Aún me pregunto que pasó esa noche, terminé con mis nalgas al aire, mi culito completamente abierto, lleno de leche, y, no sabía de quien era. Hasta que lo descubrí.
En los anteriores relatos, les contaba que me había trasladado a Guatemala. Como vivía en un apartamento, grande de 3 habitaciones, y la empresa en la cual trabajaba pagaba el alquiler, me propuso si lo podía compartir, por un tiempo, con un venezolano que estaban trasladando. Como vivía solo, y era por un tiempo no muy largo, acepté, y es así, como una tarde llegó Héctor.
Héctor era un muchacho (comparado con mi edad), de unos 25 años, acuerpado, piel canela, y bastante energético. "Mucho gusto, Héctor", me dijo, lo llevé hacia una de las habitaciones grandes, y lo dejé instalado. Esa noche no hablamos mucho, dado que había llegado cansado. "Héctor, descansa y lo que necesites, me avisas. Mañana yo salgo a la oficina, como a las 8, si quieres salimos a las 7:00, desayunamos en el camino, y nos vamos juntos a la oficina", "Buena idea" dijo Héctor y se despidió.
Desde esa mañana, empezamos a hablar mucho. Lo empecé a ayudar con la búsqueda de su apartamento, con su instalación en Guatemala, y mientras él me contaba de su familia, de su novia, y de la vida en Venezuela en estos tiempos. También, como él hacía mucho ejercicio, me invitaba todas las mañanas al gimnasio o a correr, en fin, cada vez más nos volvíamos mucho más cercanos.
Entre más nos volvíamos cercanos, también Héctor se descaraba un poco. Mientras que Héctor estaba en la casa, yo procuraba salir del cuarto siempre vestido o, si era de noche, con una piyama con una camiseta. Héctor al principio lo hacía, luego empezó a salir en calzoncillos (tipo tanga, que me hacía que le mirara disimuladamente de reojo su paquete, que tenía un tamaño considerable, aún en estado flácido), y algunas veces, cuando llegábamos de hacer gimnasia o de correr, se iba a la zona de ropas, se quitaba la ropa allá y caminaba desnudo por el apartamento, con la excusa de no llevar la ropa sudada al cuarto; uno de aquellos días que hacia esto, nos quedamos hablando un poco, mientras se servía un vaso de jugo de naranja, y tuve que empezar a moverme para disimular la erección que estaba teniendo, al mirarlo de reojo. Héctor como que lo notó, y me dijo "Chamo, deberías ser más relajado".
Un viernes, después del trabajo, estábamos en el apartamento Héctor y yo, y comenzamos a tomar cervezas. Hablábamos de todo. Con el paso de las horas, las cervezas se nos acabaron, y seguimos con whisky. Seguimos hablando, y como que estábamos decididos a acabar con el bar que tenía en el apartamento. Se terminó la botella de whisky, y seguimos con tequila. Al segundo trago de tequila, me sentía muy mareado, y mi vejiga estaba a punto de explotar… dando tumbos y agarrándome a la pared, del estado de embriaguez que tenía yo, me fui al baño que estaba en mi cuarto… y allí es donde todo sucedió, como me contó Héctor al siguiente día cuando fui en la mañana siguiente hasta su cuarto y le pregunté que había pasado…
"Te fuiste dando tumbos al baño, y, estabas orinando con la puerta del baño abierta", me dijo. "te sentí orinar, con un chorro potente, y que bajaste la cisterna, luego pasó el tiempo y no escuché más", seguía relatando. "entonces te llamé, no me contestaste, y decidí entrar a tu cuarto. Estabas boca abajo en tu cama, con los pantalones y calzoncillos en tus tobillos, durmiendo. Yo veía tus nalgas bien paraditas al aire, y me provocaron. Me acerqué, te llamé varias veces, y pensé en subirte los pantalones y dejarte durmiendo, pero, lo que hice fue empezar a tocar tus nalgas. Como estabas ebrio, y dormido, no me decías nada, y decidí seguir. Ensalivé un dedo y empecé a acariciar tu orto, e hiciste, dormido, un gemido como de placer, y te volviste a quedar dormido. Eso me asustó un poco, pero, como seguías dormido dije – este está muy ebrio- y volví a ensalivar el dedo y a hacer movimientos circulares en tu orto. Empezaste a gemir, con los ojos cerrados y a naturalmente tratar de parar el culo, allí fue donde yo me quité mi pantalón, liberé tu pantalón de uno de los tobillos, te abrí las piernas un poco, me terminé de parar la verga y, sin pensarlo, escupí tu culo y te la metí de una. Solo gemiste una vez y de resto, parabas como en acto reflejo tu culo, mientras yo lo bombeaba y te metía mi verga violentamente. Duré un buen tiempo en esas hasta que me corrí dentro de ti. Me quedé un rato al lado tuyo, hasta que ya me vine a mi cama, discúlpame, pero te tenía ganas"
Estaba en shock, pero la verdad, me había gustado mucho. Me metí en sus sabanas, y, como dormía en bóxer, empecé a sobarle su paquete, el cual no demoró en colocarse duro "Que quieres que te haga". "Mámamela" me dijo. Nunca había mamado en realidad una verga, así que me imaginé que era como lamer y chupar un helado. Así lo hice "como lo haces de bien… sigue" me decía… agarré la base de su verga y empecé con dos dedos a pajearlo mientras con mi lengua y mis labios chupaba y lamía su cabeza, hasta que llegó el momento de venirse. El intentó sacar la verga de mi boca, pero no lo dejé y seguí lamiendo hasta que sentí como su leche empezó a salir de su cabeza dentro de mi boca, Con la lengua empecé a lamerla, veía la cara de placer de Héctor, mientras que salía más y más leche. Me tragué una parte, y con la punta de mi lengua seguía lamiendo y limpiando la cabeza de su verga hasta dejarla limpia, tragándome el resto, Se sintió fantástico.
"Me gustó desayunar así", le dije, me hizo voltear de lado, me bajó mi piyama hasta quitármela, me acomodó su pene semi flácido en la raya de mi culito, y me abrazó en cucharita, así nos quedamos toda la mañana durmiendo… ese fue el inicio de unas noches ardientes, que luego les contaré, hasta que Héctor se mudó de apartamento. Después que se mudó, no quedamos más, dado que su familia se mudó con él. En la oficina nos veíamos, hablábamos como buenos amigos y cruzábamos de vez en cuando miradas cómplices, sabiendo el secreto de lo que hicimos en ese apartamento.