Salí de la habitación aun con semen fresco por todo mi cuerpo. El calor de la juvenil verga de mi hijo aún podía sentirlo en mi mano. Caminé desnuda hacia el baño y abrí el agua caliente. Había decidido que por el momento estaba bien dejarlo en solo una masturbada. Mientras caminaba hacia la ducha para quitarme esa sensación de semen seco de mi cuerpo note que mi vagina goteaba profusamente, era una señal inequívoca del gran deseo por mi hijo y su enorme y gorda polla lo que lo provocaba. Un deseo que ya había invadido cada célula de mi ser y que apenas y podía controlar en ese momento.
Entre al baño y abrí el agua caliente. Ingrese a la ducha solo cuando ya había salido un poco de vapor del interior. El agua caliente se sentía deliciosa, me recordaba el calor de la semilla de mi hijo, casi hirviendo por toda mi piel. Mis pechos estaban increíblemente sensibles y era como si pudiera sentir cada gota de agua que caía sobre ellos. Empecé a masajearlos y mis pezones reaccionaron de inmediato poniéndose muy duros. Ansiaban ser mamados, rogaban por unos labios y lengua jóvenes, quizás añoraban a aquel que hace años los había succionado con todo el amor del mundo para alimentarse. Al más pequeño y consentido de mis hijos. Comencé a pellizcarlos fuertemente, el agua caliente casi sobre todo mi cuerpo elevando mi temperatura corporal al mismo tiempo que mi deseo. Mi mano instintivamente fue hacia el monte erótico en mi entrepierna. Estaba inundada en deseo. Mis dedos se deslizaron suavemente hacia adentro y arriba, mis labios dejaron escapara un gran gemido que no pudo ser contenido. Mis pezones estaban duros como piedras y mi suave piel estaba erizada por completo. Mis dedos se movían de forma traviesa dentro de mi vagina jugueteando con cada rincón de su suave textura buscando ese dulce punto, el punto que a cada mujer la llevaba a perder la razón por la lujuria que causaba, el punto G. Al momento de encontrar aquel punto rugoso entre aquel mar de suavidad mis dedos tomaron firmemente la convicción de darle un profuso placer.
Lo acariciaban suavemente, pero con rigor, mi clítoris se inflaba con cada una de mis suaves caricias. Los jugos de mi vagina se desbordaban lentamente y caían sobre mis piernas hasta el suelo, mezclándose con la suave cortina de agua caliente. De pronto escuche un suave golpe cerca de la puerta, voltee de reojo y pude ver a mi hijo espiando por la puerta que estaba entreabierta, había olvidado cerrarla por completo y él estaba espiándome, inmóvil y mirando fijamente hacia mí, en ese momento decidí darle el espectáculo que buscaba. Saque mis dedos húmedos de mi vagina, rebosantes en mis jugos vaginales y los lleve a mi boca, me recargue sobre la pared de la regadera y comencé a mamarlos como si fuera su polla, incluso dije su nombre. Dame tu polla mi amor déjame mamarla -dije mientras succionaba mis dedos como si fueran su gran miembro y mi otra mano sujetaba firmemente uno de mis senos. Vi de reojo que él había metido su mano a su ropa interior y la movía rápidamente. Eso me excito aún más, mi propio hijo se masturbaba espiándome como un pervertido de lo peor. Yo gemía como una desquiciada y tocaba mi vagina violentamente. Apretaba mis dientes mientras mis dedos se movían con furia hacia arriba de mi vagina y hacia adentro. Cógeme duro mi niño, cógeme duro -dije casi gritando-. MI hijo había aumentado el ritmo de su chaqueta, lo hacía a toda velocidad y yo quise sincronizarme con él, quería imaginarme el sentirlo dentro de mí, sentir el chorro de su amor dentro de mí, lo deseaba con locura. El placer que causaban mis dedos en mi cuerpo electrificaba todo mi ser. Sentí que estaba próximo el gran orgasmo que había estado cosechando. Me ahorque con mi mano izquierda y mientras perdía el aire remanente en mis pulmones me masturbe a toda velocidad, mis dedos se movieron de una manera endemoniada y por fin sentí aquella sensación de una gran marea que se desbordaba de mi vagina. Varios chorros salieron de mí, uno detrás de otro acompañado de gritos desenfrenados, salvajes y sonoros clamando el dulce nombre de mi pequeño hijo. Caí sentada resbalándome por la pared del baño hasta el suelo y me recosté un poco en el suelo del baño para poder descansar un poco. Mi respiración era muy agitada y sentía mi corazón a mil. La sensación del agua caliente sobre mi cuerpo era una auténtica delicia, la satisfacción fue tal, que pude haberme quedado dormida en aquel piso.
De un momento a otro me senté y volteé hacia la puerta, mi hijo ya no estaba ahí. Cerré a regadera y me envolví en mi toalla. Mis senos se desbordaban por encima de ella casi mostrando mis pezones y apenas y era lo suficientemente larga para cubrir mi vagina. Cuando entre a mi cuarto revise mis notificaciones y había varias del director de la escuela de mi hijo. Me había agregado a mis redes sociales. Había tratado de contactarme porque tenía varias solicitudes de mensaje y de amistad, pero las ignore, por el momento no tenía tiempo para pensar en él o en su diminuta salchicha coctelera. Me seque el cabello y camine un rato desnuda sobre mi alfombra pensando que es lo que usaría ese día. Me puse un vestido veraniego, algo ligero con un bra que juntaba mis senos y los hacia parecer melones frescos y un cachetero que hacía verse a mi trasero más redondo sobre aquella suave y delgada tela. Bajé a la sala y mi hijo estaba viendo algo de televisión y me senté junto a él. Pude notar que mis senos ajustados le llamaron de inmediato la atención.
– ¿Te gusta mi vestido mi amor? me lo puse porque sé que te encanta este vestidito
-Si ma, te ves muy bien, muy guapa.
-Oye, note que estabas espiándome por la puerta mientras tomaba una ducha.
-Ma, es que yo…
-Shhh no tienes que decir nada mi amor, yo sé que los chicos de tu edad solo piensan en una cosa solamente, en saciar su deseo primitivo y sexual, es simplemente natural.
-Ma, ¿Cómo es que podrías ayudarme con mi problema de eyaculación? La verdad me da miedo que por esa razón ninguna mujer quiera estar conmigo.
-No te preocupes corazón, mami se va a encargar de darte algunos tips para eso, pero primero que nada la práctica es elemental.
– ¿Y cómo es que debo practicar para que no me pase eso mama?
-Lo primero es poder controlar esa sensación tan abrumadora, mi amor, tú debes saber controlar ese momento en el que quieres dejar salir toda tu lechita, concéntrate y detente, aprieta el musculo como cuando quieres dejar de orinar cuando vas al baño, concéntrate en eso.
– ¿Lo hago cuando me masturbe?
-Tiene que ser un poco más estimulante que eso mi amor, algo que se sienta muy húmedo y caliente, pero no te preocupes por eso yo me hare cargo como te dije antes.
Desabroche mi vestido y lo deje caer al suelo. Mi ropa interior negra de encaje deslumbraba por completo a los ojos de mi hijo. Me puse de rodillas frente al sillón y le dije -ayúdame y bájate todo mi amor-. Él lo hizo y se quedó solo en bóxer. El pene se salía por la abertura que tienen para hacer pipí, él se apeno mucho y se cubrió con ambas manos, aun así, no podía cubrir tremendo animal. Le quité las manos de encima y escupí una gran cantidad de saliva en medio de mis pechos, metí su pene por debajo de mi bra y quedo tremendamente prensado entre mis redondos senos, la sensación de esa manera era como la de una vagina apretada, y húmeda por mi saliva. Los apreté aún más y empecé a moverlos de arriba abajo. Mi hijo apretaba con fuerza los cojines del sofá con sus manos al igual que sus dientes, se estaba esforzando para no ceder ante el deseo tan seductor de poder saciar sus ansias de placer.
-Siento que voy a estallar en cualquier momento mamita -dijo mientras se retorcía de placer.
-Debes tener convicción mi amor, aguanta hasta lo más que puedas.
-Ya no aguanto más mamita.
-Aprieta el musculo que te dije, ya verás que se te pasa.
Él lo hizo, y su verga se endureció aún más, pero no eyaculo. Cerro los ojos y yo chupe uno de mis dedos, lo lleve al borde de su virginal culito y lo penetre profundamente, el gimió muy dulcemente casi como el sonido de una chica virgen. No podía creer lo rico que se sentía penetrarlo mientras le daba mis senos, el por mas que lo deseaba no pudo resistir. En un momento dejo salir todo su orgasmo explosivo sobre mí, mi cabello, mis senos, mi ropa interior quedaron cubiertos por completo. El respiraba agitado viéndome. Yo ya no pude soportal el deseo. Me puse en posición de perra y abrí con mis dedos mi vagina mostrándole aquel hambriento hoyo que lo deseaba y ansiaba tanto su grosor. Práctica con la perrita de tu mami mi amor -le dije mientras lo miraba con cara de puta. Él se puso cerca de mi aun con su verga llena de leche caliente y al tomar mis caderas me penetro profundamente, ambos sentimos enamorarnos en ese momento y nunca nos dejaríamos, jamás…
Continuará…