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El secreto de mi esposa
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Lo que voy a contar a continuación es como descubrí que mi esposa me fue infiel. 

Hace más de 10 años que estamos juntos y al momento del hecho yo tenía 35 años y ella 42.

Siempre nos llevamos muy bien y a diferencia de otras parejas, no teníamos discusiones, solamente de vez en cuando y por tonterías.

Mi mujer siempre tuvo buen físico, ya que siempre hizo deporte. Tiene dos grandes tetas naturales (110 le miden) y buen culo, paradito, característico de una buena deportista.

Todo cambió cuando retomó el contacto con una antigua amiga de la escuela primaria, a la que llamaremos Laura. Siempre fueron muy confidentes y se habían distanciado con los años, pero por una jugada del destino (Mala suerte para mí, más adelante sabrán porque) se habían vuelto a encontrar.

Con el correr de los días, empezaron a frecuentarse y a veces me sumaba a los encuentros, pero generalmente programaban salidas solas o sumaban a una o dos amigas más, lo cual no es una situación para extrañarse.

Laura nunca tuvo una pareja estable y siempre le gustaron los hombres mayores (Y casados). Ha sido “la tercera en discordia” en varias oportunidades, por lo menos desde que la conozco y que, dicho sea de paso, nunca me cayó bien, pero la trataba por el grado de amistad que existía entre ambas.

Descubrí el secreto de mi esposa por un amigo en común de otro amigo, que conocí en su momento hace años. Un flaco muy copado, que pegamos onda desde el primer momento.

Justo da la casualidad que hace años que trabaja como conserje en el hotel alojamiento donde se concretó la infidelidad. Increíble las vueltas del destino…

Mi amigo, que llamaremos G, me pide amistad por Facebook ya que hacía años que habíamos perdido el contacto. Como sabrán, al aceptarlo entre mis contactos, puede ver mi perfil y demás.

Con el correr de los días, hablando por el chat de Facebook y en una de esas, me comenta que le resulta familiar la cara de mi esposa, ya que, al ver mis fotos de distintos posteos, se acordó de haberla visto ingresar al hotel.

En un primer momento, pensé que me estaba jodiendo, que era una broma, pero luego de hablar telefónicamente debido a la gravedad del tema y de ver los videos que me envió (Me los pasó de contrabando porque no se pueden compartir) de las cámaras de seguridad que tiene en la entrada de dicho hotel, pude constatar que era mi esposa, a pesar de los anteojos oscuros y del peinado diferente que tenía en ese momento, no me cabían dudas que se trataba de ella.

G trató de calmarme ya que entré en una mezcla de emociones (Miedo, angustia, ira, nervios y demás). Por suerte estaba solo en casa cuando se dio esta conversación y luego de cortar y llorar, pude calmarme un poco.

Ahora entendía porque desde un hacía un tiempo a la fecha, nos estábamos llevando peor que de costumbre. No me dejaba que le toque un pelo, aduciendo que estaba cansada o que tenía sueño o mucho trabajo por la mañana siguiente. Es más, la última vez que tuvimos sexo, que fue hace meses y haciendo la clásica posición del “Misionero”, cada uno miraba para un punto fijo (Ella hacía el techo y yo en la pared) sin decir una palabra. Recuerdo perfectamente que ni siquiera llegué a eyacular porque corté abruptamente cuando en un momento me dijo: “¿Te falta mucho?”

Cualquier conversación o tema de charla derivaba en una pelea. Había escasa comunicación y para colmo, mala.

Mi cabeza estaba a mil y no sabía como seguir a continuación. Me fui a bañar para calmarme y durante la ducha, que por suerte me aclaró bastante las ideas, me propuse no ir al choque con mi mujer, sino tratar de investigar como había llegado a esto.

Me puse a revisar el Facebook, Instagram y otros posibles contactos, y no había ningún rastro por ningún lado. También revisé sus correos y nada.

Hasta que veo que Laura, en su perfil de Facebook, tiene una foto con el “amante” (Al que llamaremos Rubén de ahora en más). Rubén tiene entre 60 y 70 años, no tiene redes sociales y es un amigo de Laura.

Tenía que llegar a Rubén y no encontraba la manera, porque si yo le iba a preguntar a Laura, me iba a mentir seguramente, tratando de encubrirlos, así que esa primera opción quedó descartada.

Pasaban las horas y no me venía nada a la mente, solo maldiciones e insultos, hasta que se tuve un rayo de luz (Para algo me sirvió ver tantas películas de espías). Era una idea arriesgada y debía contar con la ayuda de G para llevarla a cabo, si no, se derrumbaba.

Agarro mi celular y lo llamo a mi amigo G y le cuento lo que se me ocurrió para poder “agarrarlos”. Mi idea consistía en colocar un reloj de pared, que tiene una cámara dentro (Específicamente en el segundo dígito del número 10) en el cuarto que se alojen momentáneamente. G me dijo que estaba loco, que lo podían echar si lo descubrían y a mí me iban a meter preso, ya que esta acción está penada por la ley. Luego de varios minutos de oír mis ruegos, súplicas y hasta un pequeño llanto; G accedió, ya que me conoce desde hace años y valora mi amistad.

Sin perder más tiempo, compré el reloj por internet e hice que se lo enviaran al hotel a mi amigo.

Ahora solamente restaba que mi mujer y su amante fueran al hotel, donde según lo planeado, G les iba a dar un cuarto, sin antes informarles que debían esperar unos momentos porque estaban tardando más de lo normal en terminar la limpieza y debería ir él mismo a chequear el porque de la demora, que sería el momento justo para colocar el reloj.

Según mi amigo, concurrían los martes o los jueves. Deberíamos esperar hasta la semana entrante, ya que esto lo pensamos y lo pusimos en marcha un viernes.

Me costó demasiado tratar de disimular, a más no poder, con mi esposa en mi casa, pero me serenaba diciéndome que tendría que tener paciencia para que funcione mi plan.

Todavía, muy en el fondo de mi ser, no quería creer que fuera cierto, pero las pruebas eran contundentes, lo que me generaba más angustia y rabia.

Llega el martes de la semana entrante y nada. No aparecieron por el hotel. Jueves por la tarde, alrededor de las 17 horas, que es la hora que entraban y tampoco. Me puse frenético, pensaba que capaz habían cambiado de hotel y hasta sentí alivio en un momento, tratando de engañarme a mí mismo, diciéndome que quizás era mentira.

Empieza una nueva semana; Martes y aún nada. Estaba a punto de desistir cuando llegó al día jueves y G me avisa que habían llegado al estacionamiento del hotel, en el auto de Rubén, como de costumbre. Finalmente se ponía en marcha mi plan.

Mi esposa y Rubén ingresan a la recepción y G actúa según lo planeado. No sospechan nada porque el tema de la limpieza es algo rutinario. Cuando G vuelve a la recepción, donde les vuelve a pedir disculpas por las demoras, les indica la habitación. Acto seguido, me avisa por WhatsApp que está listo para “agarrarlos”. Esta vez, no tenían escapatoria.

En ese momento, trataba de no pensar en otra cosa, ya que debería esperar que te terminen el turno en el hotel para que mi amigo retirara el reloj y poder hacerme con la grabación. Pero no podía evitar recordar en las mentiras que me decía mi mujer, porque en teoría los martes y los jueves tenía clases de Pilates…

Una vez completado el turno y luego que se fueron del hotel, G removió el reloj de la habitación y me lo envió.

Tuve que esperar hasta el otro día para poder descargar el video y verlo, con mis propios ojos, como mi esposa me hacía cornudo, ya que me quedaba solo en casa. Luego de descargar el video, le volví a enviar el reloj a mi amigo, en muestra de agradecimiento porque me di cuenta que le había gustado esta tecnología. No me podía negar luego de la gran mano que había dado.

El video se había grabado a la perfección, cosa que yo dudaba, y hasta se escuchaba lo que hablaban. Pensé en apagarlo, ya que me dio taquicardia al momento de constatar que era mi mujer, pero respiré hondo y continué mirándolo.

El video comenzaba con ellos ingresando a la habitación, hablando de trivialidades para luego empezar a besarse y desnudarse al mismo tiempo, donde uno le iba quitando la ropa al otro para quedar totalmente desnudos. Aun estando de pie, veo como mi esposa se agacha para lamérsela al viejo. Arranca dándole besos en las bolas para luego agarrarle la pija y comérsela entera, haciendo que al viejo se lo ponga dura (Se nota que le costaba que se la pare).

Mientras se la chupa, cada tanto, mi mujer le toca el pecho con las manos y el viejo, que puedo escuchar como goza, se pone los brazos en posición de jarrón. Lo están atendiendo como a un rey.

Al ver y oír esto, no sabía si romper la pantalla de mi notebook o insultar al aire. Por suerte, elegí la segunda opción.

Luego de continuar así unos minutos, mi esposa se detiene para ponerse de pie, se besan nuevamente y se acuestan.

Empiezan a dar giros en la cama, abrazados y besándose al mismo tiempo, manoseándose por todos lados, hasta que Rubén queda arriba de mi esposa y desciende hasta la altura de sus tetas, donde comienza a lamerlas. Mientras lo hace, con una mano le agarra la teta que le está succionando y con la otra mano, se aferra a la otra teta, como un animal a su presa.

Puedo escuchar los gemidos de mi esposa y como le dice: “Como me gusta que me chupes las tetas. Me vuelve loca.”

Continúan así unos minutos hasta que vuelven a besarse, dan vueltas nuevamente hasta que mi mujer queda arriba del viejo, donde este le sigue agarrando y chupando las tetas, alternando las manos para tocarle el culo y darle nalgadas. Mientras escucho además el goce de mi esposa, observo como le agarra la pija al viejo. Primero para pajearlo por unos segundos y luego para posicionar la pija en dirección a su concha, donde empieza a frotarse y a moverse de arriba para abajo para lograr el ingreso.

Acto seguido, Rubén deja las manos a los costados y deja que mi esposa “trabaje”.

Al intentar meterse la pija, el viejo la agarra de las caderas y la ayuda, empujando su pelvis para arriba, hasta que lo logran. En ese momento, escucho a mi mujer decir, luego de un suave gemido: “Entró… Ahora despacio…”

Empiezan a coger (muy despacio) donde puedo ver con total claridad como mi esposa cabalga la pija del viejo, al mismo tiempo que no para de gemir y gozar. Lo mismo hace el viejo, que puedo escuchar sus gemidos y observo como disfruta a mi mujer, aferrándose a esas dos tetas grandes y duras que tiene, que parecen dos pomelos maduros.

Continúan así por unos minutos hasta que escucho a mi mujer que dice: “Se puso durita… ¿Te venís?”, a lo que el viejo replica: “Si… Agarrala… Agarrala toda… ¡Ahhh!”, casi gritando.

Después de la acabada por parte del viejo, mi mujer se queda quieta, donde aprovechan para besarse una vez más. Luego pude ver como mi esposa lo “desmonta”, y comienza a caerle la leche del viejo de adentro de la concha, por lo que dice que va al baño a lavarse.

Al rato se cambian y se van del hotel.

Cuando terminé de ver por primera vez el video sentí una indignación terrible, pero al mismo tiempo, aunque no lo crean, también me había excitado el hecho de ver a mi mujer cogiendo con otro hombre, cosa que yo le había propuesto en varias ocasiones y siempre me encontré con su negativa.

Con el grado de excitación que tenía y al no poder sacarme las imágenes del video de la cabeza; Opté por hacerme una paja de aquellas, donde acabé como una bestia en cuestión de segundos. Pocas veces me masturbé de esta manera.

Tenía que volver rápidamente a la calma, ya que debería buscar la forma de encarar a mi esposa, por lo que me pasé el video a un pendrive, para conectarlo a la televisión. Esto ya lo había planeado.

Esperé que regresara, ese mismo viernes, que justamente había salido a tomar un café con su amiga Laura y luego de un rato, le propuse que podíamos ver una serie juntos porque hacía mucho que no lo hacíamos.

Increíblemente, acepto sin discutir, por lo que acto seguido, enciendo la TV y voy a la opción de “Disco Extraíble”, en lugar de Netflix.

Esto le llama la atención y me pregunta: “¿Bajaste una película?”, a lo que respondo: “Sí, una que me recomendaron para ver en pareja”.

Mi mujer ni se imaginaba lo que estaba por ver a continuación. Le doy “Play” y comienza el video…

Yo no pensaba en girar la cabeza o decir una sola palabra hasta que ella tomara la iniciativa.

Cuando se ve que ingresan a la habitación y comienzan a besarse me pregunta: “¿Quiénes son?”. Mi respuesta fue: “Ahora vas a ver.”

Le digo a continuación: “¿Querés que te diga quienes son o ya te diste cuenta?”

Giro la cabeza para ver la reacción de mi mujer y puedo ver la cara de sorpresa, mirando para todos lados, como tratando de buscar una explicación.

Le digo: “Esperá que lo adelanto porque se pone mejor”

Dicho esto, rompe en llanto y me pide por favor que saque el video. Yo me niego y lo adelanto hasta que empiezan a coger.

Con el video de fondo aún, le digo: “¿Hacía falta que me hicieras esto?” “Lo único que hice fue amarte desde el primer momento”. Continúa llorando y le sigo diciendo: “Encima con un viejo choto, que tiene las bolas caídas y la pija más chica que yo”. Me controlaba para no gritar demasiado. Me pregunta como conseguí filmarlos, a lo que simplemente respondí que no podía dar esa información.

A continuación, también le digo: “Encima te lo cogiste sin forro. ¿No pensaste que este viejo puede tener alguna peste?” Su respuesta fue: “Me dejé llevar por el momento y no pensé…”

Mi esposa sigue llorando y me dice que se equivocó, que no pensó que iba a pasar, que se lo presentó Laura, la amiga, un día que había ido para la casa. Le pregunté como se contactaba con el viejo y luego de varios intentos, me terminó confesando que hablaba con Rubén, usando el Messenger del Facebook de Laura, por eso yo no encontré ningún rastro en sus redes sociales.

Según mi esposa, Rubén la sedujo y ella estaba “con la guardia baja” porque no estábamos pasando un buen momento como pareja. También terminó contándome que Laura la incitó a que acostarse con Rubén, aduciendo que “En ocasiones las infidelidades salvan parejas”.

No podía creer lo que estaba escuchando, pero lejos de enojarme, le pregunto qué es lo que quiere hacer, como quiere continuar, si es que eso lo que desea, a lo que me responde que por favor no la deje, que admite que se equivocó y que hará todo lo posible para reparar el daño.

Me quedo unos minutos en silencio y le digo: “De acuerdo, acepto tus disculpas, pero para que te las acepte, vas a tener que hacer exactamente lo que te digo hasta que yo te diga basta”.

Mi mira fijamente y su respuesta fue afirmativa y que no me cuestionaría tampoco, a lo que le respondo:

“Te propuse un par de veces de hacer un trio y siempre me dijiste que no. Ahora te vas a coger al viejo, te vas a filmar y encima te lo vas a coger de las maneras que yo te diga y sin chistar, ¿De acuerdo?”

Mi esposa me mira sorprendida y me dice: “¿Me estás hablando en serio?”, a lo que respondo: “¿A vos qué te parece?”. Me vuelve a preguntar: “¿Pero para que querés que haga eso? ¿No te molesta verme coger con otro?”

Le respondo: “Al principio, sí. Pero luego de verte en el video me calienta y si querés que nuestra relación siga, haceme caso y cogete al viejo como yo te indique.” Y agregó: “Además acordate que tengo este video, del cual ya hice backup, pero no lo pienso viralizar si vos aceptás lo que te propongo”.

Mi mujer no puede creer lo que está escuchando y me observa con los ojos duros y abiertos como nunca para decirme: “No podés ser tan hijo de puta”, a lo que le respondo: “No tanto como vos.”

Me retruca: “Aparte si lo viralizas, va a quedar en evidencia que sos un cornudo”. Le respondo: “No creas, porque le pongo como título “Mi esposa la puta” y solucionado el problema.”

Me responde: “Pensé que te conocía…” Mi respuesta fue: “Yo también.”

Menea la cabeza de un lado al otro y me dice que acepta mis condiciones, pero que por favor no divulgue el video. Le respondo que, si hace lo que digo, no tendríamos problema alguno.

Luego de “concordar”, le digo que va a tener que encontrarse el martes que viene, en el hotel de siempre. Debe seguir toda la rutina del encuentro habitualmente.

Me dice que como va a hacer para filmarse con el viejo, ya que es muy reservado porque también estaba casado, por lo que le respondo que se arregle y busque la manera, a mí me interesa que se filme y que la filmación sea de calidad.

Le paso a dar las indicaciones para el próximo encuentro: “Vas a actuar normal, como de costumbre cuando te coges a ese viejo de mierda, solamente sabiendo que estás siendo filmada y además, luego de cogértelo como siempre, tenés que entregarle el culo.”

Me vuelve a mirar, esta vez más que sorprendida, y me responde: “Pero sabés que nunca se lo entregué a nadie. Ni siquiera a vos. ¿No querés estrenármelo vos en lugar de otro?”

Era verdad, siempre que le pedí de hacerle la cola, me la negó aduciendo que no le gustaba.

Le respondo: “Ya no me interesa que nunca me hayas entregado el orto. Ahora quiero que te lo rompa otro; Como ser, “tu amante”, que tanto te gusta que te chupe las tetas.”

Me responde, levantando la voz y calmando el llanto: “¿Cuál es el fin de todo esto? ¿Humillarme? ¿Hacerme sentir como una puta? ¿Eso te calienta?”

Le respondo muy tranquilo y sin culpa alguna: “Te lo voy a dejar en claro nuevamente. O aceptás lo que te propongo o ese video está en internet en menos de lo canta un gallo. Elegí.”

Me mira fijo, nuevamente meneando la cabeza en signo de negación, por lo que aprovecho para decirle: “¿Elegiste o todavía estás pensando la respuesta?”

De nuevo me mira, y esta vez asiente en silencio con la cabeza. Finalmente acepta mi proposición.

Durante ese fin de semana e incluido el lunes, la comunicación fue escasa. Las veces que me quiso dar charla, solamente le respondía con monosílabos. En el amanecer del martes, le di las directivas para el encuentro de esa tarde, que consistían en ser cogida y en entregar el culo virgen.

Volvió a hacer un último intento, para ver si podía pasar por alto “la entrega”, a lo que le respondí muy serenamente, que no tenía otra opción. Bajó la cabeza y asintió.

Cuando se fue de casa, aproveché para mandarle a mi amigo G, el mensaje correspondiente para que me informara si hoy, martes, iba a ver a los “amantes” ingresar. No sea cosa que mi mujer no cumpla con la parte del trato que le correspondía.

Llegada la hora del encuentro, recibo un mensaje de G donde me avisa que llegaron y que colocó nuevamente el reloj en la pared de la habitación. De esta manera, iba a poder chequear si mi esposa hizo lo que ordené o no.

Durante esas dos horas estuve caminando por las paredes, comiéndome la cabeza, a ver si la turra de mi mujer habría hecho lo que le pedí. En eso, suena el timbre en mi casa y era el servicio de mensajería, nuevamente con el reloj, que lo había enviado G, ya que aprovechó el viaje de la moto que pasaba cerca de donde vivo.

Le agradecí infinitamente y me puse a descargar el video a toda máquina, para luego verlo en el televisor “A todo color”.

En este nuevo video, se podían notar los visibles nervios de mi mujer, lo que conllevó a Rubén a preguntarle más de una ocasión si le pasaba algo. Ella respondió siempre que no.

Cogieron normalmente como lo venían haciendo, pero con la diferencia que al final del polvo, mi esposa le pregunta al viejo si le quiere hacer la cola. El viejo la mira sorprendido y le responde que pensaba que no le gustaba. Mi esposa le responde que no es de su agrado pero que tiene ganas de probar. El viejo accede y le pide a mi esposa que ponga en 4 patas.

Mi mujer, claramente tensa, accede al pedido, pero le recuerda que “nunca lo hizo por detrás”. Rubén la calma y le dice que tiene experiencia en “iniciando en el sexo anal”.

Se baja de la cama y toma de la mesa de luz de la habitación un lubricante que había de muestra. Lee rápidamente la parte de atrás del envase y vuelve a subir a la cama, para posicionarse nuevamente frente al culo de mi esposa.

Se unta con el lubricante en la pija y le unta en el ano a mi esposa, la cual se queja porque está frío. También se unta en las manos y específicamente, en los dos primeros dedos de la mano derecha, con los cuales empieza a rondar en el agujero del culo de mi mujer.

Al hacer esto, se nota como mi esposa está más nerviosa que nunca, por lo que Rubén le pide que quede tranquila, la nalguea suavemente y le dice que va a ir “dilatando de a poco.”

Comienza a meter una falange solamente de un dedo y luego continúa con el resto, despacio.

Mi esposa sigue dura y tensa, pero no se queja por ahora. Rubén sigue haciendo su trabajo con sus dedos y ya mete y saca, suavemente, ambos dedos del culo de mi mujer.

Le pide nuevamente que se quede tranquila, mientras se agarra la pija para apuntarle al ano de mi esposa. Al ver esta situación, se me pone dura como una roca.

Comienza a querer introducirle la cabeza de la pija, apoyándola, pero mi mujer se adelanta, asustada. Rubén le vuelve a decir que se quede tranquila y que “disfrute”. Vuelve a la posición anterior y el viejo intenta nuevamente el ingreso, muy suavemente. Empieza a lograrlo, por lo que mi mujer empieza a gemir y alcanza a decirle, tres veces seguidas: “…Despacio…”

Este le responde: “Tranquila, vos disfrutá.” Sigue con su cometido, y se puede ver claramente como sigue introduciendo su pija en el culo virgen (Ya no) de mi esposa.

A todo esto, mi mujer por fin se relaja, comienza a gemir más intensamente y a medida que el viejo comienza con las embistas, la agarra fuertemente de las caderas, mi mujer le dice en repetidas ocasiones: “Mi amor, que placer… Por favor no parés…”

El viejo continúa bombeándola, pegándole nalgadas cada tanto, alternando sus manos entre las caderas y las tetas de mi esposa. Tal es el grado de excitación de mi mujer que comienza a pajearse, tocándose a toda velocidad su clítoris, mientras que con la otra mano agarraba con todas sus fuerzas la almohada y alcanzar a decirle a su amante, entre gemidos cada vez más fuertes: “¿Nos vamos juntos?”.

El viejo responde con un “Sí muñeca” que se escucha levemente porque queda oculto detrás de los gemidos desorbitantes de ambos. Continúan unos minutos más hasta que llegan al orgasmo en conjunto.

Acto seguido, Rubén se desploma sobre la espalda de mi esposa, la besa y se baja de la cama. En ese preciso momento, pude ver como el culo de mi mujer no paraba de expulsar leche, al mismo tiempo que latía como un volcán haciendo erupción, mientras ella seguía en cuatro, inmóvil, luego de su primer “culeada”. Luego se quedaron hablando, se vistieron y se fueron.

Yo me fui a corriendo a hacerme otra vez, una flor de paja. Estaba a mil por hora luego de haber concretado en parte, mi plan de venganza.

A la noche cuando volvió mi mujer, me pasa su celular para que vea el video que logró filmar, según ella, escondiéndolo entre los adornos de una de las mesitas de luz. Cuando veo el video, me doy cuenta que le falta la parte donde entrega la cola, por lo que le pregunto y me dice que no se animó hacerlo.

Me quedo callado y le digo que está bien, que no importa, y que ya no me debe nada. Me saluda y se va a bañar.

Yo sé la verdad; No quiso que vea como gozaba mientras le rompían el culo, luego de tanto negármelo, mientras le decía “Mi amor” al amante, pero prefiero que se vea humillada y pague por turra por los cuernos que me metió, sin contar (de yapa) que cumplí una de mis fantasías, que era verla acostarse con otro tipo.

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