Hace ya varias noches que tengo sueños que nunca había tenido.
Soy una mujer que sueña, mucho, he soñado con hechos ya acontecidos, he soñado con cosas locas y disparatadas, pero nunca me había pasado tener un sueño recurrente, con una persona recurrente y me gusta tenerlo, me excita.
Recuerdo una noche soñé estar en una reunión, con mucha gente desconocida, estábamos en una cena, muy bien vestidos todos, muy entretenidos y divertidos. En un momento de la noche, y ya terminada la reunión, como son los sueños, sin explicación, me encontraba caminando, sola de noche, por lo que parecía ser un bosque pequeño, creo recordar, era la entrada a un campo, con los árboles que acompañan el camino que marcan la huellas. Y me encuentro por allí con un joven desconocido, comenzamos a hablar para conocernos. Él entre risas y halagos me besa apasionado, y respondo a ese beso, sujetando su barbilla y jugando con mi lengua en sus labios. Y me sueño erotizada por un joven al que casi doblo en edad, me sueño lamiendo su cuello y su pecho, hasta llegar a su pelvis, haciéndolo excitarse mientras lamo su pene erecto.
Otro sueño que me hizo despertar húmeda y excitada fue aquel en el que me encontraba en un salón de baile sola con el profesor. Después de bailar un buen rato algún ritmo similar a la bachata, baile sensual y erótico por naturaleza, me encontraba desnuda por completo, junto a mi profesor de baile, también desnudo y rozaba mis pezones duros contra su pecho, mientras contoneaba mi pelvis sobre la suya, provocando una erección en él. Continuamos bailando, mi profesor acariciaba mi cuerpo al ritmo de la música, frente al espejo del lugar, podíamos vernos completamente desnudos. Mi cuerpo contoneándose y sus manos que asomaban desde atrás, acariciándolo, recorriéndolo, y de pronto, apoyada con mis manos en el espejo, me penetraba.
Recuerdo que aquella vez desperté a la madrugada, excitada, había humedecido mi pijama, desperté a mi pareja que dormía plácidamente a mi lado, practicándole sexo oral, y luego me lo cogí, necesitaba el orgasmo que el sueño me había prometido.
Mis sueños eran siempre con hombres.
Pero ya no. Ahora solo sueño con mujeres.
Sueño que estoy en un negocio comprando ropa, y que la dueña del local es hermosa, y me gusta mucho.
Estoy dentro del probador, con solo una tanga, pues me estaba comprando un vestido, y como es costumbre en este tipo de negocios, llega hasta el probador la chica morocha, hermosa, a ofrecerme otro vestido, abre la cortina, e ingresa al probador.
Levanto las manos para colocarme el vestido y noto su mirada sobre mis tetas, jugando le digo que es hermosa y reacciona acariciando mi cola con la excusa de acomodarme esa prenda que me traía.
Y de pronto todo se descontrola.
Ahora me encuentro comiéndole la boca a la encargada del local, casi desnuda, recostada sobre el espejo con sus manos en mi cuerpo.
También he soñado estar viajando y que a mi lado se sentara una mujer, de mi edad, muy linda.
Comenzamos a conversar y cruzando miradas apoya su mano en mi rodilla, y siento una electricidad que llega a mi vagina, su olor es exquisito, y su voz me endulza.
Sube lentamente su mano por mi pierna, mi clítoris espera ser tocado por esos dedos suaves.
Y continuamos nuestro viaje en el último asiento del ómnibus practicándome sexo oral, rico, suave, sabiendo exactamente lo que me gusta, mientras yo aprieto mis pezones y me retuerzo de placer, en silencio.
Anoche soñé nuevamente. Soñé con ella, otra vez. Soñé que estaba en una reunión, sentada al lado de esta hermosa mujer, mirándola reír y mover su boca al hablar, que provoca en mí la humedad inmediata.
Busque con mi mano su pierna por debajo de la mesa, ella respondió con una mirada pícara, sonriente y acomodándose en la silla para abrir sus piernas y recibir mi dedo.
Sentía sus labios vaginales tibios, suaves, mojados y solo quería sentirla desnuda, agitada, caliente por mi.
Introduje un dedo en ella y el resto de su cuerpo se contrajo en reacción.
Queriendo más me tomó de la mano y discretamente nos alejamos de la multitud
Lejos de las miradas juzgadoras del resto de los invitados, nos encontramos en un beso con toda la pasión de lo nuevo.
Tome su cara entre mis manos, y la besé. Nuestras lenguas jugaban tímidamente, nuestros pechos se rozaban, nuestros pezones reaccionaban al estímulo y se endurecían, mi vagina estaba cada vez más húmeda y mi cuerpo quería ser tocado por completo por aquella hermosa mujer.
Desnudas, ambas, nos encontramos sobre el césped húmedo, nuestros cuerpos se entendían y sabían lo que les gustaba, nuestros gemidos eran ahogados con besos, nuestras vaginas se rozaban excitándose mutuamente, compartiendo humedad.
Y estábamos en eso cuando me desperté.
A mi lado, dormía mi pareja.
Tome una ducha y me masturbe pensando en ella.
Ella invadió mis sueños y se metió en mis fantasías.