré parar y tendré que hacerte mía.

Ella bajo mi zipper y abrió mis pantalones, introdujo su mano y saco mi miembro duro como piedra con su mano, y empezó a masajearlo.

-Esther, déjame hacerlo contigo. Por favor te necesito. No puedo quedarme así.

-Por favor, no podemos hacer nada, te puedo ayudar a terminar pero no puedo hacer nada yo.

Ella gentilmente masajeaba la cabeza de mi pene, que estaba altamente mojada de mi líquido preseminal.

Solté su cuello y baje mi mano al zipper de su falda, afortunadamente el zipper estaba enfrente, posicionado arriba de la altura de su ombligo y lentamente baje su zipper.

La deje de besar y pude ver como su estómago se veía, nunca me la imagine así, era liso, ligeramente marcado como si hiciera ejercicio. Abajo de su ombligo había una cicatriz de su embarazo, seguí bajando el zipper hasta que llegue a sus bragas. Negras y de encaje. Ella seguía masajeando mi miembro que ya estaba empezando a gotear.

– Déjame metértela.

Le dije

– No por favor, no puedo hacer esto. Puedes embarazarme aun…

Metí mi mano bajo su bragas y toque su vagina. Estaba empapado. Moví ligeramente mis dedos y ella soltó un gran suspiro de placer.

No sabía que aun podía embarazarse, pero eso no me importaba. Quería cogerme a la esposa del pastor.

Seguí masajeando su conchita, y sentía mis dedos calientes de sus jugos. Subí la cabeza para verla a los ojos, y su cara estaba ligeramente roja.

Saque mi mano y le baje la falda completa. Pude observar sus bellas piernas.

Para ser una mujer mayor, sus piernas estaban lisas, pálidas, con pecas como la de su cara. Toque con mis 2 manos sus muslos y eran tan suaves como seda.

Me baje mis pantalones de un movimiento y trate de abrir sus piernas.

Ella cerró sus piernas, pero seguía masturbándome.

-Déjame cogerte, déjame metértela.

Dije entre dientes. Y moví mi mano hacia su vagina, e introduje mis dedos dentro de ella. Ella soltó un gemido. Estaba empapada.

-No podemos, esto está muy mal…

Decía entre gemidos.

Acerque mi pene hacia su vagina, ella seguía usando sus bragas pero sin falda. Sus piernas cerradas temblaban, trate de introducir mi pene entre sus piernas, se deslizo lentamente por mi liquido preseminal, lentamente llego a donde estaba su vulva, ella gimió, mi cabeza del pene estaba tocando su parte más sencilla y ella respiraba agitadamente de placer.

-Ay, que rico se siente.

Dijo sin aliento

Saque mi verga de entre sus piernas y vi que su entrepierna estaba empapada de mis jugos.

También ella estará soltando tantos jugos? Pensé.

Volví a introducir mi verga entre sus piernas y esta vez entro con facilidad y llego a su vulva y ella me gimió

-así hazle, se siente delicioso.

Seguí sus órdenes y empecé a empujar.

Mis manos estaban reposadas en sus caderas, pero luego baje mis manos y toque sus nalgas, eran muy grandes y tibias, y tan suaves que podía estrujarlas con facilidad.

-Que rico culo tienes. Ya no me aguanto.

Mencione mientras seguía metiendo y sacando mi verga de entre sus piernas.

-aah… sigue así. Me vas hacer terminar.

Aunque no la estaba penetrando, se sentía muy húmeda su entrepierna, mi pene estaba rozando con su vagina y trataba de entrar sobre sus bragas con tanta fuerza que podría romperlas y penetrarla de verdad.

Sus bragas estaban empapadas y no me molestaban, se sentía tan excitante estar masturbando a la esposa del pastor con mi propia verga. Nuestros jugos estaban mezclándose y empezó a sonar como un ligero aleteo húmedo.

-así, así sigue… no aguanto más, quiero que me la metas.

Dijo Esther gimiendo.

Mi pene estaba justo sobre su vagina, lo único que me detenía era sus bragas, con cada empujón sentía que estaba más cerca de penetrarla.

– Así… Así…

Dijo repetidamente mientras sus piernas se tensaban.

No bajaba la velocidad, estaba tan cerca y tan lejos de metérsela completa.

Ella se arqueo hasta atrás, sus piernas empezaron a templar como si se fuera a desmayar, su cara miro hacia el techo y gimió con fuerza. Me sujeto la espalda para que no me saliera de su entrepierna. La había hecho terminar.

-Que rico… que rico… ah…

Dijo mientras disfrutaba de su orgasmo…

Mientras ellas se tensó, yo seguí la misma velocidad, ella acerco su mano para tocarme los testículos.

-Dios, están bien hinchadas… te duele?

Apenas termino la frase, y empecé a pujar con más fuerza. Ella apretaba mis testículos y yo trataba de romperle las bragas a puros empujones.

No aguante más. Ella gimió altamente, mis piernas se relajaron y eyacule entre sus piernas, empapándole sus bragas.

-Puta madre… que rico se siente.

Le dije.

Ella me abrazo y nos quedamos así unos momentos. Mi semen caliente siendo absorbido por la tela de su ropa interior, y escurriéndose por sus piernas.

Que rico se la arrime, pensé, y lentamente me separe de ella, pude ver el desastre que le hice, sus bragas negras tenían un enorme charco de semen.

Ella se dio cuenta y se subió la falda rápidamente, seguido me dijo que tenía que ir al baño para comprobar que no había entrado nada… yo solo asentí con la cabeza ya que no tenía aliento.

Más tarde, ella salió del baño y me entrego sus bragas empapadas.

-Puedes tirarlas?… o guardarlas. No puedo dejármelas puestas, están muy mojadas y creo que voy apestar a semen y sexo.

-No te preocupes… yo me encargo.

Ella se acercó a besarme, esta vez fue un beso normal, pero se sentía real.

Me miro a los ojos y me dijo gracias.

-No le vayas a contar a nadie por favor.

-Tranquila, no diré nada.

Ella salió de la habitación y yo me quede sosteniendo sus bragas. Que rico se la había arrimado, pero aún tenía más ganas de cogérmela.

20 minutos después de esto, las personas empezaron a llegar y a sentarse en el interior de la iglesia, yo escabullí las bragas y las guardé en mi mochila.

Salí y vi a Esther recibiendo a su esposo, el pastor de un beso y abrazo. Ella volteo y me miro a mí. Y nos sonreímos.

De verdad había pasado esto? No podía creerlo, cuando el servicio empezó no dejaba de mirarla de espaldas, desnuda bajo su falda, saber que traía la vagina llena de nuestros jugos.

Necesito cogérmela otra vez. Mi mente sucia estaba pecando. Necesito penetrarla.

Las cosas no siguieron como antes.

Esta fue la primera vez que yo y Esther tuvimos un encuentro así, después empezamos a conocernos más y tener sentimientos por uno al otro. Espero poder contarles nuestra próxima vez.

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