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Nos contamos todo. Ahora tú de viaje, se da la oportunidad
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Estoy en la casa, son casi las 19 h y suena mi celular, tú estás de viaje. En el identificador veo tu nombre y al contestar escucho tu voz, alegre como siempre:

– ¡Hola amor!

– ¡Hola hermosa!

– Ya salí del trabajo…

– Ah, muy bien. ¿Todo bien?

– Si, sin problema. – me contestas- Oye, voy a cenar algo, me están invitando.

– Excelente amor, disfruta la cena.

– Nos comunicamos más tarde que llegue al hotel.

– Claro, sin problema linda-, y colgamos la llamada.

Dos horas más tarde, la llegada de un mensaje a mi celular se anuncia con una vibración repentina, llega tu mensaje y se da una breve conversación:

– Hola amor

– Hola linda

– Oye, va a pasar…

– Ok, te lo agradezco

– Te busco más tarde…

– Si amor, con cuidado.

– Gracias, te amo.

– Yo también te amo.

Alrededor de la media noche un nuevo mensaje:

– toc toc, ¿aún estas despierto?

– sí amor, ¿todo bien?

– Uff si. Ya sola en el cuarto.

– Muy bien amor.

– ¿Te puedo contar?

– Claro, como tú gustes. Breve pausa de tu parte, donde escucho el silencio de la habitación que se interrumpe cuando tratas de acomodarte en la cama o un sillón.

– Fue intenso e inesperado -me dices.

– ¿Satisfecha?

– Ay sí. Diferente, pasional, intenso, sexo puro… deja te marco.

– Ok.

En menos de un minuto, entra la llamada a mi celular y directo me cuentas:

– La cena estuvo tranquila, ya casi al terminar fue que se dieron las cosas. Conversamos temas generales mientras tomábamos café, incluso salió el tema de que si era casada. Le dije que sí y me contó que él también. Seguimos hablando de cosas y momentos comunes, cuando me dice, ya un poco nervioso, que le soy muy atractiva.

– No lo puedo culpar, en realidad lo eres amor. Las personas siempre voltean a verte, y se acercan a ti. – le comento.

– Y que no quería faltarme al respeto, pero que no pudo dejar de observarme durante la junta y que le atraía mucho. Yo no puedo negar que también lo vi con cierto interés y admiración por su persona.

– ¿Él es atractivo?

– Ay sí. Alto, buena presencia, buen cuerpo, apiñonado, ojos alegres, educado, atento… Después, tomó mi mano, y no la retiré. Sentí una descarga de energía corriendo desde la punta de mis dedos hasta mi cerebro y a mis puntos erógenos, mi respiración se agitó un poco, mis pulsaciones acelerando, sus manos tibias, fueres, ligeramente temblorosas, su mirada suplicante, cargada de deseo y a la vez inquietud. "Está pasando", pensé y lo quería.

– Entonces, acercamos más nuestros rostros. Sentí su respiración, sus manos tomando la mía, su mirada recorriendo mi cara, mi cuello, deteniéndose en mis senos, regresando a mi boca. El torso de una de sus manos deslizándose por mi mejilla en dirección a mi cuello. Lo que siguió fue cerrar brevemente mis ojos, sintiendo su delicada caricia y entonces percibí el rose de sus labios en los míos, instintivamente abrí ligeramente mi boca y correspondí ese primer beso electrizante. Una breve pausa sin separarnos, sin abrir los ojos y nuevamente sus labios se ponen en movimiento y el beso se vuelve más intenso, dura 1 minuto quizás.

– Una de sus manos me abraza por la espalda y mi costado. Yo respondo a su serie de besos, siento su lengua aventurarse en mi boca y le correspondo con la mía, entrelazándose con intensidad. Se separa y me dice, vayamos a otro lugar, solo asiento. No me suelta de la mano. Pide la cuenta, paga rápidamente, recojo mi bolso y nos incorporamos. Me toma de la mano nuevamente, cruzamos el comedor hacia la entrada y salimos buscando su auto. Me sigues contando:

– Apenas cruzamos la puerta, se detiene y me besa de nuevo, ahora colocando una mano en mi cuello y el beso es más intenso, nuestras bocas se entrelazan y con la otra mano me pega a él, donde puedo sentir su cuerpo, en particular su erección que promete. Es rico el momento, seductor y excitante.

– Llegamos al auto, abre la puerta del pasajero, y antes de que me metiera, me detiene para decirme que anhelaba mucho estar conmigo y que sentía que él no me era indiferente. Un beso rápido, furtivo antes de meterme en el auto tuvo por respuesta. Ya sentada, te mandé el mensaje de que estaba pasando antes de que él subiera al asiento del conductor.

– Maneja por unos minutos y llegamos a un hotel de paso. Accedemos a la habitación y apenas cerrando la puerta, nos fundimos en un abrazo los dos, entregando nuestras bocas y cuerpos con deseo intenso. Fuimos quitando la ropa del otro, y pude ver y sentir su torso trabajado, velludo y bronceado. El deshizo el nudo de las cintas que sujetaban mi blusa cruzada y mi brasier de tela delgada quedó a la vista, mostrando ya mis pezones erectos por lo excitante del momento.

– No tardó en buscar desabrochar mi pantalón, quedando yo en ropa interior. Hice lo mismo y aprecié su trusa mostrando una interesante erección, que alcanzo a rozar brevemente ya moja su ropa interior. Nos besamos de nuevo y llevó sus manos a mi espalda liberando mis senos, que inmediatamente los cubrió con caricias de sus manos, acercando su boca para lamerlos y chuparlos alternadamente, mientras yo sujetaba su cabeza con mis manos.

– Se incorpora y me baja mi tanga, que llega a mis pies y al retirarla, aprovecho para deslizar su bóxer y observar su pene ya dispuesto a la batalla, de buen tamaño, brillando por su líquido preseminal que lo cubre. Extiendo mi mano y lo palpo, sintiendo lo ancho y duro, recorriéndolo en su longitud hasta llegar a sus testículos, que primero araño delicadamente, observando su reacción y luego los cobijo en la palma de mi mano. Regreso a su tronco y lo envuelvo con mis dedos, masturbándolo un poco, mientras volvemos a besarnos y damos pasos hacia la cama. Me llamó la atención que mientras su torso y cuerpo mostraban mucho vello, estaba totalmente depilado en su pene y testículos.

– Qué intenso amor. Se traían ganas – Te alcanzó a decir.

– Sí amor, todo fue como tal, excitante, con una carga sexual particular, respirábamos el deseo del otro. Me acostó en la cama, me tocó y comprobó mi excitación y lo mojada que ya estaba, incluso me metió un par de dedos, lo que me hizo estremecer. Sacó un condón del pantalón, lo iba a poner frente a mí, cuando me incorporé, lo detuve, tomé su pene, lo llevé a mi boca y me puse a chuparlo, lamí su punta, saboreando las gotas, luego lo rodee con mis labios llevándolo a lo más profundo de mi boca para disfrutarlo, lamer su tronco y entonces yo le puse el condón.

– Me recostó de nuevo, se colocó entre mis piernas, acercó su pene y lo frotó contra mi clítoris y entrada vaginal unas 3 veces, lo que me hizo estremecer intensamente y mojarlo un poco más. Arqueé la espalda y sólo sentí que me penetraba profundamente. Un gemido y otra corrida mía le hicieron patente que estaba disfrutando todo.

– Qué rico amor. ¿te estás tocando? Me contestas que si.

– No puedo dejar de hacerlo amor. Me cogió de todas formas, fuerte, intensamente, profundamente -sabes como me gusta que me cojan así- y lo entendió perfectamente. No dudó en comer mi sexo, y arrancarme un orgasmo largo antes de volver a penetrarme. Me sacó varios orgasmos intensos y lo hice correrse 3 veces. Una en mi vagina con el condón, otra en mis senos, que los cubrí de su semen previo a entrar a la regadera y la última en mi boca, aprovechando que lo estuve mamando en el auto dentro del estacionamiento de la habitación antes de salir del hotel de paso, ya que se había vuelto a poner todo erecto. Justo terminó en mi boca, con una corrida ligera y lo besé para que saboreara su propio semen mientras yo seguía masturbándolo con mi mano. Me lamió los labios con lujuria tratando de obtener más.

– Antes de bajar del auto, a la entrada de mi hotel, convenimos que fue rico, pero que también solo fue sexo, muy apasionado, rico, pero solo sexo. Nos dimos un beso de despedida y subí a contactarte amor.

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